En 1975 el entonces presidente francés Valéry Giscard d'Estaing invitó a los dirigentes políticos de Alemania, EE.UU., Japón, Inglaterra e Italia a una reunión en el castillo de Rambouillet, cerca de París

El objetivo era discutir en forma informal sobre las cuestiones económicas, entonces dominadas por la crisis petrolera. Los participantes decidieron que las cumbres tenían que tener lugar cada año. A partir de 1976 invitaron también a Canadá, y así se formó el G7. Rusia se hizo oficialmente parte del grupo a partir de la cumbre de Birmingham en 1998: el G7 se convierte en G8. A Kananaskis, en 2002, los participantes invitan a Rusia a ejercer la presidencia y organizar la cumbre en 2006, por primera vez. Eso por los importantes cambios económicos y democráticos que conoció este país en los últimos años (sic).
En el encuentro de Okinawa, en 2000, por primera vez participaron los jefes de estado de varios países de Africa, y se formó el NEPAD (Nuevos afiliados para el desarrollo de Africa http://www.nepad.org). Este plan de desarrollo para Africa requiere, en las palabras del G8, el buen gobierno (siempre según los criterios del G8) y una nueva relación de igualdad con los países del Norte. Esta promesa parece una burla, si se considera que el responsable de la acción por Africa es M. Michel Camdessus, anteriormente director general del FMI.
La Unión Europea tiene el papel de observador en las reuniones del G8 y es representada por el jefe de estado que tiene turno de presidencia de la unión.
La cumbre del G8 más tristemente famosa fue la de Genova, Italia, en 2001. Más de 300.000 personas protestaron en contra de las políticas desarrolladas por el G8. El joven militante Carlo Giuliani fue matado por los carabinieri (policía militar italiana). Después de casi dos años de investigaciones, Mario Placanica, el carabiniere que lo mató, fue absuelto por la justicia italiana, hace un mes.
El último encuentro del G8 tuvo lugar en Kananaskis en el Canadá. Este lugar en el medio del nada fue escogido para impedir protestas masivas como en Genova. En la cumbre se trataron los temas del terrorismo (i.e. se discutió con qué institución desde el G8, los mayores productores y usuarios de armas del mundo, se puede frenar la difusión de armas de destrucción masiva a otros países), de la ayuda al desarrollo (plan de acción para Africa), del crecimiento económico y del desarrollo sustentable, y del examen de ciertas cuestiones regionales (situación del Medio Oriente, Afghanistan, relaciones entre India y Pakistan).
El encuentro en las montañas lejanas canadienses de Kananaskis se consideró desde el G8 como un éxito, puesto que se logró evitar manifestaciones de gran tamaño. Así se eligió para el próximo encuentro, del 1ero al 3 de junio 2003, el pueblito francés de Evian-les-Bains. Mientras ponen de pretexto la belleza natural, se trata principalmente del hecho de que Evian como Kananaskis están situados en la periferia del país y accesibles sólo con dificultades.

Aunque los G8 insistan en que sus reuniones no tengan poder decisivo y que sean principalmente encuentros informales, es claro que juegan un papel decisivo en la impulsión de una política neoliberal desarrollada desde instituciones como el FMI, Banco Mundial, OMC y otras. También reiteran en sus textos de que no quieren constituir una amenaza por las Naciones Unidas, la OMC o instituciones financieras, sino facilitarles su trabajo coordinando a los países industrializados.