Manuel González Navarrete
vazgonz@dsi.com.mx
A veces, al terminar el día, dejo esta flaca indumentaria en un sillón tan viejo como yo.
Desde aquí miro la vida, mis ojos se pierden tras la ventana y se me clava la noche por una costilla.
Mi mujer, cuando quiere, se sienta a mi lado; habla sin informarme de nada, yo río al enterarme de todo.
Siempre es posible oír a Bach desde el sillón, y es posible también extender la mano, tocar la piel deseada.
A veces, al terminar el día, pongo mis huesos en este sillón y el amor y la vida transcurren frente a la ventana.
BALANCE
...bien mirado, no sé por qué me agrada la vida, ilusión que yace en un bolso ajeno, donde la muerte tira de mis cabellos. Quizá por eso no me detengo, quien echa raíces deja su pecho
abierto.
Yo, que de tanto tener nada tengo, miro mis manos, mi rostro claro y el techo donde habitan una mujer y su pueblo. Una cama tengo también ( bueno, es un decir), en ella fornico, leo y, de cuando en cuando, me amenazan los recuerdos.
NO ME CABE LA NOCHE A Kiauitzin Y la muerte no tendrá senorío
Dylan Thomas
Miré tu rostro de sol moreno, tu piel nocturna, poblada de flores y mariposas, esperaba... Te llevaron a guardar, no supe dónde. ¿ A qué esconderte ? pensé, ¿ En qué lugar del mundo depositarte ? Será como envolver la luna en tus cabellos, cubrir el Valle de Anáhuac con tus manos, sembrar un cempoalzuchitl en su seno. No podrán, concluí, no me cabe la noche en tanta vida. En estos días lluviosos, la muerte cumple con su deber, quejumbrosa, compungida; lleva a cuestas un pueblo, de flores y mariposas, anochecido.
CORDELIA URUETA EN LA MIRADA
Un paisaje sin frontera cruza la calma alegre de la aurora. El sol somnoliento, suspendido, como una cometa en llamas reclama estar y, en un instante, se sacude, despeña, deslíe hasta perderse por un borde. Al final un trazo jubiloso que la vida canta.
Ay Cordelia, juguetona, echas luz en la mirada. Desde el lienzo, tu ojo gris observa alegre y me traspasa con dos vidas alineadas.
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