Schuldig estaba empezando a aceptar aquél extraño sueño, alucinación o como pudiera calificarse lo que estaba sucediendo.
Se había convencido a sí mismo de que era algo temporal. No, no podía durar mucho, así que decidió vivirlo como una curiosa
experiencia, puesto que no podía hacer nada para escapar de la situaciónDecidió que lo mejor sería enfocarlo de manera positiva,
¿quién sabe? quizás incluso lograra disfrutar de aquél absurdo.
Había pasado el día contemplándose en cualquier superficie que pudiera reflejar su imagen. A pesar del calor, del que ya
ni siquiera se acordaba, salió a pasear y a comer algo hasta la hora en que debía estar preparada para su enfrentamiento con
Weiss. Había sido genial caminar por las siempre populosas calles de Tokio recibiendo a oleadas en su mente, sin esfuerzo,
los obscenos pensamientos de los hombres que la miraban a su pasoAl parecer, su forma femenina no le había restado atractivo,
y eso que no se había molestado en asearse ni cambiarse, llevando la misma camiseta ancha y pantalón largo de deporte sudados
del día anterior
Sólo le molestaba ese aire posesivo con que muchos hombres la deseaban, cómo la miraban con descaro, sin ningún pudor,
con un cierto aire de superioridad¿Superiores a ella, que podía controlarlos a todos si quería y saberlo todo de todo el mundo,
paseando por sus vulgares y aburridas mentes? Sonrió con autosuficiencia y desprecio.
Una vez en casa, se dirigió a su cuarto, que afortunadamente no había cambiado ni estaba adornado con todas esas tonterías
que gustaban a las chicas: estaba tan patas arriba como siempre, sin cambios aparentes(¿Quién dijo que los alemanes amaban
la disciplina y el orden?) Abrió el armario, esperando encontrar su casaca verde y su pantalón cremapero en lugar de eso,
se sorprendió al ver colgadas blusas de chica, faldas, pantalones de mujer y otras prendas femeninaspor no hablar de lo que
había en el cajón de los calzoncillos
Tras revisar detenidamente su vestuario, se decidió por una blusa que recordaba su camisa azul favorita, unos pantalones
piratas negros ajustados y unos botines de tacón alto y grueso. Por último, se enfundó una chaqueta blanca de tela ligera,
manga larga, cintura ajustada y amplios faldones. Por supuesto, no olvidó su inseparable pistola.
"-¡Tía buena!" Se dijo a sí misma, lanzando besos a su imagen en el espejo, mientras se levantaba el pelo poniendo poses
sexy.
De pronto sintió una mente conocida, muy cercaMiró hacia un lado y ahí estaba Nagi-chan, con expresión aburrida y resignadaLlevaba
su traje de colegialaSchu se preguntaba si iba a pelear con esa faldita corta, que pedía a gritos que se la levantaran, pero
recordando la reacción de la cría, esa misma mañana, se lo pensó dos veces antes de hacerlo
-"Siento interrumpirte, pero, si vas a estar toda la noche admirando tu belleza, llegaremos tarde, ya estamos todas listas"
Dijo Nagi, apoyada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados
-"Jawohl, ya voy, ya voy" Contestó la pelirroja, mientras buscaba su coloniaSólo había frascos de perfume femenino"-¡Vaya!"Bueno,
se puso un poco de uno cualquiera Nagi, que se había acercado un poco más, la miró inquisitivamente, ligeramente ruborizada.
La dura mirada de la adolescente se había suavizado. Dijo en un susurro: "-¿Me dejas un poco?". Schu sonrió ampliamente y
le tendió el frasco, mientras se dirigía al Salón, donde se encontró con una Miss Crawford, realmente harta de esperar y Farfarella,
que clavaba y desclavaba su punzón una y otra vez en el sofá, impaciente y ansiosa por introducirlo en otro tipo de superficie,
a ser posible de las que pudieran sangrar.
"¿Podemos irnos ya, princesa?" preguntó Brenda, con los brazos en jarras y clavando sus ojos en los de Schuldig.
"-¡Vengaaa, ¿a qué esperáis?!; ¡no sé qué hacéis ahí pasmadas!." , respondió la alemana con descaro. Las otras prefirieron
ignorarla; era la mejor manera de convivir con ella.
Por fin subieron al coche, estacionado en el garaje subterráneo, y apenas las cuatro tomaron sus respectivas plazas, el
vehículo inició su marcha, a toda velocidad, por culpa del tiempo que Schu-Schu había perdido en vestirse y admirarse. A la
telépata le llamó la atención que el interior del coche oliera a perfumes de flores, en lugar de apestar a sudor, tabaco y
after shave mezclados con la colonia de Brad, como era habitual
Mientras conducía, Crawford puso al corriente a las demás:
Nagi-chan había interceptado con sus habilidades de hacker, un cruce de informaciones entre Kritiker y BombayAunque no
había podido hacerse con la cinta de vídeo donde figuraban las instrucciones precisas, sí consiguió algunos datos importantes,
a partir de los cuales Crawford pudo seguir investigando. Averiguó cuál era el próximo objetivo de las Cazadoras Blancas y
con casi total seguridad, cuándo y dónde iban a actuarUna ocasión sin igual para cogerlas por sorpresa y deshacerse de ellas
¿Cazadoras Blancas? Sí, por lo que estaba oyendo la pelirroja, sus rivales también habían cambiado de sexo¡Ardía en deseos
de enfrentarse a ellas! Podría reírse sin descanso de las pintas de Yohji y Aya ¿con tacones? En lugar de un alambre de acero,
¿usaría Kudo una cinta de gimnasia rítmica?¿Lloraría Ken si se le partía una uña? La alemana rompió el silencio no pudiendo
reprimir unas sonoras carcajadas. Brenda, que iba al volante, la miró de reojo, procurando no perder de vista mucho tiempo
la calzada y detrás, Farfarella dejó de arañar el cristal de la ventanilla con su punzón, ¿De qué se reía esa, de repente?La
esquizofrénica pensó que dentro de poco tendría con quien compartir sus camisas de fuerza
Al cabo de unos silenciosos minutos, Crawford detuvo el coche. Tras apearse del automóvil, aún tuvieron que caminar largo
rato. Era un lugar bastante apartado dentro de la zona de descarga y almacenaje del puerto. Al parecer, iba a producirse un
intercambio de dinero por órganos humanos ilegales. El tipo que perseguía Weiss, un tal Takeda, iba a estar presente en el
trueque, así, las floristas aprovecharían aquella ocasión de eliminar al tipo en cuestión, para deshacerse también de los
otros implicados y al mismo tiempo abortar toda la operación. Tres pájaros de un tiro.Claro que las chicas de Persia no contaban
con la presencia de Schwarz como estrellas invitadas
Aunque su verdadero y ansiado objetivo era Weiss, la misión de Miss Crawford y sus muchachas consistía oficialmente en
impedir que Takeda saliera con vida, pues gracias al dinero que iba acumulando con sus negocios sucios, se estaba volviendo
cada vez más poderoso, aspirando a un cargo político, donde Takatori pretendía situar a uno de sus colaboradores. Brenda sabía
que en un futuro cercano que ella había previsto con sus dotes, su jefe le encargaría que eliminara a aquél molesto mosquito,
así que la misión de Weiss le venía como anillo al dedo. En ese punto, las intenciones de Schwarz y sus rivales coincidían
plenamente, ¡Qué ironía! ¡Las chicas de la floristería podrían incluso hacerles el trabajo!Además era también una oportunidad
sin igual de atacarlas sin que lo sospecharan. ¡Qué perfecto! Brenda no pudo reprimir una disimulada sonrisa, que sus subordinadas
no tuvieron siquiera tiempo de ver.
Siguiendo las indicaciones de Crawford, las asesinas de Takatori se ocultaron entre unos camiones y unas cajas, que rodeaban
el almacén a cuyas puertas tendría lugar el trueque. Todavía no había llegado nadie"¿Para eso tantas prisas?", pensó Schuldig.
Brenda le pidió que mantuviera sus poderes alerta, para captar las ondas mentales de cualquiera que pudiera acercarseentonces,
cuando así fuese, avisaría telepáticamente a Crawford para que esta decidiera cuándo entrarían en acción.
A un gesto de la líder, las chicas se desplegaron por parejas, Nagi-chan con Schuldig y Brenda con Farfarella, ya que la
americana prefería mantener a su lado a la psicópata para evitar que se lanzara al ataque antes de tiempo. Era divertido ver
a Miss Crawford correr con sus tacones, meneando las caderas mientras cogía a la tuerta por la correa del cuello con una mano
y sujetaba su pistola con la otraLa telépata suspiró meneando la cabeza: ¿Cómo es que Brad también le resultaba tan atractiva
en su versión femenina?
Después de unos minutos que se hicieron eternos, Schu sintió la presencia de Weiss tan concentradas en su misión que era
fácil captar su nerviosismo, su tensión, sus pensamientos dedicados únicamente a la misiónLa telépata avisó a las demás. El
filo del arma de Farfarella lanzó un hambriento destello en la oscuridad.
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Sigue...