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CARRERITIS AGUDA

Nunca hemos logrado entender -ni creemos tener capacidad para algún día lograrlo- el porqué de esa manía de todos los gobiernos hípicos -sin excepción, al menos en los '90- de programar más y más competencias, más y más jornadas de carreras, como si con esto se resolviera algún problema o se mejorara en algo la situación.
Mientras la tendencia mundial es hacer menos carreras, pero mejor compactadas y por tanto más atractivas para el espectáculo y para la apuesta, en Venezuela se tiene la absurda mentalidad de que la jugada aumentará en la medida en que se programen mayor cantidad de carreras, y si todas son con 14 inscritos -casi el doble del promedio de participantes en los mejores hipódromos de EUA- mejor. De nada han servido los récords de apuestas generados los días de grandes clásicos (espectáculo atractivo): la
carreritis aguda es una enfermedad al parecer incurable y además hereditaria que se transmite de un gobierno a otro y que cuenta además con el respaldo de los propietarios a través de Asoprorín, algo verdaderamente insólito.
Lo peor del asunto es que cuando se hacen estos días de carrera adicionales, el "extra" se hace mayormente con carreras para perdedores y ganadores de una, con lo que se acentúa la tan detestable cifra que nos muestra una realidad absurda: cerca del 70% de la programación en el hipódromo La Rinconada es para estos dos lotes, una cifra que contrasta significativamente con la programación de Santa Rita y Valencia, donde las carreras para perdedores y ganadores de una andan en niveles mucho más razonables y ajustados al estándar mundial, ya que se ubica entre 35 y 40%.
El primer paso para comenzar la recuperación de nuestro hipismo es cambiar radicalmente la programación y de una vez modernizarla, definiendo objetivos y fijando reglas de juego claras. Una medida saludable sería reducir el número de carreras -todo lo contrario de lo que se hace actualmente- programando competencias más parejas y atractivas, que brinden un buen espectáculo y promuevan mayor cantidad de apuestas. Lo peor del asunto, es que los involucrados en este aumento de carreras no se dan cuenta del desgaste excesivo que originan en una caballada que ya está bastante golpeada por la pista, los ataques de "dormidores" y por supuesto la crisis económica.
Sabemos que esta lucha es en estos momentos utópica, pues más de una vez hemos constatado que quienes toman este tipo de decisiones se auto-califican como "salvadores del hipismo", sin darse cuenta del gran daño que le causan a la actividad.

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