-Quiero lo que es mío desde hace mucho tiempo, a Schuldin, esas palabras resonaban en la cabeza de Crawford, una y otra
vez, después de que el misterioso chico de cabellos negros y blancos, se marcho, dejándolo con un numero de dudas mayor, de
las que había logrado responderse a sí mismo en el transcurso del día. -Schuldin..., ¿Acaso té e perdido?, ¿Me has dejado
solo mi amor?, ¿Quién es ese Alessandro?, pensaba Brad, mientras daba unos pasos, para lograr alcanzar una banca cercana,
se tambaleaba, su cabeza era un par de confusión, las palabras que le había dicho Alessandro, habían sido duros golpes para
él, -Son bobas las preguntas que me ago, si ya conozco las respuesta, ya te e perdido, me vas a dejar solo, para jamás volver
a mi lado, ni siquiera necesito verte, para saberlo, simplemente lo se, continuaba con sus pensamientos Brad, por fin logro
llegar a la banca, Crawford la miro unos segundos, y se dejo caer pesadamente sobre ella, era como una salvación, esa simple
banquita de madera, si hubieran pasado unos minutos más, habría caído al suelo -Ese chico ya debe saber, cual es el sabor,
de esos, tus labios, que se ven tan dulces, a pesar de que sonrías de manera desdeñosa, Brad se martirizaba con sus pensamientos,
imaginando a Schuldin besando al joven de cabellos negros y bancos, -De que me sirve mi poder para ver el maldito futuro,
sin en este caso no puedo cambiarlo, quiero luchar por ti, deseo regresarte a mi lado, para nunca mas dejarte marchar, pero
solo encuentro el fracaso, no intentarlo es la opción mas cobarde, si esto hubiera sido hace una semana, no habría dudado
un solo segundo para obtener lo que deseo, pero a hora, me siento como un pequeño niño, el pequeño que mendiga por una sonrisa,
el que suplica por un minuto de atención, el que a un que te mira con completa indiferencia solo te suplica que le abrases
y le des el beso que jamás me e atrevido a robarte. -Pienso demasiadas tonterías, lo sé, lo sé, todo esto a sido por mi
causa, como dice el dicho, cada quien cosecha lo que siembra, yo té e tratado peor que a mis enemigos, y tu con toda la paciencia,
que jamás té e visto con nadie, ni con nada, me la tuviste, intentaste que te correspondiera y solo obtuviste la indiferencia
de mi parte, palabras que te hirieron, continuaba pensando Brad, dándole vueltas a los mismas cosas que había estado pensado
en toda la semana. -¿Que se siente lastimar a la persona que amas?, pregunto una parte de su mente, la parte seria y lógica
que a un sobrevivía dentro de su mente. -No lo sé, jamás me demostró que le dolía, se contesto a sí mismo, la parte más
humana, la más sensible, el alma de Crawford, que a hora se sentía como un niño lastimado e indefenso, -¿Pero que podía hacer
yo?, si tenia miedo, si aun tengo miedo, tenia miedo a decirle algo y a hora tengo miedo de saber que le e perdido para siempre,
continuo diciendo, la parte mas lastimada de Crawford. -¿Y si es así por que dudas en buscarle?, cuestiono de nuevo, la
parte lógica de la mente de Crawford. -¿Por que tengo miedo? -Y te quedaras aquí, sin hacer nada, comenzó a decir la
parte lógica de Brad, con la seriedad casi absoluta, que poseía esa parte de él, pero a la vez, se escuchaba calma, serena
casi conciliadora, -Creí que éramos mas valientes Brad, que lo que deseábamos lo tomábamos, sin importar quien estuviera en
el camino, podemos contra ese chico, podemos eliminarlo, tomar lo que el reclama como suyo, como nuestro, no es su Schuldin,
es nuestro Schuldin, aun que tengamos que encadenarlo, es nuestro y no se ira de nuestro lado. -Pero... -Pero nada,
a hora seca esas lagrimas que corren por nuestra mejilla, hacia un buen rato que Brad, había comenzado a llorar, pero estaba
tan sumergido en sus pensamientos que no se había percatado de ellas, -Tenemos una misión, y algo me dice que Schuldin estará
hay, así que dirígete a casa, que tenemos que cumplir con una misión, recuperar a Schuldin para nosotros y deshacernos de
Alessandro Zach. -Por que nadie toca lo que es mío, concluyeron a dúo, las dos voces dentro de la cabeza de Brad, con un
rápido movimiento, se quito las lagrimas de su rostro, respiro hondo, y se dirigió a casa, con paso seguro, comenzaría una
guerra para recuperar a Schuldin, pero por a hora, tenia el tiempo justo para llegar y comenzar la misión o Takatori se enfadaría
con él. *~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-*~*-* En la casa de los Schwarz, Nagi
estaba sentado en la sala, veía el televisor, no había nada interesante, así que solo se quedo viendo un aburrido documental,
sobre como crecen los cactus en el desierto, la voz del narrador del documental, estaba arrullándolo lentamente, en los últimos
5 minutos había bostezado mas de 10 veces, Farfarello estaba, admirando, puliendo y afilando, con su gran colección de cuchillos
en el sillón de al lado. La puerta de entrada se abrió lentamente, ninguno de los que estaba en la sala presto atención
a este detalle, una larga gabardina blanca fue colgada en la percha de la entrada, Schuldin acababa de llegar, se froto las
manos lo mas sonoramente que pudo, afuera estaba haciendo mas frío de lo usual, pero a pesar de eso, ni Farfarello ni Nagi,
captaron su presencia. Desde la entrada a la sala, él pelirrojo, le daba una mirada rápida a lo que considero una vez su
casa, todo seguía igual, Nagi estaba medio dormido, frente al televisor, Farfarello un poco más alejado estaba concentrado,
Schuldin se sonrío, los consideraba sus amigos, a pesar de haberlos tratado muy mal, los veía como su familia, a Nagi como
un hermanito menor y al irlandés como un amigo. Se sentó a un lado de Nagi, sin hacer ningún ruido, ni siquiera se dio cuenta
el adolescente, tomo el mando a distancia del televisor, y comenzó a cambiar los canales, eso fue lo único que necesitaban
los presentes, para salir de sus mundos. Nagi parpadeo varias veces, se tallo los ojos con el dorso de la mano, a un lado
de él, estaba él alemán, se le quedo viendo unos segundos, se veía ligeramente diferente, que era lo que había cambiado, después
de observarlo atentamente, durante unos minutos, que parecieron eternos, hasta que lo descubrió, Schuldin estaba sonriendo,
no era extraño verlo sonreír, pero de esa forma, tan cálida y dulce, se podría decir que casi infantil; Farfarello dejo sus
cuchillos en paz, se puso de pie y ocupo él ultimo lugar libre del sillón, en donde estaban Nagi y Schuldin, le quito el mando
a distancia al pelirrojo y volvió a poner el documental sobre los cactus. -¿Dónde estabas Schuldin?, pregunto por fin Nagi. -Con
alguien al que había olvidado, respondió Schuldin con sinceridad, sin borrar la sonrisa de su rostro, sin prestarle mucha
atención a nada, estaba algo distraído, solo esperaba a que llegara Crawford, para poder presentarle lo que seria su renuncia,
despedirse de sus amigos e irse con Alessandro, su mente solo pensaba en su amado de ojos negros. -Cactus..., los cactus
tienen muchas espinas, se ven filosas, quiero un cactus para mi cuarto, declaro Farfarello, mientras veía en la pantalla,
una serie de cactus, llenos de púas, espinas y que se veían bastante afiladas. -Me pareció haber visto, hace una semana,
algo similar en la florería de los gatos, informo Schuldin, sin prestar a tensión a lo que decía, seguía pensando en Alessandro. -Schuldin,
¿Puedo preguntarte algunas cosas?, dijo Nagi con voz cautelosa, no deseaba que la actitud pasiva y despreocupada del alemán
se disolviera. -Si, fue la escueta respuesta del alemán. -¿A quien olvidaste? Y ¿Cuándo visitaste a los gatos? -Alessandro
Zach, él es la persona que olvide, o que me obligo a olvidar, dijo con un aire de tristeza Schuldin, -Hace una semana, ocupaba
pensar y bueno decidí molestarlos a los gatos, su florería es muy visitada, aun que termine pasando todo él día con unos niños,
que viven en Tomoeda. -Niños... los niños son inocentes, si Schuldin molesto a los pequeños, Dios a de haber sufrido mucho,
declaro Farfarello con un aire solemne. -¿Qué le hiciste a esos niños Schuldin?, pregunto algo molesto Nagi, ya que una
cosa era que los molestara a ellos o a los gatos, pero niños, jugar con mentes de pequeños, por simple gusto, eso se salía
de la escala, incluso de la del Schuldin cruel. -¿Qué clase de persona creen que soy?, el rostro de Nagi, expresaba claramente,
que creía que Schuldin si era capas de hacer algo así, -Mejor no respondas Nagi, pero no, no les hice nada, tan solo fuimos
a un evento, una exposición de chocolates de diversas partes del mundo. -¿Tu con niños?, comienzo a sentirme en la dimensión
desconocida, dijo Nagi, -¿Acaso este es él Schuldin que conozco?, comienzo a cree que este pelirrojo sonriente, es un clon
mal hecho del alemán, ya que una persona, no puede cambiar tanto, en tan poco tiempo, ¿Donde estaba él alemán, cuyo sentido
del humor rallaba en la crueldad?, se cuestionaba mentalmente, el menor de los tres presentes, mientras que el de cabellos
blancos, solo prestaba o fingía prestar mas atención al televisor que a la conversación de sus dos compañeros de equipo. -Murió,
contesto Schuldin, a las preguntas que sé hacia mentalmente Nagi, -Hace una semana recupere gran parte de mi pasado, y este
al que vez, es el verdadero Schuldin, dijo el pelirrojo, le había leído ligeramente la mente a Nagi. -En eso, te sigues
pareciendo al viejo Schuldin, sigues leyendo mi mente, solo por gusto, dijo Nagi, en un fingido enfado. -Los siento, es
la costumbre. -Ahora el mundo si va a acabarse, te has disculpado, dijo Nagi, en tono de broma, en poco tiempo obtuvo la
confianza para poder hablar, mas abiertamente con este nuevo Schuldin. Schuldin se sentía a gusto, al lado de los que
consideraba sus amigos, aun que no podía apartar su mente de Alessandro, seguía deseando tenerlo cerca, que le abrazara, perderse
en esos ojos negros, sentir la suave caricia de su aliento en su mejilla, el dulce sonido de su melodiosa voz, susurrándole
tiernas palabras al oído, poder probar de nuevo el sabor de sus labios, pero a hora lo sentía tan lejos, su cuerpo reclamaba
el calor, que solo él podía brindarle, sin querer, se había hecho de nuevo demasiado dependiente de él, simplemente se había
atado a Alessandro por amor, le amaba y de hay su gran dependencia a desearlo cerca, hoy, mañana y siempre. Aun que también
una parte de su mente, se analizaba a sí mismo, ¿Qué era lo que le había sucedido en ese tiempo?, había recuperado su pasado
y se había convertido en otra persona, ya no era el viejo Schuldin, ni el Schuldin que trabaja para Schwarz, sino que se transformo
en una delicada fusión de los dos, el pasado, con el presente, sonreía como él Schuldin del presente, pero no de la misma
forma, sino con calidez, con humanidad, como lo hacia de chico, era mas abierto en su forma de ser, conversaba, ya no se sumergía
en su propio mundo como cuando era un niño, pero ya no actuaba como el Schuldin que conocían los Schwarz, ya no se metía en
las mentes de la gente, para destrozarlas, ya no jugaba con ellas, era cortes, simplemente, había pasado a ser, alguien demasiado
complejo y a la vez tan simple, en una mezcla demasiado extravagante, de personalidades opuestas y complementarias, dejando
así, a un Schuldin tan diferente, pero a la vez, tan como antes, que era fácil y ala vez difícil distinguir uno del otro. El
documental sobre cactus se acabo, y Farfarello comenzó a participar en la conversación de Nagi y Schuldin, era la primera
vez, que esos tres tenían una platica, de temas sin la menor trascendencia, aun que principalmente, la conversación giro en
torno de Schuldin y la semana que estuvo desaparecido, no lograron obtener gran información, solo ensoñadoras y poéticas respuestas
de parte del alemán. -Por como hablas, diría que es tu primer amor, dijo Farfarello, mirando algo intrigado a él alemán,
se le hacia extraño, verlo hablar de esa forma. -Tienes mucha razón, Farfarello, Schuldin habla como un niño enamorado,
dijo Nagi entre risas. -Lo es, respondió Schuldin, en un murmullo, se sonrío mas ampliamente, a su mente llego una imagen
de Alessandro, de su sonriente y tierno Alessandro, despejo un poco su mente y la conversación continuo, así estuvieron, durante
un largo rato, hasta que la puerta volvió a abrirse, Crawford acababa de llegar a la casa. El americano miro a los integrantes
de Schwarz, conversando y a Schuldin, cuando lo vio, hay sonriendo, se veía tan inocente y feliz, que tuvo que hacer uso de
todo su auto control para no correr y abrazarlo, hacia una semana que no le veía, que no escuchaba su voz y a hora lo encontraba
tan cambiado, sus defensas estaban a punto de caerse, pero su parte lógica entro en acción. -Tranquilízate, vamos a recuperarlo,
por que nadie nos quita lo que es nuestro, a hora solo enfócate en la misión, le dijo su parte lógica, la impresión que había
reflejado su rostro, había desaparecido, ahora no demostraba ninguna emoción, usaba su semblante de costumbre, el de Yo no
siento nada, no necesito de nadie. El silencio callo sobre la sala, Schuldin dejo de ver a sus compañeros de equipo, para
fijar su vista en el recién llegado, su sonrisa desapareció, para dejar pasar a un rostro completamente serio, sobre el lugar
comenzaba a sentirse una atmósfera opresiva y asfixiante, Crawford y Schuldin eran los causantes, que se sintiera así el lugar,
a Nagi comenzó a sudar frío, no le agradaba nada, como se sentía el lugar, Farfarello comenzó a jugar de nuevo con uno de
sus cuchillos, y no le prestaba atención a lo que sucedía con ese par, Crawford, simplemente parecía no inmutarse, le sostenía
la mirada a Schuldin, él cual lo miraba indiferentemente. -Tenemos una misión, prepárense rápido, salimos en 5 minutos,
dijo Crawford, rompiendo el enlace visual con Schuldin, con esto todo pareció regresar a la relativa normalidad de la casa
de los Schwarz, Nagi fue por algo a su cuarto, Farfarello se desapareció, había ido a buscar su cuchillo favorito. -Espero
que esta vez, no desaparezcas, a media misión Schuldin, dijo él americano, con fría calma y con un tono de sarcasmo. -Esta
será la ultima vez, respondió Schuldin. -¿A que te refieres?, pregunto Crawford, con algo de miedo en su voz, antes de
que pudiera decir algo mas, Nagi y Farfarello, regresaron, el americano logro calmarse justo a tiempo, los 4 se marcharon
a su nueva misión, aun que Schuldin mas por costumbre, que por gusto, esa sería la ultima vez, que iría con los Schwarz, a
una misión
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