Lo Mejor y lo Peor de 1998
¿Por Qué Elegí Estos Films?
por Daniel Castelo
 
 

           Ese gran imperio cinematográfico mundial conocido como Hollywood (la meca del cine, la fábrica de los sueños, y varios etcéteras) le debía a la pantalla grande la obra maestra que hace varios años amenaza con entregar y que por distintas razones nunca concretaba. James Cameron, director del género fantástico y realizador de joyas como Terminator y la segunda parte de la saga de Alien, hizo carne un proyecto monstruoso que pareció en un momento estar destinado al fracaso, debido a los problemas durante el rodaje y a los costos de producción que crecían desmedidamente conforme avanzaba la filmación. Titanic es el film más costoso de la historia, el más exitoso en la taquilla, el que más premios Oscar ganó (junto a Ben Hur) y, además (dejando de lado estos "méritos" marketineros) es un film perfecto, sin fisuras de ningún tipo, y que se permite tomar como excusa una fabulosa historia de amor para hablar de la decadencia de una sociedad estéril que avanza desmedidamente hacia un naufragio del que no la salva ni la sorda orquesta que se niega a asumir lo que tiene ante sus ojos... y sus orejas. Cameron demuestra con este trabajo que es uno de los directores más perfeccionistas del Hollywood de fin de milenio, además de un artesano de la imagen que respeta la tradición del clásico cine épico americano pero no deja de lado lo mejor de la tecnología, que le permite lograr lo que en otra época hubiera resultado imposible.
            Si Cameron es perfeccionista y no deja pasar ni el más mínimo detalle visual en sus realizaciones, el nuevo niño mimado del cine americano, Quentin Tarantino, es quizá el más grande narrador que la pantalla yanqui dió en la última década. Luego de Reservoir Dogs y la maravillosa Pulp Fiction, Quentin llegó a la pantalla con Jackie Brown, una historia que no escapa al folletín pero que se adentra en la novela negra y aún así deja lugar a una serie de personajes tan típicamente tarantinescos que ni la novela original en la que está basada, Rum Punchde Elmore Leonard, ofreció. Además de las excelentes caracterizaciones de De Niro, Bridget Fonda, Samuel L. Jackson, y el ícono de los ´70 Pam Grier, el film cuenta con una dirección que en ningún momento pierde el pulso ni el placer por filmar historias posmodernas pero fácilmente queribles por el espectador. Tarantino da vuelta la hoja, rompe con la violencia descarnada de sus otros dos films y decide mostrar (puntos de vista mediante, por supuesto) un relato perfecto, como su cine.
            Al cine argentino le vendría muy bien tener a un Tarantino entre sus filas, pero en un país en el que es más conveniente ser contratista que artista, el cine no deja rendijas demasiado amplias. Gracias a la crisis, y a pesar de ella, la industria nacional, si es que tal cosa todavía existe, ofrece opciones que los millones dejan escapar. Pizza, Birra, Faso es un ejemplo de lo que puede hacerse con poco dinero y mucho amor por el cine. Adrián Caetano y Bruno Stagnaro se unieron y parieron una ópera prima que promete una carrera más que interesante. Su film sobre la marginalidad urbana de fin de siglo es crudo y tan cercano que duele hasta el hueso, como si las imágenes ganaran la pantalla a fuerza de bala, sangre y muerte, lugares de refrencia de un sector de la población que queda afuera de la primavera de la convertibilidad y el primer mundo de cartón pintado.
            Además de la gran obra de Cameron, el mainstream americano ofreció este año (en Argentina) un film quizá poco relevante aunque tan grato como las mejores comedias del cine americano, y ese título es As Good As It Gets, sostenido casi fundamentalmente en la excelente actuación de Jack Nicholson, que logra, junto a la ajustada dirección de James Brooks, atemperar a Helen Hunt y su mochila de tics televisivos. El obsesivo-compulsivo compuesto por Nicholson es una muestra de lo que el oficio de un actor logra si se propone dar lo mejor de sí a un film. Por otra parte, el gay interpretado por Greg Kinnear es un lujo en lo que refiere a roles secundarios, dejando de lado la caricatura que la comunidad homosexual soporta cada vez que es retratada en el cine. Otro film estadounidense, en este caso proveniente de la vereda opuesta a Hollywood, es el que Abel Ferrara realizó como una forma de autobiografía descarnada que involucra a la industria del cine y a sus protagonistas marginales, aquellos que quedan a un costado de la gran vidriera y descargan sus dolores más profundos a través de una catarsis difusa y abismal. The Blackout, el film en cuestión, es quizá lo más importante de la intensa filmografía de Ferrara, un director que milita sobre la idea del concepto artístico por encima del interés bastardo del marketing.
 

No Todas son Flores

         La vasta producción cinematográfica de los Estados Unidos tiene como consecuencia que en el gran paquete de estrenos anuales se cuelen obras maestras como las de Cameron o Tarantino, y abominables basofias carentes de cualquier tipo de valor. El mejor ejemplo del cine-basura es aquel que deriva de lo que se supone es nada más que un entrenimiento digerible y, en el peor de los casos, una herramienta de difusión de alguna película de poca monta... los video games. Mortal Kombat Annihilation es una de las peores películas americanas de la historia del cine, no solo por su nula calidad cinematográfica, sino también por el desprecio de quienes la perpetraron hacia la platea infantil, inocente perjudicada directa por este tipo de engendros. De por sí la primera parte de la saga era pésima, y esta segunda entrega no hace más que confirmar el hecho de que el cine bastardo nunca será más que eso, un pasatiempo inútil sin pies y ni cabeza.
              El cine argentino (que este año comenzó con empuje y terminó en estado de coma) no conforme con el fracaso artístico de Tanguito, estrenó en 1998 un film casi calcado en su ideología papanata y su estética de la estupidez sin límites, convirtiendo a un actor interesante como Imanol Arias en un personaje pobre, repetido, y demagógico de principio a fin, sin hablar de un elenco en el que mediocre es el mejor de los calificativos. El bodrio no es otro que Buenos Aires me Mata, una narración que engloba lo más insulso de la cultura posmoderna y lo más conservador del cine argentino, con lo cual el resultado no puede ser otro que el obtenido por el director Beda Ocampo Feijóo: una peliculita lamentable.
               La comedia no tuvo un gran año, más allá de joyitas como la protagonizada por Jack Nicholson. El peor representante de este género yanqui por naturaleza es The Wedding Singer, una muy pobre pieza de Frank Coraci en la que se mezcla el homenaje a los años ´80 con un relato torpe e insoportable en el que la imperceptible gracia de las situaciones se mezcla con la verguenza ajena que produce una dirección y un guión carente de cualquier tipo de rigor cinematográfico. La otra comedia del horror es George of the Jungle, que tiene en el papel principal a Brendan Fraser, quien parece haber estudiado los peores trabajos de Jim Carrey y decidido poner en práctica lo aprendido.
               Por último, y como broche de oro de una selección de lo peor del año, es meritorio el caso de Godzilla, que amenazaba con ser más interesante que la insoportable Independence Day, y que termió siendo casi peor, pese a una (y única) interesante imagen de las calles de New York temblando al ritmo de las pisadas de monstruo, que más de uno habrá deseado que alcanzen a los responsables del film, que además, y como si fuera poco, amenazan con seguir llevando a la pantalla grande sus faraónicos proyectos plagados de efectos especiales y pochoclo con coca cola.
 

Ultimas Palabras

                Los buenos y malos films forman parte de la gran maquinaria del cine mundial, que año tras año recala en los cines de todo el mundo. La subjetividad de quien escribe estas líneas (así como los reyes son los padres, la objetividad somos cada uno de nosotros) está basada en conocimientos y vivencias relacionadas con el cine: Por otro lado, la esperanza de que en 1999 el cine argentino repunte su calidad y siga el ejemplo estético y riguroso de los nuevos realizadores, está íntimamente relacionada con el deseo de que se conforme de una vez por todas una industria seria y de proyección internacional.
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