Uno de los estrenos más importantes del cine argentino de 1998 es este film de Fernando Spiner, director que se propuso dar un giro en el estilo de las realizaciones sudamericanas y dirigir la primera película de la región con pos-producción industrial. A continuación, extractos de la nota realizada por Hernán Ferreiros y publicada en la revista Rolling Stone Argentina de agosto de 1998.
 
 
         Hace tres años, Spiner atendió un llamado de la pasión, pero no perdió todo: lo abandonó, lo dejó atrás. En 1995 era el director de Poliladron (...) Después de 13 capítulos, cuando la serie empezó a funcionar desde el punto de vista económico, decidió que no era eso lo que quería hacer. Sus ganas de dirigir una verdadera película golpeaban a la puerta, y no pudo ignorarlas. Antes de empezar a escribir la primera línea de un guión renunció a un éxito televisivo, a un sueldo fijo y a un trabajo seguro. Hoy, tres años después, no se arrepiente de nada. Aunque está derramado sobre un sillón, como si su esqueleto fuera de goma, cada vez que habla de La Sonámbula, todo signo de malestar desaparece: "El tema de la película es la memoria. EN el año 2010 hay un accidente con un gas psíquico y la mayor parte de la población queda con la mente en blanco. Los personajes no recuerdan quienes son. Si estuviéramos en una trama de Phillip K. Dick, una empresa les colocaría un chip con recuerdos falsos. Pero como la acción transcurre en la Argentina, hay un funcionario del gobierno que se ocupa de decirle a cada uno quién es, dónde trabaja, quienes son sus seres queridos. En medio de este panorama aparece una mujer extraña, que podría ser la amante del líder de la resistencia al gobierno, o no, de modo que se asigna a un espía para que la investigue, quien, por supuesto, se enamora de ella. Si bien la película toca temas muy ligados a nosotros, intenté, explícitamente, no convertirla en una metáfora fávil de la dictadura. En verdad, no es una metáfora fácil de nada". 
         (...) "Hitchcock es mi director favorito. Si la onda es divertirse, no hay nada mejor que él. Tengo la idea de hacer un club Hitchcock: reunirme con mis amigos todos los martes para ver una de sus películas: tiene tantas como semanas el año, o más (...) Aprendí a conocer a Hitchcock mientras estudiaba en Cinecittá, en el Centro Sperimentale de Cinematografía. Tenía como profesor a Gianni Amelio, que era también un director muy importante. El era un fanático total. En la Argentina, yo había hecho un corto llamado Testigos en Cadena, que había sido mi carta de presentación en la escuela de cine. Después de verlo, Amelio me impuso una dieta intensiva de Hitchcock, y no se equivocó". 
        Algunos años antes de irse a Italia, Fernando Spiner se había recibido de profesor de educación física y subsistía en Buenos Aires entrenando equipos de vóley. El cine, sin embargo, no estaba muy lejos, como puede parecer. "Como los entrenamientos eran de noche, todos los días, a la tarde, me iba a la Hebraica a ver un ciclo, después a la Lugones, y al final, si tenía tiempo, me veía un estreno", recuerda. (...) "Lo que aprendí como entrenador de vóley también me sirvió en el set. Después de todo, en una película, el director maneja a un grupo de gente con un objetivo común: es una especie de coordinador y de cabeza espiritual. Es la persona que debe contagiar su pasión a todos los demás". (...) Después de que egresó del Centro Sperimentale fue asistente en un par de largometrajes italianos, y hasta llegó a trabajar para Fellini en Ginger y Fred: "Pero mi única tarea consistía en cortar en tránsito: era un meritorio. Lo bueno era que podía ver como dirigía Fellini..." 
        Cuando se instaló de vuelta en Buenos Aires hizo Balada Para un Kaiser Calavera, protagonizada por Luis Alberto Spinetta, y Ciudad de Pobres Corazones, videopelícula para complementar el lanzamiento del disco de Fito Paez. Así iba tirando hasta que le propusieron dirigir una telenovela en Canal 9 llamada Cosecharás tu Siembra. "Acepté no solo porque tenía que vivir, sino para construir y consolidar mi trabajo, que es el de director. La tele me permitió aprender a manejar actores y me dio un oficio que no hubiera obtenido de otra manera. Hacer una película independiente es otra cosa: tiene que ver con una propuesta artística y de vida". Fernando eligió dejar la televisión y vivir como un director de cine independiente, es decir, con menos seguridad, con menos trabajo, con menos dinero, con más obstáculos para sortear, pero haciendo exactamente lo que quiere hacer.
 
 
 
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