CARNAVALES ARGENTINOS DE ANTAÑO
Por Alfredo Armando Aguirre
NOTA: LA presente comunicación fue redactada por el
Grupo de Discusión Yahoo “Dale Murga”
Estoy gratamente sorprendido por los intercambios que
ha generado en Dale Murga mi “descubrimiento”, del artículo de Bilbao publicado
en los cuadernos del Instituto Nacional de Investigaciones Folklóricas, a fines
de 1962. Sugiere que leamos o se relean los textos de Martín y de Romero.
También sugiere relecturas del mismo artículo de Bilbao, que lo merece en
virtud del “revival “murguero que se viene experimentando en la ciudad de
Buenos Aires y conurbano y con repercusiones en todo el país.
Creo que en este renacer (esto, por si algún anglófobo
se chiva...), hay un trasfondo institucional, que es la recuperación de las
instituciones democráticas a partir de diciembre de 1983, y un aporte
tecnológico que es la presencia de lo que implica la Internet, inexistente en
las anteriores etapas carnavaleras.
No voy a aburrirlos con pedantes citas bibliográficas,
y dejo en claro que lo que esta entre comillas, lo tengo registrado por haber
sido dicho por otros autores. De mi cosecha, solo son los enlaces de los
conceptos y los testimonios de mi niñez carnavalera de los Cincuenta, que vaya
a saber porque proceso mental propio, tengo registrada en forma
cinematográfica. Aclaro que esas vivencias “crudas”, me permiten confrontarlas
con conocimientos que he adquirido con posterioridad, particularmente, ayudado
por una materia que casi “de relleno” tuve en el ultimo
año de mi carrera de grado, esta fue la Antropología Cultural.
En tanto curioso, no digamos investigador, de la
cultura popular he abrevado mucho en cuestiones como el deporte, el sainete, el
circo criollo y las domas y jineteadas. En esos desarrollos muy anteriores a
mis nuevas incursiones murgueras, siempre aparecían los carnavales. Hay un
señor que si voy a citar y que se llamo José Imbelloni, del que aprendí hace
pocos años dos conceptos interconetados: el de “congruencia” y el de
“indesglosabilidad”. Vale agregar que este sabio italiano, que desarrolló gran
parte de su parábola existencial en la Argentina, había aceptado con
anticipación las concepciones sistemas u holísticas que luego serian moneda
corriente en los análisis académicos. Cabe señalar que miembros del staff de la
revista “Cuadernos”, a la fecha de la publicación del Articulo
de Bilbao, estaban relacionados con Imbelloni, con quien en 1959, habían
publicado un libro sobre Folklore Argentino, que es de donde sacamos los
conceptos que estudio.
Casi en simultaneidad y por una razón muy fortuita, me
“encontré” con la rica etnocultura lituana, que se ha convertido para mi, a
partir de entonces en una suerte de “Benchmark” (banco de pruebas) de todo lo
que sea estudios folklóricos y etnológicos.
El carnaval aparece por todas partes donde se estudie
la cultura popular. Y siempre como una actitud de resistencia y cuestionamiento
temporario a los ordenes existentes imperantes. La prueba mas palmaria es ese
cuadro del pintor flamenco Brueghel de 1599, donde aparece la controversia
entre el carnaval y la Cuaresma cristiana, puja que está presente en todos los
desarrollos pasados y actuales. En otras palabras: que el cristianismo en todas
sus variantes nunca se bancó las carnestolendas y
procuró neutralizarlas o prohibirlas. En ese conflicto debe entenderse lo
intentado en Argentina por las dos últimas experiencias de facto.
Entre las tantas respuestas que genera el estimulante
trabajo de Bilbao, es a su minuciosa relectura. Por los testimonios fotográficos
se nota que este artículo fue escrito entre 1958 y 1962, ya que la publicación
es de fines de ese año. Los testimonios mas actuales son de 1957, casualmente
el año en que yo salí en la murga “Los cariocas", de Ensenada. Bilbao
trasluce una opinión como que la murga es algo así como una escala inferior,
tal vez degradada de la comparsa. Pero eso puede ser tan solo una
interpretación de mi parte. Por ese entonces, me nutría lo que hoy un etnólogo denominaría
“informante clave”, el “rengo” Cano. En una esquina de mi pueblo natal de Ensenada
de Barragán, Cano- que tendría unos 35 años- nos contaba historias de murgas y
carnavales, y tomaba como referencia los carnavales de la Boca (barrio que por
razones familiares visitaba desde que tengo uso de razón, por ejemplo recuerdo
los festejos cuando Boca salió campeón en diciembre de 1954).En ese entonces se
creía que los tiempos de oro del carnaval habían pasado. A tal punto que en una
de las jornadas de corso en Ensenada, se realizaba un homenaje al carnaval de
antaño, que se llamaba “el corso del 900”. Sobre el que me he referido en los
primeros artículos que comencé a escribir sobre este tema en 2003.Y “Carnaval
de antaño”, de denominaba una película argentina, que se realizó hacia 1938, y
es por eso que en el 2005, creo, escribi un pequeño ensayito denominado
“Carnavales porteños de hogaño”.
Y deliberadamente he titulado a este mensaje
“carnavales argentinos de antaño”, porque a pesar de las severas restricciones,
los carnavales siempre se festejaron en algún punto de la extensa geografía
argentina. A veces tendemos a proyectar lo que sucedió en Buenos Aires y tal
vez otras grandes ciudades argentinas, al resto del país, y a veces, para
quienes venimos recorriendo desde hace décadas cuanto pueblo se nos hace
posible, vemos que “existe otro país”.Como las actividades de las agrupaciones
carnavalescas en sus distintas expresiones, tiene el común denominador de haber
sido practicadas por gente muy humilde. Creo que es Romero que apunta que la
novedad de este renacer es la incorporación de la clase media a la movida
murguera. A veces resulta dificultoso enterarse de toda la movida murguera,
aunque como bien sostiene Anais últimamente hay estudios sobre el tema, y
existen algunos antecedentes sueltos, hechos por gente vinculada al folklore
como Augusto Raúl Cortazar.
Ya hemos dicho que atento las dinámica de estos grupos
soportados telemáticamente, se hace necesario repetir conceptos y una de las
cosas en que insisto es en la necesidad de hacerles reportajes usando
grabadoras o videocámaras a los ancianos que tienen y se llevan a la tumbas sus
memorias murgueras. Seria bueno que con esos aparatos en mano algunos o algunas
comenzaran a visitar geriátricos, o reportear a sus abuelos o tíos abuelos: Una
vez leí que “cada viejo que se muere es una biblioteca que desaparece”. Esta
conjetura o hipótesis la acabo de verificar en la pagina oficial de los
carnavales de Arias(Córdoba), donde aparecen fotos de carnavales de los 30 y el
testimonio de un señor de mas de noventa años de cómo se hacían los carnavales
en el interior. Se puede conjeturar que desde los puertos, por donde afluía la
gran inmigración a partir del ultimo tercio del siglo XIX, se “Desparramaría”
toda la cultura que traían los inmigrantes, que eran portadores de las culturas
populares respectivas, pues no eran precisamente aristócratas, lo que se venían
a hacer la América. Aquí se encontraban
con los mulatos, con los mestizos y con los zambos. Y es bueno aclarar que
tampoco eran aristócratas los que vinieron para hacer las primeras fundaciones
españolas. Es curioso pero la fundación definitiva de Buenos Aires, en 1580, la
hizo un vasco acompañados por un conjunto de hijos de
la tierra, es decir hijos que la soldadesca española había tenido con indias
guaraníes. No me quiero ir por las ramas, pero ya la cuestión del carnaval había
sido considerada por la iglesia. Los españoles eran muy puntillosos y
reglamentaban todo, aunque luego no cumplieran lo pautado. Para eso tomando
como referencia el Derecho Romano hicieron un Derecho de Indias. De las 12
ciudades que se fundaron en lo que luego seria la Argentina entre 1553 y 1608,
solo se conservan las actas de la fundación de Córdoba en 1573. Allí estaban
reglamentados hasta los juegos que se harían en ocasión, del aniversario del
patrono de la ciudad. Si reglamentaban los juegos, apuesto que también los
carnavales. En ese sentido les pido a los murgueros cordobeses, que rastreen en
el Instituto de Derecho Indiano que hay en “la docta”. Todas esas cosas se iban
mezclando allí donde había “pueblo”.En alguno de nuestro trabajos, nos hemos
referidos a un dato, que tiró Domingo Buonocore, en forma peyorativa, pero que
leído desde una perspectiva popular, permite inferir que hacia 1870, el
epicentro de la cultura popular era el barrio de Montserrat. Y pensemos que
Montserrat estaba al lado de San Telmo, donde quedaban los negros y mulatos que
sobrevivieron a la canallada sarmientina de aislarlos durante la epidemia de
fiebre amarilla, y que San Telmo esta al lado de La Boca, donde la inmigración
trajo entre sus bagajes, las ideas socialistas y anarquistas. Allí una vez
quisieron “secesionarse” y el presidente Roca tuvo que ir a arreglar
personalmente la situación. Allí en 1904 se eligió a Alfredo Palacios primer
diputados socialista en América. Allí desde 1917, funciona la Universidad
Popular de la Boca. Allí ya en 1884 se había fundado la primera sociedad de
bomberos Voluntarios (La segunda fue en mi ensenada en 1896). Si retomamos
aquellos de la congruencia e indesglosabilidad vemos que las comparsas y los
“orfeones", algo que rescata el articulo de Bilbao, formaban parte de un
mismo “paquete” conceptual de la cultura popular.
Y eso ha persistido, aunque no se registre
académicamente. Ya lo manifesté en un artículo algo que vivencié en 1994, en la
localidad de Maria Ignacia (Vela), cercana a Tandil. Llegué allí en mis “giras”
por el interior, y me encontré que a la noche había corso.
Me mande para el mismo y para mi asombro apareció una murga de Gardey al estilo
de las que yo salía entre 1954 y 1958; y que había visto antes desde
aproximadamente 1951, que es el primer carnaval que recuerdo. Y luego apareció,
algo que me impactó. Una carroza con motivos gauchescos, y con una escena
campera, como las que se veían en los cincuenta. Eran grupos de personas que en
carros tirados a caballos o camión, representaban alguna escena campera. En
este caso un gaucho saludaba con una lata de gaseosa en la mano. En los tiempos
que corren esto me confirma la persistencia del carnaval. Y las peculiaridades
que iban asumiendo en los distintos lugares donde nunca dejaron de hacerse,
como en Lincoln, Monte Maíz, y la provincia de Corrientes, para no hablar del
carnaval del altiplano...Bueno queda mucho por decir, porque la lectura que
hice del articulo de Bilbao es un estimulo entro otros, para urgar en los archivos de los diarios. Incluso los que ya no
se editan y los del interior. Debe recordarse que los carnavales siempre fueron
un evento trascendente y las crónicas, permiten extraer información, porque
décadas atrás así como el sainete y el circo criollo, los carnavales, no llamaban la
atención de los eruditos, pero sí de las crónicas periodísticas y obviamente de
las letras de tango. Es mas, el tango ha planteado dos polaridades para el
carnaval: o como dijo Aietta:”Todo el año es
carnaval” o como escribió Sciamarella: “Por cuatro días
locos”.
En la mañana del Jueves, 10 de Abril de 2008