Hermanos de armas:
Las acciones de los
Clanes han vuelto a demostrar que sus intereses siempre están por encima de
la seguridad del Imperio. Toturi-sama lo sabía, y se preparó
cuidadosamente para evitar la catástrofe.
Pero él ya no está
con nosotros.
Hizo falta menos de
una semana para destruir el trabajo de toda una vida. De más de una vida.
Antes de que se disipara el humo de su funeral, los clanes se lanzaban como
buitres sobre su legado, desoían sus últimos edictos, y luchaban de nuevo
entre sí.
Habían olvidado
que hay enemigos más allá de las fronteras, esperando su oportunidad. Y
Daigotsu la encontró.
Ahora la muralla de
Kaiu ha caido. Hay quienes creían que no irían más allá. Pobres ilusos.
Los Onis campan a sus anchas por la capital del Imperio.
¿Y qué hacen los
clanes? Guerrear entre sí.
Necesitamos un
Emperador fuerte. Necesitamos un Ejército fuerte. Necesitamos un Imperio
fuerte. Hay que decidir quien gobernará. Y no lo harán los cortesanos. De
nuevo volverá a ser la fuerza de las armas la que decida el destino de
Rokugán.
Ha llegado nuestra
hora.
Los Clanes nos han
olvidado. O quizá prefieren no recordar quienes fueron en realidad los que
volvieron a unir el Imperio. Quienes dieron su vida a las puertas de
Volturnum, cuando todo parecía perdido. Quienes trajeron el orden a un
Imperio desmembrado.
Se lo recordarenos.
Tantas veces como sea necesario.
Hermanos, es el
momento de actuar. Todos sabeis quién debe gobernar el Imperio. Apoyadlo.
Luchad por él. Morid por él. Venced por él.
Porque si no, un día
nos levantaremos para cómo Daigotsu llama a nuestras puertas.
Y se abrirán.
Seppun Noritaka.
Hatamoto del Ejército de Toturi.
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