"La Guarida"

Parece imposible poder mezclar distintos temas y que den como resultado algo inteligente; miedo, investigación, fantasmagoría, trascendencia. Si se tiene Talento, NADA es imposible.

Algo así ha pasado con esta excepcional película, "La Guarida", una historia donde hasta el ser más humano puede, con tan solo un poco de esfuerzo por su parte, enterarse de lo que van los espíritus, los buenos, y los terriblemente malos.

Uno de los temas sobresalientes, el miedo, es el más solapadamente tratado, contradictorio o complejo, pero cierto. Reunir a unas pocas personas que padecen de insomnio para ponerles a prueba ante el desconocido miedo, el miedo como tal, en todas sus formas. El escenario no puede ser más propicio: una mansión gigantesca, tremenda, inimaginable casi, en mitad de una perdida situación campestre. Toooooodo es descomunal, la chimenea, las habitaciones, las lámparas, las estatuas, los grabados, los pasillos, las columnas; la mezcla de lo gótico con lo posmoderno...

Y cuando llega la noche, los espeluznantes ruidos de una inmensa casa que tiene respiración propia, donde las almas inocentes y el espíritu de un desalmado, conviven en pos de una guerra que no tiene cuartel, que no tiene rival, que no parece tener lógica.

Todo cuanto sucede en esta película es excepcional hasta la exageración, y debe de ser así porque si las cosas no se mueven solas, si los espíritus fantasmales no se ven, no tienen forma, entonces unos pobres ojos humanos no creen en lo extraordinario de lo anormal. Si no hay sonidos estrambóticos, si no hay temperaturas que bajan hasta el hielo, si no hay NADA que no se pueda ver, oler, tocar, escuchar o paladear, entonces, NADA DE LO EXTRAORDINARIO EXISTE. Pero al menos queda lo intangible, lo imposiblemente intangible, en ese umbral alucinante donde ningún ser humano simple, puede llegar, y es entonces cuando los espíritus, podemos comprender.

Se puede comprender hasta el averno, y lo que hay antes, y lo que hay después, pues sabemos, y se sabe desde siempre, que en los purgatorios de la vida real, demonios reales con la forma característica del ser humano, EXISTEN, y están cerca, y son hasta familiares, son hasta familia biológica que desea el mal, queriendo, no sin querer, sino QUERIENDO Y CASI IMPLORANDO, SER MALIGNOS.

Pero no es necesaria una película para sentir el miedo o pensar en el miedo, solo hay que adentrarse en los miedos de cada cual, y no en los materialistas, sino en los que no tienen, precisamente, materia, como la oscuridad de un bosque y sus infinitos sonidos; como la casona vieja y desolada, habitada por decenas de seres antes de nosotros visitarla.

Y la oscuridad, la Inefable -a veces- Oscuridad, la que nos deja en la duda de la existencia, la que no muestra los colores de la vida; ¿existimos en la oscuridad? ¿Tenemos forma en la oscuridad? Y es en esa oscuridad, que no hace falta si quiera que sea tal, donde se coagula la broma del horror.

A todos esos miedos y más, hay que enfrentarse, aunque nos cueste la vida, y mucho no ha de ser, pues la muerte no existe; mientras dormimos cualquiera sabe lo que está ocurriendo verdaderamente; quizá sea el vivir el sueño de ese dormir, y de ese modo, se van formando mundos irreales y reales, paralelos y no paralelos, de confusión y de transparencia.

Y de todos modos, si no podemos o no sabemos enfrentarnos a los distintos miedos, por lo menos sentirlos, pues de ese modo, sabremos que existe algo más que el yo mismo, la incertidumbre nos hará pensar, y es en definitiva, la mente, el psiquismo, el alma, el espíritu, lo que no se toca ni se ve, lo que nos hace estar VIVOS.

Espero que se siga evolucionando en el pensamiento del cine, y que no solo sea espectacular imagen y sonido, que cada vez, vaya un poco más allá.... Por cierto, la Banda Sonora es terrorificamente excepcional.

Un abrazo sin terrores.

Quirón

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