"EL AGUA DE LA VIDA"

en el libro del Apocalipsis

 

1. Dios es "el que vive por los siglos de los siglos" (Ap 10,6)

-Dios es vida y fuente de vida. La vida, en sentido pleno, es un misterio que se sitúa al mismo nivel de Dios. Coincide con El. De tal forma que Dios es "el que vive por los siglos de los siglos". Pero la vida de Dios es vitalidad activa. Se manifiesta en la creación.

-Todo lo que de alguna forma y en cualquier grado puede llamarse "viviente" tiene algo de Dios. Y, por el contrario, todo lo que bajo cualquier aspecto presenta una negación o disminución de la vida excluye a Dios, o al menos, limita su presencia.

-Dios ha creado todo llamándolo a la vida (Ap 10,6; 4,11)

-El mal es destruido por la ira de Dios al final de la historia (Ap 15,17). La vitalidad de Dios es incompatible con cualquier forma de mal.

 

2. Cristo, muerto y resucitado, "vive por los siglos de los siglos" (Ap 1, 18)

-Cristo Resucitado se sitúa al mismo nivel de Dios ("por los siglos de los siglos"), pero participando plenamente del mundo de los hombres ("estuve muerto", literalmente "fui un cadáver").

-El Cristo Resucitado, deslumbrante en toda su divinidad, es también el Cristo cercano que no se aleja de los hombres ni deja de comprender su debilidad:

a) Pone la mano derecha sobre Juan caído ante la visión de su divinidad (Ap 1,17)

b) Posee "la responsabilidad" de la vida humana amenazada por la muerte y el vacío (Ap 1,18)

c) Invade con su vitalidad toda la historia humana llevándola hacia la victoria final (Ap 6,2)

d) Posee "el libro de la vida" en donde están nuestros nombres junto con el secreto de la vida (cf. Ap 13,8; 17,8; 20,15; etc).

 

3. Al final de la historia, celebraremos "la fiesta de la vida"

-Todo lo que en la historia ha sido deshumanizante, fuente de dolor y de tristeza, desaparecerá definitivamente (Ap 21,3-4) y llegará la victoria final de la vida (Ap 21,5-6).

-La vitalidad de "el Cordero" se manifestará en toda su plenitud al final de la historia. Cristo Muerto y Resucitado que dona el Espíritu (Ap 5,6) se comunicará con una abundancia sin precedentes: "un gran río" y "muchos árboles de la vida" son imágenes que indican la superación del paraíso terrestre de los inicios.

-El don de la vida se experimentará "en una ciudad" (Ap 21,2) que representa al pueblo de Dios que ha llegado al máximo de su plenitud. Esa ciudad es también una "esposa" (Ap 21,9), capaz ahora de amar a Cristo con un amor semejante al suyo. Un vivir que será con-vivir. Convivir con Dios, con Cristo y con todos los hombres, en una reciprocidad de donación sin sombras y sin límites (Ap 22,4.5).

-Siendo criaturas seremos elevados al mismo mundo de Dios, al mundo de la vida sin fin ("por los siglos de los siglos": Ap 22,5).

 

4. Ahora vamos en camino hacia las fuentes del agua de la vida

-La experiencia del desierto del pueblo de Israel (Num 20,1-10) es símbolo del agua de la que depende la vida. La fuente de agua que brota del templo (Ez 47,8-12) es imagen del agua que salva y que hace brotar la vida. A esta fuente nos conduce el Cordero (Ap 7,17).

-Y esta fuente que alcanzaremos al final ya está a disposición del creyente ahora: "El que tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratis, agua de vida" (Ap 22,17). Los verbos están en presente. Es la presencia vivificante de Cristo en la sacramentalidad de la Iglesia, mientras todavía caminamos "en el desierto" hacia la fuente del agua de la vida. Es la misma vida de Dios comunicada al hombre y que lo va llevando en la historia a participar un día plenamente de la vida eterna y sin límites que es Dios mismo.

 

 

 

Para orar con el Apocalipsis