Denuncia asombrosa consecuencia de conducta y mucha
firmeza de principios la actitud de Artigas. Halagado incesantemente por los españoles y
desairado y perseguido incesantemente por la oligarquía porteña, jamás cedió a la
tentación de aceptar la alianza de los primeros para aplastar a la segunda, ni aún en
las circunstancias más apuradas, fiel a su programa de guerra a muerte a todos los
absolutismos.
Ante los progresos del movimiento insurreccional de la campaña oriental, el virrey Elío
inició negociaciones para atraérselo, con el resultado de que instruye el siguiente
oficio que el jefe de los orientales dirigió a don Antonio Pereira el 10 de mayo de 1811
en contestación "a una vil propuesta que le hizo verbalmente don Manuel Villagrán
por encargo de Elío" ("La Gaceta de Buenos Aires"):
"El insulto que se le hace a mi persona y a los honrosos sentimientos que
respiro, con la comisión que ha tenido usted la avilantez de conferir a don Manuel
Villagrán, es tan indigna del carácter suyo como de mi contestación. Sólo aspiro al
bien de mi Patria, en la justa causa que sigo; y si algún día los americanos del Sur nos
vimos reducidos al abatimiento, hoy estamos resueltos a hacer valer los derechos que los
tiranos mandones nos tenían usurpados. Usted sabe bien cuánto me he sacrificado en el
servicio de S. M.; que los bienes de todos los hacendados de la campaña, me deben la
mayor parte de su seguridad ¿y cuál ha sido el premio de mis fatigas? El que siempre ha
estado destinado para nosotros. Así, pues, desprecie usted la vil idea que ha concebido,
seguro de que el premio de la mayor consideración jamás será suficiente a doblar mi
constancia, ni hacerme incurrir en tan horrendo crimen, como igualmente el hallarme
siempre dispuesto a despreciar las promesas extravagantes que por medio de su agente me
insinúa. Su comisionado don Manuel Villagrán marcha hoy mismo a Buenos Aires con la
seguridad correspondiente a ser juzgado por aquella Excma. Junta: mientras yo a la cabeza
de tres mil patriotas de línea con más el numeroso vecindario de toda esta campaña,
marcho a sostener nuestros derechos con todo el honor que exige la Patria y mi
decoro".
Cuando Artigas luchaba contra Sarratea en los comienzos del segundo sitio de
Montevideo, el gobierno español envió a su campamento al oficial don Luis de Larrobla,
con los importantes ofrecimientos de que instruye el oficio del comisionado de 10 de
febrero de 1813, que reproducimos en seguida (Fregeiro, "Documentos
Justificativos"):
"El señor capitán general don Gaspar de Vigodet, su fiel amigo, ha puesto en mi
mano la ancha o fácil comisión, pues depende de usted, de hacerle presente ser
eternamente su amigo, que sólo de usted el alto gobierno de la nación se acuerda, para
lo que le ha expedido una real orden en su favor; que usted quedará en la campaña con el
grado y como quiera; que podrá formar cuerpos y oficiales; mandándole despachos en
blanco o dándolos usted al modo mejor que halle; y que siendo usted el único general de
esta campaña, se le franquearían sin demora alguna los auxilios que necesita para
libertarla, sea con armas, gente, municiones y dinero; y el Excmo. Cabildo hace a V. S. la
más solemne protesta de adherir a cuanto usted proponga bajo la justa recompensa de su
unión con Montevideo, su Patria y con sus amigos, que son todos sus habitantes".
Al margen de este oficio de Larrobla, escribió Artigas:
"Sirve para la vindicación del jefe de los orientales, que despreció
el convite en las circunstancias más apuradas".
Contestó Artigas a Larrobla:
"¿Qué me importa a mí del empleo de comandante general de campaña ofrecido
por Vigodet, si el voto unánime de sus habitantes me señala más alto destino? Y aunque
así no fuera, prefiero ser independiente a cualquier cosa".
En la víspera de la rendición de la plaza de Montevideo al ejército argentino,
cuando la cabeza de Artigas estaba puesta a precio y las hostilidades contra Buenos Aires
habían llegado a su más alto grado de tensión, el general Pezuela dirigió un oficio al
jefe de los orientales, dictado en el campamento de Jujuy el 5 de mayo de 1814, en que
después de hablarle de las batallas de Vilcapugio y Ayouma y del inevitable naufragio de
la causa revolucionaria, le decía (documentos interceptados en el Perú, reproducidos por
Bauzá, "Historia de la Dominación Española") :
"Antes de que se verifique y a fin de cortar las desgracias consiguientes,
cumpliendo con la orden del Excmo. señor Virrey de Lima, aventuro al dador con las
correspondientes credenciales, para que hablando con V. S. convengamos en el modo más
honroso de nuestra unión, para terminar los males que ha suscitado la facción. Estoy
impuesto de que V. S. fiel a su monarca ha sostenido sus derechos combatiendo contra la
facción: por lo mismo cuente V. S. y sus oficiales y tropa, con los premios a que se han
hecho acreedores y por lo tanto con los auxilios y cuanto pueda necesitar: para todo
acompaño las instrucciones a que se servirá contestar.-Joaquín de la Pezuela.-Señor
Comandante y General en Jefe de los Orientales".
La contestación de Artigas datada el 28 de julio de 1814, fué terminante:
"Han engañado a V. S. y ofendido mi carácter cuando le han informado que
defiendo a su rey; y si las desavenencias domésticas han lisonjeado el deseo de los que
claman por restablecer el dominio español en estos países, con teorías para alimentar
sus deseos; la sangre y la desolación de América la ha causado la ambición española
por derecho supuesto: esta cuestión la decidirán las armas. Yo no soy vendible ni quiero
más premio por mi empeño que ver libre mi nación del poderío español; y cuando mis
días terminen al estruendo del cañón, dejarán mis brazos la espada que empuñaron para
defender su Patria. Vuelve el enviado de V. S. prevenido de no cometer otro atentado como
el que ha proporcionado nuestra vista".