BAUTISMO Y DON DEL ESPIRITU SANTO

 

 

1. Bautismo y Espíritu Santo

Es notorio en el libro de los Hechos de los Apóstoles la libertad con la que Lucas habla del bautismo y del don del Espíritu y de la relación entre las dos experiencias. En Hch 1,5 se afirma: “ustedes serán bautizados con Espíritu Santo dentro de pocos días” y en 2,38: “hágase bautizar cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo... entonces recibirán el don del Espíritu Santo”. En ambos textos “bautismo” y “don del Espíritu” aparecen íntimamente unidos. Quien se bautiza recibe en ese mismo instante el don escatológico y mesiánico del Espíritu Santo. En Hch 8,15-17, en cambio, el bautismo precede al don del Espíritu. Los habitantes de Samaría habían sido bautizados por Felipe y sólo reciben el Espíritu cuando Pedro y Juan oran por ellos y les imponen las manos. Aquí el bautismo alcanza su plenitud solamente en un segundo momento, cuando los nuevos convertidos reciben el Espíritu. Un caso diverso lo encontramos en Hch 10,44, cuando en la casa de Cornelio, “todavía estaba hablando Pedro cuando el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra”. En este último caso el don del Espíritu precede al bautismo. De hecho, después que ha recibido el Espíritu este grupo de gente no judía Pedro se pregunta: “¿Se puede negar el agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” (Hch 10,47). En otros textos Lucas habla del bautismo sin mencionar al Espíritu Santo (Hch 2,41: “los que aceptaron la palabra fueron bautizados”), o viceversa, describe una efusión del Espíritu sin ninguna conexión con el bautismo (Hch 4,31: “todos quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a anunciar la palabra de Dios con toda valentía”). Entonces, ¿cuál es la relación entre el bautismo y el don del Espíritu?

 

2. El Espíritu tiene múltiples manifestaciones

Evidentemente Lucas respeta la libertad con la que el Espíritu actúa en la comunidad cristiana. El sabe por experiencia, gracias a las múltiples manifestaciones carismáticas de las que goza la iglesia primitiva, que el Espíritu Santo no se puede limitar a la experiencia del rito bautismal. El Espíritu se manifiesta en la vida de la comunidad de diversas formas y en diversas ocasiones que no están necesariamente ligadas con el bautismo. El Espíritu habla por medio de los profetas (Hch 1,16; 3,18-21; 4,25; 28,25); da instrucciones a los apóstoles (a Felipe en Hch 8,29; a Pedro en Hch10,19); toma la iniciativa de la obra misionera de Pablo (Hch 1,34). En algunas ocasiones obstaculiza la acción de los predicadores para dirigirla en otra dirección (Hch 16,6-7). El Espíritu Santo consuela (9,31), asiste en los momentos de prueba (Hch 7,55; 11,28). En fin, el corazón de los discípulos está lleno de sus dones (Hch 2,4.38; 5,32; 6,3; 10,46; etc.).

 

3. El Espíritu en el rito bautismal

Los Hechos de los Apóstoles reflejan la tradición eclesial de la época, en la cual al bautismo en el nombre de Jesús se une el perdón de los pecados (Hch 2,38), mientras el don del Espíritu aparece en conexión con la oración y la imposición de manos (Hch 8,15-17; 9,17; 19,5ss). Sin embargo, bautismo, oración e imposición de manos para comunicar el don del Espíritu formaban parte de un único rito bautismal. Esto explica porqué en el pensamiento de Lucas bautismo y don del Espíritu, siendo distintos, aparecen estrechamente ligados. En Hch 8,15-17, cuando Pedro y Juan bajan a Samaría para orar por los nuevos bautizados para que reciban el Espíritu, bautismo y don del Espíritu –aun siendo distintos– se ponen en relación y se completan mutuamente. En aquellos textos en los que Lucas separa temporalmente bautismo y recepción del Espíritu (Hch 8,15-17; 10,44.48) se quiere subrayar la sustancial relación entre las dos realidades dentro de la experiencia eclesial. En el caso de Samaría (Hch 8,15-17) la separación entre bautismo y don del Espíritu es una forma de manifestar el reconocimiento oficial de la nueva iglesia samaritana como parte del pueblo mesiánico sobre el que ha bajado el Espíritu. En el don del Espíritu Santo, Lucas ve la inserción total de la comunidad apenas fundada en la iglesia apostólica. En otras palabras, es una forma de decir que “iglesia” y “Espíritu de Jesucristo” existen solamente donde hay comunión con los apóstoles, quienes garantizan el mensaje de Jesús. Lucas hace visible, por tanto, lo que en todo rito bautismal (el cual incluye la imposición de manos) confiere: la plena inserción en la comunión eclesial. Y, por tanto, es normal que el gesto de la imposición de manos sea realizado en Samaría por Pedro y Juan, responsables de la comunidad. Aunque no se debe aislar el gesto y considerarlo como un derecho exclusivo de los apóstoles (en Hch 9,17, Ananías, un simple cristiano, realiza el gesto de imponer las manos a Saulo).

 

 

Estudios sobre los Hechos de los Apóstoles

 

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