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EL HIPISMO: ¿CULPABLE O VÍCTIMA?

Desde hace ya bastante tiempo los venezolanos en general hemos desarrollado una conducta improductiva y muy poco progresista: la queja. No valoramos lo nuestro, lo que otros han construido. Pero tampoco construimos para buscar un mejor destino. Pareciera que se volvió una prioridad el comentario destructivo, ese que no puede ser calificado como crítico pues es generalizado y no específico.
Es así como en nuestros días es muy común leer o escuchar, a todo nivel, frases tan negativas como "este hipismo sub-desarrollado", "espectáculo mediocre", "hipismo de pueblo" y un largo etcétera. Parece que no nos damos cuenta, al utilizar este tipo de frases, que estamos dirigiendo los fuegos a quien no corresponde. La crítica es saludable y necesaria, pero cuando se hace constructivamente. Para ello, es necesario hacer señalamientos concretos y no generalizados, y a la vez adjudicar las responsabilidades de la manera debida.
Nuestro hipismo tiene muchos problemas, y una gran cantidad de enemigos que dicen ser aliados pero que con sus acciones evidencian lo contrario. Ocultar estos problemas no es la solución, pero tampoco hacemos nada positivo si atacamos al hipismo como actividad cuando ésta, en todo caso, es víctima de las acciones de grupos de gente inconsciente. Las carreras de caballos, en el mundo entero, es una gran industria que se traduce en un deporte majestuoso y generador de enormes pasiones. Esa es la definición natural de hipismo, tanto en Venezuela, como en Inglaterra, Japón o Estados Unidos. Si el hipismo en Venezuela es "sub-desarrollado" es sencillamente porque los venezolanos así lo hemos decidido: no hemos sabido enfrentarnos como sociedad a los dirigentes incapaces y corruptos ni a los gremios ciegos y sordos, mucho menos a los delincuentes disfrazados de profesionales.
Debemos entender que el hipismo que tenemos en estos días es el hipismo que nosotros mismos hemos construido, cómo el hipismo de aquella tan renombrada "época de oro" fue forjada con otro tipo de visión y con otros objetivos. No podemos culpar de la situación actual al hipismo como tal, siendo el hipismo una víctima de las acciones de gente irresponsable que sólo ha buscado su interés personal sin pensar en la supervivencia y desarrollo de toda una gran industria. La guerra no es contra el hipismo, es contra aquellas personas que lo destruyen, y de allí nuestro llamado: si hay jinetes, o comisarios, o dirigentes, o gremios, o asociaciones, o individualidades generando destrucción, señalémoslos directamente a ellos y no digamos que es "este hipismo nuestro ..." el responsable.
Venezuela no es tercermundista. El país no tiene culpa de lo que hemos hecho quienes lo habitamos, por que ese término, en todo caso, aplicaría a los venezolanos que no hemos sido capaces de enfilarnos hacia el progreso y desarrollo. Lo mismo pasa dentro del hipismo. Dejemos de quejarnos y auto-destruirnos y unamos fuerzas para construir y desarrollar esta grandiosa actividad tan popular en nuestro país.

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