Otra vez, con la Obsesión...
(7-12-98)
Sí, y me refiero a la
Obsesión de la Luz. Fueron días hermosos, muy
hermosos, donde la Obsesión se filtró a través del sonido, de
un sonido
musical que según dicen se interpretan con instrumentos de
madera, y tienen
cuerdas de tripas de animales, y en algunos casos son de otros
materiales
sintéticos.
Se trata de los cuartetos de cuerda. Es una formación muy
curiosa, donde
puedes percibir desde la construcción sonora más sencilla,
hasta la
Sinfonía de todos los Tiempos. Y hay muchos creadores de música
para esa
formación, y los hay porque los que hicieron ese tipo de Música
y ha
quedado, no han muerto, como todo el mundo debe de saber ya.
La Obsesión de la Luz se centró, como no, en los cuartetos de
Beethoven,
porque yo soy un Obseso, y de la Luz especialmente, pero más
todavía de ese
hombre que ya me cuesta pronunciar, porque no quiero desgastarlo;
jamás
pasará, pero desde que me he enterado que la Música produce
adicción y uno
puede convertirse en drogadicto de ese arte, me preocupa mucho más
mi
Obsesión... o mis obsesiones, porque ya no sé ni las que tengo.
Ocurrió hace un tiempo, por uno de esos túneles espacio
temporales, a la
caída de alguna tarde ensoñada, sin sol, con un correr de lunas
a la
intemperie de mi alma completamente vestida de emoción. El
Creador, un
hombre ya sabio y con todo el Sonido dentro de su corazón, creó
las músicas
más maravillosas nunca jamás hechas antes.
Una de esas músicas, creadas para ese tipo de formación camerística,
-el
cuarteto de cuerda-, explosionó en arrebatadoras notas celestes
con una
obra que subtituló "Agradecimiento a la Divinidad", y
expresaba con
palabras fluidas desde sus adentros abismales, el anhelo por
alcanzar una
Luz que existía mucho más allá de esos túneles que ven los
muertos que
andan, afligidos por dolencias ridículas.
Ese hombre había estado viendo la Luz todo el tiempo de su
apasionada
vida, todo. Pero cuando creó la motivación para que otros
vieran esa Luz,
con más intensidad o con más alegría, o con más anhelo, creó
al mismo
tiempo una estructura vital más para continuar en su ascensión
imparable,
como si su amigo y Primo Bai le estuviera animando en todo
momento.
Pero después de ese encontronazo glorioso con la Luz, se
introdujo en ella
sin querer saber nada de nada de lo que ocurriera por los mundos
perdidos
de toda alabanza a ninguna deidad, a nada supremo por encima de
los
hombres, puercos, salvajaes, intolerantes, zafios. Se encerró en
la Luz, y
es entonces cuando creó, dentro de su silencio, el Sonido más
bello de
todos hasta el momento.
Creó una Música para esa tetralogía de cuerdas doradas, la
Septadimensión
Sónica, una estructura inseparable, lo quisiera separar hasta el
peor de
los demonios, o quisiera hacer alguna novedad el más bueno de
los dioses
del sonido. No hubo manera, la creación había sido hecha.
Su Música comenzaba tenue, casi como si no quisiera hacerlo,
teniendo
miedo de asustar a las más bellas criaturas rodeadoras de su
Metafísica
Ideal, de su Verdad sonora.
Eran cantos, y luego había conversaciones animadas entre amigos
que están
decidiendo entre construir una nueva ciudad del sol, o si van a
albergar
esperanzas en la liberación, por fin, de las mariposas
diamantinas que
habían encontrado no muy lejos de donde habitaban las Hadas y
los Dioses
del Futuro. Una mezcla colosal que no podría comprender nadie
hasta dentro
de varios miles de tiempos, que si no años, serían eones, o
todavía tiempos
sin descubrir.
A mi me altera, ya lo sé, todavía no comprendo cómo mi antiguo
sistema
corporal no se renueva, y baila, y danza, y vuela, y se deposita
en átomos
que no existen en miles de gotas de rocío de cristal líquido,
ese Cuarzo
tan bueno y tan enriquecido de amor y de... Es una Obsesión, y
como tal he
de afrontarla como un Héroe. Si no puedo, renaceré de nuevo,
pero por
favor, dejarme soñar, dejarme ver lo que quiero ver sintiendo en
mi más
allá del alma, esa tranquilidad y esa serenidad de los que nos
acordamos de
aquél no se qué, que nos hacía ver la claridad, y la lucha por
lo
inconmensurable, y por lo alto, y por lo... sagrado.
Las gotas doradas caían en cada sonar de su tímbrica voz de
cuerda, cuerda
gruesa, cuerda ultrasonora, voz...
Todo se entremezcla; entre las mariposas sobrevuela el Halcón,
entre el
Halcón la sonrisa de algún genio, de algún duende escondido
entre las
sombras provocadas por otros seres alados. Y luego... Y luego
seriedad,
pero tan solo unos instantes porque ha habido alguien que ha
recordado el
futuro que espera impaciente en una Orquídea que ha nacido con
miles de
estrellas en su interior, esperando ser una tonada magnífica.
Es la Obsesión de la Luz, la que ilumina mi intrínseco camino
hacia donde
quiero marchar siempre, hacia el desconocimiento para conocer más
cosas, u
otras, o lo que no pueden ver ningunos ojos.
Hay mucho más, pero está por llegar, cuando llegue os aviso.
(Cuarteto Número Catorce, el de la Danza Inextinguible, de
alguien que se
nombró Beethoven.)
Quirón Alvar
quiron@arrakis.es
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