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El joven turco del pop

Tarkan tiene talento y atractivo,
su meta es USA

 

Este artículo fue publicado en el periódico Washington Post (Estados Unidos) el 18 de noviembre de 2001.

 


El Elvis del Medio Oriente: para el próximo año está planificado el lanzamiento del albúm en inglés de Tarkan; la gira de conciertos por Estados Unidos se llevará a cabo a principios del 2003.

David Segal/Washington Post -ESTAMBUL- El fundador de la Turquía moderna mira desde cualquier esquina de esta ciudad exótica y antigua. Kemal Atatürk, literalmente "Padre de los Turcos", es amado aquí por expulsar a los colonialistas del país y por llevar los despojos del Imperio Otomano hacia el siglo XX. En las calles de Estambul, su imagen es casi tan inevitable como los kebabs y el café turco.

Por décadas, nadie en este país de 66 millones de habitantes había reclamado una tajada tan amplia de la psiquis nacional. Pero ahora Atatürk tiene competencia: un chico de 29 años con barba incipiente y que puede moverse como una bailarina del vientre. Turquía está loca por Tarkan, la primera estrella del pop turco que se ha internacionalizado.

Este verano Tarkan sacó su cuarto álbum, "Karma", el que pareció derramarse de cada radio en los autos y restaurantes de la nación, resonando en las ciudades turísticas de la costa mediterránea y en las docenas de veloces taxis Fiat de Estambul. Los brillantes ojos verdes de Tarkan llamaban la atención en cada valla publicitaria vendiendo desde Pepsi's hasta teléfonos Nokia, y Tarkan tuvo presencia permanente en las portadas de las revistas de farándula. Para una analogía norteamericana, piensen en el Elvis de 1957, la última vez que todo un país estuvo atontado con (o, como dicen los padres de familia tradicionales, escandalizado por) un cantante.

"Tiene todo el mercado para él solo," dice Michael Lang, el manager de Tarkan. "No hay nadie más aquí."

Ahora se habla de traer a Tarkan a Estados Unidos. Ahmet Ertegun, el empresario de origen turco quien es uno de los fundadores de Atlantic Records y ayudó a guiar las carreras de Aretha Franklin, Otis Redding y Led Zeppelin, entre otros, ha estado buscando por años un artista turco prometedor y pronto comenzará a colaborar con Tarkan en la producción de un álbum en inglés. Por ahora se ha planificado el lanzamiento de dicho álbum para el próximo año, con una gira de conciertos en Estados Unidos a principios del 2003.

"Yo lo ví cantar en Turquía y pensé que es uno de los mejores intérpretes en vivo que he visto," dijo Ertegun en una entrevista telefónica reciente. "Es un gran bailarín, sus movimientos son hermosos y tiene la magia que todos los grandes artistas comparten, la cual es la habilidad de transmitir una emoción a través de una grabación."

Pero los ataques del 11 de septiembre pueden interrumpir los planes tanto de Tarkan como de otros intérpretes musulmanes que estaban programando giras por Estados Unidos. Ningún otro campo del mundo musical ha sido tan devastado por el terrorismo como el del pop del Medio Oriente, un género nicho que estaba comenzando a atraer alguna atención en Estados Unidos. Sus defensores apostaban que podría hacer para países como Egipto lo mismo que "Buena Vista Social Club", un álbum de artistas de jazz de La Habana, hizo por Cuba.

La semana de los ataques, un grupo de artistas del Medio Oriente se estaban preparando para realizar una gira de 10 ciudades de los Estados Unidos (incluyendo Washington), la cual había sido planificada con mucha anterioridad y cuyos conciertos habían sido vendidos casi en su totalidad. Entre los artistas: una estrella egipcia llamada Hakim y un cantante iraní llamado Andy. Estos shows fueron cancelados inmediatamente y no se sabe si se reprogramarán en el futuro.

"Estas son agrupaciones que tocan música bailable muy buena, pero ¿acaso la gente quiere bailar en un concierto ahora, especialmente un concierto árabe?" dijo Miles Copeland, el manager veterano que ayudó a organizar el tour. "Mucha gente estaba emocionada con esto. Es increíblemente decepcionante."

En base a la situación actual, Tarkan se enfocará en Turquía y el resto de Europa, donde su dance-pop super emocionante, cantado en turco con influencias de tambores y guitarras del Medio Oriente, es enorme. El sencillo de 1997 "Simarik" llegó al tope de las listas francesas, y más de 1 millón de copias de su último álbum fueron enviadas a Dinamarca. Tarkan es la estrella del pop extranjera que más vende en Rusia.

Esto lo convirtió en la primera exportación cultural de Turquía que encontró un público masivo, por lo cual muchos aquí lo ven como más que un cantante. Es considerado la mejor oportunidad que tiene el país para acabar con un estereotipo extrañamente antiguo: Turquía como el país de brutos bigotudos. Esa caricatura fue reforzada por cortesía de Hollywood, en la película "Expreso de Medianoche" (1977), la historia cautivante pero descaradamente racista del escape de un joven norteamericano de una prisión turca. La película, basada en una historia real, frenó la industria turística aquí por casi una década. Desde entonces se ha llevado a cabo la búsqueda de una fuerza de la cultura pop lo suficientemente poderosa para presentar el rostro moderno y humano de este país--un país por el cual los turistas se han entusiasmado por años.

Tarkan podría ser esa fuerza. Unos años atrás el gobierno incluso consideró designarlo oficialmente como "embajador cultural" de la nación, aunque no hubieron suficientes votos pro-Tarkan en el Parlamento para aprobar la resolución. La Tarkanmanía tiene sus límites, incluso aquí. Resulta que el Elvis turco sabe una cosa o dos acerca de escandalizar a los ancianos.

"Hoy estoy un poco deprimido," dice Tarkan casi en un susurro. "Estuve en mi recámara todo el día, viendo películas."

Es el comienzo de septiembre, una semana antes de los ataques al World Trade Center y al Pentágono, y Tarkan está sentado en un sofá colocado en los terrenos musgosos de Rumeli Hisari, una fortaleza del siglo XV construida en las riveras del Bósforo. En una hora, cantará en el gran anfiteatro de la fortaleza. Barcos tanqueros navegan río abajo en una vía acuática que divide las partes europeas y asiáticas de Estambul. La luna sale sobre las montañas asiáticas. Este debe ser el escenario más pintoresco del planeta.

Tarkan resulta ser sorprendentemente pequeño, alrededor de 5 1/2 pies (1.68m ) en zapatillas, y sus dientes son de un blanco brillante, sus ojos de un verde imposible. Es una de esas personas sumamente adorables que parecen coquetear con tan solo mirar a los ojos y hablar suavemente. En unos cuantos minutos, comenzará su rutina previa al espectáculo, la cual incluye un masaje de 30 minutos y algunos ejercicios de vocalización.

Por el momento, está reclinado en el sofá, tomando un espresso, se ve fatigado. Pasó todo el día en su apartamento, en parte porque ya no puede caminar por las calles. En una visita reciente a la ciudad capital de Ankara, hasta los burócratas, generalmente serios, lo acosaron.

"Cada vez es peor. Lo amo, pero ya no tengo vida propia," suspira en un inglés ligeramente acentuado, sonriendo cansadamente y pasando una mano entre sus cabellos. "La gente me agarra y me besa. Me gusta, pero puede ser abrumador."

Este verano, durante algunas semanas, fue peor que abrumador. En abril, los tabloides turcos publicaron fotos de Tarkan, robadas por un trabajador de mudanzas, en las cuales aparecía abrazado amorosamente por un hombre. Tarkan siempre se negó a hacer comentarios al respecto, pero el episodio provocó una tempestad con la especulación de que si es o no es y un debate desordenado en Turquía sobre la moralidad de la homosexualidad. Un político de extrema derecha lo denunció como un robo a la moral de la nación, y hubieron quienes predijeron que la carrera de Tarkan había acabado. A los fans, sin embargo, no les importó.

"Ustedes verán a mi público esta noche, a ellos no les importa," dijo Tarkan. "Y a mi no me interesa lo que piense la gente. Esta es mi vida. Yo sé quién soy. Yo defiendo mis derechos y mi vida. En vez de sentirme culpable de cualquier cosa, me sentí enojado. Ahora me siento mejor."

Siempre ha sido sujeto de chismes en las revistas. Una, HaftaSonu, publicó en su portada una historia sobre Tarkan con el título "¿Es Tarkan un Satánico?" El artículo analizaba la portada de su último álbum, con comentarios útiles para cualquiera que buscara pistas que demostraran los vínculos del artista con el diablo.

"Esto es ridículo," dice Tarkan, cuando le pedimos que tradujera algunos ejemplares. "Pero tal vez vende revistas."

Sin duda vende música, y la música--una mezcla oriental-occidental de ritmos otomanos y europeos--dice mucho de Turquía, un país que tiene un pie en el mundo moderno, otro en el antiguo, un ojo en el oriente y el otro puesto envidiosamente en el occidente.

El poder no tan secreto de este país nominalmente democrático son las fuerzas armadas, las cuales separan despiadadamente a la mezquita del estado y han prohibido los partidos musulmanes fundamentalistas tan pronto éstos ganan impulso. Las tácticas han sido denunciadas como excesivas. Sin embargo, cualesquiera que sean sus defectos, el gobierno híbrido de Turquía le ha permitido inclinarse decisivamente hacia el oeste en materias tanto políticas (Turquía es el único país musulmán en enviar soldados a Afganistán) como culturales (hay más tops sin mangas que velos en Estambul).

Se puede trazar esta tendencia directo a Atatürk, el soldado y estadista carismático y bebedor que estaba tan obsesionado en modernizar Turquía que prohibió el fez, el sombrero sin ala de los musulmanes. Por un tiempo, se le disparaba a cualquiera que usara un fez en Turquía; hoy en día, se encuentran casi siempre en las tiendas de regalo para turistas.

Por esta razón Tarkan puede ocurrir aquí, pero no en cualquier otro país que sea 90% musulmán. "Estamos en contra del fundamentalismo islámico," dice Ahmet Ertegun, quien habló desde un hospital de Nueva York donde se recupera de una cirujía del corazón. "En Turquía no es ilegal comprar bebidas alcohólicas."

Para Ertegun, Tarkan es la última batalla en la larguísima campaña para resaltar el aspecto secular de Turquía, una causa que corre por las venas de Ertegun. Su padre luchó junto a Atatürk en la guerra de independiencia, y más tarde se mudó a Washington como embajador de Turquía en Estados Unidos. El joven Ertegun, que conoció brevemente a Atatürk cuando era niño, se mudó con su familia a Washington cuando era adolescente, y eventualmente se radicó en Manhattan para fundar Atlantic Records, donde ayudó a popularizar el rythm and blues, mientras su hermano Nesuhi desarrolló el jazz dentro del sello disquero. Pero a medida que producía álbumes para Aretha, Ray Charles, y los Drifters, siempre estuvo pendiente de encontrar un cantante turco que pudiera proyectar, a través de la música, el rostro de Turquía que su padre y Atatürk habían promovido a través de la diplomacia y la ley.

"Todos los países del mundo están tratando de desarrollar una imagen internacional que los haga atractivos al turismo, y la música puede ayudar mucho al respecto," dice Ertegun. "La locura por la bossa nova atrajo una gran cantidad de nuevo turismo a Brazil. Se piensa que un país como Turquía es un lugar lejano y difícil. Tarkan puede ayudar a establecer la imagen del país como uno de gente joven, libre y democrática."

Cuando Tarkan lanzó su primer álbum en 1993, ofreció exactamente lo que los adolescentes turcos querían pero no encontraban: música que tuviera un poquito de lo oriental y un poquito del rock-and-roll. Él se sintió tanto turco como extranjero por una buena razón. En su infancia, Tarkan asimilaba cantidades de música clásica otomana gracias a sus padres, y también le encantaban artistas tan diversos como Abba y Elvis gracias a Alemania, el país donde nació y vivió hasta cumplir los 13 años.

En algún punto en su vida, Tarkan aprendió el arte de enfurecer a sus detractores en una forma que más lo ata a sus fans. En comparación a los estándares norteamericanos, el límite para el comportamiento escandaloso es mucho más bajo en Turquía, y Tarkan siempre traspasa dichos límites. En 1994, luego de cantar en la televisión en vivo, se escabulló de una entrevista tras bastidores, pronunciando al aire la ahora infame frase "Cisim var, agbi", que quiere decir "Tengo que orinar, hombre" antes de salir de cámara. En Turquía, donde se exige a los jóvenes a tener buenos modales, el comentario fue considerado irrespetuso y molesto. Solo lo perdonaron cuando cantó canciones tradicionales turcas en otro especial de la televisión.

Unos años después, se rehusó públicamente a servir en el ejército, optando por vivir en Nueva York en vez de servir los 18 meses a los que se ve obligado todo hombre adulto. No presentarse al servicio militar lo enfrentaba a la prisión. Escapar su responsabilidad es algo que no debe hacerse en un país con un alto sentido nacionalista, lo que generó protestas para despojar a Tarkan de su ciudadanía.

Mientras sus contemporáneos se uniformaban, Tarkan permaneció dos años en Manhattan, estudiando inglés en el Baruch College. Regresó a casa solo cuando el gobierno turco, urgido de dinero debido al catastrófico terremoto de 1999, creó un servicio militar especial de 28 días para cualquiera que pudiera pagar el equivalente a USD$16,000. Con una cola de fotógrafos documentando el momento, Tarkan se presentó al campamento militar y estuvo un mes como soldado.

"Era enero, nevaba terriblemente," dice Tarkan. "Era muy duro; la comida era horrible." Un servicio militar más largo era completamente imposible. "¿Dieciocho meses de mi vida para nada? Mis sueños eran más importantes."

La controversia del servicio militar no afectó las ventas de Tarkan; tampoco la controversia sobre su vida amorosa. El problema más grande para Tarkan es la piratería en gran escala. Por cada álbum que vende, dice el manager Lang, una copia ilegal es producida y vendida en las calles.

"Es una industria de mamá y papá, al igual que era en los Estados Unidos de los años 50 y 60," dice Lang, un hombre más conocido por promover el primer concierto de Woodstuck en 1969. Visitó Turquía por primera vez a fines de los años 70, se enamoró del lugar y desde entonces regresa cada tantos años. Él escuchó a Tarkan durante una de esas visitas y se dió cuenta de que se había topado con algo grande. Todo lo que le falta a Lang ahora es la maquinaria apropiada para fabricar la fama.

"Si le hablas a cualquiera sobre la mecánica, las regalías pagadas cada vez que se toca una canción, y te miran extraño," dice Lang, de pie cerca del escenario de Rumeli Hisari. Añade, "Necesitamos una RIAA," la asociación norteamericana de sellos discográficos que vela por los derechos de autor. "Una RIAA con pistolas."

En las próximas semanas se lanzará "Karma" en 50 países, incluyendo los Estados Unidos. Pero en los Estados Unidos las listas son inhóspitas para cualquiera que hable un idioma extranjero, y no se espera que Tarkan logre mucho aquí hasta que salga el álbum en inglés. Ertegun espera que el productor Mutt Lange, quien ha trabajado con AC/DC y Shania Twain, esté interesado.

"No estoy preocupado por los prejuicios antimusulmanes," dice. "Si tienes una canción que sea un hit, no importa de qué país vengas. La música hace su propio camino."

No hay necesidad de decir lo que harían los 2,000 fans reunidos en Rumeli Hisari si pusieran sus manos sobre Tarkan, pero de seguro él quedaría en el hospital. La música de su espectáculo de 2 horas y media proviene de una orquesta de 14 instrumentos, apoyándose fuertemente en un par de sintetizadores, algunos tambores turcos y una guitarra del medio oriente llamada el oud.

Tarkan sonríe, canta y se desliza como un genio, con un énfasis especial en su vientre, el cual desnuda con coquetería, como diciendo "ven aquí", levantando su camisa y estremeciendo su abdomen de alguna manera, alrededor de seis temblores por segundo. La comparación con Ricky Martin es inevitable; la diferencia es que el éxito de Tarkan son sus abdominales en vez de su trasero.

El amor es su tema preferido. En "Kuzu Kuzu" ruega perdón por sus errores y promete seguir a su amante como una oveja: "Tu ausencia es muy difícil / No puedo acostumbrarme a ella / Golpeo, Golpeo esta tonta cabeza / En las paredes / La lanzo contra las rocas / Entonces perdóname, ven a mí.

Tarkan canta su nuevo sencillo dos veces, lanza algunos besos y desaparece. A medida que el público se retira, la escena parece completamente occidental; la mayoría de los asistentes al concierto son chicas adolescentes, pero también hay muchas personas de 40 y 50 años. Todos salen, exhaustos y sonrientes.

"Creemos que en el futuro será muy famoso," dice Cem Sariza, un fan que entrevistado cerca de las puertas de la fortaleza al final del espectáculo. "Podría ser el próximo Michael Jackson. Lo amamos mucho."

 

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