Plan Alerta

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Los delitos ocurren por la conjunción de tres elementos: la víctima, el delincuente y la oportunidad.

El PLAN ALERTA es una adaptación del esquema Neighbourhood Watch inglés; fue aprobado por la Dirección de Política Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación, Dr. Mariano Ciafardini, el 17 de Septiembre de 1997

El PLAN ALERTA se ha difundido a distintos barrios de la Capital Federal, Conurbano Bonaerense, Prov. de Buenos Aires, La Pampa, Entre Ríos, Neuquen (entre otras) y en la vecina República Oriental del Uruguay. También ha sido incluido dentro del Plan Nacional de Prevención del Delito.

¿ Será Ud. la Próxima Víctima ?
 

La seguridad se ha convertido en uno de los factores que tienen mayor incidencia sobre la calidad de vida de los habitantes de una comunidad que, además de las agresiones que reciben diariamente por la desocupación, el difícil acceso a la salud y educación, marginación, exclusión y discriminación, no se los protege del delito ni la violencia.

Las actividades de prevención deben ser ejecutadas y coordinadas en nivel municipal, partiendo de un concepto innovador pues no presupone que la seguridad concierne únicamente al estado, la policía o los servicios privados de seguridad; parte de la idea de construir una coalición local entre ciudadanos, ONGs, instituciones del Estado y Policía que permitan el diagnóstico y tratamiento de los problemas de seguridad. Deben participar en el esfuerzo solidario y cooperativo de los servicios sociales, centros de recreación, escuelas, Policía, Justicia y respaldados por el sentimiento de solidaridad entre los miembros de la comunidad.

No se puede contrarrestar la violencia urbana simplemente reprimiéndola, la acción debe centrarse en la prevención de las causas que la originan.

La irrupción del reclamo de la ciudadanía y la necesaria reflexión apuntan al mismo interrogante: ¿cómo la sociedad define, produce y garantiza un nuevo bien social, La Seguridad?.

La actualidad de la demanda no es casual; por el contrario, sólo es pensable y, lo que es más, sólo puede resolverse en el marco actual de desarrollo democrático.

En un sistema autoritario, el problema de la producción y administración del bien seguridad se confunde con la apelación abstracta del orden. Ese orden se nos presenta como un bien definido y externo a la sociedad que se aplica verticalmente, y su convalidación, el uso de la fuerza, aparece como el argumento único ante el desorden.

En un sistema democrático, el concepto de orden está directamente producido por el consenso de todos los actores, en forma de interacción horizontal.

En ese marco, el consenso reduce la conflictividad de los actores y diversos niveles públicos y privados van graduando y resolviendo distintas clases de contradicciones. Con ello no sólo se obtiene una seguridad más sólida (al ser más flexible) sino que se crean diversos mecanismos de resolución de conflictos previos al uso de la fuerza.

Es evidente que una sociedad democrática también deberá utilizar la fuerza en determinados casos (como solía decir De Gaulle citando al Cardenal de Retz, "las leyes desarmadas caen en el desprestigio"). Pero estos casos son los verdaderamente finales, excepciones donde su uso tiende a restablecer las reglas de juego consensuadas y no a imponer un autoritarismo externo. Construir en democracia es aparentemente más complejo que el ejercicio ordenancista. Sin embargo, es, a medio plazo, infinitamente más eficaz, en el caso específico permite utilizar la fuerza con mucha mayor economía, eficacia y direccionalidad.

Creo que, en el momento en que nuestra sociedad se interna preocupada en el álgido debate de la seguridad, es necesario reflexionar sobre estos puntos de partida. Sólo si los tenemos absolutamente claros podremos recomponer el espacio colectivo de libertad contra el miedo evitando el facilismo de la mayor apelación a la fuerza que, tras una apariencia de eficacia, sólo significa bloquear el camino, no siempre fácil, de las verdaderas soluciones.(1)

En otros países, Inglaterra por ejemplo, las instituciones Policía y Justicia poseen una dinámica, compromiso y efectividad muy diferente a las nuestras ; todavía no podemos compararlas pero a ello aspiramos. Para alcanzar este objetivo debemos empezar por organizarnos y protegernos unos a otros ; nuestra acción estimulará a la Policía a actuar cuando se lo requerimos y a la Justicia a cumplir con sus obligaciones en tiempo y forma. Será el inicio de una renovación integral de nuestras Instituciones porque el cambio más profundo se hizo en la raíz genuina de una sociedad democrática, en la ciudadanía consciente de sus deberes y derechos constitucionales.

(1)Referencia: Autoridad, Orden y Consenso,

Autor: Daniel Malcom (Milenio Año 1, Nº2, Invierno 98. Revista del Centro de Estudios de Sociedad y Seguridad. Universidad Nacional de General San Martín). 

 

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