Yo soy el buen pastor que da la vida por las ovejas

(Jn 10, 11-15)

 

Jesús se presenta con esta frase: "Yo soy el buen pastor" (ho poimên ho kalós) (v. 11a). Literalmente la expresión griega suena así: "Yo soy el pastor, el bueno"). "Bueno" traduce el adjetivo griego kalós, que no expresa aquí la idea de mansedumbre o de afabilidad, con la cual a menudo se pone en relación la figura de Jesús pastor. El adjetivo kalós indica en el Nuevo Testamento la calidad de una cosa o de una persona que responde plenamente a su función. Se encuentra utilizado en expresiones como: "buena tierra" (Mc 4,20); un "árbol bueno" que da "frutos buenos" (Mt 7,17s); el "vino bueno" (Jn 2,10); las "obras buenas" de Jesús (Jn 10,32), un "buen administrador" (1Pe 4,10); "el buen soldado de Cristo" (2Tim 2,3); etc. En el evangelio de Juan, "el adjetivo kalós se refiere siempre a Jesús (o a su misión): es un adjetivo que califica desde el punto de vista de lo que Jesús y su obra representa objetivamente para los hombres; desde el punto de vista de los bienes que les aporta" (I. de la Potterie).

Jesús es el Buen Pastor porque "dispone" de su vida en favor de sus ovejas e instaura con ellas relaciones nuevas de conocimiento mutuo en el amor. El adjetivo "bueno" intenta resaltar plenamente la obra salvífica realizada por el Pastor mesiánico. Jn 10,11b normalmente es traducido: "El buen pastor da la vida por las ovejas". Una traducción más cercana al texto griego original sería: "el Buen Pastor ‘dispone’ de su vida en favor de sus ovejas" (11b). Traducimos como "disponer de" el verbo griego títhêmi (lit. "poner", "colocar", "disponer de algo") que aparece en el capítulo 10 en los vv. 11.15.17.18. La idea que Juan quiere subrayar y que está como trasfondo de todos estos versículos es la de que Jesús "disponía" de su vida con absoluta libertad, integrando en su existencia el enfrentamiento con la muerte y, una vez llegado el momento, deja su vida para tomarla de nuevo según el poder y el mandato recibido del Padre (cf. Jn 10,17-18). Jesús, en el cuarto evangelio, "convive con la muerte" (X. Léon-Dufour). En el caso de Jesús, la muerte no es únicamente el término de su existencia, sino una realidad que está en el corazón de la vida misma. Jesús no se aferra a su existencia, a su propia vida, no se agarra a ella como cosa poseída, sino que se desprende de ella sin cesar. Dispone de ella con libertad para donarla.

El buen pastor "dispone de la vida por las ovejas" (en griego: tên psichén autou títhêmi hypér tôn probátôn (v. 11b), es decir, "en favor de las ovejas". La preposición griega hypér seguida de genitivo significa "para provecho de", "en favor de". La expresión no tiene nunca el sentido de "en lugar de", es decir, no implica la idea de sustitución. No se quiere decir que Jesús pastor muere en vez de las ovejas. La perspectiva del texto joánico no es la de perdón de los pecados, sino la de "conocimiento" entre las ovejas y el Pastor. El pastor salva a las ovejas de una situación global de oscuridad y de distanciamiento, más que de una simple culpa moral. Hay que recordar que el evangelio de Juan no habla más que el pecado de incredulidad, como raíz de todos los pecados. Aquí las ovejas representan a los creyentes que han sido llamados por Jesús a la fe, librándolos de las tinieblas. En síntesis, la expresión del versículo 11b no hay que entenderla como en otros textos del NT (Flm 13; 1Cor 15,29; 2Cor 5,14-15), en el sentido de que Jesús ofrece su vida en lugar de los pecadores, ni tampoco hay que interpretar la figura del Buen Pastor a partir de la conocida parábola del pastor y la oveja perdida de Lucas 15 en clave de perdón misericordioso. La idea joánica es más cercana a una descripción teologal de la fe y del seguimiento de Cristo: Jesús es el auténtico pastor porque vive y muere al servicio de las ovejas, da la vida por ellas y las conoce individualmente con un conocimiento amoroso.

"El buen pastor —agrega Juan— no es como el jornalero (misthôtos) que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas" (v. 12a). El jornalero o mercenario es una figura que Juan utiliza para para resaltar, por contraste, la figura del pastor. "El jornalero cuando ve venir al lobo, las abandona y huye. Y el lobo las arrebata y dispersa" (Jn 12b). La mención del lobo sirve para describir el peligro al que están expuestas las ovejas. El verbo "dispersar" (v.12), utilizado a menudo por los profetas del exilio en la Biblia, evoca el pasado doloroso de Israel. Para Juan, la muerte de Jesús tendrá como efecto, precisamente la acción contraria: él reunirá en la unidad a los hijos de Dios dispersos (11,52: "Jesús iba a morir por toda la nación y no sólo por la nación judía sino para conseguir la unión de todos los hijos de Dios dispersos"; cf. 12,32; 16,31).

En los vv. 14-15 se retoman los dos temas enunciados anteriormente en los vv. 4-5 y en el v. 11: "Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí….. doy mi vida por las ovejas". Jesús es el Buen Pastor y dispone de su vida en favor de sus ovejas. Sólo que ahora estos dos temas aparecen en el texto separados entre sí por un tema totalmente nuevo: el conocimiento recíproco entre el Pastor y sus ovejas. Lo vemos claro en la estructura de los vv. 14-15:

 

v. 14a: Yo soy el Buen Pastorconozco a las ovejas (cf. vv. 4-5.11a)

— Conocimiento recíproco Pastor—ovejas y Padre—Hijo

v. 15c: Doy mi vida por mis ovejas (cf. v.11b)

 

El verbo "conocer" (en griego: ginôskein) no implica un conocimiento puramente intelectual. El verbo conserva el sentido bíblico del verbo hebreo yada‘ que expresa un conocer existencial, es decir, a través de la comunión y la relación afectiva con el otro. En la mentalidad bíblica conocer alguna cosa significa tener una experiencia concreta de esa cosa y conocer a alguien significa entrar en relación personal con esa persona. El conocimiento que une a Jesús con las ovejas es un conocimiento de amor. Jesús conoce a los suyos dándoles la vida eterna (10,27-28) y los suyos lo conocen a través de un saber que brota de la fe en él (14,7.9; 17,3) y que es verdadera comunión con él. Este vínculo se basa en el conocimiento mutuo del Padre y del Hijo. Juan lo explica con estas palabras: "como (kathôs) me conoce el Padre y yo conozco al Padre" (v. 15a). Las relaciones entre el Pastor y las ovejas asumen, por tanto, una dimensión teologal profunda: el conocimiento recíproco entre Jesús y los suyos no es únicamente ni principalmente una experiencia psicológica o un conocimiento intelectual entre un maestro y sus discípulos. El modelo y la fuente de tal conocimiento mutuo se encuentra en el conocimiento recíproco de Cristo y el Padre. La comunión entre los discípulos y Jesús es una participación en la comunión entre Jesús y el Padre.