Jorge Eduardo Eielson
              Lima, 1924 -
 

ELEGÍA
 
No es el pájaro salado
Sobre la playa dorada
Ni el desierto que se anida
En la palma de la mano
No es la luna que se asoma
Sobre el último poema
No es el sol sobre la arena
Ni la arena que oscurece
El sol sobre la arena
No es la sombra acumulada
En el patio de la casa
Ni tampoco tu mirada
Que todo lo llena de espuma
De claridad y de pescado
No es el dolor de cabeza
Ni el riñón enamorado
Ni mi sexo que padece
Ni tu sexo que amanece
Sobre la cama revuelta
Como si fuera un lucero
No es la sábana arrugada
Ni la estrella ensangrentada
Que resbala diariamente
Por tu cuerpo y por mi cuerpo
Hasta el fondo de la tierra
No es la glándula que llora
Ni la glándula que ríe
No es la harina dolorosa
De tus huesos y mis huesos
Ni la piel que os divide
Como cáscara de huevo
No es la máscara de polvo
Sobre tu calavera
Ni la máscara de polvo
Sobre mi calavera
No es amarnos todavía
Sin pantalón ni sonrisa
Sin corazón ni vestido
Casi sin carne y hueso
No es la luna que regresa
Ni tu desnudez que pasa
Como el viento en el estío
Es tan sólo mi ceniza
Que desea tu ceniza.
 

ARTE POETICA I

He decidido escribir un poema
De cien versos nada más
Y así sin darme cuenta
Tengo ya cuatro líneas negras
Sobre esta página blanca
Que espero sume las necesarias
Antes que se me pasen las ganas
De seguir escribiendo versos
Y comience a mirar la televisión
O a observarme en el espejo
Como lo hago diariamente
Yo que me afeito lentamente
Y cuento mis arrugas con esmero
Esperando vivir largamente
Para de vez en cuando escribir
Algún poema inocente
Posiblemente
Sin mar ni muerte
Y así tengo ya justo veinte
Versos escritos con rima en ente
Que ahora son veintidós
Que es justo la edad en que gané
(Así se dice vulgarmente)
Un premio de poesía
En mi patria el Perú
(Así se dice oficialmente)
Y justo la edad también
En que me enamoré
De una muchacha vestida
En pantalones solamente
Con los cabellos rubios
Y la rima en ones
Como nuestros corazones
Tan jóvenes y tan llorones
Que nos pasábamos las noches
Amándonos en los malecones
Haciendo mil comparaciones
Entre el amor y el mar
El mar y la muerte
El amor el mar y la muerte
Con todas las variaciones
E implicaciones
Hasta volvernos cabezones
Y cerrar la rima en ones
A tropezones
Con cuarenta y seis pálidos versos
Y la tristeza pegada
A la palabra nada
Aunque nada de ello se adivine
En esta rima helada
Mientras se desliza la belleza
En bicicleta de vocales
Bajo la cascada
De consonantes para nada
Sino para completar la ansiada
Suma final de esta composición preñada
De versos tintineantes y vacíos
Que ya nada dicen de la amada
Que ya nada dicen de nada
Porque han perdido la alegría
Para decir te amo te amo te amo
Te amo te amo te amo te amo
De la primavera y de las cosas bañadas
Por la humedad celeste
Cuando una telaraña de oro se extendía
Entre nuestra juventud
Y nuestros primeros versos
Bajo las palmeras o los saxofones
Zapateando en el firmamento
Como Fred Astaire y Ginger Rogers
Mientras a nuestra espalda
En el lugar de la amada
Morían nuestros hermanos sin decir nada
Levantaban una mano cerrada
Y con la otra apretaban el gatillo
Que anunciaba la llegada de la aurora
Y el comienzo triunfal
De la rima en al
Como si escribir fuera tan sólo
Ser fundamental
Tomar un aire doctoral
Colocar la rima al final
De cada verso y pretender
De cada uno de ellos el total
De sonoridad y contenido genial
Sin darse cuenta que la poesía
Huye de los poetas
Como la llama del hollín
Y que al revés de lo que piensa fulano
En la poesía como en la vida
Lo principal (hay que ser inteligente)
No es lo que se queda
Sino lo que se va
Como amablemente enseña el oriental
Y como felizmente he llegado al final
De esta composición magistral
(A causa de la rima en al)
Que ahora consta de noventa y nueve líneas negras
Sobre papel Bond Especial
 

CUERPO DIVIDIDO

Si la mitad de mi cuerpo sonríe
La otra mitad se llena de tristeza
Y misteriosas escamas de pescado
Suceden a mis cabellos. Sonrío y lloro
Sin saber si son mis brazos
O mis piernas las que lloran o sonríen
Sin saber si es mi cabeza
Mi corazón o mi glande
El que decide mi sonrisa
O mi tristeza. Azul como los peces
Me muevo en aguas turbias o brillantes
Sin preguntarme por qué
Simplemente sollozo
Mientras sonrío y sonrío
Mientras sollozo
 

CUERPO MELANCOLICO

Si el corazón se nubla el corazón
La amapola de carne que adormece
Nuestra vida el brillo del dolor arroja
El cerebro en la sombra y riñones
Hígado intestinos y hasta los mismos labios
La nariz y las orejas se oscurecen
Los pies se vuelven esclavos
De las manos y los ojos se humedecen
El cuerpo entero padece
De una antigua enfermedad violeta
Cuyo nombre es melancolía y cuyo emblema
Es una silla vacía