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MENOS CARRERAS, MEJOR ESPECTÁCULO

Nadie puede poner en duda que la crisis que vive nuestro hipismo es gerencial: falta visión y falta voluntad para resolver las cuestiones más urgentes que impiden el desarrollo y consolidación de esta actividad en nuestro país.
La jugada ilegal, la pista, la seguridad, los servicios, la programación, la infraestructura y un largo etcétera, es todo parte de un problema global bastante complejo ante el cual no hay objetivos fijados ni planes previamente establecidos, lo que hace imposible su solución definitiva.
Desde hace muchos años, la programación de las carreras en nuestro país es víctima de un manejo mediocre y con poco sentido. La única prioridad o interés parece ser el realizar competencias con 14 inscritos y además el hacer la mayor cantidad de carreras posibles por día, lo que, combinado a la agrupación de los lotes por carreras ganadas, sin un adecuado sistema de handicap y sin permitir a los animales bajar de lote, nos ha llevado a una situación de real emergencia, en la que los animales son muy pocos productivos y estamos arropados por la mediocridad: demasiadas carreras para los lotes malos y muy pocas para los buenos, que nunca se nutren lo suficiente precisamente por la escasa programación, debiendo los propietarios buscar mejores alternativas en Valencia o en Santa Rita.
Una solución definitiva a este problema de la programación no puede estar cerca, debido a que -aunque parezca increible,- a las puertas del tercer milenio de la era cristiana en el Hipódromo no hay computadoras y mucho menos un sistema global que lleve el control de todos los ejemplares activos y permita una programación ágil y moderna, enfocada hacia la productividad de los mejores caballos, hacia competencias atractivas para las apuestas, y a un espectáculo de altura, digno de un hipismo pujante como el nuestro.
Mientras no seamos capaces de entender que una buena programación compensaría significativamente el bajo nivel actual de los premios y promovería mayores y mejores inversiones, no habrá forma de iniciar el proceso de reconstrucción que necesita la hípica venezolana. Es hora de razonar y de actuar con bases sólidas y visión de futuro.

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