Robber Barons.
Ernesto Cardenal.


Las cuatro estaciones pasando en orden Robber Barons
cuando se hace todo lo debido en todas las cosas.
La venida de los hombres sabios esperaba Confucio.
(Del oeste.)
Y por las acciones buenas
el sol y la luna observarán sus tiempos.
Y bajando (o subiendo) otra vez a la tierra:

Ya desde el XVIII piratas y vendedores de negros
se juntaban en la esquina de Wall y Water Street.
Ya en 1790 tenían los financistas, se dice,
"una serena indiferencia ante la calamidad pública"
desde entonces tradicional en Wall Street.
Ya en el XIX los destinos de Nicaragua se jugaban
en un lugar llamado Merchant's Exchange
entre Wall y William Street.
Días de terror y otros de calma,
impredecible como el mar, Wall Street
. "No bebieron ni jugaron ni fueron a burdeles,
pasaban la noche calculando y viendo libros de cuentas
mientras otros bebían, y reían, y bailaban..."
(LOS BARONES LADRONES)
Después de la guerra con México
una orgía de especulaciones.
Esos dueños de ferrocarriles no estaban en la cárcel.
El derecho divino de los millonarios.
Como aves de rapiña en las galerías del Congreso.
Las concesiones de ferrocarriles
daban gratis las tierras grandes como reinos
con carbón cobre hierro oro petróleo plata bosques
y las futuras ciudades.
Así Huntington dejó de vender relojes.
Frío desconfiado vengativo sarcástico hipócrita despiadado.
"He pagado mucho para que pasen esas leyes"
escribe Huntington
ordenando quemar la carta.
Llegaban a la aldea diciendo: si pagan tanto
el tren pasará por aquí, si no
por otra parte.
Si no, mataban al pueblo.
El tren pasaría a 3 millas de allí.
Peor que el que no pasara del todo
era quedar a 3 millas del tren.
Los esqueletos junto a los rieles de la Union Pacific de Huntington...

"Un cambio como el de esa experiencia religiosa
llamada conversión"
el de Carnegie
cuando vio el acero por primera vez (en Londres).
¡La edad del hierro ha pasado! gritó.
La visión del reluciente metal por todos los Estados Unidos
y él el rey absoluto de ese metal.
Aquel Carnegie tímido, "temeroso del progreso".
Cauteloso. Le repugnaba la aventura y el ser pionero.
(No da dinero ser pionero.)
Sus ganancias: oponiéndose al proceso histórico.
Resistiendo al progreso. Retardándolo.
Reduciendo la producción. Aplastando negocios.
Quebrando compañías.
Rechazando el avance que proponían los técnicos, expertos, inventores,
trabajadores.
"Nada se ha perdido sino el honor"
dijo Gould.
El Mefistófeles de Wall Street. Tuvo agentes
y no amigos. "El hombre más parecido a un buitre
que he conocido."

Recorría el país como un buitre
buscando ferrocarriles en quiebra.
De la vida no le interesaba nada
sino dividendos.
Daniel Drew "la Esfinge de la Bolsa",
"siempre pensaba lo peor de los hombres, igual que Vanderbilt."
Cuando despojaba a alguien se tranquilizaba
en el oficio divino.
Se dijo que no vacilaba en sacrificar a un amigo
pero era de "piedad genuina".
Misterioso para la gente, como Vanderbilt,
por sus sutiles y oscuras especulaciones.
"¿No puedo hacer lo que yo quiera con mi dinero?"
preguntó Vanderbilt.
-Era dueño de Nueva York, la Bolsa, las calles y los ferrocarriles
y la mayor parte de los barcos-

Nunca perdió un día de interés
en la menor suma de dinero.
Las obras de arte que compró Vanderbilt:
"dinero bien invertido"
porque los cuadros aumentan de valor con el tiempo
especialmente después de la muerte del artista.
Armour, el carnicero, se hizo millonario naturalmente
en la Guerra Civil. Vendiendo cerdo a ejércitos se hizo millonario.
Cook se retiró a su castillo en Filadelfia con
teatro, fuentes, conservatorios, jardines italianos.
A Morgan, no el pirata (Pierpont Morgan) la Providencia le deparó
aquella suerte de comprar armas en una Guerra. De ahí
su ida ala iglesia a cantar himnos.
El secreto de su éxito fue, se dijo,
el no tener el estorbo de escrúpulos morales.
Él realizaba aquel milagro por el cual
"un hombre honrado puede convertir el papel en oro"
(y esto último en cuadros, manuscritos, antigüedades)
Y aquel cuya juventud fue de prudencia y abstinencia.
En la alcancía azul todo centavo que ganaba.
Ya desde niño comenzó a prestar (al 7%)
y daba 10 ctvs. a la Iglesia Bautista de Cleveland.
No conoció diversiones ni amigos.
Piadoso,
comenzó a enriquecerse con la Guerra Civil.
Su alma casta de contador de libros
no temía más que a Dios
(no a jueces, senadores, competidores,
ni a la prensa ni a las masas).
"El hombre más odiado de su época."
El que evité todas las regulaciones.
Los ojos de Rockefeller eran terribles.
Entró al negocio del petróleo con un fervor evangelista.
No dormía de noche, cavilando, calculando.
Su voz suave. Y suaves sus pisadas. Sólo con una pasión feroz
que era el dinero,
pero impasible recibiéndolo.
Aborrecía, como Carnegie, ser pionero.
Aconsejando moderación, no jugar, no beber, ahorrar.
"El silencio es de oro" decía,
y en silencio aplasté a todos sus competidores.
Fraudes, asesinatos, tenor, quiebras.
En 1882 su compañía
se convirtió en 40 compañías:
La Standard Oil.
Así se fue llenando de millones y de arrugas.
Ya viejo, dijo en una comida: "Yo descubrí un mundo nuevo
aunque entonces no lo sabía."
(El monopolio era el mundo nuevo)
Creó la madre de los Trusts, la Standard Oil,
un imperio tan grande como el británico.
Después vinieron todos los otros Trusts
(whisky, acero, azúcar, carne, hierro, carbón, cobre).
Los medios de producción en "formas socialmente concentradas".
O "centralización"
(monopolios).
Obligando a los otros a sacar menos de los pozos.
Los maquinistas de la Standard Oil
pertenecían a la Standard Oil
como las máquinas. Sin más poder para pedir aumento
que las máquinas.
Dios me dio mi dinero decía él.
Su boca sin labios como la de un escualo.
La visión de Carnegie fue
en aquella su conversión en Londres
las miles de toneladas brillantes de rieles de acero
en todos los Estados Unidos.
Todo fue fácil para esa gente.
Entrelazar líneas férreas.
Uniendo líneas férreas, unieron industrias y comercios,
y redes de líneas férreas, que fueron redes de industrias y comercios,
redes y más redes,
y así uno solo dueño de todo,
y con eso más dueño de todo todavía.
Comprándose y vendiéndose:
capitales, industrias, hombres y materias primas.

Pasaron a ser patronos de arte, benefactores de iglesias,
dueños de periódicos y de políticos.
Sus negocios todos ordenados y armónicos
pero comportándose en la Bolsa con frenesí báquico.
las Natividades compradas como acciones y bonos.
Y los Rembrandt subiendo de precio como los ferrocarriles.
"Cántico Cósmico"
Ernesto Cardenal
ITESO, 1991; Cantiga 21, pp. 243-248
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