Estaba sentada, tomando café y escuchando el Concierto número cuatro en sol menor para piano de Rachmaninov, y de pronto alguien tocó la puerta y entró, la habitación era bastante oscura y el día nublado para nada me ayudaba a descubrir quien había interrumpido mi momento de soledad…Era mi hermano Garo, y me dijo: "Zulema, necesito hacerte unas preguntas, de sus respuestas depende mi calificación eh?, te las dejo aquí en el escritorio, las lees y luego las comentamos, tengo que irme, pero vengo en la noche, gracias de antemano. Francamente no pude ni siquiera negarme por que cuando decidí hablarle ya no estaba en el cuarto, así que me levanté y fui a traer la hoja de preguntas. Volvía a sentarme y encendí la lampara que estaba sobre la mesita del teléfono, la primera pregunta era: "¿qué es el hombre?, la siguiente ¿para qué le sirve la filosofía? y así sucesivamente, ¿ si esta última está peleada con la teología?, ¿cuál es el fin que persigue el hombre a lo largo de su vida? ¿cómo se resuelven las contradicciones que hay en ella?… había más preguntas, pero no continué leyendo por que las primeras me dejaron mucho que pensar…buscaba respuestas, pero no pude encontrarlas, no aún, por que aunque pretendo hacer filosofía estudiándola, me sentí incapaz de determinarlas sin recurrir a la doxa, seguí buscando argumentos, fundamentos y fue inútil, me sentí desesperada, ¿qué podría decir del hombre que como ser racional contradictoriamente actúa como si careciera de esa racionalidad autodestruyéndose?, ¿de la filosofía que tiene un carácter pasivo en nuestro mundo globalizado?, ¿a qué tipo de dios puede asirse una sociedad en crisis que no puede determinar un fin inmediato?, ¿contradicciones?…muchas … No pude, no pude responder a todas las preguntas que se desbordaban de mi mente, probablemente si no odiara llorar, lo haría… se supone que un amante de la sabiduría debe buscar el conocimiento, pero no podía, no sabía cómo llegar a él y paradójicamente encontraba más preguntas y ninguna respuesta. Alguien entró a mi recámara, supuse que era Garo e iba a regañarlo por no pedir permiso para hacerlo; sin embargo, la silueta que dibujaba la luz que venía de afuera no era la de él, sino la de una persona diminuta, que caminaba con pasos silenciosos y que se acercaba a mi. Sentí miedo. Me levanté y encendí la lámpara que había apagado apenas hace unos minutos. Era una anciana, una anciana a la que nunca había visto en mi vida, tenía el rostro arrugado, pero su ceño era firme, como si estuviera orgullosa de algo, sus indumentos son lo que menos importa, sus palabras si, las cuales después de leer la hoja y dejarla sobre el sillón me dirigió: "Sigue sentada hija, y preferiría que apagaras la luz, porque lastima mi cansada vista. Sé que sufres, sé que no dejas que las lágrimas resbalen por tus mejillas, que la incertidumbre y la supuesta impotencia de la gente como tú les hacen perder el control y la calma, llora, hija, llora, quizá no solucionará el llanto los problemas que te agobian, pero por lo menos desahogarás tu alma de pesares, de tu pensamiento me encargo yo…" Intenté algo decir, pero no pude, y sin darme cuenta empecé a llorar, ella tomó la hoja que Garo había dejado y dijo: "¿Acaso es esto lo que te preocupa?, no, mi niña, ven siéntate conmigo y escucha. Es cierto que el filósofo pretende conocer la verdad sobre las cosas y enseñarlas, quiere saber real y efectivamente como es todo, penetrar en la maraña de lo creído sin examen, para conocer detrás de ella la realidad. Para el amante de la sabiduría la opinión de la gente no existe meramente como tradiciones, pretensiones y temores multiplicados, sino como una fuerza contra la que hay que luchar por que muchas veces la opinión de ella rige la concepción ética y/o teológica de una comunidad. Al filósofo se le contrapone por un lado la ciencia, pues la curiosidad científica no va más allá de las causas próximas, la explicación de la realidad muchas veces se reduce a leyes o principios, los cuales se respaldan con un objeto empírico, y expresan la manera constante como se produce un hecho o fenómeno y las relaciones necesarias entre ciertas "verdades", como en el caso de las matemáticas. Y por otro, lo político, que de alguna manera no busca le verdad, sino el poder sobre la gente y le utiliza para determinar las leyes y costumbres de la misma; de ahí que se han creado programas de gobierno filosófico: la República de Platón, la Política de Aristóteles, Ensayo sobre el gobierno civil de Locke, Filosofía del derecho de Hegel, el Manifiesto comunista de Marx, el Sistema de política positiva de Comte, entre otros. Obviamente los autores adecuaron su pensamiento a las condiciones históricas en las que vivieron y sus propuestas son eso, propuestas para dilucidar las cosas como eran en su momento y el como deberían ser. Sin caer en la descripción científica, el filósofo hace una hermenéutica del cosmos, entendido éste como el todo que le rodea y le da sentido antropológico objetivo para que cada individuo encuentre el subjetivo.

Cálase el sol, y sin que el firmamento