Con la llegada del año dosmil, no solo vida nueva, -que ya es algo de sobra
conocido aunque sea falso-, sino que además España misma cambiará
singularmente hasta lo más profundo que permita un cambio.

De momento "España" tal como se conoce el nombre dejará de llamarse así,
demasiadas letras, pasará a llamarse "pana", ni felpa ni lana ni ninguna
otra fibra textil; pana y va que arde, porque sino dejaría de ser una
colonia de los EEUU, y eso no puede ser. Pana debe de cumplir con sus
compromisos de colonia sometida hasta en los cepillos de dientes, que por
cierto se dejarán de usar porque será el chicle lo que supuestamente se
utilice para la higiene de la boca. El agua dejará de salir por lo grifos,
ojo, y saldrá ná más que refresco de cola.

Otro de los cambios notables será la eliminación de toda policía; ¿pa qué?
si de todos modos pase lo que le pase a alguien, la policía no va hacer
nada, y no porque no quiera, sino porque el mismo estado de derecho, -vaya
la gracia que tiene eso de "derecho"-, le impide al guardáor de la ley hacer
algo contra los malos. Por lo tanto, policías de todas clases, ¡fuera! En
todo caso usté podrá llamar a una pizzería y de esto que le lleva la pizza a
casa, le cuenta sus desgracias con los gamberros, y además ligerito que hay
que hacer muchas muchas pizzas, y hamburguesas, claro.

Por contra, o a cambio, que suena mejor, se abrirán todas las cárceles de
todas las autonomías y se dejarán en la libertad absoluta a todos los
delincuentes, para que de ese modo puedan reinsertarse en la sociedad de
manera más rápida.

La ley de armas para el ciudadano cambiará por completo; a partir de los
ocho años de edad se podrán tener armas, sobre todo para asesinar a los
padres en el momento en que estos impidan a la criatura acceder a algún
programa pornográfico o de violencia cualquiera de la televisión; o que
quiera dinero para cualquier capricho; en ese momento, ¡BANG BANG! y se
acabó el problema, sobre todo para lo que quede de estado, porque eso de la
atención al menor ya no existirá; la atención al menor se la hará él mismo
con esas fabulosas pistolas y demás armamento balístico.

Habrá muchos otros cambios, pero uno que llama algo la atención es el cambio
de la bandera y el himno nacional: La bandera, que pueden ver en el archivo
adjunto, consiste en las mismas bandas de siempre, una roja, otra amarilla y
de nuevo otra roja, y en vez ese escudo que es muy feo y casi facha y
fascista y franquista y de todo eso, cinco hermosas y preciosas y gloriosas
banderas norteamericanas, con sus estrellitas en fosforito para que así se
vea por la noche en los ciclistas que quieran llevarla pegada en la chepa.
Adornarán las cuatro esquinas de la antigua y fea bandera española, ahora
panala, y una en tó el centro pá que quée ya, vamos, que ni pintáo.

Y el himno, como no podía ser menos, será un fastuoso rap en el esplendoroso
y milenario idioma norteamericano. No es adjuntado porque es demasiado para
la mente tener que aguantar semejante payasada.

¿No es fabuloso? Pues pronto podrá sentirlo en sus carnes, ya verá que de
divertido, no tendrá que sentir que su semipaís, pana, sea por la gloria de
nadie, ni por la grandeza de nadie ni de nada, ni por la libertá más que de
la estatua, que por cierto será instalada en lo que es ahora mismo la
crucecilla esa de los caídos, a parte de en cada casa aunque sea en forma de
llavero.

Si usté es español, olvídese, porque a partir del dosmil usté será panal, y
no de abejas, porque hasta las abejas han emigrado a otro país donde se
pueda ser algo.

Disfrute, en el 2000, de pana, la Nueva España.

Un saludo con la gorra pá trás.