EL ALMA
Trincado, Joaquín. Conócete a ti mismo
Pág. 235..243.
Pero si el hombre
sufre o goza, llora o ríe, trabaja y huelga, produce y consume de todo y con
todo lo que le es homogéneo o sea materia, porque cuerpo y alma materia son
y separados no accionan, es porque entre las dos se complementan en la
vida, se manifiestan en la sensibilidad, y gozan o sufren.
¿Vemos quejarse
ni gozar a la tierra, los minerales ni los vegetales? NO, porque son sólo
materia de vida natural; están en la gestación de la vida animal; no tienen alma individual
La materia, en su primer estado, no tiene
sensibilidad apenas; pero luego la vemos ya a la planta entristecerse y secarse
si la herimos y no le damos agua
¿Sufren
o gozan los animales? SÍ, porque andan, trabajan, procrean y si le negáis
el alimento, lo piden por el instinto de conservación: tienen alma individualizada.
Mas arriba, en el
animal, lo vemos en su instinto huir del sufrimiento y quejarse si le habéis
dado un latigazo, que a lo más le hace una pequeña señal, En tanto que aquel
golpe bastaría para herir y aun matar al hombre
¿Todos los hombres sufren y gozan en el
mismo grado, con la misma intensidad, por el dolor o alegría?
La causa está en
la sensibilidad del alma; que tanto más sentirá el
dolor, la alegría y la sublimidad, cuanto mayor fuerza tendrá el alma; y esto
es porque, el alma del hombre es la esencia del alma animal filtrada en el
último tamiz de la naturaleza y por sí tiene todas las delicadezas,
sensibilidades, instintos y facultades de todas las almas individuales; y
cuanto más se atomiza, deja las escorias burdas y se queda con las
sensibilidades, que en un momento, se convierten en sentimientos más puros o
menos puros, según vayan purificándose.
Luego la sensibilidad, es del alma; tiene facultades;
...cuerpo
y alma, son materia en diferente grado de progreso y cada cosa en la creación
tiene su clase de trabajo... la causa de la sensibilidad del Alma y sus
facultades es, porque llegó en su desarrollo, desde la más burda materia y en
infinitas evoluciones, a equipararse al alma universal su principio; pero
aventajándola, porque lleva en sí las esencias de todas sus evoluciones, entre
todas las partículas de todas las infinitas substancias acumuladas en un mundo
las que teniendo todas ellas vida natural, insensible en sí cada una, pero
combinadas por la homogeneidad, unas a otras se dan la vida demostrativa por la
ley de las fuerzas de impulsión y repulsión, primando (como es conocido) el
potencial magnético del alma, que es el remanente de su origen, el éter, que
los electricistas explican y comprenden bien.
Este magnetismo, es relativo a su trabajo y equivalente al valor de su fuerza original, que es el éter vivificante; y tanto más potente y sensible será, cuanto más se iguale en fuerza; así vemos en el reino animal, que no todas las especies sean del mismo valor, provecho y belleza, seres a quienes dan vida animada estas almas individualizadas.
Ahora, recordad
cómo se han fundido todas las almas en el alma universal de la tierra, antes de
aparecer el hombre; y sabéis, que de las esencias de toda esa alma, se creó el
alma humana y ya estáis en camino de comprender la potencia, sensibilidad,
facultades y fuerza del alma de hombre, puesto que en cada especie de los
animales veis una facultad; y de justicia es que, si el alma del hombre es la
esencia del alma animal, tiene por necesidad todas las facultades de todos los
seres, que a su formación contribuyeron.
Pero si ahí
quedara el alma como jefe de su cuerpo, sólo sería un alma superior a todas las
almas que contribuyeron a su formación; sería un alma distinguida; pero, no sería más que un alma animal, porque le faltaría el
raciocinio que no se lo pudieron dar entre todas las almas, porque no lo
tienen; éste es sólo del espíritu.
Tendría el alma
del hombre los instintos todos de los tres reinos y obraría todo lo que los
animales obran; trabajaría en la medida de sus débiles fuerzas animales;
consumiría por la atracción unos alimentos y rechazaría por instinto otros;
tendría voluntad, poseería el magnetismo y cautivaría con su poder imánico y
retendría o mataría a sus antagónicos, en tanto que ese mismo poder, sería de
salud para otros; pero todo ello lo haría inconscientes y sólo por el
instinto, pero jamás se habría convertido
el instinto en pasión.
Mas en el hombre y (bien dicho en sentido propio, pues aun no podemos
llamar hombre al cuerpo y alma) en el alma
humana, ya imperan todas las leyes de todos los animales y así de todos los
instintos; por esto, el hombre que está en su fuerza pro
creativa y bien predispuesto, no hay nada que se lo prohíba más que la
justicia, que le prohíbe hacer injusticia.
¿Y por qué esta singularidad, siendo que el hombre es de constitución
más débil que los animales y de menor fuerza bruta? Ya os dije, que el alma
humana lleva en sí todos los instintos, defectos y virtudes de todos los
animales y en el alma viven; y si en los animales, cada uno siente la ley en
determinado mes del año, entre todos la sienten en todos los meses; y como en
el hombre están esas leyes todas y en ellas no puede haber excepción en nada ni
por nada, (porque son fatales), el hombre siente la ley en todo momento; y lo
tenéis demostrado, en que la mujer se nos muestra en su período todos los meses
y una vez más en los doce meses del año, en general.
A lo que está obligado el hombre es, a regularizar su uso sin tomarlo
como pasión dominadora, sino como ley de justicia; y no por el alma, puesto que
a ella las leyes que la rigen son las del que son de sus instintos; sólo que al
llegar a ser esta alma una individualidad en la trinidad hombre; ya no son sus
leyes las imperativas sino secundarias, porque llegó un mayor para darle el
pago de su trabajo elevándola en categoría; y ese mayor, el espíritu, que trae
su ley y es de justicia que todos cedan el antiguo predominio que cada uno
tenía, a falta de otra potencia mayor.
Es pues, el alma humana, el depósito donde la naturaleza toda deposita
sus esencias más puras y es por eso de mayor sensibilidad que entre todas y
cada una; y así también, se reúnen en ella todos los poderes y facultades de
toda la naturaleza, de cuyas facultades, de cuyo depósito, se sirve el espíritu
que en ella se encierra para obrar la creación de vida demostrativa o
inteligente, por una ley mayor que rige al espíritu, en primer término, en
tanto que a la materia, sólo le impera esa ley en el conjunto de toda la
naturaleza.
En el hombre el alma es el ser neutral; es el compensador diferencial entre el mayor espíritu y el menor
cuerpo.