Los palestinos le ponen cara a la muerte

RAMALA. Juan Cierco, corresponsal

No son números fríos, distantes, anónimos. Son, eran, seres humanos con una familia, una vida, unos sueños. Con esperanzas. Todas quebradas. Rotas en mil pedazos. Enterradas con ellos. Los cien primeros muertos palestinos de la Intifada de Al Aqsa ya tienen cara. Se la han puesto en Ramala, en una exposición que quiere honrar sus vidas. No su muerte.

«Tres... cinco... dos... cuatro... palestinos murieron ayer en Gaza y Cisjordania en duros enfrentamientos con el Ejército israelí». De esta guisa tan anónima han comenzado decenas de crónicas los corresponsales extranjeros que cubren desde hace casi cinco meses la Intifada de Al Aqsa.

Sólo al principio del levantamiento popular, provocado por un maldito paseo del hoy primer ministro electo, Ariel Sharón, por el tercer lugar más sagrado del Islam, se hizo hincapié en la identidad de los muertos. Se intentaba buscar un porqué. Se buceaba en la biografía de las víctimas. Se hablaba con sus padres o con su mujer. Ya no.

Desgraciadamente, la sucesión de víctimas ha sido continua. Los números superaban a las letras. La noticia dejaba de serlo ahogada en su reiteración. Los muertos perdían sus nombres en su camino hacia la tumba. Las caras se desfiguraban. Las biografías ya no importaban. Un muerto más, un número más, un guarismo más para las gélidas estadísticas. Y los cementerios repletos.

«Hemos querido acabar con todo eso. Nos ha costado casi cuatro meses de trabajo (muchos de los objetos fueron sacados de Gaza por miembros de organizaciones internacionales para evitar que fueran requisados por el Ejército israelí), pero lo hemos conseguido. Hemos rescatado la vida de los muertos. Sus sueños, sus esperanzas a través de objetos, de anécdotas». Así describe Adila Laidi, directora del Centro Cultural Jalil Sakakini, el espíritu de la exposición «Cien mártires. Cien vidas», inaugurada esta semana en Ramala.

HONRAR LA VIDA

«Pretendemos honrar a los muertos a través de sus vidas e intentamos paliar en lo posible el vacío de unas familias que han perdido a un marido, un hijo, un padre, un hermano con nombre y apellidos, con virtudes y defectos, con alegrías y tristezas», explica Laidi, impulsora de la exposición cuyo comisario, el artista palestino, Samir Salameh, se ha encargado personalmente de encordar cada uno de los objetos aquí expuestos dentro de urnas transparentes.

Aquí están, en tres pequeñas pero coquetas salas, una dedicada a los niños, otra a los jóvenes, otra a los adultos, las zapatillas de deporte de Mohamed Al Durra, el niño de 12 años que murió en Gaza en brazos de su impotente padre, víctima del fuego cruzado y estúpido, en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo gracias a una televisión francesa.

Aquí está el dibujo de un pueblo alemán del doctor Harald Fischer, muerto en Beit Jala por misiles israelíes disparados desde un helicóptero cuando intentaba ayudar a unos heridos del bombardeo; aquí está el llavero del taxista Nabil Jater, de 58 años; el calcetín de Bilal Affaneh, recogido por su madre en la Explanada de las Mezquitas el mismo día de su muerte, el 29 de septiembre.

Hay también balones de fútbol, guantes de boxeo, pantalones vaqueros, dos jaulas para pájaros; una bicicleta; fotos de boda; libros de texto; apuntes del colegio; ediciones del Corán... Son detalles, objetos, anécdotas de unas vidas que, pese a las notables diferencias de las víctimas entre sí, tienen, tenían demasiadas cosas en común: el desarraigo; el exilio; los refugiados; la miseria; las casas demolidas; las cárceles israelíes; los muertos y heridos de la primera Intifada, de esta Intifada; la falta de derechos; la ocupación... La identidad común de un pueblo sin patria.

CIEN MÁRTIRES, CIEN BIOGRAFÍAS

 

 

Además de la emotiva exposición, que de Ramala quiere ser llevada a Belén, Gaza, Hebrón, Jerusalén, Nablus y Nazaret, siempre y cuando lo permita el sitio israelí, y no se excluye que sea presentada en el extranjero, el Centro Cultural Jalil Sakakini, convertido en una tumba más que simbólica, ha editado un catálogo de 200 páginas ilustrado con impactantes imágenes de la fotógrafa Isabel de la Cruz, que incluye una breve biografía de todas y cada una de las víctimas. Un homenaje a sus familias, a sus amigos, a quienes han muerto por unas ideas, por fe, por su país. Un homenaje a cien mártires, muy a pesar suyo, palestinos pero, sobre todo, a cien vidas.

http://www.abc.es/internacional/noticia.asp?id=14208&dia=Hoy