DOMINGO 33º

Tiempo Ordinario

"Sucede con el reino de los cielos lo que con aquel hombre que, debiendo ausentarse,

llamó a sus criados y les encomendó sus bienes" (Mt 25,14).

Prov 31,10-13.19-20.30-31

1 Tes 5,1-6

Mt 25,14-30

Estar vigilantes y atentos es de nuevo el tema de la liturgia de hoy. Se trata de una vigilancia que debe conducir a hacer fructificar los “talentos” que hemos recibido de Dios: el don del reino, la palabra del Evangelio, la experiencia de la salvación, la llamada a seguir a Jesús en la Iglesia.

La primera lectura (Prov 31) es un poema acróstico perfecto, en el cual a cada letra del alfabeto hebreo corresponde una cualidad positiva de la figura femenina que se exalta en el texto. Se trata del retrato ideal de alguien que se ha dedicado responsable y eficazmente a sus propios deberes. Es significativo que el autor sapiencial haya elegido a una mujer como modelo de sabiduría y de compromiso. De ella se resaltan tres cualidades: la esposa fiel, desde la perspectiva de la relación conyugal; la dueña de casa, trabajadora y providente, sostén para toda la familia; la mujer generosa, atenta a los necesitados que golpean a la puerta de su casa. Todo se resume en el v. 10: “Una mujer valiosa... más preciosa que las perlas”, y en el v. 30: “La mujer que teme al Señor merece alabanza”. Una mujer de dotes humanos extraordinarios, de una sabiduría práctica maravillosa y de un sentido religioso profundo que orienta su vida cotidiana.

La segunda lectura (1 Tes 5,1-6) habla del regreso de Jesús con una expresión familiar en la literatura profética bíblica: el “día del Señor”. En consonancia con los antiguos profetas Pablo enseña que el día del Señor vendrá sorpresivamente, “como un ladrón en la noche” (v. 4), para aquellos que viven en las tinieblas. En cambio para los discípulos fieles, para “los hijos de la luz”, debería ser todo lo contrario: ellos “no duermen”, es decir, no viven en forma inconsciente e irresponsable, sino que “están atentos y viven sobriamente”. Para Pablo el momento final es inminente, pero al mismo tiempo imprevisible. Por tanto, la auténtica vida cristiana debe estar marcada por una actitud de preparación y de vigilancia, de responsabilidad y de fidelidad activa a la palabra del Señor.

El evangelio (Mt 25, 14-30) es una invitación a la vigilancia mientras se espera el regreso del Señor. La parábola de los talentos debe ser interpretada en forma global, respetando el método parabólico del evangelio que no se detiene en los detalles, sino que propone una verdad fundamental a través de un relato ficticio que posee algunos rasgos de exageración. Los “talentos” no son simplemente las cualidades humanas de cada uno, ni los bienes que se poseen. Los talentos de la parábola representan la gracia de la que han sido objeto los discípulos, quienes han recibido gratuitamente la revelación de los “misterios del reino” y la misión de vivirlo y anunciarlo como comunidad mesiánica. Los dos primeros siervos han sido responsables y activos con la gracia de la salvación recibida y representan al discípulo cristiano ideal que espera activamente la vuelta del Señor. Vigilar esperando la llegada del Hijo del hombre que vendrá al final como juez y Señor quiere decir ser fieles a través de un compromiso generoso y continuo. En cambio, el otro siervo aparece descrito negativamente como “perezoso y malvado”. No es capaz ni siquiera de reconocer la gratuidad del patrón, sino que además proyecta sobre él su egoísmo y su incapacidad para establecer relaciones gratuitas. Su falta de compromiso y su irresponsabilidad delante del don recibido le llevará al final a una condenación total. La pereza estéril y la irresponsabilidad de este siervo equivalen a la falta de fe y de confianza en el Señor. El desenlace final nos da la clave de todo. A los dos primeros siervos se les llama: “siervos buenos y fieles”. Ellos han vivido a profundidad su experiencia de fe y han acogido en forma responsable el don del reino. Para Mateo, la experiencia de fe es una relación personal con el Señor, que se expresa y se realiza a través de la fidelidad activa y dinámica como respuesta a la iniciativa gratuita de Dios.

Poner a producir los talentos no es simplemente desarrollar los propios dones y cualidades, sino aceptar responsablemente, en forma eficaz y activa, los dones de la salvación. Naturalmente que esto implica poner nuestros dones al servicio de todos, siempre y con gran generosidad. Pero sobre todo la parábola invita a la gratuidad en el donarse, en el producir eficazmente, gratuidad que es confianza filial en aquel Dios que no dejará de acoger en el gozo final de su casa a todo aquel que haya sido fiel, ya sea en grandes o pequeños servicios.

 

 

 

Regresar

 

Breves meditaciones bíblicas | La Biblia y el Carmelo

Estudios bíblicos | Comentarios bíblicos en italiano