(1932-1992)
La carrera de este hombre está dividida en antes y después
de haber personificado a Norman Bates en Psycho, el gran clásico
de Alfred Hitchcock, donde Anthony demostró que nació para
ese papel, siempre imitado pero jamás, jamás, jamás
igualado. Veinte años después del éxito de Psycho,
Anthony protagonizó una buena secuela, aunque muy lejana de la original.
No conforme con eso dirigió una tercera parte que dá verguenza
ajena, y siguió con una cuarta que intentó salvar las papas,
pero que pese al esfuerzo (no mucho) realizado no lo logró.