El 8 de mayo de 1815 (Maeso, «Artigas y su época»)» el Cabildo de Montevideo tuvo noticia de que el gobernador Otorgués iba a decretar la expulsión de los españoles casados y solteros, y acordó que se le pidiera en su lugar la formación de una Junta de guerra con el cometido de proponer lo más conveniente a la seguridad de la Provincia.

El 23 del mismo mes, acordó dirigir otro oficio al gobernador, en demanda de que los bienes de los europeos que hubiesen de salir de Montevideo, voluntaria o forzosamente, pasaran al Estado a título de empréstito documentado, con la reserva de la tercera parte a favor de los que tuvieran esposa o hijos, y que la administración de todos esos intereses fuera entregada a una comisión especial bajo la vigilancia del tribunal consular.

En sus «Cuadros Históricos» registra de la Sota un oficio de Artigas al Cabildo de Montevideo de 23 de mayo de 1815, comunicándole que con el objeto de atenuar la medida de expulsión de los españoles, había accedido a que la Provincia se hiciera cargo por vía de empréstito de las dos terceras partes de los bienes de los casados y del todo de los solteros; y a que los granos de propiedad de los mismos fueran repartidos entre los verdaderos patricios con destino a elaboración de galleta para el consumo del ejército.

En oficio de 28 de junio de 1815 (Maeso, «Artigas y su época»), Artigas pidió al Cabildo de Montevideo que tomara «una razón de los intereses de la contribución y decomisos, como igualmente de otros cualesquiera intereses de la Provincia para que se distribuyan en beneficio de ella misma según el orden que exige la prudencia y demanden las necesidades».

Prosiguiendo su plan, ofició al Cabildo el 8 de julio de 1815 (Maeso, «Artigas y su época») para que publicara el siguiente bando:

«1.º Todo extranjero que después de la toma de la plaza de Montevideo por los orientales hubiere salido de ella, si en el término perentorio de un mes, contado desde el día de esta publicación, no regresa a poseer los intereses que tenga, dentro o fuera de ella, todos serán decomisados y aplicados a fondos públicos».

«2.° Todo americano que después de la ocupación de Montevideo por los orientales, se hubiera ausentado de ella, si en el término perentorio de dos meses, contados desde esta publicación, no regresa a poseer sus intereses, serán éstos confiscados y aplicados a fondos públicos».

«Continuará el tribunal recaudador de propiedades extrañas con los regidores que hasta hoy lo han compuesto, siendo de su inspección velar sobre los dos artículos anteriores».

«De estos intereses, como de cualesquiera otros que produjeren las propiedades extrañas, presentará dicho tribunal al resto de la municipalidad mensualmente una relación exacta de los productos, debiendo pasarlos a la tesorería general, con conocimiento del Cabildo pleno».

Parte del oficio que Artigas dirigió a don Miguel Barreiro a fines de agosto de 1815, confiriéndole la gobernación de Montevideo que había quedado vacante a causa de la salida de Otorgués. El programa del artiguismo está expuesto en este oficio memorable (De-María, «Compendio de la Historia»):

«Y aunque tengo plena confianza en su honorabilidad y rectitud», le dice Artigas a Barreiro, «creyendo como creo que usted desempeñará la delegación del gobierno con toda aquella moderación que debe existir en el carácter del funcionario público, sin embargo, debo recomendarle muy encarecidamente el que ponga usted todo su especial cuidado y toda su atención en ofrecer y poner en práctica todas aquellas garantías necesarias para que renazca y se asegure la confianza pública; que se respeten los derechos privados y que no se moleste ni persiga a nadie por sus opiniones privadas, siempre que los que profesen diferentes ideas a las nuestras no intenten perturbar el orden y envolvernos en nuevas revoluciones».

«Así es que en ese camino sea usted inexorable y no condescienda de manera alguna con todo aquello que no se ajuste a la justicia y a la razón y castigue usted severamente y sin miramiento a todos los que cometan actos de pillaje y que atenten a la seguridad o a la fortuna de cualquiera de los habitantes de esa ciudad».

En oficio al Cabildo de Montevideo del propio mes de agosto (De-María «Compendio de la Historia»), luego de anunciar el regreso de la comisión que había ido a Buenos Aires en busca de una fórmula de paz, decía Artigas:

«Por lo mismo he resuelto delegar al ciudadano Miguel Barreiro para arreglar los diferentes ramos de la administración».

«V. S. sabe la confianza que él me merece por sus desvelos y virtudes, y ella me empeña a presentarlo para facilitar la adopción de las medidas que deben garantir en lo sucesivo nuestra seguridad. La manera de entablar nuestro comercio, la economía en todos los ramos de la administración pública, el entable de las relaciones extranjeras y otros varios negocios forman el objeto de su misión. V. S. tendrá en todos ellos la intervención competente, para que dirigiendo a un mismo fin nuestras miras, contribuya así cada cual, en la parte que le corresponde, a fijar la felicidad del país y realizar el triunfo de la libertad».

Rivera estaba en esos momentos al frente de la guarnición de la plaza, y complementando sus instrucciones, había prevenido Artigas al Cabildo de Montevideo en el curso del mismo mes de agosto (Maeso, «Artigas y su época»):

«Yo con esta fecha recomiendo nuevamente al señor don Frutos Rivera el más severo castigo a cualquier oficial que olvidando su honor, cometa el menor atentado».

«Hágase V. S. respetar en las cabezas, para que sus subalternos sean todos obedientes».

Con este programa y un hombre de las relevantes condiciones del secretario de Artigas, sólo podía esperarse una administración modelo, como la que efectivamente se extiende desde su nombramiento hasta el día en que el ejército portugués, al mando del general Lecor, se aproxima a las murallas de Montevideo y obliga al gobernador a trocar sus funciones de administrador por las de jefe de la guarnición de la plaza y a salir a campaña para proseguir allí la lucha.