Nagi abrió los ojos y se encontró solo. La herida en su cuello ardía, y sentía un ligero dolor que no podía
explicar...hasta que recordó lo que había pasado la noche anterior.
El chico hundió el rostro en las almohadas y percibió el aroma de Aya...picante, de canela y jengibre, pero
dulce, de flores. Las sábanas aún estaban tibias del lado donde había dormido el pelirrojo, por lo que Nagi supuso que se
había marchado hacía poco.
Poco a poco, el aroma comenzó a envolverlo hasta que lo hizo caer en un sueño profundo.
*+*+*
Alguien lo jaló de los cabellos.
Otra voz le gritó 'muere'.
A lo lejos, vio a Santiago, quien lo miraba desde lejos. Unos hombres lo sostenían con fuerza a él también.
Sus gritos desesperados le hubieran rasgado el corazón a los inquisidores si hubieran tenido alguno.
Entre el ajetreo de la situación, los gritos furiosos de la gente y el miedo, perdió la consciencia por unos
momentos. Cuando abrió los ojos, estaba atado a una estaca. Había leña a sus pies.
No entendía que pasaba hasta que sintió el calor de las llamas...
*+*+*
(en la cocina de la casa de Isabela)
-Entonces, todo salió a la perfección, no?- Crawford bebió un poco de café.
-Mejor de lo que esperábamos, lindura.- Isabela le pellizcó una mejilla al estadounidense, quien la miró con
molestia.
-No puedo evitarlo! Eres muy lindo!- la mujer se levantó de la mesa y caminó al refrigerador para sacar una
jarra de jugo de naranja.
Schuldig entró a la cocina, seguido de Farfarello.
-Buenos días, bellos durmientes!- Isabela se sirvió jugo. -Van a desayunar?-
Schuldig caminó hacia ella. - Claro....-
Farfarello miró a Crawford. -Y Nagi?-
-No ha bajado.- Crawford no despegó los ojos de l periódico.
-No me refiero a eso. Me refiero a 'ese' otro asunto de la droga...estoy loco, pero no idiota.- el irlandés
le enseñó a Brad un muñequito de trapo que se parecía mucho a él, con todo y traje blanco y lentes. -De seguro ya se dio cuenta
de lo que pasó.- Farfarello se sonrió continuó. -Imagínate...- dijo mientras clavaba una aguja larga en el cuerpo del muñeco.
-De donde rayos sacaste eso! No sabes lo peligroso que es!- Crawford miró fijamente a Farf.
-Calma...-dijo Isabela, -no está preparado...-
Schuldig se echó a reír.
-Ya cállate, alemán idiota!- Crawford se puso de pie y caminó unos pasos.
-De acuerdo, Brad...- Schuldig usó su tono sensual...-ya me callo.-
El pelirrojo miró a Isabela. -A todo esto, Isa...que demonios es esa droga?-
Isabela se rió. -Lo sabrán a su tiempo...-
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