Mario Patiño pervierte el paradigma de mujer-virgen y lo transforma en el de puta-santa, híbrido presente en la fantasía erótica masculina. En muchas de las escenas sexuales representadas por el artista, esta puta-santa asume una posición de poder sobre la figura masculina, en lo que parece una revancha a la que el hombre se entrega, ya despojado de la fuerza moral que le otorga la cultura y de la fuerza física que da la naturaleza. Esa es la manera simbólica en que Patiño subvierte el orden machista que impera en la sociedad mexicana, al trabajar lo femenino como un icono monumental y vengativo.
En lo formal, el trabajo que hace Mario Patiño con el espacio en sus cuadros figurativos, es derivado también de sus experiencias con la pintura abstracta. De algún modo el espacio es el elemento en donde Mario transfiere su percepción de la realidad como abstracción, en un proceso que recuerda los primeros intentos cubistas. En ese sentido es importante no sólo el uso de una perspectiva múltiple, sino también el uso del color y la luz, creando distintos planos visuales para un mismo objeto o una misma escena. Con esos intereses es lógico que Mario haya trabajado también el ensamblaje y la escultura blanda, así como la incorporación de objetos a sus cuadros, siempre en la línea que relaciona el tema femenino con la violencia, la sordidez y la enfermedad. Esto evidencia la tendencia de Patiño a trabajar no sólo con espacios ilusorios en el soporte pictórico, sino también con espacios reales, construyendo instalaciones que son como puestas en escena, agresivas en su barroquismo y subversivas en su esencia kitsch.
El kitsch es fundamental para Mario dada su pretensión de reproducir y criticar la actitud del macho tradicional y el mundo de convenciones que rodea a la mujer en México. Asimismo es un elemento derivado de sus búsquedas en el terreno de la pintura popular, las artesanías y los espacios públicos.
Con esas características, el trabajo de Mario Patiño se presenta como una irreverente mezcla de referencias culturales: la pintura y el objeto, la abstracción y la figuración, lo tradicional y lo contemporáneo, lo religioso y lo profano, lo político y lo decorativo, formando una textura que el mismo pintor ha calificado como una ģsincretización perversa y dolorosaī de la contemporaneidad.
Juan Antonio Molina
Mario Patiño perverts the woman-virgin paradigm and transforms it into the whore-saint one, present hybrid in the masculine erotic fantasy. In many of the sexual scenes depicted by the artist, this whore-saint assumes a position of power on the masculine figure, in which revenge seems one to which the man surrenders himself, already undressed of the moral force that culture grants him, and the physical force that nature gives him. That is the symbolic way in which Patiño undermines the macho order that reigns in Mexican society, by working the feminine like a monumental and vindictive icon.
In the formal , the work Mario Patiño does with the space in his figurative panels, is derived from his experience with abstract painting. In some way the space is the element where Mario transfers his perception of reality like an abstraction in a process that remembers the first cubist attempts. In that sense the use of multiple perspective, is as important as the use of color and light, creating different visual planes for a same object or a same scene. With that interest in mind, it is logical that Mario has also worked the assemblage and the soft sculpture, as well as the incorporation of objects to its panels, always in a line that relates the feminine subject with violence, squalor and disease. This evidences Patiño´s tendency to work not only with false spaces in the pictorial support, but also with real spaces, constructing facilities that are like staged scenes, aggressive in their baroque style and subversive in their kitsch essence .
Kitsch is fundamental for Mario, given his ambition to reproduce and to criticize the attitude of the traditional male and the world of conventions that surround women in México. Also, it is an element derived from his searches in the field of popular painting, crafts and public spaces.
With such characteristics, the work of Mario Patiño unfolds as an irreverent mixture of cultural references: the painting and the object, the abstraction and the figurative, the traditional and the contemporary, the sacred and the profane, the political and the decorative, creating a media that the painter himself has described like a perverse and painful fusion of contemporaneity.