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Revelaciones
                      
En el transcurso de la semana en la cual Schuldin no regreso a la casa de los Schwarz, el humor de Crawford, vario de formas completamente asombrosas y extrañas para ser él.
Los cambios de humor de Brad, no pasaron desapercibidos para Nagi y Farfarello, a los cuales se les hacia sumamente extraño ver pasar a Crawford de un lado a otro de la casa con cara de pocos amigos y gruñendo algo, que se podría interpretar como:
-¿Dónde demonios se metió ese maldito alemán?, en cuanto lo vea voy a matarlo, y cosas similares.
Amanecía, era viernes, hacia ya una semana que Schuldin no daba señales de vida, Crawford no había dormido podido dormir, prácticamente nada en todo ese tiempo, a pesar de haberse acabado ya el frasco de pastillas para dormir que tenia, ya no le hacían efecto, su aspecto era terrible, su cabello todo revuelto, sus gafas estaban descuadradas, se le habían caído y no las había cambiado por las de emergencia, su ropa estaba toda arrugada, tenia unas ojeras, tan visibles que podrían verse desde una cuadra de distancia, si no fuera por que es completamente lampiño, ya tendría una barba sumamente notoria.
Nagi y Farfarello entraron a la cocina, donde Brad estaba con todas las luces apagadas, un vaso con agua sobre la mesa y un nuevo frasco de pastillas a un lado, el aspecto de su líder era pésimo, eso hasta él irlandés lo noto, Nagi recordó que había olvidado algo y se fue de regreso a su habitación.
-Crawford, dijo Farfarello con voz serena y suave, esto capto la atención del americano, volteo a ver a su compañero de cabellos blancos, este estaba recargado en la pared a un lado del refrigerador, sus ojos cerrados y su rostro decía claramente que lo que iba a decir era serio, -Sé muy bien que estoy loco, pero eso no me impide ver lo que te pasa, quizás Nagi no se de cuenta, o no quiera hacerlo, pero te estas destrozando a ti mismo, y solo por que no sabes donde esta Schuldin, estas palabras dejaron azorado a Brad, era Farfarello al que tenia a un lado hablándole, pero esas palabras también le cayeron como un balde de agua helada, tenia razón, -Será mejor que te vayas a arreglar un poco y pienses en lo que has estado haciendo estos días.
-..., Brad no supo que decir, no tenia ni la más mínima idea de que decirle a Farfarello, ni siquiera sabia si agradecerle o negar todo lo que él había afirmado.
-Buenos días Nagi, ¿Qué desayunaremos hoy?, dijo él irlandés, para darle tiempo a Brad de pensar en lo que aria, Nagi miro algo perplejo a su compañero, era extraño ver a Crawford completamente desaliñado y a Farfarello preguntando por el desayuno.
-Hot Kakes, dijo Nagi sin mucho entusiasmo, ese día pintaba que seria sumamente extraño, aun más extraño que si Schuldin estuviera hay molestando, decidió que no era hora de ponerse a pensar en tonterías, después de todo, el alemán podía cuidarse solo, y mientras no hubiera una misión no era necesario que estuviera en la casa.
-¿Con mermelada de fresa?, pregunto Farfarello, esto en lugar de molestar a Nagi, le alegro, quizás después de todo, las cosas podrían regresar a la relativa normalidad de la casa de los Schwarz.
-Si, Farfarello con mermelada de fresa, ¿Vas a querer? Crawford, Nagi se giro para ver a su líder y no lo ayo, giro su vista a Farfarello el cual, extrañamente se sonrío, no como si tuviera una conspiración para dañar a Dios, sino una sonrisa como si algo le hubiera salido bien.
-No creo que desayune aquí Nagi, tiene cosas que hacer, no a trabajado mucho últimamente, se volvió a sonreír y después regreso a ser él Farfarello de siempre, él cual se puso a jugar con un cuchillo y la mermelada de fresa, Nagi se dio por vencido y regreso a su afirmación, de que ese día, seria un día muy extraño, y se puso a hacer el desayuno o no llegaría a tiempo a sus clases.
Mientras que en el baño, Crawford se arreglaba, las palabras de Farfarello le habían dado suficiente fuerza para regresar a fingir que Schuldin no le importaba y así poder pelear para recuperarlo y si no era de él, no seria de nadie, no le importaba a quien tuviera que matar.
Una hora después, Crawford bajo vestido con un fino traje de color arena, un portafolio lleno de trabajos pendientes, su cabello arreglado con una exactitud casi milimétrica, hasta la ultima hebra de cabello, parecía haber sido acomodada meticulosamente esa mañana, una nuevas gafas ocultando parcialmente su mirada, y su semblante el típico de Brad Crawford, el de: Yo no siento nada y no me importa nada, mas que el trabajo.
Nagi y Farfarello lo vieron irse, sin siquiera despedirse, su líder había regresado, y seguramente esa noche tendrían una misión, Farfarello se marcho a preparar sus cuchillos, esa noche se podría divertir a su manera, Nagi solo tomo sus cosas y se fue a la escuela.
                      
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-¿Vamos adentro?, pregunto nuevamente Alessandro, a Schuldin, al cual tenia abrazado de nuevo por la espalda, seguían a las afueras de la pequeña mansión del chico de cabellos blanco-negro, él pelirrojo seguía observando embelesado el lugar, se sentía de nuevo como un niño pequeño, su sonrisa era prueba de ello, se soltó del abrazo que le sujetaba.
-Con gusto, dijo Schuldin, ambos jóvenes entraron a la casa, era acogedora, él pelirrojo vio el lugar, que se ilumino por completo, en cuanto Alessandro activo interruptor de la luz, por dentro se veía a un más grande que por dentro, la primera estancia era un pequeño salón, a donde llegaban un par de escaleras de madera oscura, las cuales conducían al segundo piso, a la derecha estaba el comedor, en una habitación aparte y a la izquierda, sin división física una pequeña sala, sobre un gran y mullido tapete, alrededor de una pequeña chimenea de gas.
-¿Te gusta el lugar?, cuestiono Alessandro, adelantándose unos pasos y haciendo un gesto muy teatral, mostrando a grandes rasgos, lo que se veía del primer piso, Schuldin miro atentamente, todo él lugar, le traía tantos recuerdos, ya que se parecía en extremo a la pequeña mansión en donde vivió su infancia.
-Se parece tanto..., dijo Schuldin, una lagrima amenazando por salir de sus ojos, ver ese lugar, era como regresar a tener 6 años, recordaba todo lo que había pasado en un lugar tan similar a ese, como Alessandro, con toda la paciencia del mundo, le había enseñado a utilizar sus poderes, a leer la mente de las personas sin que estas se dieran cuenta, a hacerlos olvidar algunas cosas, a introducirse  en los sueños y convertirlos, en la mas suculenta, obra de arte jamás imaginada por un sádico. Una solitaria lagrima, recorría la mejilla de Schuldin, unos largos y delicados dedos, la retiraron de su piel.
-Si, la mande hacer, lo más similar posible a la de Alemania, informo Alessandro con un aire casi solemne.
-¿Por qué?.
-Por que, es una muy magnifica pregunta Schuldin, y la respuesta me tarde casi una década en contestármela a mí mismo, dijo Alessandro, mientras presionaba el botón para encender la chimenea, admiraba las flamas de cerca, como hechizado por su danza, -¿Por que este lugar es tan similar?, solo por que así te sentía cerca, me tarde demasiado tiempo, en comprender que eres, demasiado necesario en mi vida, como para dejarte ir, continuaba hablando Alessandro, sin apartar la vista de las llamas, -Llore lagrimas de sangre, al dejarte ir, pero prefería que estuvieras lejos, a verte derrumbado por la muerte de ella.
-Es curioso, dijo Schuldin, -E recuperado mi pasado y lo único que me pesa de este, es el que tu no estuviera durante todo ese tiempo conmigo, continuo hablando Schuldin, con voz tranquila, no era un reclamo lo que estaba haciendo, era algo que simplemente tenia que decir, este se encontraba ya sentado en uno de los sillones de estilo Luis XV, de esos amplios con molduras en madera clara y tapizada en color verde muy oscuro,  -Me convertí en un asesino, en una persona a la que no le importaba jugar con la gente, las e mandado al hospital psiquiátrico ó al suicidio, pero eso es lo de menos, termine enamorado de alguien que solo me a hecho daño, me hice ilusiones donde no debía, y solo conseguí insultos de su parte, proseguía Schuldin, sin perder la vista de la la espalda de Alessandro, él cual sentía la mirada, de esos ojos del mismo tono de los cabellos de su pequeño, -Me hice daño yo mismo, negándome a ver que él no me quería, pero eso no importa, por que ya lo e asumido, y lo curioso aquí, es que té ayas tardado tanto, en darte cuenta, de lo que yo me e tardado tan poco en comprender.     
Esas ultimas palabras, pronuncias por Schuldin, dejaron sin aliento a Alessandro, era una confesión, no un reclamo como había pensado Alessandro, él cual no se atrevió a moverse un solo milímetro, de donde estaba, esperando, a que la calma de su pequeño se agotara y comenzara a gritarle, a insultarle y reclamarle los motivos por los cuales le había quitado algo que era tan suyo y de nadie mas, su pasado, pero en el muy perfeccionado arte de manipular de Schuldin, había girado su monologo, en torno de sucesos sin darles demasiada importancia, para después explicarlo todo con una simple frase, había dando a entender, que no le importaba, que le hubiera dejando por tanto tiempo, que aun que le dolía su abandono, no era nada comparada con tenerlo de regreso y lo más importante, que también para Schuldin él era lo más necesario para su vida. Una gruesa lagrima escarlata callo en las llamas, haciéndolas danzar levemente mas agitadas, el olor a sangre lleno el lugar solo  por unos momentos, confundiéndose con los aromas de las diversas maderas que abundaban en esa sala y la fragancia del fuego crepitando con intensidad. Ese olor a sangre llego a Schuldin, ya que un sentido que había desarrollado con el tiempo, había sido el olfato, podía encontrar a su presta buscando su mente en los alrededores, pero el olor a sangre, seguir el rastro con solo su olfato seguía siendo embriagador para todos sus sentidos, en eso concordaba con Farfarello, él cual se pone frenético, con ese dulzón aroma, en cuanto llena sus fosas nasales, quizás el pequeño Nagi no disfrutaba con esa fragancia tan sutil, demasiado joven para sentir placer con esa exquisita fragancia, Crawford, de él dudaba que sitiera algo real por dentro, era demasiado bueno engañando a las personas, que sus mentiras comenzaban a convertirse en realidades en su propia mente, quizás por eso había dejado de husmear en esa mente, demasiado falsa como para prestarle atención.
-¿Por qué huele a sangre?, pensó Schuldin, con sus ojos serrados y solo dejándose guiar por su olfato, sus brazos aun envueltos en el saco gris, pasaron por la cintura de Alessandro, ciñéndolo en un fuerte abraso, su rostro apoyado sobre el hombro del mayor, su nariz moviéndose muy lentamente por la mejilla de Alessandro, hasta dar con la fuente de donde había provenido ese aroma que le embriagaba, -¿Por que lloras lagrimas de sangre?, pregunto Schuldin, como si eso fuera lo más normal del mundo, y él solo fuera un niño pequeño, que cuestionaba un simple, ¿por qué?, dé un acontecimiento común y cotidiano, y para Schuldin lo era, ya que no podía existir algo de lo cual él pudiera poner alguna duda, él podía leer la mente de las personas, adentrarse en sus sueños, e intentar ganarle una carrera a cualquier  felino, que alguien derramara lagrimas de sangre no podía ser tan extraño, como  para aterrarle o asombrarle.
-Esa es una pregunta, que e temido responder por casi 20 años, y a hora ya no hay marcha a tras,  Alessandro giro su cuerpo en el abraso, para que su rostro quedara frente al de su pequeño, y ejerciendo un poco de presión, logro recostarlo sobre uno de los amplios sofás, -Mi pequeño, podría estar aquí, explicándote quien soy y que soy durante horas, quizás me creerías, quizás no, es menos probable la segunda opción ya que te conozco demasiado bien, pero creo que es mejor demostrarte que soy, en lugar, de hablar y hablar, las palabras pueden confundir, los hechos los puedes interpretar y comprender, esas palabras estaba confundiendo a Schuldin, pero Alessandro no le dio suficiente tiempo como para que su mente procesara todo lo que él estaba diciendo, se acerco al odio de su pequeño, al cual tenia acorralado en el sillón, -Cofia en mi, no tengas miedo, yo jamás te are daño, dijo Alessandro con voz algo ronca, sus cabellos en algún momento se habían desatado, y una cortina blanco y negro los cubría a ambos.
-Siempre a sido a sí, dijo Schuldin, tranquilamente, el poco temor que las acciones y palabras de Alessandro, le habían estado provocando en los últimos minutos se disiparon cuando le recordó, esa misma promesa que le había hecho hacia ya tanto tiempo atrás, el de confiar, el de no tener miedo, el simple hecho de recordar que él jamás le aria daño.
-Té amor mi pequeño, dijo Alessandro, una tierna sonrisa dibujada en su rostro, para después unir sus labios en los de Schuldin, un cálido y tierno beso, sin pasión, solo demostrando amor, los labios de Alessandro bajaron lentamente hasta llegar al cuello desnudo de Schuldin, el cual él mismo se había encargado de descubrir, con manos expertas, su nariz hurgando en esa área de su pequeño, capturando y grabando en su memoria esa fragancia exquisita, ese característico aroma de su pequeño, de canela mezclada con brisa marina, una exquisita fragancia que podría encontrar entre un millón de personas sin herrar.
-No temas, susurro Alessandro en su oído, para al segundo siguiente, posar sus labios sobre esa blanda y suave piel, sus largos y agudos colmillos la perforaron, haciendo que Schuldin sintiera un agudo dolor en esa área, que no duro mas que un par de segundos en borrarse, al sentir una suave succión, sobre la herida, haciendo que una pequeña descarga eléctrica recorriera su espina dorsal, haciéndolo gemir de placer, el dolor se había borrado, a hora solo sentía un delirante placer, sus brazos lograron responderle y aferraron la cintura del que estaba sobre de él, ese acto para Alessandro fue un reflejo de la entrega de su pequeño, que casi derramaba otra lagrima, su pequeño aun le amaba y aun confiaba en él. La succión ceso, no le había drenado demasiada sangre, ni siquiera la suficiente como para dejar a Schuldin ni levemente mareado, Alessandro se izo una leve herida en su labio inferior y dejo caer unas gotitas sobre la herida de su pequeño, la cual se cerro, lamió y beso con cariño el lugar, donde momentos antes había profanado con sus colmillos, como pidiendo disculpas por el dolor causado.
-Vampiro, susurro Schuldin, en cuanto su mente salió del placer al que había sido sometido su cuerpo y había logrado restablecer algo de coherencia en los hechos de ese día, y solo llegaba a la conclusión de que no se iría, se sonrió y abrazo con mas fuerza a Alessandro.
-Eso es lo que soy, contesto Alessandro, sin preocupación, el abraso y haberle leído un poco los pensamientos a Schuldin ayudaban a que estuviera tranquilo y con calma, su pequeño había regresado a su lado, -Desde hace mucho tiempo.
-Eso explica muchas cosas, como por ejemplo, el por que tienes una gran fascinación por invitarme a cenar y jamás comer nada, el por que tenias ese olor a sangre, la vez que nos vimos en la cafetería, así no nos olvidemos del por que siempre me instruías por las noches, todo esto lo dijo Schuldin de una forma tan simple, como si de lo mas normal del mundo se tratara, -¿Y que tan viejo eres?
-Muy astuto mi pequeño, pero no voy a darte la oportunidad de que me digas viejo, ya no eres mi pequeño de antes, a hora se muy bien, que eres capas de demasiadas cosas, pero eso... me gusta de ti, dijo Alessandro volviendo a besar a Schuldin, el resto de la noche se la pasaron, entre besos y caricias, hasta que el sol salió y Alessandro de encargo de que ambos durmieran todo él día.
                            
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La atardecía apenas en Tokio, el otoño estaba demasiado frío ese año, hacia apenas unas semanas que había comenzado la nueva estación, y por las calles ya se podía ver el desfile de gente con sus ropas para el frío. Cierto chico de cabellos pelirrojos, estaba placidamente acurrucado, contra el pecho de un joven de ojos negros, los cuales le veían, como un tierno e inofensivo como un pequeño gatito, con esa expresión de paz y tranquilidad, que tenia Schuldin por estar a un dormido.
El lugar irradiaba una calma, casi absoluta, con dos jóvenes compartiendo un amplio sofá de tres piezas, un cálido abraso, confianza y amor entre ellos, Alessandro se movió ligeramente, no quería hacerlo, sabia que eso despertaría a su pequeño, pero el movimiento fue necesario, y a pesar de que fue lo más leve posible, eso fue todo lo que necesito, él pelirrojo para despertarse.
-Buenas noches, dijo Schuldin en medio de un gran y sonoro bostezo, estirando su cuerpo lo mas que podía, haciendo notar la flexibilidad felina que poseía.
-Aun tienes sueño, duerme un rato más, aun es temprano, dijo con cariño Alessandro, no deseaba que Schuldin despertara, ya que esa noche se iría a finiquitar los asuntos con Schwarz, él sabia que podría haber problemas, que quizás no le dejarían ir, o que ese idiota de lentes, estaba seguro de que este intentaría convencer a su pequeño de quedarse con él, pero para todos estos mínimos detalles, él intervendría de ser necesario, no dudaba de su pequeño, pero tenia que arreglar algunas cosas con el chico de los lentes, después de todo, nadie puede hacerle daño a su pequeño y salir sin siquiera un mínimo escarmiento.
-Alessandro, exclamo Schuldin, en un tono de regaño fingido, -Ya hablamos de eso, tengo que ir, no puedo solo desaparecer, dijo concluyo mas seriamente él pelirrojo. 
-Lo se mi pequeño, lo se, pero no quisiera que te apartaras jamás de mi lado.
-Lo mismo pienso yo, pero a hora me voy, Schuldin le dedico una sonrisa carda de afecto, exclusiva para Alessandro, se acomodo un poco la ropa, era la misma que se había puesto, la mañana que salió de la casa de Schwarz, un beso corto, una caricia en la mejilla de su querido Alessandro, una ultima sonrisa ates de salir por la puerta principal y una ultima frase, -Recuerda que te amo.
La puerta se cerro, sin hacer ruido, Schuldin se había marchado, de la casa en donde había pasado una fantástica semana, con Alessandro, pero ya era hora de arreglar algunas cosas, y para ello tenia que regresar, aun que fuera solo por esa noche. Mientras que en el sillón, donde hacia solo un rato, habían estado dos personas, a hora no había nadie, la casa estaba desierta, Alessandro se había marchado, unos segundos después que Schuldin, tenia muchos asuntos pendientes que arreglar.
La noche ya había caído al fin, era viernes y la gente salía a divertirse, un joven de cabellos negros, lentes y un fijo traje color arena, caminaba por las calles, había demasiada gente fuera de sus casas, eso no era del agrado de Brad Crawford, en ese momento se maldijo a si mismo y a cierto pelirrojo, por no haber tomado un taxi, pero deseaba caminar, sentir el la brisa helada en su rostro, sentirse levemente vivo, aun que eso era una completa mentira, ya que sin Schuldin, que le hiciera sonreír, sacarlo de su rutina diaria, él no era nada, mas que un robot con un programa preestablecido de lo que debía hacer.
A un tenia una hora mas, para poder llegar a casa y avisarle a lo que quedaba del equipo de Schwarz, que había una nueva misión que cumplir, desvío su camino una cuadra, prefería pasar por el parque, el cual seguramente estaría solo, siempre lo estaba sin importar el día o la hora. Caminaba despacio, haciendo ruido, cosa poco usual en él, acostumbrado a moverse entre las sombras, con sigilo y hacerse notar lo menos posible, pero esa noche en particular, tenia ganas de gritar, de expresarle a todo el mundo, que estaba enamorado, de una persona muy especial, pero a la cual no podía de dejar, de insultar y maldecir, y que era completamente dependiente de ella. 
Atravesaba por el pasillo principal del parque, ya iba a la mitad, enfrente de él, recargado contra una farola, estaba un muchacho, de la edad de Schuldin, de largos cabellos negro y blanco, vestido con un traje en color gris muy oscuro, Brad continuo avanzando por el desolado parque, ya iba a pasar de largo al muchacho que había visto, pero este se movió y se ubico a solo un metro de distancia enfrente de él.
-Buenas noches, Sr. Brad Crawford, dijo diplomáticamente, pero con un tono muy frío Alessandro, había ido a ver a Crawford, tenia asuntos que arreglar con él, y la diplomacia, a veces es un arma, con la que se puede jugar, para hacer sufrir a las personas mas adelante, se sonrío mentalmente, ya tenia planeado algo en contra del chico de las gafas, pero como se dice la venganza sabe mejor si se sirve bien fría, y el tenia que vengar a su pequeño.
-¿Quién eres?, cuestiono a la defensiva a Brad, poniendo su mascara de completa seriedad y autocontrol al frente de su rostro, pero con una gran pregunta rondando su cabeza, esa voz, era la misma que había estado atormentándolo durante toda esa semana, eso le molesto por completo, era lo único que le faltaba para terminar de arruinar su día.
-Alessandro Zach, un placer el conocerle, la diplomacia continuaba de parte del chico de los ojos color negro, extendió su mano para un saludo, el cual Brad rechazo, no confiaba en ese sujeto.
-¿Qué quieres?
-Usted siempre tan directo, Sr. Crawford, eso es bueno para mi, así acortaremos tiempo, dijo con completa calma Alessandro, -Lo que quiero, son dos cosas, la primera es que me contestes una simple pregunta, ¿Qué se siente el lastimar a la persona que te hace sonreír?.
-..., esa pregunta, ya se la había planteado antes, y era la misma voz que escuchaba en su cabeza, ¿Quién era ese sujeto?, ¿Por qué su obstinación en hacerle esa clase de preguntas?, se cuestionaba a si mismo Brad.
-Sabia que no obtendría respuesta, pero no importa, a hora mi segunda petición y esa es, dijo Alessandro, guardo un minuto de silencio, lo suficiente para dejar que Crawford, pusiera levemente sus ideas en orden, - Quiero lo que es mío desde hace mucho tiempo, declaro con completa seriedad el vampiro.
-Y que puedo tener yo, que sea tuyo, contesto el americano algo irritado, no tenia ningún humor para estar escuchando tonterías, de desconocidos.
-A SCHULDIN dijo este, sonrío maliciosamente, dicho eso desapareció, se esfumo como si de humo se tratara, pero dejando una frase al aire, lo suficientemente audible, para que Brad la escuchara, -He visto tu rostro, he visto tu mente, tu vida me pertenecen.
Después de que Alessandro se marcho, Brad se tiro sobre una banca, necesitaba pensar, ¿Quien demonios era ese sujeto?, ¿Por que decía que Schuldin era suyo desde hace tiempo?, ¿acaso ese sujeto ya le había quitado a su Schuldin?, ¿Cómo se había metido ese tipo en su cabeza?  y lo que mas consternado e intranquilo lo dejaba, era el pensar en que ya había perdido a Schuldin, y esta vez quizás para siempre.
Alessandro se había desaparecido, había dejado a Brad completamente confundido y pensado en un mar de cosas diferentes, su objetivo estaba cumplido, así que se fue de cacería, mientras todo esto sucedía, Schuldin se dirigía a la casa de los Schwarz.
 
capítulo 3         capítulo 5