ASPECTOS DE LA GESTION DEL CONOCIMIENTO EN LOS PODERES PUBLICOS ARGENTINOS ENFATIZANDO EN LOS SERVIDORES PUBLICOS

Por Alfredo Armando AGUIRRE

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La abrupta irrupción en el devenir humano de las tecnologías de la comunicación y la información (en adelante TICs), conlleva la necesidad de elaborar conceptos que acompañen este salto quántico tecnológico.

Este nuevo estado de cosas, invita a una relectura de las situaciones en que cada persona venia inmersa.

Así, en el caso que quienes venimos desplegando nuestra vida laboral en la Administración Publica Argentina, se nos presenta la oportunidad de reelaborar a la luz de este torrente de nuevas nociones, los estudios, las vivencias y las reflexiones que en nuestro caso veníamos desarrollando sobre este sector diferenciado pero no aislado de la fluencia vital argentina.

En el ciberespacio de habla hispana, viene siendo pionero del fenómeno TICs, el sitio catalán INFONOMIA, liderado por Alfons Cornellas. A través de ese proyecto nos enteramos del concepto de "Gestión del Conocimiento"(Knowledge Management- KM), como un emergente de la dimensión económica de esto que algunos denominan la "Sociedad del Conocimiento y la información" (Information Age).

En los sitios Web de idioma ingles vinculados a los países del G8 o a la OCDE, es muy profusa la información referida a la "Gestión del Conocimiento".Allí se pueden encontrar caracterizaciones del concepto, que se pueden traducir como: " la producción, mediación y uso del conocimiento. La gestión del capital intelectual".

Un ejemplo de la documentación que esta disponible en la red es el trabajo:

“KNOWLEDGE MANAGEMENT AS AN ECONOMIC DEVELOPMENT STRATEGY”, de Kenan Patrick Jarboe, Athena Alliance Washington, DC

April 2001.

Los conceptos que orbitan alrededor de “gestión del conocimiento”, apuntan a señalar que los conocimientos de una organización son el activo más relevante.  Que en la actualidad esos activos son los que tienen las personas y se fortalecen por sus interacciones personales. Que el activo del siglo en curso es la materia gris y que se revalorizan tanto los conocimientos acumulados por cada persona, como los conocimientos propios de las comunidades locales. Hasta se ha sostenido en uno de estos foros que la gestión de recursos Humanos hoy es sinónimo de gestión del conocimiento.

Cuando uno va alimentándose de este tipo de información, no puede menos que hacerla pasar por la geocultura en que se halla inmerso y en la cual viene desplegando su respectiva parábola vital.

Así que no debería sorprender que uno se sienta invitado a considerar nuestra posición laboral y nuestro objeto de estudio (esto es la Administración Publica Argentina) desde la perspectiva de este novedoso paquete nocional, caratulado como Gestión del Conocimiento.

La primera apreciación al respecto, es que lo que vamos leyendo nos hace acordar, al remanido ejemplo del personaje de Moliere que escribía en prosa sin saberlo. Porque, el autor de este desarrollo viene siendo un “infonomista”o un gestor de conocimiento "avant la lettre”.

Claro que antes que nosotros nos incorporáramos a la fluencia vital de la administración publica argentina, inescindible del continuum cultural argentino, alguien había dicho cosas como: “No se vence con violencia, se vence con inteligencia y organización”, “los servidores públicos, son en ultima instancia el estado mismo”, “acopio de materia gris”, “uso intensivo de la inteligencia”.

Nos parece que para seguir avanzando en nuestro propósito se hace necesario recordar algunas características de la Administración Publica argentina que preferimos denominar Poderes públicos Argentinos.

Los poderes públicos argentinos, tiene como función manifiesta encuadrar, regular y organizar la convivencia de quienes habitan los límites geográficos de la Republica Argentina. En el marco de una traumática evolución histórica, que como no podía ser de otra manera se viene dando en el marco de una lucha por la preeminencia protagonizada preponderantemente por las personas de vocación política; los poderes públicos desagregan sus funciones en dos: Una circunstancial, pero eminente que es la de los poderes públicos Constituyentes ( Nacional, provinciales y municipales) y otra permanente que es la de los poderes públicos constituidos, que acorde a lo determinado por los respectivos poderes constituyentes( todos subordinados al Nacional) dividen sus funciones en cuatro: La Ejecutiva, la Legislativa, la Judicial y la del Ministerio Publico.

Imaginemos una matriz, al estilo planilla de cálculos informática, donde haya cinco columnas verticales, a saber: Poder Constituyente; Poder Constituido Ejecutivo, Poder Constituido Legislativo, Poder Constituido Judicial, y Poder Constituido Misterio Publico.

La grilla o planilla tendría ocho filas horizontales, a saber: Organismos Internacionales, MERCOSUR, Nacional, Universidades Nacionales, Regiones, Provincias, Entes Intermunicipales y Municipios:

Del entrecruzamiento de las cuatro columnas de los poderes públicos constituidos con los ocho niveles jurisdiccionales de las filas. Surgen treintaidos (32) unidades funcionales - jurisdiccionales diferentes. Se podría simplificar la matriz eliminando las jurisdicciones de los Organismos Internacionales (que culminan en las Naciones Unidad) y la de MERCOSUR, pero seria soslayar algo que en este punto del devenir planetario resulta insoslayable.

Si consignamos tanto que las municipalidades son alrededor de 2000, que hay 24 niveles provinciales( si a estos efectos consideramos tales a la ciudad autónoma de Buenos Aires),  como que los titulares o principales colaboradores de estos poderes son personas con vocación política( que obviamente actúan en el marco de la sempiterna lucha por la preeminencia), podemos columbrar la complejidad de esta trama de relaciones humanas resultante de conjugar un sistema representativo multipartidario, con división cuatripartita de poderes y con autonomías provinciales, municipales y universitarias.

Reconozco que es un gran esfuerzo imaginativo intentar aproximarse a la dinámica que se resulta del entrecruzamiento de los responsables de cada una de estas denominémoslas unidades funcionales - jurisdiccionales, obviamente, repetimos para enfatizar, personas con vocación política, interactuando en una lucha permanente por la preeminencia o el poder.

Este sistema asaz complejo, contradictorio, diversificado y con sesgos de incertidumbre, es el encargado de encauzar, regular u organizar la convivencia de los habitantes del territorio argentino en un acelerado escenario de mundialización.

Para cumplir dicho cometido, estas instituciones encarnadas en personas, necesitan de colaboradores con diferentes grados de especialización. Y aquí aparecen los servidores públicos o trabajadores del Estado.

No es fácil establecer una frontera entre una persona que ocupa un cargo, de los que se conocen como “políticos”, de un servidor publico. Tal vez ello es posible en las estructuras muy escalafonadas como las fuerzas armadas y de seguridad, el servicio de justicia o el servicio diplomático: No obstante al acercarse a las cúpulas de los cuerpos escalafonados, comienza una suerte de innegable politización, formal y/o informal.

Probablemente por la forma de reclutamiento de los servidores públicos civiles, hay una suerte de estigma que comparten académicos, comunicadores, políticos y aun la opinión publica. Hay testimonios que esa circunstancia ya se daba a principios del siglo XIX (la "empleomanía"). Esta suerte de menosprecio no es exclusiva de estas latitudes.

Desde la Ley Nacional de Presupuesto de 1933, cuando se crea la Comisión Nacional de Racionalización Administrativa, se vienen sucediendo intentos de dar un sesgo de eficiencia a la Administración Publica. En la actualidad el intento de denomina "Plan nacional de modernización de la Administración Pública Nacional”, aprobado mediante Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Num. 103/2001, (Boletín Oficial de la República Argentina del 29/01/2001).

De los mencionados intentos merecen citarse los emergentes del Capitulo XXVIII, de la ley 14.184, conocida como “Segundo Plan Quinquenal”, como los realizados durante la Administración Frondizi.

 

Resulta insoslayable consignar que las alteraciones al Estado de Derecho acaecidas entre 1933 y 1983(Medio siglo), han resultado un ostensible obstáculo para el despliegue de cualquier acción sostenida y legítima de racionalización, reconstrucción reforma, modernización o como quiera denominársele (últimamente reingeniería o reinvención) de la Administración Pública argentina de cualquier nivel jurisdiccional.

Como mínimo, la noción de "gestión del conocimiento", sirve para reiterar en el nuevo marco conceptual, catalizado por las TICs, la idea del potencial del capital humano y documental de los poderes públicos argentinos.

Si decimos reiteración, es porque aunque poco divulgadas, no son nuevas las inquietudes acerca del desaprovechamiento de ese potencial.

En la década del setenta, en los ámbitos de las Naciones Unidas, se acuñó el concepto de "Macrothesaurus", como herramienta para la recuperación de información en función del desarrollo económico social.

Quien estuviese consubstanciado con los repositorios de información acumulados en las reparticiones públicas, no pudo menos que atisbar la fecundidad de ese concepto.

A principios de la década del 80, los sociólogos belgas Michaud y Marc, decían en su trabajo "Vers un science de societe", que: "cada viejo que muere es una biblioteca que desaparece".Y uno no puede dejar de asociar esta cita, a lo que sucede con el especializado capital humano desaprovechado que suponen la inmensa mayoría de quienes se van jubilando de las reparticiones publicas, así como la descapitalización que supone cada vez que se instaura un “retiro voluntario".

En el marco de esa actitud descalificante hacia los servidores públicos, compartida por amplísimos sectores de la sociedad, se cree que, cuando pueden, como en el caso de los "retiros voluntarios", los mejores servidores públicos se van. Me permito poner en duda esa creencia, en tanto contrapongo la creencia que la gente no se va tanto del servicio público por cuestiones económicas sino por desmotivación.

Soy de los que opino que vienen faltando estrategias creativas de motivación de los servidores públicos que serían susceptibles de producir un salto quántico en la calidad y cantidad de la prestación de los servicios gubernamentales o servicios al ciudadano.

En tiempos de creciente penurias (La Legislación de déficit cero, es el mas reciente jalón de esa saga decadente), es mas que sugerente, considerar los cursos de acciones que puedan desencadenar una sinergia entre los servidores públicos susceptible de generar una alta productividad.

Porque si una de las consignas de la "gestión del conocimiento" es transformar el "know how" en “cash flow", y ello implica un "descubrimiento" de los saberes implícitos o tácitos. Desde esa perspectiva, resulta sumamente fecundo, a lo menos como hipótesis de trabajo, considerar el despliegue de un potencial que por sus trayectorias vienen acumulando los servidores públicos, incluidos los ya jubilados.

Como ya se ha demostrado en otros países, con reparticiones publicas con incumbencias en tecnologías sofisticadas, solo el personal experimentado puede extraer la máxima productividad de los equipos y la documentación existente.

Como ya se viene demostrando, ni los manuales de organización ni los memorandums descriptivos de tareas, ni las estructuras organizativas, contienen toda la experiencia de quienes a lo largo de décadas han operativizado esos documentos en contextos generalmente conflictivos.

De nuestra ya dilatada permanencia en el servicio público, estriba la convicción de alto potencial consultoril del capital humano, así como de la riqueza de la documentación que a modo de un activo poco valorado, albergan las reparticiones públicas.

Considero que hay que arbitrar caminos participativos para conjugar esa memoria - en parte volátil - con las nuevas tecnologías de la información, para aprovechar un activo informacional, contribuyente al diseño de políticas publicas de alto impacto en la población, ultimo destinatario y justificación de la existencia de los poderes públicos.

Mas una cosa es predicar la participación y otra es que se desencadenen caminos de genuina participación. No se conocen hasta ahora canales por donde pueda fluir el potencial de los servidores públicos y los circunstanciales aunque legítimos ocupantes de los roles de conducción político administrativo.

Soy de los que creen que la apertura de canales, flexibles y voluntarios de dialogo, participación y presentación de iniciativas, podría iniciar una paulatina instalación de nociones como la "gestión del conocimiento" a la fluencia de la administración publica de países como el nuestro.

Buenos Aires, Lunes, 27 de Agosto de 2001