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    Facilitador AV

    La señal de auxilio de la manada 22 se mantuvo en lista de espera porque otra transmisión de prioridad crítica entraba a Facilitador e imprimía un mensaje urgente para Cóndor:

    Febrero 11 de 2.025, hs. 04,54,23

    Origen: inteligencia AV en Portaaviones CO Santiago

    Para uso exclusivo de CONDOR

    37 unidades del modelo J 10 han sido puestas en servicio en el portaaviones CO Santiago de propiedad de la Corporación. Son las primeras unidades de su clase en servicio.

    J 10 es un avión de combate de alta capacidad. Tiene alcance intercontinental por ser parcialmente alimentado en las turbinas con un microreactor nuclear. Velocidad máxima Mach 8, alcance 10.000 millas, altura máxima 15.000 metros, armamento químico, biológico y nuclear. Diseñado para dos tripulantes: un piloto y un artillero. Su CPU es una nueva supercomputadora de bolsillo que se alimenta de información de su base. Su transmisión es de alta seguridad. Su Microprocesador es de un diseño aún desconocido por la AV. Intentos de obtener una copia del Microprocesador para estudio de Cóndor y la AV han fallado hasta ahora.

    El avión está equipado con un sistema de camuflaje en base a pixels de fósforo que le hace invisible por tiempo limitado. Tiene varios sistemas de evasión de radar y de codificadores de posición. Es difícil de rastrear. No tenemos información acerca de métodos efectivos de rastreo.

    Su armamento es de nueva generación. Puede llevar 14 misiles inteligentes de uso múltiple, capaces de destruir diferentes blancos al mismo tiempo. Creemos que los prototipos que acaban de entrar en funcionamiento, han sido adecuados para lucha antisabotaje, por lo cual ya hemos mandado alertas a nuestras bases en todo el mundo. Desconocemos sus capacidades de detección de nuestras bases, así que recomendamos alerta máxima.

    Entre las novedades de su diseño, está la inclusión de dos motores turbo-nucleares que incrementan velocidad y alcance en grado desconocido. las nuevas alas transparentes de fibra de vidrio le dan gran maniobrabilidad. Su estructura es similar a las alas de los insectos, y puede cambiar de forma para sustentar al aparato en el aire a cualquier velocidad. Los canales que recorren la red hacen las veces de depósitos de combustible en estado sólido, y dan resistencia a las alas del aparato.

    El J 10 no tiene timón de cola.

    Fin del mensaje de Facilitador.

    Cóndor se encontraba al extremo de la mesa ovalada de vidrio azul, dando la espalda a la gran ventana y a la cordillera de los Andes. La intensa lluvia no dejaba ver la calle. De rato en rato, los relámpagos brillaban, y los truenos hacían vibrar la vidriera. A la derecha de Cóndor estaba Gaviota, a la izquierda Hurón, y al frente estaba Albatros.

    Los cuatro tenían en sus manos copias del mensaje de Facilitador.

    Gaviota había llegado unos minutos antes de una de las bases de la AV en el altiplano. Era de mediana estatura, de cabello negro y nariz aguileña. Estaba encargado de coordinar la defensa de la AV.

    Hurón, un peruano de origen Chino, era el encargado de operar a Facilitador. Era de baja estatura y de constitución débil. Su cara revelaba su origen del este de Asia. Había llegado algunos minutos atrás desde el lago Titikaka. Hurón era de carácter apacible.

    -¿Alguna idea? -preguntó Cóndor mirando a Gaviota.

    -Sólo confirmar alerta máxima de Facilitador a nuestras bases. No esperaba que los J 10 salieran tan pronto. Menos que los mandaran directamente contra nosotros. Nuestras defensas son insuficientes por el momento. No tenemos los medios para tomar acciones de defensa eficientes.

    -También hay un problema político que estos aviones nos representan, -dijo Albatros, el especialista uruguayo en Política Global-. Nos dan un problema de imagen. La imagen y las percepciones que un bando tiene de otro son vitales para determinar el poder de grupos, alianzas y naciones. Por eso las superpotencias invierten enormes cantidades de dinero para hacer propaganda. Su poder no sólo depende de su fuerza real sino también de su fuerza percibida por otros. La introducción de los J 10 resulta ser un golpe maestro de propaganda para la Corporación, que puede resquebrajar nuestras alianzas.

    En ese momento, Halcón entró a la sala y se sentó entre Gaviota y Hurón. Escuchó en silencio.

    -Yo sugiero, -continuó Albatros - que contrarrestemos al menos la propaganda de los J 10. Cuidemos las percepciones que tienen nuestros aliados de nuestro poder, para mantener nuestra vigencia.

    -De acuerdo, -dijo Halcón-. Una de las bases de la psicología humana de grupo, es que tendemos a asociarnos con ganadores, no con perdedores. Si admitimos debilidad perderemos apoyo.

    -¿Sugieren preparar una campaña de propaganda? -preguntó Cóndor.

    -Sí, -dijo Halcón-. Necesitamos publicitar un triunfo sobre esos aviones. Cualquier triunfo.

    -¿Cómo van nuestras posibilidades de obtener ese triunfo, Gaviota? -preguntó Cóndor.

    Gaviota miró pensativo el papel impreso por Facilitador, y movió la cabeza. Hurón se levantó en silencio y se sentó junto a la terminal de Facilitador examinando archivos manualmente para no hacer ruido.

    Albatros dijo:

    -No se olviden de que la victoria no tiene que ser necesariamente real. Puede ser una percepción más que una realidad. Una victoria ficticia, nos sirve tanto como una victoria real.

    Hurón seguía examinando archivos en Facilitador y miraba la pantalla pensativo. Cóndor dijo:

    -Si nuestra victoria sobre el J 10 va a ser un invento nuestro, tendrá que ser uno muy bueno para que nuestros aliados realmente lo crean. ¿Qué victoria podríamos alcanzar para hacer propaganda, Gaviota?

    -La principal característica de los J 10 es que se hacen invisibles, y que son muy difíciles de rastrear. Sabemos por nuestros espías que se dirigen a reforzar bases en Recife, Tierra de Fuego, y la Isla de Pascua. Podríamos simular que los estamos rastreando a pesar de todo su sofisticado equipo de camuflaje.

    -¿Cómo se supone que los estemos rastreando? -preguntó Halcón.- Tiene que sonar convincente.

    -O complicado, -dijo Cóndor-. Podríamos hacer que Facilitador inventara fórmulas y cálculos sin sentido, pero lo suficientemente complicados como para aparentar que tenemos algo muy grande para contrarrestar al J 10. ¿Podrías hacer eso, Hurón?

    -Puedo hacer algo mejor, -dijo Hurón. Los otros lo miraron.

    Hurón dejó de teclear y se dio la vuelta hacia ellos.

    -Creo que puedo sabotear esos aviones, -dijo Hurón.

    -Es una señal altamente codificada. Es muy difícil entrar. No podemos entrar siquiera en sus comunicaciones regulares. ¿Cómo quieres entrar a la computadora de un J 10? -dijo Gaviota impaciente.

    -Esto no es una señal regular de comunicaciones, -dijo Hurón-. Es demasiado grande como para ocultarlo bien. Una señal de comunicaciones es un punto en la banda de frecuencia. Solamente transmite un sonido o un mensaje. Eso sí puede ocultarse. En cambio, el J 10 necesita un gran flujo de transmisiones simultáneas desde su base que deben ocupar sectores grandes de la banda corta. Si buscamos la frecuencia de su mensaje, creo que la podemos encontrar.

    -¿Cómo sabes que están transmitiendo a la computadora del J 10 en onda corta? -preguntó Albatros.

    -Por el alcance del avión, -respondió Hurón-. Es la única onda que tiene alcance intercontinental con la claridad necesaria. Yo empezaría buscando por las frecuencias más altas y moviéndome sucesivamente hacia las más bajas.

    -Tal vez estén en contacto con un satélite, y no necesiten transmitir en frecuencia tan alta, -dijo Gaviota.

    -Los satélites están en movimiento, así que de todas maneras tienen que recurrir a transmisiones de gran alcance. Además, en el sistema de defensa de la Corporación, los satélites actúan como nuestro sistema nervioso autónomo. Reaccionan por reflejo cuando se presentan emergencias, pero no toman decisiones. El sistema nervioso central, el cerebro, toma las decisiones. O sea que el J 10 tiene que estar, al menos durante su fase experimental, en contacto con un cuartel general.

    -Siempre hubo aviones de la Corporación desplazados por todo el mundo, y ha sido difícil rastrearlos, -dijo Gaviota.

    -Sí, pero nunca han tenido que mandar y recibir la cantidad de información que el J 10 necesita para su CPU. Eso no puede ocultarse tan fácilmente.

    -Aún en la frecuencia alta, hay infinitas posibilidades para que ellos puedan transmitir. Podríamos pasar años buscando la frecuencia correcta, traduciéndola y aprendiendo a usarla. Y para entonces, ellos la cambiarían.

    -Puedo programar a Facilitador para que busque sistemáticamente, empezando por las frecuencias más altas. Estamos buscando una transmisión muy grande y muy potente, así que no habrá muchas con las que nos podamos confundir en la banda. Probablemente sean mensajes binarios en ambos sentidos, por cientos de canales simultáneos. Facilitador podría encontrarlos.

    -Y si los encuentra, ¿qué hacemos? -preguntó Albatros.

    -Tratamos de introducir un virus destructivo. Para eso basta un acceso parcial a su lenguaje.

    Los otros se miraron. Albatros sonrió por un sólo lado de su boca. Hurón era brillante.

    Halcón le preguntó escéptica:

    -¿No tendrán antivirus, Hurón?

    Hurón se rió. Después respondió:

    -No estarán esperando un virus por ese camino, Halcón. Ellos pueden examinar el software que les preparan sus agencias y los mecanismos normales de entrada de información, pero no esto. Aún si lo pudieran examinar, un antivirus es específico para determinado virus, o familia de virus. No hay vacuna universal. Podemos meterles un virus muy nuevo, o uno muy antiguo, para el cual no tengan detección o cura a mano.

    -¿Vas a crear un virus? -le preguntó Albatros.

    -No. Tengo muchos. Coleccionaba virus de computadora cuando estaba en colegio.


    EN LATINOAMERICA HUBO GENTE QUE HABRIA SIDO CAPAZ DE LLEVARLOS AL LIDERAZGO, EN LA COMPETENCIA MUNDIAL POR GUIAR A LOS PUEBLOS DEL PLANETA. PERO ESA ERA LA GENTE MAS TEMIDA, ATACADA, IGNORADA, FRENADA Y AMEDRENTADA POR GOBERNANTES INEPTOS QUE SOLO VEIAN COLORES POLITICOS EN LAS PERSONAS. TAMBIEN FUERON LOS CAPACES DE LATINOAMERICA, INCOMPRENDIDOS POR EL EMPRESARIADO MIOPE, CUYO APRECIO POR LA ADULACION ERA MAS GRANDE QUE SU APRECIO POR EL TALENTO.

    LATINOAMERICA SALIO PERDIENDO. LOS TALENTOSOS SE FUERON A TRABAJAR PARA GOBIERNOS MAS SERIOS Y PARA EMPRESARIOS MAS PRACTICOS... EN OTROS PAISES.

    Y LOS GOBIERNOS LATINOAMERICANOS FUERON SUBYUGADOS A LA VOLUNTAD DE LOS FUERTES, MIENTRAS SUS EMPRESAS ENTRABAN EN QUIEBRA CUANDO YA NO PODIAN EVADIR LA VERDADERA COMPETENCIA POR LOS MERCADOS DEL MUNDO.

    PERO UN GRUPO DE LATINOAMERICANOS TALENTOSOS, QUE NO CREAN EN LAS "LIMITACIONES DE LOS SUBDESARROLLADOS", NI EN LA "OMNIPOTENCIA DE LOS PODEROSOS", PODRIA TOMAR EL CONTROL, Y DISEÑAR EL MUNDO A SU MANERA.

    DR. WILLIAM BELL

    (INGENIERO SOCIAL DE LA GRAN CORPORACION AL FINALIZAR CINCO AÑOS EN UN THINK TANK)

    Hurón

    Hurón, el operador de la computadora principal de la AV, tuvo que aumentar 22 tarjetas de memoria para expandir la capacidad RAM de su analizador de mensajes. Los cálculos simultáneos en busca de patrones binarios en la frecuencia alta requerían cerca de 5 gigas de RAM. Facilitador no había sido diseñado para recibir ese número de XXIMMs, así que Hurón tuvo que sacrificar capacidad en el disco fotoquímico para alimentar la memoria virtual. Se perdía algo de velocidad, pero se prevenía el colapso del sistema operativo.

    Cerca de 2.500 mensajes fueron detectados durante la primera décima de segundo.

    Las bases de la AV con capacidad para retransmisión, estaban siguiendo en una especie de triangulación los mensajes emitidos desde la posible posición de los aviones. Como captaban cientos de mensajes sospechosos, estaban haciendo llegar miles de llamadas por segundo para pedir acceso a Facilitador desde sus computadoras de comunicación.

    Las llamadas por transmisión binaria llegaron en diluvio a la central que se encontraba en una subrutina especial, y Hurón tuvo que aumentar aún más la capacidad a la memoria de acceso aleatorio, para que no fallaran los otros programas de defensa y protección. La computadora del satélite de la AV también funcionaba casi al límite de su capacidad, coordinando la operación con los aliados en todo el planeta.

    Cóndor ordenó un chequeo de seguridad antes de dar instrucciones individuales a las bases que solicitaban acceso. Cada mensaje binario que ingresaba a Facilitador desde otras computadoras, o desde los sistemas celulares, era confrontado en un milisegundo con las bases de datos y códigos de seguridad. Esas bases de datos eran parte de los archivos secretos de la AV. 7% de las llamadas fueron rechazadas por la computadora, ante la sospecha de que hubieran sido hechas por computadoras espías. La AV tenía acceso a las computadoras de contrainteligencia de varios gobiernos, y podía identificar sus intentos de infiltración.

    22 aviones J 10, los más sofisticados del mundo, habían partido desde su base en el portaaviones CO Santiago hacia Recife. Los controles del comando central de la AV detectaron el último despegue a Hs. 13.45.32. El satélite rastreó a los aparatos hasta que se hicieron invisibles.

    Se concluyó que si mantenían la trayectoria, pasarían por cerca de una base de la AV en Brasil en dirección a Recife a Hs. 13,57.27, posición aproximada 8¡ de latitud y 35¡ de longitud.

    Hurón envió instrucciones a las bases de la AV en todo Brasil. Los J 10 tenían que atravesar necesariamente la franja de seguridad de la AV. Hurón transmitió a las bases un software de amplificación de señal, y un software de rastreo.

    La terminal de la computadora principal de la AV que se encontraba frente a Hurón, le indicó que cerca de 600.000 transmisiones sospechosas habían sido interceptadas en las bases de Brasil. Se les instruyó que trataran de detectar la posición de los aviones J 10 para determinar la trayectoria y velocidad del escuadrón. Se les envió un menú de ayuda diseñado para enseñar al CPU de cada una de las bases de la región el uso del programa digital de rastreo. Algunas bases se encontraban tripuladas y otras funcionaban automáticamente. De todos modos, operadores humanos no habrían podido asimilar tanta información tan rápido. La comunicación tenía que ser de CPU a CPU en forma directa.

    Los primeros millones de cálculos dieron resultados negativos. No podían identificar en las transmisiones, el conglomerado de mensajes binarios bidireccionales que las computadoras buscaban.

    Hurón sospechó entonces que los J 10 se comunicaban con su base utilizando la parte alta de la onda UHF (Ultra High Frequency). Dio instrucciones a las estaciones rastreadoras en Brasil, para que dirigieran la búsqueda de sus computadoras hacia las transmisiones de video de alta definición. Debían buscar mensajes de computadora transmitidos en ambas direcciones, en frecuencias de UHF elegidas al azar. Las frecuencias más probables estaban entre el 70 y el 71 de la banda. Les transmitió una muestra de las transmisiones típicas de las computadoras de defensa de la Corporación, y finalmente se dejó caer en su silla giratoria para esperar los resultados.


    Pasaron varios minutos.

    Nada.

    ("¿Dónde están esos aviones? Si no los podemos encontrar, ELLOS pueden encontrarnos primero. Las bases están exponiéndose al absorber tantas transmisiones", pensaba Gaviota. )

    De pronto, la terminal de Hurón en la ventana informática de "probables códigos J 10" recibió un solitario mensaje desde el norte de Recife. La base 68, camuflada en un barco pesquero, había detectado algo que respondía en principio a las características de transmisión binaria de los aviones.

    Hurón alimentó la información a las otras computadoras rastreadoras del sector, y medio segundo después, casi mil llamadas de las bases al norte de Recife confirmaron la frecuencia de transmisión y la posición del escuadrón de los J 10.

    Cóndor estaba tenso, escuchando por los auriculares internos los informes de Hurón. El satélite informaba a los aliados de la AV en todo el mundo. Las bases de rastreo estaban en alerta máxima.

    Otro mensaje llegó desde Paraguay. Era una base a 87 kilómetros al sur de Asunción. También allá estaban detectando transmisiones con las características sospechosas.

    Un segundo después, otro millar de mensajes entró a Facilitador confirmando que también había aviones aproximándose por el Paraguay.

    Habían dividido su escuadrón en dos frentes.

    La computadora rastreadora (un periférico de Facilitador) fue alimentada con la nueva información, y determinó que había unos 20 aviones J 10 en cada frente. Estaban aproximándose por dos flancos. Los aviones de la AV fueron puestos en alerta máxima por precaución.

    Hurón miró la pantalla de su terminal, sospechando un error. El número de aparatos era mayor al esperado. Pidió confirmación y la obtuvo. También obtuvo confirmación de que la señal de los aviones era un conglomerado de binarios que se transmitía en 69.789.987 hertz.

    -Cóndor, atención, tenemos acceso a su frecuencia...

    Cóndor respondió:

    -Comprendido. ¿Podemos introducir nuestro virus?

    Hurón no lo sabía aún.

    Se aproximó a Facilitador y dijo:

    -Interpretar mensaje.

    -Código desconocido, -respondió la voz artificial de Facilitador.

    -Buscar patrones, -dijo Hurón.

    -Patrones no hallados, -dijo Facilitador.

    -Identificar unidad de transmisión.

    -Binario.

    -Siguiente unidad en orden de tamaño.

    -Bite.

    -Siguiente.

    -Caracter.

    -Muestre caracteres.

    La terminal de Facilitador mostró una serie de caracteres sin sentido aparente.

    Ìή©|¢ Ñ*¡  ¤¥ §¡ÌÎ* ©¨s¥÷* **#@|¥ *Íο¿ ¿Ù*~||{\^-ÝÝÉÓ §¨¨ ¤¢¥¢ ¥¡¡  Ô*íÒ ñ÷÷ª ®­** ¨¤¥¥ ¥|§¨¨©««®®®¯ *ÍÏÈØÙx xÇÇ´´¢ ¡©¨§ @©¨¥ÍÍ ÎÏ* ¿¯®© ©§ §§© ® ¯ ** **...

    -Buscar patrones,-dijo Hurón.

    -Patrones no hallados.

    -Buscar consistencias.

    -Consistencias no halladas.

    -Buscar cambios en los caracteres.

    -Insuficiente memoria. Demasiados cambios.

    -Buscar repeticiones al azar. Seleccionar dúos de repeticiones inversamente correlativas.

    Facilitador calculó cambios repetitivos en los caracteres.

    -¿Qué buscas? -preguntó Halcón que lo miraba desde atrás de la terminal.

    -Incrementos y decrementos, -dijo Hurón.

    -No entiendo, -dijo Halcón.

    -Tenemos que aprender su idioma basándonos en las partes que podemos entender. Si logramos detectar su sistema numérico, podemos utilizarlo como diccionario para aprender el resto de su lenguaje de transmisión. A partir de ese primer paso, sería cuestión de extrapolar el resto de los elementos.

    -Ya veo. ¿Qué tienen que ver los incrementos y decrementos con eso?

    -Tienen que estar transmitiendo su posición, para que su base regule el largo de onda de sus mensajes binarios con exactitud. Sabemos que su distancia se incrementa desde el portaaviones, y disminuye desde su base en Recife. Eso nos puede ayudar a identificar su sistema numérico. Los caracteres que muestren patrones de incremento y de decremento, son sus números. Es la única forma. Hay muchas posibilidades para ocultar mensajes, porque los 256 símbolos de SuperASCII que usan pueden usarse en combinaciones geométricas o exponenciales. Si no encontramos pistas, no tendremos en qué basar nuestros cálculos. Si traducimos su lenguaje, podemos incluso usarlo desde aquí.

    -16 caracteres se están repitiendo.

    -Muéstrelos, -dijo Hurón.

    16 caracteres aparecieron en la pantalla.

    Τ­*¯@xÙÍÌÏË *Ç\

    -No pueden ser sus números, -dijo Albatros. Son 16 y no 10.

    -Son sus números, -dijo Hurón. Están contando en base 16.

    -¿En base 16? ¿Y por qué?

    -Porque es un sistema mucho más práctico que el decimal. Sus divisiones siempre dan enteros.

    Ellos lo miraban sin entender.

    -Si divides sucesivamente 10 entre 2, te da fracciones a la segunda operación. 16 es un número más cómodo para hacer cálculos. Luego de partirlo cuatro veces por la mitad, te da la unidad. Es perfecto. Esos son los números que usan los J 10.

    Halcón dividió mentalmente 10 entre 2; luego 5 entre 2 y se encontró con un número incómodo (2,5). Luego dividió 16 entre 2 y obtuvo 8; 8 entre 2 y obtuvo 4; 4 entre 2 y obtuvo 2; 2 entre 2 y obtuvo 1 (la unidad). El sistema decimal era en efecto un error. La base 16 era el sistema numérico ideal.

    -Extrapolar, asumir numeración en base 16 -dijo Hurón a Facilitador.

    -7 nuevos caracteres identificados.

    -Integrar los nuevos caracteres y extrapolar de nuevo.

    -23 nuevos caracteres identificados.

    -Abrir un Macro para repetir la operación "integrar nuevos caracteres y extrapolar", -dijo Hurón.

    -79 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando.

    Pasaron los minutos, y la voz electrónica de Facilitador hablaba cada tres segundos aproximadamente:

    " 568 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando.

    5.988 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando.

    24.984 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando.

    149.742 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando.

    2.990.457 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando.

    87.781.026 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando.

    915.356.942 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando."

    -¿Por qué tantos? Preguntó Gaviota nerviosamente. Nosotros usamos unas treinta letras y diez números para todo nuestro lenguaje. ¿Por qué encontramos tantos caracteres?

    -Los usan para ganar velocidad, -dijo Hurón-. Estos caracteres no son letras, Gaviota. Son palabras e instrucciones específicas. Esto es algo así como aprender el alfabeto chino. Las transmisiones demorarían demasiado si se hicieran letra por letra. Palabra por palabra, hay mucha más velocidad en la transmisión.

    "3.861.087.158 nuevos caracteres identificados. Integrando y extrapolando.

    0.00 nuevos caracteres hallados.

    Identificación de caracteres concluida.

    Macro terminado.

    Lenguaje traducido en su integridad."

    Hurón sonrió con la satisfacción del cazador que tiene a la presa acorralada.


    DECISIONES MUY DIFICILES ESPERAN A QUIENES TOMEN LAS RIENDAS DEL MUNDO. ¡QUE SIMPLE DEBE SER LA VIDA DE AQUELLOS QUE NO PIENSAN, Y HUNDEN LA CABEZA EN SUS TRIVIALES PREOCUPACIONES COTIDIANAS!

    LA MAYORIA DE NUESTRA GENTE PASA SU VIDA EN UNA FANTASIA INOCENTE Y FRAGIL, AJENA A LA COMPLEJA Y PELIGROSA REALIDAD DEL MUNDO. ESA INGENUIDAD ES TAN SEDUCTORA Y SUICIDA COMO UNA SOBREDOSIS DE DROGA.

    CONDOR

    Cóndor

    La voz de Hurón se oyó nerviosa por el intercomunicador.

    -Atención, Cóndor y los otros: Tenemos que hablar de inmediato. Hay poco tiempo.

    Ellos dejaron sus terminales que estaban en salas adyacentes, y entraron a la cámara en la que se encontraba la terminal principal de Facilitador. Hurón estaba sentado frente al monitor con la cabeza inclinada hacia la pantalla, la frente mojada, y los dedos huesudos moviéndose ágilmente sobre el teclado. Facilitador confirmaba por tercera vez en 20 segundos:

    -Lenguaje traducido en su integridad.

    -¿Qué es lo que pasa?

    -No puedo creerlo, -dijo Hurón hablando consigo mismo más que contestando a Cóndor-. Yo esperaba traducir algunos cientos de caracteres, y encontrar el acceso a su memoria principal o a sus servidores. Lo suficiente para incrustar un virus encapsulado...

    -¿Qué pasó, Hurón? -repitió Cóndor impaciente.

    Hurón se dio la vuelta en la silla giratoria negra y la alejó rodando de la mesa de cristal azul en la que se encontraba la terminal principal de Facilitador.

    -Escuchen atentamente, -dijo Hurón- porque tenemos cuatro minutos para tomar una decisión muy importante. Por favor no me interrumpan y dejen sus preguntas para cuando termine.

    -Te escuchamos, -dijo Cóndor.

    -A través de sucesivas extrapolaciones basadas en su sistema numérico, Facilitador ha logrado interpretar la totalidad de los códigos que conectan a los CPUs de los J 10 con su base. Facilitador confirma que tiene acceso a su lenguaje. Eso significa que además de incrustar un virus, podemos dar órdenes a los aviones. Tenemos la opción de ordenarles que se hagan visibles, que se autodestruyan, y hasta podemos incomunicarlos de su base y cambiar su trayectoria. Podemos capturarlos y llevarlos a control remoto hacia nuestras bases. Allá podríamos modificar algunas partes de su software y utilizarlos a través de Facilitador. Y esto es lo más interesante: Esos aviones están llevando armamento termonuclear. Dentro de 3 minutos y 30 segundos, habrán salido de nuestro alcance.

    -Negativo, -dijo rápidamente Albatros-. Por ahora la Corporación nos considera una simple banda de terroristas, y nos enfrenta con una campaña de baja intensidad. El momento que obtengamos capacidad termonuclear, muchos volcarán en nuestra contra recursos contra los cuales no tenemos defensas.

    -No se atreverían precisamente porque nosotros tendríamos capacidad termonuclear, -dijo Gaviota casi cortando la última palabra de Albatros-. Los bandos estarían más equilibrados y tendríamos muchas más posibilidades de triunfar en nuestra ofensiva. Debemos capturar esos aparatos y sus misiles termonucleares, Cóndor.

    Albatros replicó:

    -El siglo pasado, cuando Irak obtuvo armamento no convencional, se vio de inmediato enfrentado contra los principales ejércitos del mundo. Ellos nos aniquilarán si obtenemos capacidad termonuclear. Además, nosotros nunca usaremos ese armamento por razones ecológicas, y ellos lo saben. No debemos capturarlos.

    -Podemos simular autodestrucción de los J 10, pero en realidad traerlos a nuestra base. Y tenemos dos minutos y 47 segundos para decidir. -Hurón miraba su reloj.

    -No, -dijo Gaviota-. Ellos asumirían captura si no pudieran recuperar restos convincentes de cada uno de sus aparatos. Si los capturamos, ellos lo sabrán eventualmente. Aún así es recomendable capturarlos. De todos modos, ellos tratarán de aniquilarnos tarde o temprano. Pero nosotros seríamos prácticamente intocables en el corto plazo.

    -Negativo, Cóndor... -dijo Albatros rápidamente-. La captura significaría guerra frontal, y no estamos listos. Sería como Japón cuando agredió a los Estados Unidos. Tendríamos que llevar el conflicto hasta el final y destruirlos antes de que pudieran reponerse. No tenemos tanto poder. No cometamos el mismo error que los Japoneses.

    Halcón habló:

    -No olviden el impacto psicológico...

    Hurón la interrumpió para decir:

    -Dos minutos.

    Ella continuó:

    -...estamos asumiendo que hay apoyo potencial para nuestra causa. Un golpe como este aumentaría el apoyo hacia la AV en todo el mundo. Aún si nunca usáramos los misiles termonucleares, tendríamos una valiosa pieza de negociación. Además, lo que pretendemos es desencadenar un movimiento mundial, y una prueba de que la Corporación es vulnerable, sería un catalizador. Apoyo a Gaviota. Capturemos esos aviones.

    -Y está la tecnología, -dijo Hurón-. Aprenderíamos mucho desarmando uno de esos aparatos. Queda un minuto con 26 segundos.

    -Sería una declaratoria de guerra, -dijo Albatros-. Muchos morirían. En base a conflictos similares de la historia reciente, estimo que podemos sufrir unas 10.000 bajas en nuestro bando en las primeras 24 horas de combate de alta intensidad. Casi todos ellos serían menores de edad. No tenemos derecho a mandarlos a una guerra tan desigual.

    -Ya estamos en guerra, -dijo Gaviota-. Además, tú sabes que históricamente, lo único que garantiza respeto a la autodeterminación y a los derechos de un pueblo es el armamento nuclear. ARMAS TERMONUCLEARES ES EL UNICO LENGUAJE QUE ELLOS ENTIENDEN. Finalmente podríamos hablar su idioma para tratar de salvar a la humanidad.

    -En cuanto a mandar a la muerte a menores de edad, -dijo Halcón-, ellos están dispuestos y es su decisión, porque es su futuro lo que tratamos de salvar.

    -32 segundos, -dijo Hurón-. Tu decisión, Cóndor.

    Hubo una pausa de 15 segundos. Un eco lejano, el freno de un auto en la calle, el cielo sucio, el sol teñido de rojo por el humo, las nieves andinas que fueron llamadas eternas antes del recalentamiento global, el futuro, la confianza, la vida, la muerte, e=mc2, cada Protector, cada ser humano...

    Finalmente, Cóndor dijo:

    -Lo que se juega son millones de vidas. Tal vez el futuro de la humanidad. Lo único que puedo hacer es sopesar la información que tengo a mi alcance y ser pragmático. Hurón, CAPTURA ESOS AVIONES.


    El mejor cazabombardero del mundo

    12.000 pies de altura. Arriba, el cielo es casi negro. Abajo, la selva parece azul por la distancia. Hay un zumbido grave. Se siente una ligera sacudida mientras el aparato perfora una nube cirro como un balazo. Las alas casi no pueden verse desde la cabina por el camuflaje electrónico. Las paredes niqueladas junto a los controles brillan como espejos, y el capitán Delta de los ejércitos de la Corporación puede ver su casco reflejado entre el altímetro y el medidor de presión junto a las terminales de la computadora.

    De pronto, oye la voz sorprendida del artillero que está sentado detrás de él, leyendo un mensaje que aparece en la terminal del cerebro electrónico del avión. El capitán no le da importancia al principio, porque los aviones están prácticamente en periodo experimental, y aún hay fallas. Todavía hay científicos civiles esperando en Recife para arreglar algunos desperfectos. Delta piensa irritado que deberían haber corregido todas las fallas antes de poner los aparatos en servicio. No cree que se presente un desperfecto tan grave como para poner en peligro a ningún miembro de su escuadrón, pero considera que todos esos pequeños contratiempos son innecesarios.

    Pregunta al artillero, que se sienta atrás de él en la cabina del J 10:

    -¿Qué pasa, sargento?

    -Es la triangulación de vuelo, capitán. Está dando mensajes inconsistentes.

    El capitán Delta tiene un cierto prejuicio contra las computadoras autómatas aeronáuticas. Siempre ha dicho que los beneficios que proporciona un ordenador son irrelevantes en cuanto el sistema se cuelga. Es más: uno queda peor que antes, porque los aviones ya no están diseñados para ser operados manualmente, exceptuando ciertos aspectos de ataque, defensa y emergencias. Antes, la clave era el piloto. Ahora es el cerebro electrónico.

    -¿Qué pasa con la triangulación de vuelo?

    -La latitud es inconsistente. Indica que deberíamos estar todavía volando sobre el océano, y hace casi un minuto que estamos sobre tierra firme.

    -Malditas máquinas. ¿Estamos perdidos?

    -No, capitán. La transmisión desde la base nos está dando la posición correcta. Es sólo que hay inconsistencia en la triangulación. Debe ser una falla en la recepción de señales de posición desde el satélite.

    De pronto, la luz parpadea dos veces, y la terminal de la computadora del avión en el panel del artillero se prende difícilmente con las imágenes zigzagueantes y distorsionadas.

    -¿Qué ha sido eso? -pregunta el capitán Delta. Perder la energía del avión es un asunto muy serio, ya no una simple molestia. Recuerda que hasta los asientos eyectores necesitan electricidad para activarse. Una pérdida de energía en vuelo es un problema potencialmente muy peligroso.

    Antes de que el artillero pueda responder, sucede una tercera vez, y el corte dura casi dos segundos.

    Esta vez, la pantalla no vuelve a prenderse. Se oye la voz de la computadora resonando dentro de la cabina:

    -Atención, alarma. Señal no identificada ha sido detectada en el área de software de navegación.

    -Negar acceso y aislar señal, -dice rápidamente el artillero.

    -Acceso negado. Aislando señal.

    -Informe progreso, -dice el capitán Delta mirando para un lado.

    -Aislando señal.

    -Aislar programas de navegación y pasar a control manual, -dice el artillero.

    La luz se apaga de nuevo. Esta vez incluso los focos azules de emergencia se apagan. Las luces vuelven a parpadear y la voz del J 10 anuncia:

    -Atención, alarma. Señal no identificada ha sido detectada en el área de software de navegación.

    -Dios mío, alguien nos ha dado un restart y la computadora ha dejado de aislar, -dice el artillero-. Aislar mensaje, negar acceso.

    -Un... ¿qué? -pregunta el capitán Delta dándose la vuelta para ver a su artillero.

    -Un restart. Nos han reiniciado la computadora para parar el chequeo que estaba haciendo, y entrar pasando los mecanismos apagados de seguridad mientras las extensiones del sistema se cargaban.

    -¿Cómo?

    -Nos han estado apagando la computadora para que deje de aislar el mensaje extraño. Han metido algo al cerebro del J 10 durante el reinicio. La computadora tarda cerca de un segundo en cargar el sistema y arrancar después de que se apaga.

    -¿Quién está apagando nuestra computadora?

    -Es sabotaje. Están introduciendo algo a la computadora. Confirme base si está recibiendo. Hay señal intrusa entrando a los J 10.

    La radio queda en silencio.

    -Nos han cortado la comunicación. No lo saben en nuestra base. Los otros aviones tampoco lo saben.

    La voz artificial vuelve a oirse:

    -Fallas detectadas en el sistema. Mensaje extraño encapsulado está reacomodando archivos. Archivos de navegación modificados:

    3%

    11%

    45%...

    -Cancelar cambios, -dice desesperado el artillero.

    -... 67%

    100% ¿Confirmar cambios?

    -Negativo, -dice el artillero.

    -Cambios confirmados.

    Cambiando archivos de seguridad. Progreso:

    14%

    33%...

    -¡Cancelar, cancelar...! -dice el artillero, a gritos.

    -...57%

    87%

    97%

    100% ¿Confirmar cambios?

    -Negativo, -dicen ambos al mismo tiempo.

    -Cambios confirmados.

    -Acceso a comunicaciones, -ordena el artillero.

    -Acceso negado.

    Mecanismo de autodestrucción en proceso. ¿Está de acuerdo el capitán Delta?

    -Negativo. Cancelar autodestrucción.

    -El capitán Delta está de acuerdo. ¿Está de acuerdo el sargento Beta?

    El artillero no se molesta en responder, y procede a abrir programas manualmente tratando de apagar la computadora. No puede. Sólo obtiene mensajes de error.

    -El sargento Beta está de acuerdo. Autodestrucción en 10, 9...

    -Capitán, a los eyectores. Preparar eyectores. -La voz del artillero es aguda.

    -...5, 4, 3...

    Un zumbido ensordecedor. El aire frío es como un témpano sólido que los aplasta. La piel en la cara parece partirse, el dolor en los oídos es insoportable, la sensación de caer al vacío es aterradora. La nada. El espacio muy cerca. El cielo violeta. El estruendo. Bajo sus pies el vacío, y sobre sus cabezas la selva, a 3 kilómetros de ellos. El capitán Delta aprieta los puños y abre los ojos, pero en vez de ver a su avión estallando en el cielo, lo ve virar hacia el sur y dirigirse con sus 14 proyectiles termonucleares hacia una de las bases secretas de Cóndor.


    Delfín

    -Saben que estamos aquí. -La voz de Omega sonó por los auriculares de los soldados que esperaban semienterrados en la arena en lugares estratégicos, junto al tubo de refrigeración. En los detectores de temperatura de su casco dos señales (la del guía y la del encargado de comunicaciones de los saboteadores) habían desaparecido. Omega murmuró una maldición mientras veía la señal que quedaba junto a la salida del tubo multiplicarse y moverse rápidamente. Habría ordenado disparar una andanada de balas de perforación para eliminar al saboteador que aún era visible, pero no tenía forma de saber cuál de las tres siluetas verdes era la verdadera señal de Delfín.

    De pronto, el remache del boquete que habían abierto los saboteadores para entrar al tubo saltó varios metros por el aire. Omega adivinó instantáneamente las intenciones de Delfín y gritó a sus soldados:

    -¡¡Desconecten visores de temperatura!! Está lanzando una granada centelleante de luz halógena. Oscurezcan sus cascos. ¡¡Rápido, o se quedarán ciegos!!

    Desconectó su visor de temperatura. Ya no tuvo tiempo de oscurecer el cristal del casco. La pequeña granada salía del tubo y caía muy cerca, a menos de tres metros de él. Omega se tapó la cara con ambas manos, cerró los ojos y se dio la vuelta para dar la espalda a la granada.

    Aún así, un blanco total llenó sus ojos por más de un segundo. Escuchó por los auriculares los gritos de dolor de algunos de sus soldados. La sorpresa había sido total. Omega había presentido, más que deducido, que los saboteadores estaban lanzando una granada halógena. Ese presentimiento le había salvado la vista. Pero ya sabía que la mayoría de sus soldados no habían reaccionado a tiempo.

    Omega parpadeó. El mundo se había oscurecido como si alguien hubiera bajado la luz de un teatro. Pero podía ver. Eso era lo importante. Eso significaba que se repondría en algunos minutos. La conjuntivitis física sería una molestia por algunas horas, pero pasaría.

    -Aquí Omega. Informar situación.

    La confusión y el murmullo de voces que llegaban a sus auriculares le decían que entre sus soldados reinaban el caos y el desastre.

    -Informar situación, -repitió.

    Casi cinco segundos después, oyó la voz de Alfa:

    -Aquí tengo 26 que no pueden seguir. 12 están en condiciones de continuar.

    Otra voz se oyó desde la otra ala:

    -El oficial y 43 soldados han quedado inutilizados. 8 están en condiciones de seguir.

    Omega lanzó otra maldición y miró hacia el tubo. Habían pasado casi 10 segundos desde la explosión, y los saboteadores ya podían estar en cualquier parte. Lo único que le quedaba era su trampa.


    Delfín corrió en dirección al transporte mientras conectaba su programa de comunicaciones.

    -Vizcacha, informa situación.

    -Estoy acercándome a Tigre por atrás. Estudiaré las trampas antes de entrar.

    -Lobo, informa situación.

    -Estoy abriendo otro agujero con explosivos para salir del tubo junto a la colina. Prepararé lo necesario para la llegada de Lince.

    Lobo

    Marco dio una patada furiosa al tubo. Miró al cielo azul y vio que la noche estaba por caer. Eran las seis menos diez. Soltarían el agua de un momento a otro y Alex se ahogaría. Marco caminó junto al tubo. Después entró al transporte que había traído a control remoto, y volvió a salir nerviosamente. Abrió un canal de comunicaciones y dirigió un mensaje a Delfín:

    -Ya no hay tiempo, Vivi. No ha podido salir.

    -Todavía no han soltado el agua, Marco -dijo ella tratando de convencerse a sí misma de que Alex aparecería por el tubo de un momento a otro. Estaba parada junto a la entrada al acantilado donde Tigre yacía tendido de lado, sirviendo de carnada.

    Lobo tenía puesto su traje aislante y empuñaba una manguera que estaba conectada a un contenedor de agua del transporte. El líquido contenía un preparado especial para tratar partes de motores seminucleares que estuvieran expuestas a la radiactividad. Lobo estaba listo para recibir a Alex, pero él no aparecía aún.

    Vizcacha estaba detectando minas al lado contrario del acantilado. Estaba en ese momento más cerca de la posición de Lobo que de Delfín. Abrió un canal de comunicaciones y dijo desanimado:

    -Tal vez el laberinto era demasiado grande y no tuvo tiempo.

    Ella no contestó. Marco pensó:

    "Alex estará bien".

    A lo lejos, se oyó un zumbido.

    -Están calentando los motores y van a prender la turbina en unos minutos, -dijo Vizcacha.

    "Ya lo sabemos, imbécil. ¿Por qué no te callas?" pensó Marco.

    "Apúrate, Alex, por favor" pensó ella apretando los puños.

    De pronto, Lobo escuchó tres fuertes golpes en el tubo. Dio un salto cerrando los ojos.

    "Están soltando el agua..."

    Pero no, no era sonido de agua. Eran golpes.

    -¡Es él!

    Lobo se acercó al tubo y sacó con la mano izquierda la tapa que había dejado provisionalmente. Metió la cabeza y vio a Alex inmóvil frente a él.

    -No te acerques -dijo él-. Mi traje está contaminado. No sé cómo sacármelo.

    -Quédate quieto, Alex -dijo Lobo-. Ya lo sabemos. Me he adelantado para preparar un líquido que te limpiará por algunos segundos. Cuando yo te dé la señal, te sacas el traje y sales corriendo de ahí.

    -Sí, Lobo. Por favor apúrate. Me estaban siguiendo de cerca. -Sus ojos brillaban dentro de su casco. Marco fingió no darse cuenta de que Alex estaba llorando en silencio, agotado, aterrorizado y tembloroso. Los soldados le habían estado pisando los talones por cerca de tres minutos.

    Un segundo después, un chorro a presión salió de la manguera mojando completamente el traje de Alex. El tuvo que hacer esfuerzo para no perder el equilibrio. El chorro se detuvo un momento.

    -Date la vuelta, Lince.

    -Sí, Lobo, -dijo él dándole la espalda-. Por favor, rápido... Se están acercando... -Una alarma de proximidad de punto hostil sonaba dentro de su casco. Luego cinco puntos de luz roja en la parte superior del visor geográfico del sistema autónomo de alarma de su traje de incursiones, le indicaron que habían cinco soldados a menos de 40 metros de su posición. Una luz azul le indicó que estaba al alcance de armamento enemigo. -Lobo, apurate... -gimió con la voz aguda de un niño pequeño-.

    El chorro volvió y estuvo a punto de lanzarlo de cara contra la pared del fondo. Alex levantó los brazos para que el líquido humedeciera todo su traje.

    Lobo botó la manguera y le ordenó:

    -¡Ahora, Alex! Sácate el traje mientras está mojado y sal de ahí. ¡Apúrate!

    Alex se sacó -casi se arrancó del cuerpo- el traje aislante de incursiones, y se prendió de un salto de la entrada que había abierto Lobo. Lobo lo tomó por un brazo, y lo jaló para sacarlo del tubo. Alex vio desde el suelo que Lobo volvía a poner la tapa al agujero, y le colocaba precipitadamente remaches para que los soldados no pudieran salir por ahí. Después, Marco caminó hacia él.

    -¿Estás bien, Alex?

    -Sí. Gracias Lobo. Gracias, chicos.

    Alex levantó la cabeza de pronto.

    -¿Dónde están los otros?

    -Ellos tienen a Danny. Tenemos que rescatarlo, Alex.

    Alex dijo "sí" moviendo la cabeza. Ambos se abrazaron junto al inmenso tubo mientras la noche caía en el altiplano. Alex nunca antes había apreciado tanto la vida y el cielo del anochecer. Lobo apretó el cuerpo delgado de Alex que palpitaba entre sus brazos, y por alguna razón que le daba asco, sintió que la vida tenía sentido.

    Un murmullo poderoso hizo temblar el suelo mientras el agua empezaba a llenar el tubo, y se dirigía hacia la planta de gas azul.


    Vizcacha

    Eran horas de viento y frío. El Altiplano en aquel sector era un desierto inmenso de arena fina. El salar de Coipasa brillaba deslumbrante bajo el sol del ocaso, y le daba al cielo un color violeta.

    Faltaba una hora para que la oscuridad fuera completa.

    -Atención, Delfín, creo que encontré una ruta para llegar hasta Tigre sin peligro.

    Los rostros de los tres se iluminaron.

    -Atención, Vizcacha: transmite tus coordenadas. Atención Lobo y Lince, acudan a las coordenadas de Vizcacha.

    -Atención, PROTECTORES, las coordenadas son 534.6/920.1.

    -Lobo está en camino.

    -Lince está en camino.

    -Vizcacha, infórmanos de la situación de Tigre.

    -Está como a un kilómetro de mi posición.

    La voz de Delfín volvió a escucharse. Alex pensó que había algo raro en esa voz, pero no podía definir exactamente qué:

    -He confirmado que tus coordenadas son correctas, Vizcacha. Desde aquí puedo ver que no hay peligro por esa ruta. Adelántate para ayudar a Tigre. No corres peligro.

    -Sí, Delfín. Vizcacha entrando al acantilado.

    La voz de Viviana volvió a sonar.

    -Negativo, Vizcacha. Espera a que yo llegue.

    No hubo respuesta.

    -Atención, Vizcacha: espera a que yo llegue.

    Silencio total.

    -Vizcacha, ¿me recibes?

    Tampoco hubo respuesta.

    -¿Qué es lo que pasa, Delfín? -preguntó preocupado Lobo por el comunicador.

    La voz de Delfín sonó por los auriculares.

    -Yo no le he dado la orden de entrar. Han usado nuestra frecuencia y han copiado electrónicamente mi voz para mandarlo a una trampa. Ahora no responde. Han bloqueado su radio y van a matarlo. ¿Cuál de ustedes está más cerca de la posición de Vizcacha?

    -Aquí Lobo. Yo estoy a un kilómetro de él.

    -Lobo, detén a Vizcacha. Apúrate, corre, corre...

    Marco empezó a correr en dirección al sudoeste. Saltó sobre las plantas de thola, corrió entre la arena y trastornó las dunas corriendo y resbalando. Corrió lo más rápido que pudo. Tenía un mal presentimiento. ("Por favor, Vizcacha, no vayas todavía".)

    No podía cansarse. Tenía que llegar a tiempo.

    Se oyó la voz asustada y jadeante de Alex por los auriculares:

    -¿Qué hago, Vivi?

    -Es una trampa. Detén a Lobo.

    Lince siguió corriendo. Estaba confundido. No sabía cual era Delfín y cual era la simulación electrónica. Una de ellas pedía detener a Vizcacha, y la otra ordenaba detener a Lobo. Tenía que determinar de alguna manera cual era cual.


    Lobo alcanzó a ver a Vizcacha trotando cerca de Tigre. Gritó con todas sus fuerzas:

    -¡¡¡¡Vizcacha, no vayas!!!!

    DE PRONTO HUBO UN FLASH RESPLANDECIENTE EN EL LUGAR EN EL QUE VIZCACHA SE ENCONTRABA, Y UN SEGUNDO DESPUES LLEGO UN SONIDO SECO COMO UN TRUENO HASTA LOBO. EL HUMO SE ELEVO COMO UN HONGO, Y CAYERON PEDAZOS DE ARENA Y PIEDRA POR TODAS PARTES...

    ("NO, VIZCACHA, NO...")

    ...Y LOS RESTOS DE VIZCACHA SE ESPARCIERON EN UN AREA DE CIEN METROS A LA REDONDA.

    LA MINA.

    LA TRAMPA.

    VIZCACHA...


    Omega

    Lince llegó casi de inmediato. Lobo estaba sentado en el suelo mirando incrédulo el polvo y el humo que se llevaba el viento. Lobo no podía creer que eso estuviera sucediendo. No había podido correr lo suficientemente rápido, y se sentía responsable.

    Lobo se sacó el casco y dijo:

    -No pude llegar a tiempo.

    Su cabello claro se batió al viento, y sus ojos azules se clavaron en la arena.

    Viviana escuchaba en sus auriculares desde el otro lado del acantilado. Ya lo sabía. Había oído la explosión. Cerró los ojos.

    Alex se dio cuenta de que Marco estaba destrozado. Se sentó junto a él, le puso una mano en el hombro y le dijo suavemente mirándole a los ojos:

    -Hiciste todo lo posible, Marco.

    Marco se estremeció al sentir la mano de Alex en su hombro. Se sintió al mismo tiempo hundido moralmente por la muerte de Vizcacha y flotando entre las nubes por alguna razón que le daba cada vez más asco. La mano de Alex tocó su cuello.

    (Marco sintió la vida latiendo por todo su cuerpo)

    -No es tu culpa, Marco.

    De no ser por la muerte de su compañero, Marco hubiera querido que el universo se detuviera en ese instante para siempre.

    Alex simplemente quería que su amigo se sintiera mejor.


    Viviana trataba de encontrar alguna forma de llegar hasta Daniel.

    Finalmente, extendió la antena en la parte lateral derecha de su casco, y habló:

    -Expedición 44 tiene informe prioridad uno.

    La voz de Gaviota sonó lejana y entrecortada en los auriculares de los tres.

    -Adelante, Delfín. -

    -Vizcacha eliminado por mina. Me encuentro a 800 metros de Tigre. Solicito instrucciones.

    -Se les ordena volver a los tres. Ya no hay nada que puedan hacer.

    -Delfín ha recibido el mensaje.

    "No...", murmuró Alex dentro de su casco. "NO...", dijo mientras se ponía de pie. "No podemos dejar a Tigre".

    -Se les ordena volver,-repitió la voz fríamente.

    -Aquí Delfín. Atención Gaviota: tenemos una forma de sacar a Tigre de ahí. Solicitamos un poco más de tiempo.

    -Atención Delfín,-dijo Gaviota de pronto-, esta conversación está siendo rastreada. Tengo un alerta de seguridad. Tienes que cambiar de posición inmediatamente. Gaviota fuera.

    La comunicación terminó abruptamente.

    Viviana corrió desesperadamente. Había cometido un gran error al dar su posición respecto a Tigre. Había sido localizada por triangulación electrónica y tenía que alejarse de ahí lo antes posible. Ya no podría usar granadas halógenas y no tenía armas para presentar pelea. Tenía que correr. Ella no podía haber sabido que ellos llevaban un sistema portátil de triangulación electrónica. Eso no importaba. Ahora tenía que correr como nunca antes por su vida.


    -Hemos localizado a su líder a 879/599, -dijo Alfa por el intercomunicador.

    -Cerrar perímetro. Que no los vea. -Omega hizo gotear un líquido en sus ojos para aliviar el intenso ardor de la conjuntivitis física causada por la granada halógena, y se puso en marcha rápidamente. Tras él, quedaba un grupo de sus soldados tendidos en el suelo, recibiendo analgésicos para aliviar el intenso dolor en sus ojos. La mayoría de ellos tenían las retinas lesionadas, y varios tal vez no recuperarían la vista. Omega apretó los puños con furia. Reglas de moral y doctrinas religiosas pasaron por su mente. Eso no quedaría así. Tenía que dar un castigo ejemplar a los responsables. Y si el líder había sido detectado, sería capturado.

    -Cerrar perímetro, -repitió Omega mientras activaba su camuflaje. A medio kilómetro de su posición, seis de sus soldados encendieron a control remoto los rociadores de espuma, dejándolos listos para disparar.

    Omega vio en sus visores la silueta azul que corría entre las dunas, zigzagueando como los conejos que huyen de los pumas. Era Delfín, que se dirigía, sin saberlo, hacia los rociadores de espuma. "Sabe que estamos aquí. Está zigzagueando para que no podamos dispararle a la distancia. Tiene señales fantasma activadas para despistarnos, porque hay dos sombras más que corren junto a ella." Omega se agazapó en la arena e hizo una señal a dos de sus soldados que controlaban los rociadores. Delfín se acercaba rápidamente. Las tres señales que emitía en los detectores de calor se juntaban a ratos y luego volvían a alejarse entre sí. Omega ordenó a tres francotiradores que subieran a una roca del acantilado. Cada uno apuntaría a una de las señales emitidas por el saboteador. Así, Delfín y los dos fantasmas señuelos que emitía su traje estarían en la mira. Si no caía entre los rociadores de espuma, dispararían a las tres señales simultáneamente, y la eliminarían de todos modos.


    Las piernas de Delfín flaquearon, y ella tambaleó al pie de una duna. Su corazón latía violentamente dentro del traje de incursiones. Un mechón de su caballo le tapó los ojos por un segundo. Su instinto le decía que había peligro. De pronto, un silbido sonó en sus auriculares, y ella se estremeció. Era una alarma. Había un rayo infrarrojo llegando a su traje. Estaba en la mira de un arma. Se metió de un salto entre unas rocas. El silbido cesó por un segundo. Ya no estaba en la mira de los soldados. Abrió su canal de comunicaciones y envió un mensaje a Lobo:

    -Atención, Lobo: Estoy en problemas. Me han detectado.

    -Te tengo localizada, Delfín. Toma tu derecha y sigue junto a la quebrada. Por ahí no hay peligro. -Era la voz de Lobo por el auricular, pero no era él. Ella lo supo de inmediato. Su radio también había sido interceptada, como la de Vizcacha cuando lo mandaron a la trampa. Alex y Lobo no podían saber que ella estaba en problemas, porque los soldados estaban falsificando las voces de los tres. El silbido volvió a llenar su casco. Estaba de nuevo en la mira y tenía que huir de ahí. Se lanzó para adelante, tropezó, pero siguió corriendo. Sintió miedo. Tenía que sobreponerse al pánico. El terror recorrió su cuerpo. Sus piernas temblaron. El silbido seguía.

    De pronto, chorros de espuma blanca cayeron sobre ella. Eran como miles de serpientes blancas que le caían encima. Como si le estuvieran lanzando cantidades de crema de afeitar, tiras largas de unos dos o tres centímetros de espesor.

    Delfín cayó pesadamente al suelo. Los chorros de espuma se hacían sólidos medio segundo después de entrar en contacto con el aire, y se enduraban sobre su cuerpo como fuertes cables plásticos. Trató de soltar sus pies para seguir corriendo, pero cientos de chorros más le cayeron encima, e inmovilizaron sus brazos. Luchó inútilmente por librarse, y al cabo de diez segundos, quedó completamente quieta, envuelta en el material blanco.

    Vio que una decena de soldados llegaban corriendo junto a ella. Su mano derecha había sido inmovilizada junto a sus rodillas, mientras trataba de quitarse los primeros chorros de espuma. Su brazo izquierdo estaba aprisionado detrás de su espalda, porque le había caído más espuma mientras se apoyaba en el suelo. Por entre las tiras de espuma que ahora estaban adheridas como cemento blanco sobre su casco, vio la silueta de un hombre muy alto que estaba de pie frente a ella.

    -Soy el Comandante Omega, -dijo una voz grave-. Usted está arrestada. Se le tratará de acuerdo a las normas internacionales para el tratamiento de terroristas. Si usted coopera, recibirá algunos privilegios en prisión. Si no coopera, estoy autorizado por su gobierno para utilizar la tortura. ¿Me ha entendido?

    No hubo respuesta.

    -Estamos lejos del control de cualquier organismo para protección de gente como ustedes. Yo puedo hacer lo que quiera mientras estemos aquí. Nadie lo sabrá nunca. Y yo soy malo con los terroristas, ¿entiende? Soy muy malo.

    Delfín lo miró en silencio. La rociaban con un líquido amarillo aceitoso que disolvía la espuma sólida.

    Omega continuó:

    -No tengo compasión para gente como ustedes. Los mantengo vivos hasta el final. Vivos y conscientes. Primero les corto los dedos uno por uno. Después les corto la lengua si no hablan. Luego les corto otras partes más delicadas. Los dejo ciegos, los quemo con ácido, les doy shocks eléctricos. Pero los mantengo vivos. ¿Entiende? Los mantengo vivos. Me ruegan que los mate, pero no dejo que mueran. Eso es lo que ustedes se merecen, malditos saboteadores.

    Ella sabía perfectamente que todo eso era verdad.

    -Yo soy el mejor, -continuó Omega con cierto orgullo-. He cazado a cientos de ustedes. A veces guardo sus chips y a veces no. Acabo de llegar del Africa, donde dejé los pedazos de seis de sus compañeros colgados de un árbol baobab para alimentar a las moscas. Después de todo, malditos ecologistas, las moscas también son una especie viviente, ¿verdad? Los imbéciles se dejaron emboscar mientras trataban de localizar unas hormigas que son necesarias para mantener un pasto, que es necesario para no sé qué... Maté a los seis imbéciles, y metí veneno a sus hormigas. Parece que para ustedes, los ecologistas, los animales y los árboles valieran más que la gente. El problema es que ustedes tienen demasiada libertad para pensar en cosas que no son buenas. Los niños y las mujeres tienen que obedecer, no pensar. Por algo Cristo no tuvo apóstoles mujeres.

    Ella meneó la cabeza, mientras le sacaban el casco y le inyectaban droga paralizante en el cuello. Llevó la mano a la rodilla, donde tenía escondida una pequeña granada de gas asfixiante.

    Omega lo notó y la tomó por la muñeca. Tenía un sexto sentido para cazar rebeldes. El líder y el guía ya habían caído. Ahora podía concentrarse en eliminar a los dos que faltaban.


    La trampa

    Quedaron largo rato parados en la arena sin hablar. La brisa fresca se sentía en las mejillas.

    Por fin, Marco rompió el silencio:

    -¿Tienes hambre, Alex?

    -No.

    -Tal vez Vivi esté ahora cerca de Danny. No sé qué hacer, Alex. No podemos ayudarles. Vi un equipo de combate bajo el asiento del copiloto en el transporte, pero no podemos saber dónde están ellos.

    Alex se sentó en la arena junto a Marco.

    -Danny es tu mejor amigo, ¿no?

    -Sí. Y Tabo y Vinchuca de tu curso son tus mejores amigos, ¿no, Alex?

    -Más o menos. Son unos imbéciles.

    -Pero yo siempre te veo con ellos.

    -Sí. Pero son unos imbéciles.

    Marco calló. Alex lo miró de reojo. Era obvio que su amigo estaba pensando "¿y si son unos imbéciles, por qué te juntas tanto con ellos?". Alex miró hacia el horizonte y dijo fingiendo indiferencia:

    -No tengo muchos amigos.

    Marco, un poco confundido, miró también al horizonte. El chico perfecto no era tan perfecto después de todo. No podía tener amigos. El héroe era tan vulnerable como él. Pero eso lo animó un poco. Tal vez porque de alguna manera, las imperfecciones lo hacían más humano y "alcanzable" para él. Marco dijo con cierto despecho que Alex no notó:

    -Pero tú tienes a Viviana.

    Alex movió la cabeza afirmativamente. Después tiró piedras a una planta de thola frente a él y dijo:

    -Pero no es lo mismo. Ella es mi chica.

    Marco sintió que había hurgado y abierto una herida psicológica en Alex y se arrepintió. Empezó también a tirar piedras contra la planta que se encontraba frente a ellos y dijo:

    -Si quieres, puedes juntarte con Danny y conmigo, cuando volvamos.

    Alex lo miró con gratitud y dijo:

    -Está bien.

    Hubo un largo silencio.

    Marco tenía una leve esperanza desde el minuto en que descubrió lo que su fascinación por Alex realmente era. La probabilidad de que Alex fuera como él era una en un millón, pero era una esperanza que lo sostenía psicológicamente. Tenía que salir de dudas de una vez.

    -Oye, Alex...

    -¿Qué?

    -¿Realmente te gusta Viviana? ...o... ¿sólo sales con ella por despistar?

    La vida de Marco pendía de un hilo. El universo dependía de una respuesta.

    Alex lo miró y le dijo:

    -Me gusta mucho, hermano. No sé qué haría sin ella.

    Marco sintió que millones de cristales finísimos se rompían en el interior de su pecho, en medio de una explosión aguda como un chillido, y se convertían en millones de pedazos cortantes que volaban en todas direcciones hiriéndolo.

    Marco miró al frente en silencio y tiró otra piedra contra la thola. Le sobresaltó la voz de Alex.

    -¿Y tú?

    Marco lo miró asustado.

    -¿Tú no estás saliendo con alguien? ¿No tienes chica?- insistió Alex.

    Alex le estaba mirando por entre los cabellos que se sacudían al viento delante de sus dos ojos.

    -No. Por ahora no.

    -¿No conoces alguna chica que te guste?

    La mente de Marco quedó en blanco. El miedo de que Alex se diera cuenta de la verdad le oprimió el pecho. Tenía que mentir lo mejor posible. Había muchas chicas en el colegio que eran muy bonitas, pero la apreciación que Marco tenía por ellas era más "intelectual" que física. Ninguna de ellas lo hacía vibrar realmente.

    -Me gusta Carla.

    -¿La que está en mi curso?

    -Ajá.

    -Es bonita, ¿no?

    -Sí, Alex. Tiene buen cuerpo, sus ojos son lindos y tiene personalidad. -Marco dijo eso porque era lo que Daniel decía de Carla. Se sentía incómodo con ese tema. Escuchó aliviado que un mensaje terminaba con esa conversación:


    -Aquí Delfín. Tengo a Tigre. Denme su posición para llevarlo al transporte.

    Alex y Marco se miraron. ¿Sería ella o sería la imitación electrónica que eliminó a Vizcacha?

    Lobo mintió:

    -Nuestra posición es 546/890. ¿Cómo está Tigre?

    -Necesita atención médica, -dijo la voz-. ¿Están en el transporte?

    -Afirmativo. El transporte está aquí.

    Menos de un segundo después, una gran explosión sacudió la colina que se encontraba frente a ellos. El suelo tembló mientras una granizada de explosivos menores caía llenando de cráteres el área 546/890.

    Alex saltó con el primer trueno, y sintió que su cuerpo se estremecía con cada explosión sucesiva. Se tapó los oídos, y pensó que si Lobo no hubiera mentido, ese infierno se habría desatado sobre ellos. No los estaban buscando vivos. Sólo querían eliminarlos rápidamente.

    Alex hundió la cara entre las rodillas. Su cabello negro le cubría el ojo derecho. Estaba desolado. Dijo lentamente:

    -Tienen a Vivi.

    Lobo puso la mano sobre el hombro de Alex, sin saber qué decir para hacerle sentir mejor. Se quedó mirándolo sin poder amimarlo.

    -Tal vez está herida. Tal vez la han matado. -Alex suspiró profundamente.

    -También a Danny, -dijo Lobo.


    La Trampa

    De pronto, Marco miró a Alex con preocupación y le dijo:

    -Algo está mal, Alex.

    -¿Qué?

    -Algo está mal. Los soldados tenían demasiado apuro por eliminarnos.

    -Si. ¿Por qué no confirmaron nuestra posición antes de disparar?

    -Se están yendo, Alex. Y con mucho apuro.

    -¿A dónde?

    -No sé. Se están yendo de aquí.

    -¿Por qué?

    -¿No te das cuenta? Están evacuando la zona.

    -¿Escapando de qué?

    -Tal vez hayan descubierto que pusimos bombas y tienen miedo de que se produzca un Síndrome de China. Han debido sacar a todo su personal de la zona.

    -Oye, Marco, ¿recuerdas lo que dijo don Felipe? Ellos también estaban evacuando a los jóvenes porque los de la Corporación harían algo. No dejarían las cosas así.

    -¿Tú crees que echen gas azul por aquí? Eliminarían al pueblo, Alex.

    -Si, pero se librarían de un problema. Además podrían decir que fue nuestra culpa. Que nuestras bombas causaron la fuga de gas.

    Marco palideció. Lo que Alex estaba diciendo tenía sentido. Primero se negó a creerlo, porque no era posible que tomaran represalias contra el poblado. Pero habían intereses enormes en juego. Sí. Lo más probable era que Alex tuviera razón. En ese caso, habría una nube de gas azul de un momento a otro. Tenían que salir de ahí.

    -Escucha, Alex: Si han evacuado, podemos llegar hasta Danny.

    -Tal vez se lo hayan llevado con ellos.

    -¿Para qué? Ahora tienen a Delfín. Tigre ya no les sirve.


    Lince caminó haciendo un círculo hacia la posición de Daniel. Lobo caminó veinte metros más atrás. Tigre no daba señales de vida.

    Al principio, Lince caminó con cautela, mirando bien la arena antes dar cada paso, buscando cualquier señal sospechosa en el suelo que delatara una mina. Después de haber dado diez pasos en el campo minado, comprendió que aquella precaución sólo estaba demorándolos. Las minas estaban enterradas en la arena y no había forma de verlas.

    Apuró el paso. Pisar una mina o no pisarla era sólo cuestión de suerte. Alex sentía muerte. La sensación de vacío que le llenaba la mente. No era miedo. Era solamente vacío. Y era lucidez total (una extraña claridad en los sentidos, en la inteligencia, en la luz y en los sonidos).

    Marco caminaba alerta detrás de Lince. Estaba listo para matar o morir sin vacilar ni un instante para considerar implicaciones.

    El silencio era total, y se podían oír los pasos en la arena. No había señales del enemigo.

    Marco sentía todo su cuerpo excitado por la adrenalina. La sensación de miedo era extrañamente parecida a la que le había hecho temblar un rato antes, cuando Alex lo abrazó. Era una sensación muy parecida, pero al mismo tiempo muy diferente.

    Ya se encontraban a unos cien metros de Tigre. Ya estaban en el lugar en el que Vizcacha había muerto. Vizcacha... sus restos estaban siendo esparcidos por la brisa fresca de la puna que empezaba a soplar desde el Norte.

    De pronto, ALEX GRITO Y DESAPARECIO.

    Marco quedó como paralizado.

    Alex había gritado y había desaparecido.

    Marco no se movió. Parecía una estatua. No comprendía. Alex había desaparecido. Tenía que ordenar sus ideas, tenía que pensar, tenía que concentrarse, tenía que hacer algo... Tenía que ayudar a Alex.

    Logró poner su mente en funcionamiento con gran esfuerzo. Olor a muerte (ALEX, ALEX) se sentía más fuerte que nunca. Lo sentía hasta su nuca fría. Era real.

    Marco caminó cautelosamente hasta el lugar en el que Alex había desaparecido.

    Alex estaba tendido en el suelo, en posición fetal, con el brazo derecho aprisionado por un anillo de un material del color de la arena. Tardó un par de segundos en comprender: Alex había sido atrapado por una trampa antipersonas. Dientes metálicos se incrustaban en su muñeca, y el Lince golpeaba el suelo con los pies estremeciéndose de dolor. Era una versión electrónica de una trampa para lobos.

    -¡¡¡Marco!!!

    Era la voz desesperada de Alex.

    Marco palideció evaluando la situación. Eso sí que era mala suerte. A veces las trampas personales cogen los zapatos, o los dedos, y uno puede cortárselos para escapar. Esta trampa tenía el brazo derecho de Alex a la altura de la muñeca, y un segundo anillo a la altura del codo. Para liberarlo, había que amputarle el brazo derecho más arriba del codo. Marco miraba en silencio. No sabía qué hacer. No había entrenamiento que lo pudiera preparar para eso. Y la cosa se ponía peor: Alex no intentaba ponerse de pie, y no podía darse la vuelta para mirarlo. También tenía la pierna izquierda atrapada en un tercer anillo dentado, un poco más arriba de la rodilla.

    Alex logró girar la cabeza hasta mirar a Marco y le dijo en un hilo de voz:

    -Marco... ¿Qué hago? Las púas me lastiman mucho...

    -Oh, Alex... -dijo él tristemente entrecerrando los ojos.

    Su corazón latió más rápido. No podía cometer errores.

    Marco había escuchado que a veces los soldados dejaban trampas para capturar a los PROTECTORES vivos.

    "Los guardias mercenarios saben cómo arrancarte todos tus secretos. Y después dejan tu cuerpo mutilado en algún basural".

    -Marco, no puedo zafarme. ¡Ayúdame por favor! No puedo yo solo...

    Marco se puso de cuclillas y empezó a gatear cuidadosamente por el suelo, acercándose a Alex con cautela, asegurándose de no activar otra trampa.

    -Marco, alguna cosa se ha encendido aquí cuando me ha atrapado. Hay un aparato raro que está transmitiendo algo.

    -¿Dónde?

    -Junto a mi pierna derecha.

    Marco encotró el mecanismo semienterrado en la arena, y lo evaluó en silencio. "Es un explosivo de tiempo. Se activa cuando la trampa atrapa algo. Eso elimina a las "presas" cuando los soldados no pueden revisar sus trampas. Esta mina está a menos de un metro de Alex, y lo hará pedazos. Pero cuando estalla, reinicia el mecanismo y se abren los anillos por un momento para esperar otra víctima. Así las trampas pueden usarse varias veces, porque sus mecanismos son tan fuertes, que las explosiones no les afectan... Y es imposible romperlos sin equipo pesado... Alex... ¿Qué hacemos?" No podía entrar en pánico. Tenía que pensar en algo. Desenterró un poco más el mecanismo y el reloj quedó al descubierto. Marco se estremeció cuando vio la cuenta regresiva:

    58

    57

    56

    Se tapó la cara con las manos. Faltaba menos de un minuto hasta la explosión.

    Marco se puso de pie y miró de un lado para otro buscando algo que pudiera ayudarle.

    No había tiempo que perder. Había que hacer algo.

    -Alex, voy a sacarte el casco, y el blindaje del traje en la parte de adelante. Cuando escuches la detonación, huye, porque la trampa se abrirá por un segundo.

    Alex abrió mucho los ojos mirando a Marco.

    -Se ha activado una mina, ¿no?

    -Sí.

    -¿Cuándo estalla?

    -En 50 segundos.

    -Marco, ¿qué hago? -La voz aguda de Alex sonaba ahogada, mientras el Lince trataba desesperadamente de zafar su brazo derecho.

    Marco no contestó. Sacó su propio casco blindado, y lo colocó sobre la cabeza del detonante, cubriéndola para amortiguar la explosión. Colocó encima el blindaje que había sacado del traje de Alex.

    Lince comprendió su situación y tomó una desición desesperada.

    Sacó con la mano izquierda un cuchillo telescópico del bolsillo de la rodilla, lo empuñó con fuerza, y apoyó el filo en su brazo derecho para amputárselo él mismo y poder escapar de la trampa con vida.

    Lobo lo detuvo.

    -Marco, córtame el brazo para poder escapar. Por favor...

    -No, Alex... Amortiguaremos la explosión.

    -No tenemos con qué. Déjame cortarme el brazo, entonces... No me quiero morir, hermano... Por favor... Déjame que me saque el brazo...

    -No hay tiempo... Y también tendría que cortarte la pierna... Amortiguaremos la explosión... Es lo mejor... -Y le arrebató el cuchillo.

    -¡Marco, por favor, ayúdame... por favor! No me hagas eso... No me quiero morir.

    Alex lo miraba suplicante, los ojos aterrorizados, el cuerpo casi paralizado por el miedo, la cabeza moviéndose de lado a lado, los ojos húmedos, las piernas encogidas junto al pecho, la mano derecha y la pierna izquierda atrapadas, su voz sonando aguda como la de un niño pequeño, y rogándole desesperado:

    -Por favor, Marco, ayudame. Salvame... Por favooor... Salvame...

    Marco miró el reloj de la trampa.

    8

    7

    6

    5

    Miró los ojos de Alex por última vez

    (los ojos de Alex que le decían "no es tu culpa, Marco")

    -Oh, no Alex.. tú no... -gimió Marco temblando desesperado.

    (Alex... La mina lo matará en dos segundos...)

    Marco tomó su decisión ese instante

    (ALEX, ALEX, ALEX)

    y corrió hacia la trampa. Se tendió sobre el mecanismo usando su cuerpo para amortiguar la explosión. Tal vez su traje de incursiones tendría suficiente blindaje como para que Marco no fuera destrozado. Tal vez no... Seguramente no...

    (nos vemos pronto, Vizcacha)

    En realidad sabía que la explosión lo haría pedazos, pero Alex estaría a salvo por el momento.

    Mientras envolvía el detonador con su propio cuerpo, los pensamientos pasaron por su mente a una velocidad vertiginosa, como un show de slides de una fracción de segundo (Alex, mundo, manada, explosión, vida, guerra, muerte, ¿qué puede hacer un kewa en la vida?, Alex, sentido, sexo, destino, Alex, futuro, triunfo, ¿ha nacido este kewa para salvar a Alex este segundo?, Alex, derrota, Marco, sacrificio, eternidad, Vivi, Alex y Vivi...), un sonido electrónico de algo que se activaba bajo él mientras gritaba aterrorizado, y hubo una explosión.

    FUE COMO ESTAR POR UN INSTANTE DENTRO DE UN RELAMPAGO, LA LUZ, EL TRUENO, LA ELECTRICIDAD, LA MUERTE, EL CIELO... y Marco sintió que aterrizaba de espaldas en la arena suave. Movió la cabeza para mirar si su cuerpo estaba aún completo. El polvo y el humo lo eran todo, pero vio que sus dos brazos y sus dos piernas estaban todavía unidos a su cuerpo. Pero su ropa blindada estaba destrozada, su piel y músculos estaba quemados y humeaban, su cuerpo estaba insensible, "pero él estaba completo". Miró su pecho y vio carne destrozada, piel carbonizada y fragmentos de huesos calcinados. Levantó la mirada para ver cómo estaba Alex. El estaba a salvo. Se acercaba corriendo. Estaba libre. Con una última sensación incoherente de que las cosas al fin tenían algún sentido, Marco perdió el conocimiento. Agonizaba.


    Lince

    Lince cargó el cuerpo malherido de Marco hasta el transporte, y lo puso cuidadosamente sobre dos asientos. Sacó un calmante del botiquín, y lo inyectó en el brazo de su amigo inconsciente. No creía que Lobo viviera más de un par de horas. Lo abrazó mientras una lágrima caía sobre la nariz de su compañero herido. Luego miró por la ventana hacia donde Tigre se encontraba, y lo vio tan cerca, que recuperó el ánimo.

    Pronto estarían los tres a salvo. Luego irían por Vivi, y la manada volvería completa. No. Completa no. Vizcacha se había convertido en uno de ellos. Había salvado la vida de Lince. Había muerto tratando de ayudar a Tigre.

    (por favor cuiden a mi hijo Paulino, jóvenes. él será lo único que quedará de mi. su hermano ha muerto esta tarde. descendemos de gigantes que sólo trabajaban de noche. evacuaremos a los jóvenes. mi pueblo ya no tiene salvación. les agradezco lo que están haciendo. quisiera que mi hijo fuera más como usted, joven. por favor cuiden a mi...)

    Tenía que hacer un esfuerzo para pensar en Paulino después. Por ahora era necesario sacar a Tigre de ahí, y conseguir ayuda médica para Marco. Después había que encontrar a Delfín.


    Alex se sentó en el asiento del piloto, y abrió el canal del cerebro electrónico del transporte blindado:

    -Intentaremos entrar por el perímetro minado con el transporte para llegar a la posición de Tigre. Lince al mando, solicita información: Primero: ¿Las minas flotantes destruirían el transporte blindado si tocamos alguna?

    La voz artificial del cerebro electrónico del transporte se oyó en la cabina:

    -Afirmativo.

    -¿Y las minas que están enterradas?

    -También.

    Alex miró alrededor con preocupación. Tigre estaba a 200 metros, junto a una duna grande de arena.

    El carro empezó a moverse despacio. La situación era mala. Lo más probable era que tocaran una mina.

    -¿Qué alternativas tenemos? -preguntó Alex al cerebro electrónico.

    -Lanzar un barreminas.

    -Bien. Activar barreminas con menú de ayuda.

    -Primero debe programar ruta de ingreso hacia objetivo.

    Alex programó una ruta de ingreso hasta Tigre, y tecleó las coordenadas en la computadora del transporte. Una luz roja le alertó que las ametralladoras de velocidad estaban cargadas y listas para disparar.

    -Alerta: Hay 38% de riesgo de herir a tigre.

    -El riesgo es justificado. Lince autoriza proceder.

    -Ametralladoras de velocidad cargadas. Blindaje reforzado para detener esquirlas. Vía de 300 cm. de ancho será cubierta en una distancia de 150 metros. Opciones:

    1 Penetración.

    2 Barreminas.

    3 Defensa.

    4 Ataque.

    5 Personal infantería.

    Lince presionó la tecla con el número "2". La opción "barreminas" parpadeó, y hubo un ligero zumbido en la torre blindada del transporte, mientras un tambor de balas magnéticas antiminas se cargaba automáticamente en las ametralladoras de alta velocidad.

    Marco gemía en el compartimiento de atrás.

    Alex levantó la cabeza y vio a Lobo revolcando delirante sobre los dos asientos.

    Alex pensó que sus amigos Tabo y Vinchuca lo habrían dejado morir en la trampa. Pensó en Marco que le había dicho: "Te puedes juntar con nosotros si quieres", y se dio cuenta de que nunca antes tuvo verdaderos amigos.

    -Disparando balas magnéticas.

    El trueno lo envolvió. Primero, la torre del transporte vomitó fuego, como un dragón de los cuentos. Habría sido un resplandor deslumbrante para alguien que hubiera estado cerca. El transporte se remeció, y si no se hubiera afirmado al asiento, habría caído al suelo. Casi instantáneamente sintió el calor: Un calor intenso como una llamarada en el transporte. Pero el calor duró sólo una fracción de segundo.

    Después, la nube mortífera: un enjambre furioso y violento de balas magnéticas tiñendo el cielo de rojo en un área predeterminada con precisión. Incluso la dirección y velocidad del viento habían sido calculadas por la computadora.

    La nube roja estuvo sólo una décima de segundo en el aire, y luego cayó al suelo buscando las minas.

    Nueve minas explotaron al unísono, e hicieron vibrar el suelo. Nueve siluetas de polvo se elevaron como gigantes hacía el cielo. Eran como el genio en las películas de Aladino que Alex veía cuando era pequeño: Como cuando sale de la lámpara y forma una nube de humo que se ve casi humana por un segundo. En realidad, nueve de esas nubes se elevaron hacía el cielo como gigantescos hongos, y se distorsionaron a merced de la brisa.

    Una granizada de arena, piedras, plantas y escombros cayó sobre Daniel.

    Alex preguntó de nuevo al cerebro electrónico:

    -¿Habrán minas flotantes?

    -Afirmativo. Minas flotantes siguen girando en el perímetro.

    Pensó incoherentemente que era como la ruleta rusa de autos que jugaban sus amigos. El había jugado eso una sola vez. Tabo decía que era demasiado "gallina". Que si fuera más hombre, jugaría con ellos cada noche, y si se mataba, se mataba. Que de algo había que morir. Pero Alex no jugaba con ellos. Era verdad: tenía miedo. Pero ahora estaba jugando una ruleta rusa con minas flotantes.

    Aquello despertó un recuerdo en Alex. Pisó los frenos, y el transporte resbaló un par de metros en la arena antes de detenerse en seco.

    -Es como el juego de ruleta rusa de autos. Hay que atravesar un área de obstáculos circulando al azar. Es como lo que juegan Tabo y Vinchuca.

    -No puedo procesar esa instrucción.

    -Si entras despacio a la calle, hay más probabilidades de que choques, porque pasas más tiempo en la ruta de los obstáculos, donde hay peligro. La forma en que ellos juegan para correr menos riesgos, es acelerar todo lo que sus autos puedan dar antes de meterse en el perímetro de riesgo. O sea que si pasamos menos tiempo en la ruta de las minas, hay menos probabilidades de que nos encontremos con una. Si avanzamos despacio, es casi seguro que tocaremos alguna mina flotante.

    -No puedo procesar esa instrucción.

    Alex sonrió cansado. Miró el velocímetro del transporte y encontró que la velocidad máxima del vehículo era 90 kilómetros por hora. Era seguro que el aparato no alcanzaría esa velocidad instantáneamente. Había que impulsarse un poco antes de llegar al perímetro de las minas flotantes.

    -Cruzar a la velocidad máxima del transporte. Tener cuidado con Tigre.

    -Procesando instrucción.

    Presionó una palanca amarilla, y el transporte empezó a retroceder.

    El motor del transporte rugió. Normalmente, ese motor era silencioso. El lo estaba haciendo rugir para poder pasar a máxima velocidad por el perímetro.

    Soltó los frenos, y una ráfaga de polvo y piedras salió lanzada hacia atrás. Por dos segundos, el transporte se mantuvo casi inmóvil, mientras las orugas patinaban en la arena. Luego salió disparado como una bala hacia adelante. Alex tomó los controles de pies y manos firmemente con la esperanza de poder maniobrar el vehículo en caso necesario.

    El transporte salió disparado hacia adelante. Dejaba un rastro de polvo más espeso que las nubes residuales de las explosiones.

    El rugido sonaba cada vez más fuerte. Entraron a la nube de polvo, y Alex ya no pudo ver el camino. Soltó los controles para que el cerebro electrónico se hiciera cargo. El transporte corría a casi 90 kilómetros por hora por la vía segura de tres metros de ancho.

    El transporte salió del polvo como si fuera un mamut en plena embestida. Las orugas del aparato estaban detenidas pero el transporte seguía deslizándose sobre la arena.

    Finalmente, el transporte quedó de lado, y empezó a deslizarse más despacio. Alex salió precipitadamente y se metió a la nube de polvo que parecía una pared junto a la puerta del vehículo.

    -¡¡Danny!!


    Tigre

    Alex llegó junto a Tigre. Lo miró en silencio. Sintió una mezcla de dolor, ira y desesperación al ver el estado de su compañero. Daniel tenía la cara desfigurada y llena de moretes; ambos ojos en tinta, el cuerpo manchado de sangre coagulada, la ropa destrozada dejaba ver muchas heridas y quemaduras en su torso y su vientre. Su brazo derecho estaba doblado hacia afuera como el de una muñeca rota. Ese brazo estaba fracturado al menos en dos lugares.

    Lo habían golpeado mucho. Casi no se le podía reconocer. Su cara estaba hinchada, y tenía varios hematomas en la frente, de golpes de culata.

    Alex tembló desesperado y sus ojos se enrojecieron. Si el que hizo eso hubiera estado cerca, Alex hubiera podido matar a alguien (realmente matar a alguien) por primera vez en su vida.

    "Danny, ¿por qué te han hecho esto? Tú solo querías ayudar a esa gente..."

    Alex miró con desesperación a Daniel y le preguntó:

    -¿Estás bien, Danny? ¿Estás bien, hermano?

    Se sintió estúpido. Era obvio que no estaba nada bien.

    Daniel pestañeó.

    -Una pestañeada es "no". Dos pestañeadas son "sí". ¿Comprendes, Tigre?

    Tigre pestañeó dos veces.

    -¿Tienes alguna herida por la que no te pueda mover?

    Tigre pestañeó una vez.

    -Te han paralizado con complejo Gamma, ¿verdad?

    Tigre pestañeó dos veces.

    - Tigre, te voy a cargar.

    Tigre pestañeó una vez, y lo miró con una expresión de terror que le heló la sangre.

    Alex lo miró asustado y preguntó:

    -¿Hay algo que tengo que saber y no sé, Tigre?

    Daniel pestañeó dos veces.

    -¿Estamos en peligro?

    Dos pestañeos.

    -¿Están ELLOS por aquí esperándonos?

    Un pestañeo.

    -¿Nos han dejado una trampa? ¿Algo va a pasarnos si te muevo de donde estás?

    Algo cambió en los ojos de Daniel (alivio), y pestañeó dos veces.

    Alex movió lentamente a Daniel y levantó uno por uno sus miembros paralizados. De pronto se oyó su voz aterrada que decía:

    -Estás sobre una mina. Si te muevo activare la mina y volaremos ambos. -Alex vio un botón que sobresalía en la arena. La espalda de Daniel estaba presionándolo. Si lo movía, activaría la mina.

    -Tengo que compensar el peso para no activar la mina. Traeré piedras de diferentes tamaños.

    Alex llevó tres piedras. Maniobró muy lentamente. Levantó despacio el cuerpo paralizado de Tigre, y puso una piedra en su lugar -justo encima de la mina- para que el botón no se activara.

    Demoró varios minutos.

    Por fin, la piedra estaba colocada en lugar del cuerpo de Daniel, y su peso engañaba al detonador de la mina. Alex puso a Daniel de nuevo en el suelo, fuera de peligro, y Tigre rodó como si fuera un maniquí.

    Alex lo levantó cuidadosamente, y lo llevó al transporte blindado.

    Gaviota

    -Listar antídotos para complejo Gamma. Incluir menús de ayuda. -Alex había abierto el folder de "Información Médica" en el cerebro electrónico del transporte, y pedía información para dar atención médica de emergencia a sus dos compañeros.

    -Usar inhibidores de dopamina. Los frascos numerados "a 33" y "a 34" deben usarse en intervalos de treinta minutos. Vía intravenosa. Usar 2 cm3 y reducir paulatinamente hasta 1 cm3.

    Ya le había inyectado a Marco un antibiótico, y había limpiado la tierra y las esquirlas de la herida. Había visto dos de las costillas al descubierto. Los rayos X indicaban que no habían cuerpos extraños y la computadora le daba 15% de posibilidades de sobrevivir.

    Alex inyectó un calmante a su propia muñeca derecha, que se había lastimado por las púas. En cuanto introdujo la aguja hipodérmica a su carne, oyó una voz en el transmisor. La estática era demasiado fuerte y no se entendía nada.

    -Sintonizar recepción, -ordenó a la computadora. La voz se hizo clara y cercana:

    -Gaviota a Manada 22. Contesten.

    -Aquí Manada 22.

    -¡Por fin! Hace una hora que estamos tratando de entrar a su frecuencia. Nos han interceptado la comunicación y han interferido en su recepción. ¿Quién habla?

    -Soy Lince.

    -Informa situación.

    -Tigre recuperado, pero herido. Lobo herido por mina. Delfín capturada. Sólo quedo yo.

    -Comprendido. Se te ordena volver.

    -¿Y Delfín?

    Ya no puedes ayudarle. Debes volver lo antes posible.

    Alex quedó un momento en silencio. Después dijo fríamente.

    -No.

    -Repito. Se te ordena volver.

    -No, Gaviota. Buscaré a Delfín.

    -Has hecho un buen trabajo, Lince. Sabemos que es difícil dejarla, pero lo mejor es que vuelvas. No puedes ayudar a Delfín.

    -Intentaré rescatarla, Gaviota. Ustedes deberían ayudarme. Paulino está muerto. Vivi está prisionera y es seguro que la eliminarán. Danny tiene un brazo destrozado y heridas internas. Marco se está muriendo. Voy por Vivi, y tú tienes que ayudarme.

    Hubo unos segundos de silencio al otro lado de la línea. Luego Gaviota habló de nuevo:

    -Lince: Lo que haré es muy irregular, y si se llega a saber estaré en serios problemas. Escucha bien esto: Puedes localizarla a través de un sistema de rastreo que usa la AV. Estoy transmitiendo la frecuencia a tu CPU. Ella tiene un implante que emite una señal de radio de baja frecuencia. Es un dispositivo para localizarla.

    -¿Un implante?

    -Sí. Es un transmisor-receptor de silicona que ha sido colocado dentro de su cráneo cuando ha sido reclutada. Ella no sabe que lo tiene.

    Alex calló un momento y después dijo:

    -Yo tengo uno igual en mi cráneo, ¿verdad?

    -Afirmativo.

    -¿Por qué nadie me lo dijo?

    Silencio.

    -Por lo menos mándenme refuerzos. Estoy sólo.

    -Lo siento, Alex. No puedo. Debes abrir el folder "Defensa Especial" en la computadora. Tienes a tu disposición más armamento del que crees. Hay por lo menos un traje de combate y equipo completo en los compartimientos de seguridad. Otra cosa: te mando un último código. Este activa un explosivo que está en el transmisor de silicona implantado en el cerebro de Delfín. Si no puedes rescatarla, puedes eliminarla a control remoto sin que ella sufra.

    -¿Por qué estás diciéndome eso? Yo no podría hacerlo.

    -Lo más pronto que puedo mandarte ayuda es dentro de tres horas. Para entonces sería demasiado tarde para ella. Buena suerte.

    Alex dio una patada furiosa contra el panel en el que se encontraba el botiquín medico y gritó furioso:

    -¡Por lo menos mándame ayuda! Estoy sólo... Ayúdame a sacarla de ahí. ¡Tienes que ayudarme...!

    -No puedo, Alex. Acaba de estallar la guerra. Todas nuestras unidades están en combate.

    Alex cerró los ojos y palideció. La guerra. Sería el poder de la Corporación contra la AV y sus "Ejércitos del Mundo", de los cuales él era ahora parte. Guerra. No podría resistirlo sin Vivi. Sería demasiado para él. No estaba hecho de hierro. Estaba hambriento, cansado, y tenía miedo.

    -Gaviota... Quiero que también mandes el código para detonar mi implante... En caso de que me capturen.


    Guerra: Santa Cruz

    El propósito de la guerra de baja intensidad es atraer la atención de la opinión pública. Militarmente, la mayoría de las campañas en un movimiento de guerrilla marginal no tienen importancia. Es la propaganda lo que cuenta.

    Así se causa inestabilidad. El clima de incertidumbre se canaliza eventualmente contra el sistema mismo. Es por eso que la prensa se abstiene de publicitar atentados contra el sistema. Eso sería favorable para los rebeldes. En nuestro caso, el acceso a los medios es difícil. Por ello, hemos escogido para nuestro contraataque un momento y un lugar que no pueden ignorarse.

    Cobra

    Tabo y Vinchuca parquearon el auto frente a la torre de la televisión que transmitía emisiones a todo el sector de la llanura tropical de Santa Cruz. Era una torre de concreto de 200 metros de altura en las afueras de la ciudad. Desde que Santa Cruz se había convertido en un estado federal de Bolivia, había crecido explosivamente.

    Desde la punta de la torre, se podía ver hasta una distancia de 60 kilómetros en un día claro y con poco smog.

    Era de noche y se jugaba la final mundial de fútbol.

    Tabo y Vinchuca entraron al estadio Olímpico Santa Cruz por los pasillos luminosos, donde luces de colores señalaban el camino. Una correa los transportó hasta la entrada "O-24", que era la que estaba justo bajo el tablero monitor de alta definición que pasaba los marcadores y las propagandas. Ahí estaba la barra brava.

    El Olímpico de Santa Cruz era un estadio espectacular totalmente pintado de verde. Su iluminación con reflectores de vapor de hidrógeno era una imitación casi perfecta de la luz del día.

    Tuvieron que esperar para adaptar sus ojos a los millones de Watts.

    Bajaron por las gradas cubiertas de plástico verde en dirección a la multitud. Banderas verdes, bocinas, proyectores portátiles... fanatismo.

    Había una multitud impresionante de 97.000 personas que hacían olas. Rugían los coros como para derribar las graderías de cemento y plástico. Eran truenos que se oían a varios kilómetros de distancia.

    Tabo miró boquiabierto las cuatro esferas gigantes que parecían flotar sobre el estadio, lanzando rayos láser que proyectaban publicidad de automóviles solares Kyoto. Un auto gigantesco se dibujó en el aire, ocupando casi todo el estadio. Se veía tan real como para tocarlo con las manos.

    Entraron ambos equipos. El rugido de la multitud era como la turbina de un avión a punto de despegar. Se apagaron las luces del estadio por un segundo, y se proyectaron los escudos y las mascotas de los dos equipos con rayos láser en el aire.

    Desde un avión que sobrevolaba el olímpico y que transmitía para todo el mundo la panorámica del estadio, los rayos láser se veían como una flor luminosa de color verde que se abría y estallaba en medio de la noche tropical, junto al mar de luces deslumbrantes de mercurio y neón de la brillante capital oriental boliviana.

    Las computadoras traducían a 187 idiomas para el satélite:

    "Saludos desde Santa Cruz de la Sierra para nuestros amigos de todo el mundo. Gracias por captar esta señal que se origina en el Estadio Olímpico Santa Cruz".


    DE PRONTO las luces del estadio se apagaron de golpe. Las publicidades luminosas se desvanecieron, la iluminación de emergencia se prendió y falló. Las empresas de televisión encendieron sus propios generadores y transmitieron a todo el mundo la noticia de que algo estaba sucediendo en el estadio Olímpico.

    Y UNA LUZ DESLUMBRANTE Y GIGANTESCA, como un pequeño sol, apareció al sur, a varios kilómetros de distancia, fuera de la metrópoli. Toda la ciudad de Santa Cruz se iluminó como si fuera de día. Un momento después, llegó un sonido que hizo temblar el estadio. Los canales de televisión de todo el mundo giraron sus cámaras para enfocar la luz gigante que estaba hacia el Sur.

    La luz cambió ligeramente de posición y empezó a elevarse.

    -¡Es un cohete que está despegando! -gritó Tabo.

    Vinchuca miraba con la boca abierta.


    La Corporación reaccionó de inmediato. Enviaron un escuadrón de turbocópteros invisibles al lugar del despegue del cohete. Llegaron en cuestión de minutos.

    Pero Generación 2.000 ya había evacuado a todo el personal. Con una eficiencia y una organización alucinantes, los 58 científicos y 789 miembros del personal de apoyo para el lanzamiento habían sido recogidos en 47 segundos por 7 turbocópteros, y puestos a buen recaudo.

    Cuando ELLOS llegaron, todo lo que quedaba en el lugar del lanzamiento eran la torre semisubterránea desierta y quemada, las cenizas humeantes, y un cráter gigante. Cuando ELLOS se acercaron, los restos de la torre explotaron por un sistema de autodestrucción. "Nosotros, Generación 2.000, no les regalaríamos tecnología".


    La Corporación envió refuerzos. En una hora, 4.000 soldados de la GUARDIA DE EJECUCION y 1.000 Destructores estaban patrullando las calles de Santa Cruz. Habían llegado desde sus bases en Brasil, Colombia y Panamá. Salieron a ocupar las calles de la ciudad con vehículos blindados, y con pelotones de control que patrullaban las principales vías y avenidas.


    Pablo (Ardilla), llevó su traje A-20 y su J 99 escondidos en una mochila escolar hasta el centro de la ciudad. Se metió en un callejón abandonado y se aseguró de estar sólo. Se puso el traje. Activó el camuflaje, y trepó como un insecto por la pared de cristal del edificio CAÑOTO 5. Subió por sus 67 pisos, y quedó arriba en excelente posición para controlar los movimientos de los pelotones de Destructores. Desde donde se encontraba, tenía a unos 240 blancos hostiles al alcance de su J 99. Vio con la ayuda de uno de los visores de su casco que otros tres PROTECTORES estaban posicionados en el edificio del frente. Ellos también lo vieron. Los transmisores de sus cascos se pusieron en contacto automáticamente. Los otros tres PROTECTORES eran una romana de 18 años, un berlinés de 16 años y un neoyorquino de 15 años.

    Los tres se pusieron de pie mirando a Pablo, hicieron un "mundo" con las manos frente al pecho y dijeron a coro:

    "WE ARE CHILDREN OF THE WORLD."

    Pablo se puso de pie y respondió:

    "WEÕLL SAVE THE WORLD." Después transmitió sus datos. Pablo era un cruceño de 15 años.

    Los tres se presentaron en Inglés como "Nutria, Tejón y Mapache". Pablo les dijo que él era "Ardilla".

    Los cuatro volvieron a sus posiciones de observación.

    Ardilla activó la radio de su casco de combate, y se contactó con la computadora de la central de comunicaciones en un avión gigante que se encontraba sobre el río Madera.

    -Ardilla está en posición.

    Le respondió la voz artificial de Facilitador:

    -Mensaje recibido, Ardilla en posición w 987. Instrucciones: Dar estado de los movimientos de BHs cada 3 minutos.

    -Comprendido, -dijo Ardilla "scaneando" el área con sus visores detectores de movimiento.

    Era medianoche en la deslumbrante capital de Santa Cruz de la Sierra. Ardilla estaba alerta, reportando por el canal digital cada movimiento de los guardias al control central de Facilitador. No estaba solo. De rato en rato, Mapache, en la azotea del gigante de cristal a 30 metros de él, intercambiaba información de CPU a CPU. Eran sus amigos de rincones lejanos del globo. Entrecerró los ojos concentrándose totalmente en la pantalla verde a través de la cual veía pelotones de destructores moverse sigilosamente en la noche. Suspiró profundamente. Tal vez tendría un futuro después de todo. Tal vez podrían construir un mundo mejor para sus hijos.

    Cerca de ahí, Nutria estaba parada junto al borde de la azotea, Tejón recargaba las baterías de sus visores y Mapache se mordía las uñas ansiosamente.

    A las 12.03, los Vengadores Verdes entraron en acción. El mar de luces multicolores empezó a apagarse. Primero, Ardilla vio a lo lejos que se apagaban todas las luces del Séptimo Anillo hacia el norte. Después, la oscuridad era una mancha negra inmensa que barría la ciudad hacia el sur. La ola de tinieblas llegó hasta donde Ardilla se encontraba, y pasó como un manto de terror. Un espectáculo aterrador que duró 20 ó 25 segundos. Luego, sólo quedaron las tinieblas. Los automóviles eran luciérnagas diminutas que corrían por las calles en busca de refugio. Los inmensos rascacielos eran torres lúgubres que se estremecían ante el estallido de la guerra. La gente temblaba en sus casas buscando linternas para pasar una larga noche en vela.

    Los pelotones de Destructores se reorganizaban tomando posiciones en las calles circundantes a la plaza principal.

    Los ejércitos de Cóndor entraban por el sur y el este, formando un brazo que estrangularía a los mercenarios de la Corporación.

    Santa Cruz estaba lista para la primera gran batalla.

    Ardilla temblaba sin saberlo. Su concentración era total. Sólo una voz conocida le hizo relajarse por algunos segundos. Cóndor estaba dando un mensaje a sus ejércitos antes de que entraran en batalla:


    Cóndor

    Ese fue el instante en el que entró en acción el armamento alternativo de la AV. Tres satélites activaron sus mecanismos de comunicaciones, y proporcionaron una superred paralela a la superweb que anuló las rutas seguidas por todas las vías regulares del Internet mundial. Las reemplazó por ruteos alternativos controlados por Facilitador AV. Condor tenía ahora control total del sistema nervioso del planeta: La superred mundial. Fueron su voz y su imagen las que aparecieron ese momento en todas las computadoras que navegaban la red en línea:

    "Jóvenes de Latinoamérica, amigos de todas las regiones del planeta:

    No es justo que ustedes hereden los problemas del mundo: el hambre, las deudas de sus países, los desechos tóxicos, la miseria, la enfermedad, la ignorancia y la dependencia.

    Pero ese es el mundo del siglo XXI.

    Las muestras de la derrota de los latinoamericanos del siglo XX, y del fracaso de la comunidad de países del mundo, se encuentran a cada paso:

    La miseria de hombres, mujeres y niños que recorren hambrientos y desmoralizados las calles céntricas de la ciudad en que vives. No trates de ignorarlos, porque ese es el futuro de tus hijos. Los recursos mundiales ya no son suficientes para todos.

    Otra muestra es la impotencia del individuo frente a la estupidez colectiva, por la que las voces de la gente que puede construir un mundo mejor, se pierden en el coro de los insensatos. Insensatos que nos empujan hacia los valores, las reglas y las ideas convencionales de nuestras sociedades.

    Valores, reglas e ideas que nos han llevado a los Latinoamericanos a ser el sector más pobre, mediocre, corrupto, y hambriento de la humanidad.

    Valores, reglas e ideas, que han llevado al tercer mundo a ser un mundo de miseria y derrota; dando lugar a que el primer mundo se llene de indolencia y arrogancia autodestructiva.

    Jóvenes del mundo:

    No podemos cambiar a las generaciones precedentes. Es demasiado tarde para ellos. Dejemos que sigan cantando sus himnos. Dejemos que sigan adorando a sus dioses y creyendo en sus dogmas. Dejémosles vivir tranquilos. Seamos comprensivos con ellos, porque generalmente tuvieron buenas intenciones.

    Ellos no eran malos. Eran simplemente ignorantes.

    Tampoco olvidemos que hubieron mujeres y hombres excepcionales entre ellos, aunque sus voces generalmente se perdieron en el coro de los insensatos.

    Joven del mundo:

    El mundo está en ruinas.

    La generación de tus padres está derrotada.

    Pero tú no lo estás.

    Aún puedes cambiar el rumbo y alejar a la raza humana del desastre.

    Aún hay un futuro esperándote.

    Aún puedes alcanzar experiencias, sensaciones, conocimientos, placeres, horizontes intelectuales, y triunfos, que tus padres ni siquiera soñaron.

    Pero no será fácil.

    Necesitas valor para explorar caminos nuevos. Necesitas ser racional y práctico. Necesitas criterio amplio. Necesitas guiar, no solamente seguir a otros. Pero por sobre todo, necesitas ser fuerte.

    Porque sólo los fuertes moldean el mundo a su manera.

    Latinoamérica está a punto de convertirse en la nueva superpotencia dominante del mundo. Aceptemos el desafío con responsabilidad y humildad."


    Guerra: La Paz

    Los monorieles estaban paralizados. Los Vengadores habían saboteado las vías que conectaban el centro de la ciudad con la zona sur y con El Alto. Había una larga columna de automóviles abandonados en las arterias desiertas. De rato en rato, se oía el trueno de alguna ametralladora de velocidad que el eco de los edificios silenciosos repetía y amplificaba en la noche oscura y terrorífica. La acera de la Avenida Buenos aires estaba llena de cuerpos inertes tendidos al pie de las luminarias apagadas. Vicuña casi pisó un cuerpo mientras bajaba rápidamente en dirección al centro de la ciudad.

    Prendió su receptor y abrió varios canales al mismo tiempo para saber lo que estaba sucediendo en la zona de SegÙencoma, donde había una batalla de gran magnitud entre los guardias de ejecución y los ejércitos del mundo. Escuchó el caos y el terror de voces que veían la muerte de cerca. Logró comprender algunos mensajes en la confusión de voces, órdenes y gritos:

    "Atención, Búfalo, tengo a cinco en la mira..."

    "¡No puedo verlos!"

    "Cúbranme, dejaré cargas en el puente."

    "Manada 197, cuidado con blindado a las seis".

    "Nuestro segundo grupo ha tomado Alto Obrajes. Tenemos Alto Obrajes."

    "Informe progreso en El Alto, Piraña."

    "Aquí Piraña. El Alto estará en nuestro poder dentro de 20 minutos. Sólo queda un foco de resistencia en Senkata. Necesito apoyo aéreo."

    Vicuña apagó la radio. Ella vivía en Senkata, en una casa humilde pero acogedora hecha de adobe. No quiso escuchar más, porque la tensión podía afectar su eficiencia en combate. Esperó que su madre se estuviera cuidando. Ella estaba en casa, y las balas explosivas estarían llenando el aire a pocas cuadras de su calle. Vicuña apretó el paso bajando por la avenida Kennedy. Pensó en su madre, que nunca había entendido. El comercio minorista la había librado del hambre. Pero Luisa (Vicuña) quería más. "Mamá, no puedo permitir que mis hijos tengan que vivir como animales. Tengo que hacer algo. ¿No entiendes?" Su madre no entendía, y lloraba cuando Luisa partió al Campamento 56, para su entrenamiento con la AV.

    Cuatro sombras agazapadas pasaron frente a Vicuña, y ella sintió frío en su cara redonda y morena. Quedó quieta, empuñando su micrometralleta, y activó un código de identificación. Recibió una respuesta en su CPU, y respiró aliviada. Las cuatro sombras se pusieron de pie frente a ella, hicieron un mundo y le dijeron:

    "WE ARE CHILDREN OF THE WORLD."

    Vicuña respondió:

    "WE WILL SAVE THE WORLD."

    Ellos transmitieron sus datos:

    Coyote de Moscú, 17 años. Jirafa de Tokio, 14 años. Hurón, El Cairo, 16 años. Orca, Nueva Delhi, 18 años.

    Ella transmitió sus datos:

    Vicuña, alteña, 16 años.

    Los cinco corrieron por la avenida Kennedy a ocupar sus puestos en la avenida Mariscal Santa Cruz.

    "Tenemos Achumani", dijo una voz en los transmisores. "La Paz está en poder de los Ejércitos del Mundo".

    Luego se escuchó otra voz:

    "Se han detectado aviones hostiles. Prepararse para ataque aéreo."

    Vicuña, Coyote, Jirafa, Hurón y Orca se precipitaron a la entrada de la vía subterránea, y quedaron a la espera de órdenes. Por unos segundos se hizo un silencio total.


    La destrucción llegó del lado del Alto, a espaldas de ellos. Cuatro aviones se hicieron visibles de pronto en medio de truenos que hacían vibrar el piso. Pasaron como balazos unos metros por encima del edificio La Paz y se dirigieron verticalmente hacia el espacio.

    Cuatro misiles tierra-aire se lanzaron en su persecución desde uno de los cerros de Villa Copacabana.

    "IR asegurado en BHs". Era una voz en los auriculares.

    Entonces, UNA BOLA DE FUEGO llenó el Prado. Vicuña miró hacia arriba y se sintió insignificante. Se encontraba al pie de una llamarada que por una fracción de segundo había sido tan alta como el edificio Alameda. Como si un sol hubiera bajado del cielo por un instante. La llamarada barrió los edificios del Prado hasta la avenida Arce. Cuando se disipó el humo, sólo quedaban restos ardientes, como esqueletos de animales muertos. Avenida, Petrolero, Cámara de Industria, La Paz, Alameda, Hermann... Todos los edificios del Prado eran apenas cadáveres de concreto ardiente que se derrumbaban sobre la calle.

    Vicuña miró el espectáculo paralizada. Una segunda bola de fuego apareció más cerca aún, y Jirafa jaló del brazo a Vicuña metiéndola a las autopistas subterráneas, por donde corrieron tratando de ponerse a salvo.

    Guerra: Cochabamba

    El galpón de la Universidad Privada de Cochabamba tenía un gran letrero que decía "Medicina".

    La Universidad Privada de Cochabamba había desarrollado para la AV los sistemas de "Avionics". Mientras las universidades estatales se debatían en la pobreza, y enseñaban tecnología obsoleta, algunas universidades privadas se habían logrado colocar al filo del conocimiento humano.

    Mientras las universidades estatales elegían a sus autoridades en elecciones políticas, las universidades privadas atrajeron a las mentes más brillantes desde mediados de 1999. Gracias a ello, gran parte de la juventud de Latinoamérica llegó al siglo XXI con el conocimiento y la mentalidad necesarios para construir una nueva superpotencia.

    Tiburón había pasado cerca de 10 horas en la sala de "Realidad Virtual" donde se hacían simulaciones de vuelo. Después había sido introducido a una cámara de presión.

    A las 6.05 de la mañana del día siguiente, estaba listo. Era el final de un entrenamiento secreto de años.

    Tiburón quedó de pie junto al A-10. Las marcas de Generación 2.000 habían sido pintadas en las alas y en el fuselaje. Subió al avión. El artillero ya estaba ahí.

    El avión tenía dos asientos, y el artillero se sentaba en el asiento de atrás. Ambos tripulantes iban como montados en los asientos plateados, y quedaban casi recostados en la cabina (como en un auto de carrera).

    Tiburón conectó su traje y enchufó las terminales de computadora a los controles de armamento que se encontraban frente a él. Una jungla de pequeñas luces se prendió.

    Los auxiliares técnicos de vuelo giraron alrededor del aparato dando los últimos toques, revisando los motores, controlando el armamento, revisando los trenes de aterrizaje, los mecanismos hidráulicos y los circuitos digitales. El ingeniero mostró a los tripulantes un puño en alto (TODO LISTO) y la compuerta transparente empezó a cerrarse sobre la cabina.

    -Ave Catorce, listo para despegar.

    -Ave Catorce autorizado para despegar. - Era una voz de computadora.

    El techo del galpón empezó a abrirse lentamente. Se prendieron luces rojas y una voz resonó:

    "Despejar el área para despegue".

    Una nube de gas se extendió alrededor del A-10 para enfriar el ambiente. Se prendieron luces violetas ante la proximidad del despegue, y el techo se abrió.

    Tiburón miró para afuera, alrededor del avión, y vio las luces de colores brillando como un flash a través de la nube blanca de gas pesado que se extendía sobre el suelo como un manto. Prendió los motores. El aparato vibró con un silbido agudo, y la luz amarilla-rojiza que botaban las turbinas lo tiñó todo opacando a los flash azules y a las alarmas rojas. El galpón vibró como en un terremoto. Tiburón llevó lentamente una palanca azul hacia adelante.

    El avión se elevó lentamente, como un colibrí, y unos segundos después salió del galpón por el techo hacia la luz del sol. Quedó suspendido en el aire, como si la gravedad no existiera.

    Las alas transparentes del avión se abrieron lentamente y quedaron extendidas como las alas de una libélula. Aumentó el rugido de los motores mientras Tiburón presionaba un pedal, y daba instrucciones al motor a través de la computadora desde la terminal de su casco: "Incremento de potencia 87, punto 24, activar motores 2 y 4..."

    El avión levantó la nariz unos 60 grados. Desde abajo se lo veía suspendido a unos 40 metros de altura, y sus motores despedían luz azul.

    La luz azul aumentó. Se hizo difícil mirar al avión.

    Tiburón aceleró. El aparato salió impulsado (más bien disparado como un balazo). Tiburón quedó por un momento aplastado en su asiento. Una sensación de irrealidad llenaba su mente mientras el aparato perforaba una nube de abajo para arriba.

    Apareció encima del mar de nubes. Y el mar de nubes parecía un océano de espuma que quedaba atrás a una velocidad increíble. Quedó a la vista el horizonte como un arco difuso, no había una linea bien definida entre la tierra y el cielo.

    Recordó que todos los planetas con atmósfera tienen un borde difuso cuando se los mira desde el espacio. Estaba volando muy alto ya.

    Otro avión apareció a su derecha y se identificó como Puma, de Shanghai, edad 19.

    El contestó que era Tiburón, Cochabamba, edad 18.

    Se dirigieron hacia la cordillera de Los Andes para defender la ciudad de La Paz.


    Omega

    Omega había quedado atrás con un pequeño destacamento. Sus órdenes eran desactivar los explosivos colocados dentro de la planta de gas azul.

    Estaba frustrado. Por alguna razón, el suero de la verdad no funcionaba con la prisionera. Era seguro que había recibido algún antídoto. Omega reflexionó por un momento. Tenía sentido. Había un antídoto que la AV sólo usaba para proteger a sus líderes. Si el antídoto hubiera sido utilizado entre todos los grupos paramilitares de la AV, los científicos de la Corporación lo habrían detectado, y habrían perfeccionado el suero. Inteligencia de la Corporación había asumido que no había forma de contrarrestar su complejo Phi de la verdad. Pero Omega comprendía ahora, que la AV tenía el antídoto, y sólo lo administraba a su gente cuando había información importante en juego.

    Tendría que interrogarla de otra forma. Omega sintió lástima por ella. Delfín tenía la expresión aterrada, pero desafiante. Omega sintió también un odio quemante contra los cabecillas de la AV. Contra los radicales que lavaban el cerebro de aquellos niños, y los arrancaban de los hogares conservadores y cristianos con mentiras acerca de desastres ecológicos y guerras paranoicas por el futuro. Algún día podría arreglar cuentas personalmente con los esquizofrénicos que veían complots contra el planeta por todas partes, y enseñaban a los niños a desafiar a la autoridad, rebelarse, y matar. Pero por el momento, era imperativo obtener información.

    Era una tarea asqueante para él. Para reprimir sus sentimientos de repugnancia hacia lo que tendría que hacer, Omega se repitió mentalmente que sin importar su edad o sexo, la prisionera era una terrorista. Como siempre, eso tornó su compasión en odio. Odio mortal hacia la prisionera.


    Ella había perdido el conocimiento varias veces por el dolor, pero Omega la había hecho despertar de nuevo inyectándole una sustancia verde en el cuello.

    Delfín estaba débil, en algún lugar de la puna que no podía determinar. Estaban al aire libre. Su garganta le dolía de tanto gritar, su pecho estaba quemado en varios lugares por las descargas eléctricas, su boca sangraba lentamente por los golpes.

    Levantó los ojos cansados, resignada a sufrir otra descarga. Vio acercarse a Omega, llevando un nuevo juego de electrodos.

    Omega puso un electrodo en cada axila de Delfín y subió la palanca.

    Un aullido de dolor se escuchó en la puna. Se sintió olor a carne quemada. Las facciones de Viviana estaban desfiguradas, su boca abierta lanzaba un grito de dolor y sus ojos parecían saltar de sus órbitas.

    Vomitó. Algo amarillo salió de su boca y le bañó el pecho. El olor atrajo insectos. Los soldados hicieron una mueca de asco, pero Omega no se inmutó, y aumentó el voltaje de los electrodos.

    Y ella lanzó otro chillido todavía más desgarrador y agudo.

    Omega estaba desesperado. Cada minuto que pasaba era crítico. No podía ser que tuviera que retirarse sin desactivar los explosivos de la planta.

    Subió el voltaje más aún.

    Pero de pronto la puna le habló.


    Batalla en la Puna

    "DEJALA EN PAZ, DEJALA LIBRE".

    Por unos segundos, Omega quedó sorprendido, sin entender. Pensó que la puna le hablaba, y sonaba furiosa y mortífera.

    Delfín comprendió, aunque su mente estaba entorpecida por el suero:

    -ESTAS VIVO ALEX.

    Los doce soldados y Omega dispararon una ráfaga demoledora al lugar desde donde llegaba la voz de Alex.

    -HE DICHO QUE LA DEJEN LIBRE. -La voz ahora sonaba desde las dunas del norte.

    Delfín abrió los ojos. No podía verlo, pero sabía que Alex estaba ahí, con su traje de combate y su J 99, apareciendo y desapareciendo, camuflado perfectamente entre las dunas, invisible a los detectores de calor, invisible a los detectores de movimiento, invisible a todo.

    Omega se tiró al suelo apuntando nerviosamente de un lado al otro con su ametralladora de precisión.

    La voz sonó esta vez desde arriba de él, desde lo alto de una torre de electricidad de alto voltaje:

    -SOY ALEX, EL LINCE. HAS TORTURADO A VIVI, HAS MATADO A PAULINO, DANNY ESTA HERIDO. MARCO ESTA AGONIZANDO. DEJALA, O TE PESARA.

    Omega activó el camuflaje de su propio traje de combate, y desapareció de la vista de Delfín y de sus soldados.

    La voz de Omega se oyó desde detrás de Delfín:

    -NO SABES LO QUE DICES, CHIQUILLO ESTUPIDO. SOY OMEGA, EL MEJOR. NO PUEDES VENCERME.

    La voz de Alex sonó desde atrás de la de Omega.

    -DEJA EN PAZ A VIVI.

    -VENGO DE DEJAR A SEIS DE LOS TUYOS EN AFRICA, COLGADOS DE UN BAOBAB PARA ALIMENTAR A LAS MOSCAS...

    -¿DE VERDAD? YO TE PUEDO COLGAR DE UN POSTE EN BOLIVIA. PERO SOLO QUIERO QUE DEJES LIBRE A MI CHICA, Y NOS IREMOS.-Su voz se hizo suplicante por un segundo-: POR FAVOR...

    Delfín sintió que alguien la tomaba por el pecho y la arrastraba rápidamente hacía las dunas a la orilla del camino.

    -NO TENGAS MIEDO, VIVI.

    -DEBISTE DESAPARECER MIENTRAS PODIAS, CHIQUILLO IMBECIL. HAS VUELTO PARA QUE TE MATE. SUFRIRAS LO QUE NO TE IMAGINAS... LENTAMENTE.

    -LO UNICO LENTO AQUI ERES TU, VIEJO COBARDE. ERES UN SADICO LOCO. PERO CAERAS HOY. PALABRA DE ALEX, EL LINCE, -dijo la voz, tan cerca de Omega que el cazador se estremeció.

    -TODO EL MUNDO TIEMBLA ANTE EL PODER DE LA CORPORACION, NIÑO IMBECIL. TODO EL MUNDO SE INCLINA ANTE OMEGA.

    -SOY LINCE, GUERRERO DEL GRUPO ELITE ANDES-AMAZONAS-CARIBE DE LOS EJERCITOS DEL MUNDO. YA SE QUE TE TIENEN MIEDO EN TODAS PARTES, PERO JAMAS, JAMAS, DEBISTE METERTE CONTRA LATINOAMERICA.

    -NO SEAN IMBECILES, DISPAREN A MATAR CUANDO OIGAN SU VOZ, -ordenó Omega a sus soldados.

    -AQUI ESTOY, MATENME...

    Ellos lanzaron una andanada que apenas delató su ubicación en los visores del casco de Alex. El Lince ya no estaba en el lugar al que llegaron los disparos. Estaba en posición de tiro sobre los soldados, en la cumbre de una duna. Disparó una ráfaga, y el pelotón quedó fuera de combate en una décima de segundo.

    Ahora eran sólo Omega contra el Lince.

    Omega era una sombra difusa en el visor de alto poder del casco de Alex. Alex era un pequeño punto azul que aparecía y desaparecía (el calor del cañón de su J 99) en el visor del casco de Omega. Ambos lograban ver la posición de su enemigo sólo por breves instantes.

    Alex ubicó a Omega por un movimiento en la arena, y su J 99 tronó mandándole una ráfaga. Omega se tiró al suelo saliendo ileso mientras los arbustos caían alrededor de él. Se arrastró por el suelo, rápido como una culebra, y quedó al lado derecho de Alex. El Lince se movía despacio, con las rodillas un poco dobladas, listo para saltar como un felino. Omega vio el punto azul de calor de su J 99, y apuntó hacia donde el Lince se encontraba.

    Alex escuchó la respiración de Omega por entre los ruidos de la puna gracias al selector de sonidos en el casco. Un mapa láser que parecía flotar en el espacio junto a su ojo derecho le dio la posición de Omega. Un silbido de alarma le advirtió que estaba en la mira de una metralleta. El Lince dio un salto y dos volteos hacia adelante, mientras un millar de balas surcaban el aire detrás de él. Disparó una ráfaga hacia el lugar donde Omega había estado respirando medio segundo antes, pero el cazador ya no estaba ahí.

    -Eres demasiado lento para mí, Omega. -La voz sonó entre las dunas de arena.

    Omega quedó quieto junto a un poste de alto voltaje. Estaba desconcertado. Por primera vez en su vida estaba desconcertado en una cacería.

    "No puede haber llegado ahí tan rápido. Nadie puede moverse tan rápido."

    -Eres lerdo, Omega. ¿No te das cuenta de que estoy jugando contigo? -La voz sonaba burlona detrás de Omega, y de nuevo salía desde el nivel del suelo.

    "NO puede estarse moviendo tan rápido. Es un truco. Me ha estado engañando. Debe tener un deflector de sonido. Es por eso que sigue hablando. He estado revelando mi posición cada vez que disparo hacia el punto al que proyecta su voz..."

    Omega se movió lentamente hacia su derecha, tratando de no hacer ruido ni mover arena.

    En la punta del poste de alto voltaje, Alex sintió frío atravesando su pecho.

    "Se ha dado cuenta del deflector. Tengo que salir de aquí."

    El Lince dio un vistazo rápido al indicador de municiones en una pantalla amarilla de su casco.

    "Status J 99 a:

    Temperatura 258

    Minidums 23 tambores

    Penetración 11 tambores

    Convencionales 21 tambores.

    *Penetración es el tambor activo."

    Después giró los ojos hasta el menú del deflector de sonido.

    "Posición estimada del blanco móvil: x=14.34m, y=16.26m, z=10.98m

    Introduzca nueva posición del punto de proyección: x, y, z en metros."

    -Desactivar deflector, -dijo Alex dentro de su casco, y el menú del deflector se desvaneció. El deflector había salvado su vida y la de Vivi, pero ahora ya no le serviría. Tendría que recurrir a alguna otra cosa.

    El funcionamiento del deflector era obvio para cualquier joven aficionado a la música holográfica. Si se conoce la posición exacta del oyente, un dispositivo similar a una ecualizadora puede separar los sonidos estereofónicos, y enviarlos a los dos oídos por separado. Un pequeño aparato calcula la distancia entre los oídos, y emite uno de los canales estereofónicos con un retraso específico en microsegundos. Esa pequeña diferencia de tiempo es crítica para que los sonidos se proyecten en el espacio.

    Omega, que ni era joven ni sabía de música holográfica, había quedado desconcertado al oír la voz de Lince saliendo de lugares diferentes casi al mismo tiempo.

    Alex bajó del poste como una araña transparente, y se movió rápidamente por el piso. Creyó ver la sombra difusa de Omega perdiéndose entre unas plantas de thola, en la pantalla de su detector de movimiento de alto poder. Instantáneamente, su J 99 disparó balas de penetración en esa dirección.

    Omega cayó al suelo cuando una ráfaga de balas se estrelló contra su espalda lanzándolo hacia adelante. Ninguna bala se incrustó en su traje de combate.

    "Si está usando un deflector de sonido, tiene que posicionarse en un punto alto y cercano, desde donde pueda proyectar su voz hacia un área mayor", pensó Omega. El cazador se puso rápidamente de pie y observó las dunas y los postes.

    "He pasado junto a él. Seguro que ha estado en este poste. Pero ha bajado. Los últimos disparos han salido del nivel del suelo. Si le hago creer que sigue engañándome, tal vez vuelva a subir, y yo pueda cazarlo fácilmente. Tengo que seguir hablando para darle la oportunidad de usar su deflector. Así creerá que no lo sé".

    -Tus balas de penetración no sirven con mi traje, chiquillo imbécil. Entrégate. Es sólo cuestión de tiempo. No puedes ser más rápido que mis balas.

    "No sabe del deflector. Puedo seguir usándolo." Alex levantó la mirada en busca de un punto alto que le permitiera proyectar su voz hacia un área mayor. Omega también levantó la mirada tratando de ponerse en lugar del Lince para anticipar sus movimientos. Las miradas de ambos coincidieron en el mismo poste de alto voltaje. Se elevaba por sobre los otros y dominaba el claro entre las dunas donde Omega se encontraba.

    Alex subió a la torre metálica con los guantes y botas prensiles de su traje de combate, ágil como una ardilla. Vio difusamente a Omega bajo él. Estaba a su alcance. Le disparó una ráfaga. Varios disparos hicieron blanco en Omega, pero rebotaron en su casco blindado y en su traje de combate.

    Omega se dio la vuelta de pronto hacia el poste y cambió su tambor por uno de balas explosivas.

    -Caíste, chiquillo imbécil. Te engañé...

    Una granizada de balas explosivas destrozó el poste en el que el Lince se encontraba. Alex sintió que caía. Trató de aferrarse a un cable y no pudo. Logró a duras penas colgarse de otro y se salvó de morir. El corazón le dio un vuelco al ver que su J 99 caía al suelo y se hacía visible. Otra ráfaga destrozó los cables de los que se sostenía, y cayó otro par de metros entre las chispas. Omega estaba cerca, y era visible, pero Alex estaba desarmado. Se mordió los labios desesperado, y trató de bajar. Omega disparó otra ráfaga adivinando la posición del Lince, y esta vez, tres balas hicieron blanco. No lograron penetrar el traje de combate pero le hicieron perder el equilibrio, y caer pesadamente al suelo.

    Alex cayó de espaldas sobre la arena y quedó aturdido durante dos segundos preciosos. Reaccionó con esfuerzo, y vio el cañón de la metralleta de Omega apuntando a su cuello, justo en el lugar donde el casco tenía los purificadores de aire: el punto débil del traje de combate.

    Omega dijo sonriendo dentro de su casco:

    -SE ACABO LA PELEA, CHIQUILLO IMBECIL. SE ACABO. PONTE DE RODILLAS Y PON LAS MANOS EN TU NUCA.

    Alex lo hizo, temblando. No creía que Omega estuviera con ánimo de tomar prisioneros. Más bien tenía intenciones de matarlo despacio. El Lince suspiró.

    -DESCONECTA TU CASCO, DESPACIO.

    Alex desconectó el casco, y se apagaron los pixels de camuflaje dejando ver la esfera plateada.

    -AHORA SACATE EL CASCO DESPACIO Y VUELVE A LLEVAR LAS MANOS A LA NUCA.

    Alex obedeció temblando de miedo. Casi deseó que Omega lo ejecutara en el acto sin hacerle sufrir mucho. Bajó la mirada.

    Su frente estaba sudorosa, su cabello caía en mechones hasta sus mejillas, su rostro estaba pálido, su expresión era de terror, sus manos estaban en la nuca, sus brazos temblaban, su mirada estaba al frente. Estaba derrotado, de rodillas a los pies del cazador. Tenía que activar el aparato implantado en su cerebro para morir rápidamente. Tenía que llevar su mano al bolsillo derecho y oprimir el botón...

    "¡¡¡Las mujeres piensan, y si Jesucristo viniera ahora al mundo, tendría apóstoles mujeres!!!" Ese fue un grito furioso que vino desde cerca de ellos. Alex y Omega miraron sorprendidos y vieron a Delfín el instante de disparar la J 99 de Alex.

    ("Has visto caer la metralleta y la has recogido")

    300 balas fallaron, pero 100 dieron en el blanco. Omega fue lanzado contra las rocas por el impacto, y cayó inerte al suelo.

    Alex desarticuló con tres disparos el traje de combate de Omega. El casco se volvió negro, y cayó a sus pies. El traje volvió a ser gris, y todo el blindaje se hizo visible. Omega estaba desmayado, tendido de espaldas frente a él.

    Lince puso el cañón de su J 99 dentro de la boca de Omega, y tembló furioso. Lloró silenciosamente.

    -No, Alex. No lo hagas. -Era la voz de Viviana.

    El lloraba silenciosamente, con las manos temblando y el dedo en el gatillo.

    -Alex, por favor vámonos. No lo mates Alex. Ya no puede hacernos daño.

    Alex se alejó de Omega retrocediendo, y ayudó a Vivi a llegar al transporte. Ella lo abrazó suspirando profundamente.

    -Don Felipe, -dijo Alex de pronto-. ¿Habrá podido evacuar a sus jóvenes?

    -No. No tuvieron tiempo.

    Alex cerró los ojos tratando de comprender. Don Felipe tenía razón. Era demasiado joven. No podía entender por qué destruyeron el pueblo de Vizcacha, y aniquilaron a toda esa gente que sólo quería vivir en paz en su tierra árida e inhóspita.

    Alex pensó que algún día entendería.

    Entendería las bombas atómicas, las persecuciones religiosas, la injusticia, el abuso, el racismo, la guerra, la política, la segregación, y todo lo demás.

    Algún día entendería por qué los adultos querían a toda costa convertirlo en parte de todo aquello.

    Pero entre tanto, pensó en su amigo Vizcacha, en su padre don Felipe, y en la muerte del último pueblo realmente americano que quedaba el año 2.025.

    Daniel se acercó cojeando hacia ellos, levantó su brazo sano y señaló al horizonte.

    -Miren.

    Una nube azul se aproximaba desde el poblado. Era una niebla pesada que cubría el desierto como un manto.

    -Tenemos que irnos de aquí rápido, -dijo ella-. Han lanzado gas azul contra el poblado y la nube llegará pronto.


    LOS JOVENES DE LATINOAMERICA HAN DEJADO DE CREER EN LOS ADULTOS. NO PODEMOS CULPARLOS. NUESTRAS TRADICIONES, PREJUICIOS, COSTUMBRES, RELIGIONES, IDEAS Y MIEDOS, HAN LLEVADO A NUESTROS PAISES A CONVERTIRSE EN LOS MAS ATRASADOS, CORRUPTOS Y CIENTIFICAMENTE MEDIOCRES DEL MUNDO. INTELECTUALMENTE, SOMOS INCAPACES DE CREAR SIQUIERA UNA FORMA PROPIA DE GOBERNARNOS. SOMOS UN CASO TAN TRAGICO, QUE TENEMOS QUE ESPERAR QUE GENTE DE OTROS CONTINENTES NOS ENSEÑE A ORGANIZAR NUESTROS PROPIOS SISTEMAS POLITICOS Y ECONOMICOS. LA DERROTA DE NUESTRA GENERACION ES TOTAL, Y SE REFLEJA EN LA MISERIA Y LA DEPENDENCIA QUE LEGAMOS A NUESTROS HIJOS.

    AHORA, NUESTRAS IDEAS DE LO QUE ES ETICO O MORAL NO LES IMPORTAN, PORQUE LOS JOVENES LAS JUZGAN POR SUS RESULTADOS.

    ELLOS YA NO CREEN LO QUE DECIMOS NI DAN IMPORTANCIA A LO QUE PENSAMOS.

    Y ESO ME DA MIEDO. MUCHO MIEDO.

    UN PADRE DE FAMILIA DEL 2.025


    EL VUELO DEL TIGRE

    El transporte recorría el arenal. Vivi estaba al volante. Los otros estaban en la cabina de pasajeros de la parte de atrás. Ella sabía que esa era la última vez que estarían juntos los cuatro. Alex sería enviado al frente nórdico de inmediato, y en un par de horas estaría volando hacia Panamá. Ella quedaría en un puesto de asistencia directa a Cóndor y sería llevada al avión de control que sobrevolaba el río Madera. Marco sería enviado de emergencia a un hospital en Santa Cruz. Según la computadora, sus probabilidades de sobrevivir habían bajado a 22%. Daniel sería enviado a una base de reserva en el Matto Grosso.


    Daniel pensaba en lo que había ocurrido ese último día. Sus cicatrices no le dejarían olvidarlo en mucho tiempo. Su brazo derecho entablillado en plástico le dolía en punzadas a pesar de la anestesia. Daniel sabía que su brazo había sido destrozado a la altura del codo, y que nunca se recuperaría por completo. No importaba lo que hiciera, sus pensamientos volvían a lo que había vivido en aquel lugar.

    Alex estaba agotado. Se acurrucó y durmió sobre dos asientos. Estaba echado sobre su costado derecho y empezó a roncar suavemente con la boca abierta.

    Marco abrió los ojos por unos segundos. Vio que Alex estaba bien, durmiendo cerca de él.

    Alex y Viviana.

    Marco hundió la cara en el asiento. Su cuerpo estaba insensibilizado por los calmantes y no podía moverse. Vendajes, sangre coagulada, órganos carbonizados, y la certeza de que le quedaba muy poco tiempo de vida. Destino consumado: Pensó que su vida tuvo sentido después de todo. Pero no podía seguir. No pertenecía aquí. Alex. Tal vez otra vida, otro tiempo, otro lugar. Marco decidió que no quería vivir, y perdió el conocimiento nuevamente.

    Vivi montó guardia toda la noche.


    El viento silbaba y la puna estaba oscura. Hacía frío.

    Daniel despertó a Alex.

    -Ven a dar un paseo antes de que los otros se despierten, Alex. Quiero hablar contigo.

    -¿Ahora, Danny?

    -Sí, Alex. Por favor. Quiero hablarte a solas.

    Alex se levantó y frotó sus ojos. Se puso su casaca térmica y le subió la temperatura, porque afuera estaba haciendo un frío de diez grados bajo cero. Tigre también se puso una casaca térmica, y ambos salieron del vehículo.

    El silencio era total. El sol salía, y sentían humedad fría en el aire. Tigre empezó a caminar cojeando hacia la salida del sol, y Alex caminó junto a él.

    -Alex, me caías mal.

    Alex miró al suelo y dijo:

    -Yo le caigo mal a todo el mundo.

    -Alex, gracias por salvarme, hermano. Gracias.

    -Tú también me habrías salvado si hubieras estado en mi lugar.

    -No creo, Alex.

    Alex volvió a mirar al suelo.

    Daniel continuó:

    -Porque no te conocía. Quisiera que seamos amigos.

    El rostro de Alex se iluminó. Miró a Daniel y le dijo:

    -Yo también quiero ser tu amigo.

    -Alex, quiero fumar algo contigo, como la pipa de la paz de los indios, y no quiero que Viviana y Marco se enteren. A ellos no les parecería bien.

    -¿Como la pipa de la paz?

    -Quiero fumar pasto contigo, Alex. Sólo he compartido mi pipa de pasto con una persona en mi vida. Tú vas a ser la segunda.

    Alex se mordió los labios justo antes de preguntar "¿con quién?", pero Danny se dio cuenta y consideró la pregunta formulada de todos modos.

    -Con mi papá.

    -Tu papá debe ser buen tipo, ¿no?

    -Sí.

    Danny sacó del bolsillo de su camisa una pequeña pipa de madera tallada por él mismo, y sacó de otro bolsillo una pequeña bolsa.

    Daniel puso pasto en el pequeño recipiente de la pipa, sacó un encendedor del bolsillo del pantalón, colocó la llama sobre la pipa, y sorbió con todas sus fuerzas. La llama amarilla se torció en el aire y empezó a entrar por la boquilla. Un delgado hilo de humo salió hacia el cielo. Ellos lo chuparon por turno.

    De pronto cambió la puna. Era igual pero se veía diferente de alguna manera. Una sensación de paz recorrió sus cuerpos, y con ella se posaron en sus pechos una camaradería y una euforia extraña que se sentían bien. Sus bocas estaban secas hasta las gargantas (Alex pensó incoherentemente "un paraíso seco" y se rió). Danny se rió también. Se dieron un abrazo mientras el mundo empezaba a moverse en cámara lenta, y sus voces llegaban a sus oídos lejanas y con un eco.

    -Gracias, Alex (ex). Te debo la vida (ida), hermano (mano).

    Alex sonrió mientras la tranquilidad invadía su cuerpo y el miedo se disolvía en el frío de la madrugada. Daniel lo miraba a los ojos y tenía las manos sobre sus hombros. "Danny, mi amigo" pensó Alex. Su mente trató de olvidarlo todo para solamente sentirse bien.

    Pero ahí estaba la imagen de Vivi, en sus recuerdos

    te prometo que si triunfamos tendremos un hijo

    Lobo

    no es tu culpa, Alex

    Wara

    algo muy grande está por suceder, Latinoamérica 2025

    Cóndor

    necesitamos jóvenes como tú para nuestra causa

    Una explosión ensordecedora y un relámpago de muerte

    Paulino muerto

    Marco agonizando

    Por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, por favor, papi, papi...

    Danny le ofrecía la pipa otra vez.

    -No, Danny. No puedo. Tenemos que ganar esta guerra primero.

    -Sí. Pero ahora no estamos en combate. Fumá un poco más.

    -Tengo que pelear, Danny. Tenemos que ganar. Si nos drogamos cada vez que tengamos miedo, nos harán trizas.

    -Yo creí que querías ser mi amigo...

    Alex no respondió. Tomó a Daniel por el brazo y lo llevó a empujones hacia la orilla del río Lauca. Metió la cabeza al agua helada y se sacudió tiritando de frío. Después obligó a Danny a mojar su cabeza. Débil y herido, Daniel no podía liberarse de las manos delgadas y endurecidas de Alex.

    -Tengo que reaccionar, por favor... -dijo Alex hablando consigo mismo-.

    Daniel se soltó de un tirón, pero Alex volvió a tomarlo del cuello y lo obligó a meter la cabeza al agua helada.

    -¡Soltame mierda! -protestó Daniel tosiendo.

    Alex no hizo caso y volvió a meter la cabeza de Daniel al agua.

    -Tenemos que reaccionar, Danny.

    -Si fumo pasto, eso no es tu problema, mierda... -dijo Daniel tosiendo y escupiendo agua.

    Alex tomó a Daniel por los hombros, lo miró a los ojos y rugió:

    -¡¡Sí es mi problema!! ¡¡Te necesito!! ¡¡Te necesitamos todos!! Tenemos que pelear. Tenemos que ganar esta guerra de mierda. Vamos a cambiar el mundo, Danny. Vamos a ganar...

    Daniel miró el río Lauca que brillaba como un camino de plata en el amanecer.

    (...tú no sabes lo que es ser joven y pensar en el futuro, y ver sólo mugre y miseria... y para mis hijos más mugre y miseria. Pero te prometo que si triunfamos no fumaré más esta porquería...)

    -Tu papito te dijo que el pasto te va a matar... -dijo Daniel entre confundido, furioso y herido en su orgullo.

    -Mi pobre viejo no sabe nada de nada. Ellos eran unos fracasados. Eran unos inútiles. Cualquiera les metía el dedo a la boca. Todo este desastre es culpa de nuestros viejos.

    ("Eran unos subdesarrollados... Latinoamericanos del siglo XX... perdedores para todo... para la tecnología, para la guerra por los mercados, para producir ideas... mendigos patéticos que sólo sabían prestarse dinero... me dan asco... derrotados, ignorantes, inocentes... me dan ganas de vomitar..." -pensó Alex con rabia-)

    -Tu papito te metió miedo de la droga.

    -Lo que mi viejo piense me resbala. Pero yo digo que si nos drogamos, nos harán trizas.

    -Eres un imbécil -dijo Daniel-. Eres uno de esos hipócritas que tienen miedo del pasto pero se intoxican con alcohol. Me das asco.

    -Esos me dan asco también, -dijo Alex-. Yo no soy tan tarado. Pero tenemos que pelear. Tenemos que reaccionar. Tenemos que ganar...


    ES POSIBLE QUE ESTO ESCAPE A TODO CONTROL. LAS IMPLICACIONES DE LO QUE ESTAMOS HACIENDO SON ATERRADORAS.

    ALBATROS

    Wara Condena a la Humanidad

    Hay una tensa calma en el salón del cuartel general de la AV. Wara ha llegado 14 minutos después de que sus espías le han comunicado la captura de los J 10. Cóndor sabe que esta reunión será impredecible, porque la AV tiene ahora un poder militar que los VVs no anticipaban.

    Los ejércitos de la Corporación han precipitado la guerra, atacando bases de la AV en todo el mundo.

    30 VVs entran al avión gigante desde el transbordador. Son el cuerpo de seguridad personal de WARA, y llevan armamento sofisticado. Lo rodean mientras él camina por los pasillos de la gran aeronave que sirve de cuartel general. Cóndor ordena a su gente que los vigilen de cerca. No confía en WARA. No confía en ningún fanático.

    Cóndor autoriza el ingreso de WARA al salón de reuniones, y la figura baja con facciones indígenas de WARA hace su ingreso junto a una colaboradora. Ella tiene el rostro moreno y la nariz aguileña. El cabello negro largo le cae más abajo de los hombros. Su ropa tiene algo de los habitantes originarios de estas tierras. No de los aculturados por la conquista, sino de los originarios. WARA tiene un chaleco de colores tejido a mano, y una camisa blanca de lana de alpaca.

    Cóndor se coloca frente a ellos. Tiene puesto un traje negro sencillo de una sola pieza. Halcón ingresa detrás de él.

    Cóndor y Halcón se colocan frente a WARA y Cielo. Ella es la jefa de seguridad de los VV de Los Andes.

    Wara habla primero:

    -Felicitaciones a la AV, Cóndor. Nuestra gente confirma la captura de 21 aviones y 294 misiles termonucleares.

    El servicio de inteligencia de los VV es impresionante. Obtienen información precisa con una prontitud increíble. Cóndor no quiere revelar más de lo necesario, pero anticipa que esa conversación será difícil.

    -Gracias, Wara. -Cóndor no quiere llevar la iniciativa en la reunión.

    Wara va directamente al grano. Le irrita la estupidez de los "diplomáticos" que dan rodeos innecesarios tratando de no decir nada. El, por el contrario, es directo.

    -La captura de estos aviones y estos misiles cambia muchas cosas, Cóndor. Nos da la posibilidad de obtener un triunfo rápido sobre la Corporación.

    -Para un cambio táctico, tendríamos que consultar con la plana mayor de Generación 2.000, WARA. La Gran Ofensiva no puede ser modificada en cuestión de tan pocos días.

    -La Corporación está negando la captura de los aviones, Cóndor. Será difícil utilizarlos como propaganda. Hay que utilizarlos militarmente. -WARA juntó las manos bajo su mentón al decir eso.

    Halcón intervino:

    -La propaganda será más efectiva que el uso militar de esas bombas, WARA. Parte de la Gran Ofensiva es la propaganda. Conocemos las dificultades. Sabemos que la Corporación controla los medios de comunicación. Pero tenemos recursos para hacer llegar nuestra voz a la opinión pública cuando sea tiempo.

    Cóndor añadió clavando sus ojos en los de WARA:

    -Además, si detonáramos esas bombas, nosotros mismos sufriríamos muchos de los efectos. No es nuestra intención detonarlas, WARA.

    WARA replicó:

    -Hay más que ecología en esta lucha, Cóndor. Buscamos reivindicaciones y justicia. Los intereses económicos transnacionales han destruido nuestros pueblos, nos han esclavizado y desmoralizado. Nos han aculturado con sus idiomas, su anticultura y sus religiones, para poder dominarnos. Ellos merecen sufrir algo que sea comparable al daño que han causado a nuestros pueblos. Ellos han aniquilado a millones con las enfermedades traídas de Europa, han destruido nuestras civilizaciones por su codicia, han sometido y reducido a nuestros pueblos a condiciones de vida infrahumana. Nadie sabrá nunca lo que nuestras civilizaciones pudieron haber logrado para la humanidad. Usar ese armamento termonuclear no solamente sería hacer justicia para los pueblos de América, Cóndor. Sería una reivindicación para toda la especie humana.

    -El pasado está lleno de injusticia y desastre, WARA. Todos los pueblos del mundo han tenido un auge y una caída. No podemos cambiar eso. Pero podemos construir un nuevo futuro. Es verdad que los conquistadores han destruido culturas y han ocasionado holocaustos que nadie puede justificar. Pero sus descendientes contemporáneos no tienen la culpa, porque aún no habían nacido cuando se cometieron aquellos crímenes contra la humanidad. Ellos son gente nueva que está dispuesta a construir un futuro mejor y más justo. Tú eres muy inteligente, WARA, y es imposible que creas en las "culpas heredadas". Sólo los imbéciles odian a alguien por lo que sus abuelos hicieron. Imbéciles que llenan muchos países industrializados, y que no por ello dejan de ser imbéciles. WARA, eres demasiado inteligente como para creer en la historia de la fruta prohibida y sostener que todos tenemos algún pecado por lo que Adán y Eva hicieron. Dejemos esas cosas para los pobres en intelecto que necesitan creer en lo sobrenatural para sentirse seguros. Nosotros pretendemos construir un mundo mejor, no una continuidad de los errores del pasado.

    -Una parte de ese nuevo futuro tiene que ser la justicia, Cóndor. Un sistema basado en arreglos injustos sería un sistema injusto. No podemos dejar que la destrucción de nuestros pueblos y de nuestras civilizaciones quede impune. Por el bien del nuevo mundo que crearemos, debemos sentar un precedente de que los crímenes contra los débiles se castigan tarde o temprano. Tal vez muchos actuarían con más respeto por los derechos de otros, si supieran que algún día pagarán por sus crímenes. Y si no ellos, entonces sus hijos, o los hijos de sus hijos. Cóndor, tenemos la oportunidad histórica de hacer justicia para los pueblos de América. Una reivindicación para la especie humana. Un precedente para el futuro. En cambio, el antecedente de que los crímenes contra los pueblos débiles se olvidan cuando resulta conveniente, sería negativo para el nuevo orden que promovemos. Cóndor, hagamos justicia.

    -Hay jóvenes varones y mujeres europeos y de ascendencia europea en nuestros ejércitos. Ellos dan sus vidas por la causa. Enfrentan a fuerzas muy superiores, y lo saben. Ellos ven a sus compañeros caer muertos, o quedar mutilados en su lucha por construir un mundo mejor. Pero siguen peleando por nuestra causa. Matarlos a ellos o a sus padres por lo que sus antepasados hicieron, no me parece justicia, WARA.

    -La justicia puede ser muy dura a veces, Cóndor, pero no por eso deja de ser necesaria. No podemos perdonar a un asesino, solamente porque algún tiempo después decidió hacerse policía. Ten en cuenta que lo que dejaríamos impune no es un crimen pequeño, que admite un pequeño arreglo fuera de la corte para que las partes se olviden del asunto. El crimen es la destrucción de civilizaciones del mayor valor para la humanidad, por su patrimonio de miles de años de cultura adquirida por el hombre americano. El crimen es el exterminio de miles de pueblos por armas y por enfermedades... miles de holocaustos, Cóndor. Y las víctimas son también los pueblos a los cuales los gobiernos de las repúblicas y la comunidad internacional, dejaron viviendo como animales, sin acceso a la educación, al conocimiento, a la autoestima, ni a la realidad de su época. Cóndor, por la dignidad de la especie humana, hagamos justicia. Hay en una de tus bases casi 300 bombas atómicas y 22 aviones capaces de introducirlas hasta las principales ciudades del mundo. Hagamos justicia y devolvámosle la dignidad a la humanidad.

    Cóndor extremaba sus recursos de razonamiento y persuasión para contrarrestar la lógica de WARA. Lo miró con respeto y le dijo:

    -La pena capital no es la única forma de administrar justicia, WARA. Lo mejor para todos sería darle a la gente que tú consideras culpable, una oportunidad para reparar el daño que se ha hecho. Muchos jóvenes ya lo están haciendo. Muchos adultos quieren hacerlo pero no están dadas las condiciones. Estoy seguro de que la mayoría de los pueblos se unirán a nosotros al comprender nuestra causa. Entonces, todos tendremos la oportunidad de hacer las reparaciones por los daños que nuestros antepasados causaron. Esa es la mejor forma de hacer justicia, WARA.

    -Tú sabes que doy a todos los jóvenes el beneficio de la duda. Es más, tú sabes que para nosotros, los VV, todos los nacidos después del año 2.000 son amigos. Somos todos víctimas de otra gran injusticia: la destrucción de nuestro ambiente y el saqueo de nuestros países, por parte de los que vivieron en el siglo XX. Pero les daremos a todos el beneficio de la duda. Lo haremos a tu manera: Les daremos otra oportunidad. Pero escúchame bien, Cóndor: Si ellos tienen su oportunidad de rehabilitarse con la especie humana y no la aprovechan, tú harás justicia con tus 300 bombas atómicas. Y si no lo haces, descubrirás que los VVs pueden ser enemigos mucho más peligrosos que la Corporación.

    -Detonar ese armamento podría ser un suicidio para nosotros mismos, WARA.

    -Podemos morir haciendo justicia.

    Un Vengador pidió entrevistarse con WARA de inmediato. Habló con él en voz baja, y luego salió rápidamente de la sala de reuniones. Hubo un silencio total que permitió oir el murmullo de las turbinas del avión gigante que volaba sobre el río Madera.

    Las facciones de Wara perdieron su dureza. Cerró los ojos, y derramó una lágrima. Levantó la mirada hacia Cóndor y le dijo:

    -Han aniquilado a los Chipaya. Los han exterminado con gas azul. Un satélite de reconocimiento acaba de descubrirlo. Hay cadáveres de niños y jóvenes por toda la plaza principal. Estaban reunidos para ser evacuados. Las mujeres y los hombres han muerto tratando de protegerlos. Hay muertos por todo el pueblo. No queda nadie. Ellos no le hacían daño a nadie, Cóndor. Eran un pueblo pacífico y honorable.

    Cóndor bajó la mirada en silencio.

    La voz de Wara se oyó suave y firme:

    -Esto cambia mi posición. Exijo que uses tus proyectiles termonucleares. Si no lo haces, tendrás dos guerras en tus manos: Tu guerra contra la Corporación, y una guerra contra nosotros. Y no ganarás ninguna.

    -Sería una acción de consecuencias demasiado grandes, Wara. Debemos estudiarla mejor.

    -Estúdiala, Cóndor. Te he presentado la posición de los VV. Entre tanto, considera lo que la historia nos enseña: Los grandes cambios siempre han sido violentos y traumáticos. Las reformas siempre han surgido de la guerra, el sufrimiento de muchos y el sacrificio de las naciones: La abolición de la esclavitud, las guerras por la independencia, las guerras santas, la revolución francesa, la Segunda Guerra Mundial...

    -Procuremos reducir el sufrimiento de los inocentes, Wara.

    -Los Chipaya eran inocentes, Cóndor. Comunícame tu decisión dentro de 6 horas, o prepárate para una guerra contra nosotros.


    Latinoamérica Superpotencia

    Cóndor mira la cordillera de Los Andes desde su ventana. El cielo está gris y sucio. Las montañas son apenas visibles a lo lejos, y se hacen difusas en el horizonte.

    Las palabras de WARA suenan en su mente como un disco rayado. En aquel momento, desearía ser simplemente uno de los muchos que pasan los días de sus vidas sin comprender nada, sin pensar, sin darse cuenta de la realidad que les rodea. La vida de una persona común (que cree ingenuamente todo lo que se le dice y que es incapaz de pensar en el significado de las cosas) es mucho más fácil. Es por eso que casi todos deciden hacer precisamente eso: Ocuparse de sus triviales actividades cotidianas y dejar de pensar. Lo malo es que ese lujo ya no pueden dárselo los jóvenes del 2.025. Ahora es su vida misma lo que está en juego.

    -Hiciste lo correcto, -dice Halcón detrás de él.

    El se da la vuelta y la ve parada en el umbral de la puerta. Ella lo conoce mejor que nadie. Dentro de su equipo, es ella quien le da apoyo en los momentos difíciles. Albatros es el idealista pensador que de vez en cuando pierde el sentido práctico. Hurón es el eficiente que pone las ideas y obtiene lo imposible. Aguila es el desafío, la persona que cuestiona las políticas de la AV y mantiene a todos alerta y funcionando al límite de su capacidad. Gaviota es el que reflexiona menos, pero conoce su terreno de actividad estratégica militar tan bien como Halcón conoce la mente humana.

    Halcón es la que apoya a Cóndor en las buenas y en las malas. Siente admiración y fascinación por él. La primera vez que lo vio en una reunión secreta de la AV, Cóndor le pareció excéntrico y arrogante. Una persona que desprecia las opiniones de los demás. Una persona tan autosuficiente que raya en la soberbia. Su primera impresión fue que no podría trabajar con Cóndor.

    Pero se convirtió eventualmente en su principal apoyo. Cóndor le confesó un tiempo después que consideraba poco importantes las opiniones de la mayoría de la gente, porque generalmente las mayorías tenían poca información. Pero escuchaba atentamente las opiniones de quienes dominaban un cierto tema. "Yo habría sido un tonto si me hubiera puesto a discutir relatividad con Einstein, porque ese es su campo y no el mío. Pero Einstein habría sido aún más tonto, si hubiera dejado de lado su trabajo para ponerse a discutir conmigo. El problema no es la falta de inteligencia, sino la falta de información".


    Cóndor la miró a los ojos y le dijo:

    -La responsabilidad es demasiado grande. Es muy difícil diseñar una sociedad nueva. No sé si realmente dejaremos las cosas mejor de lo que están ahora. La humanidad es compleja. No tenemos el conocimiento necesario para prever todas las variables, o para predecir las reacciones de los pueblos, o para lidiar con sus miles de problemas. Tal vez haya realmente un propósito para la extinción inminente de la especie humana. Tal vez hayan propósitos para muchas cosas, que nosotros no podemos entender con nuestras mentes limitadas.

    -Todo parece indicar que sobrevivir es el primer propósito, Cóndor. Y si no actuamos, nuestros pueblos no podrán sobrevivir.

    -El instinto de supervivencia está grabado en las especies vivientes. El instinto por mantener su consistencia, su integridad, y prevalecer. Pero también debe haber cambio y adaptación, Halcón. Tal vez sea tiempo para un cambio en el mundo.

    Cóndor bajó la cabeza y prosiguió:

    -Las implicaciones de lo que estamos haciendo son demasiado complejas. ¿Has pensado en lo que sucederá cuando Latinoamérica pase a ser la superpotencia mundial dominante? ¿Has pensado en la responsabilidad que representa tener a jóvenes de todo el mundo tratando de copiar las cosas que hacemos? ¿La música que producimos? ¿La ropa que usamos? Es una responsabilidad tan grande guiar al mundo, ser un líder con el poder de imponer tus puntos de vista sobre otros, por las buenas o por las malas... Influir en sus ideas a través de las películas, de las noticias, de los libros que producimos. Todo eso representa una responsabilidad aterradora, Halcón. Todo el mundo tratará de aprender el idioma que nosotros hablamos. Dominaremos la ideología del mundo. Todos tratarán de copiar lo bueno y lo malo que hacemos. Estudiantes de todo el mundo vendrán a nuestros países para aprender la tecnología y para ganar amigos entre nosotros. ¿Y has pensado en el efecto que tendrá todo eso en nuestra gente? Por una parte, la moral subirá, y aumentarán nuestra productividad y nuestra competitividad. Pero por otra parte, las masas ignorantes se volverán patriotas y arrogantes. Aquellos que no tienen nada personal de qué sentirse orgullosos, se sentirán orgullosos de ser ciudadanos de nuestra superpotencia. Las implicaciones son complejas, Halcón.

    -Ninguna superpotencia se ha preocupado mucho por esas responsabilidades, Cóndor. -Ella lo miraba con cierta fascinación. Cóndor nunca dejaba de sorprenderla por su forma de ver las cosas.

    -Si triunfamos, Halcón, nosotros sí nos preocuparemos por esas responsabilidades.

    -El precio será muy alto, Cóndor. Wara te ha dado un ultimátum.

    -Lo sé, Halcón. Lo sé. Pero es verdad que el único camino que nos dejan es la violencia. Hemos hecho todo lo posible por razonar con ellos. El único lenguaje que entienden es el poder militar. No nos queda más que jugar su juego.

    Ella comprendía el significado de las palabras de Cóndor. El mundo estaba al borde del apocalipsis termonuclear. Miró al cielo gris y pensó: LA VIOLENCIA SOLO LLEVA A MAS VIOLENCIA. Y LA VIOLENCIA SIEMPRE SE VUELVE CONTRA EL QUE LA USA. SIEMPRE. NADIE, NI NOSOTROS NI ELLOS, HEMOS ENCONTRADO SOLUCIONES VERDADERAS ASI. LA VIOLENCIA SIEMPRE CRECE Y SE VUELVE CONTRA TI.

    -Tengo los cálculos de probabilidades en los circuitos matemáticos de Facilitador, -dijo Cóndor sin emoción en la voz-. Todas las posibilidades han sido calculadas en base a la información de nuestros servicios de inteligencia y las contingencia últimas. La computadora ha calculado nuestras posibilidades de triunfo según todos los cursos de acción disponibles. Si esperamos, tenemos sólo 21% de probabilidades de tomar el control. Si seguimos con la campaña de guerra convencional, nuestras probabilidades son 34%. Si buscamos una tregua, bajan al 12%. En cambio, si lanzamos un ataque termonuclear en gran escala, nuestras probabilidades de controlar el mundo suben a 67%. El daño que causaremos será de gran magnitud, pero dejará la suficiente biodiversidad como para comenzar de nuevo y asegurar el futuro de la vida en el mundo a través de una planificación más razonable, inteligente y humana. Tendremos el control.

    Ella no contestó. Conocía la suficiente Psicología como para dudar de cualquier cálculo que tomara las reacciones humanas como variable fundamental. Pensó:

    "Esa violencia volverá contra nosotros, Cóndor. No sé cuándo ni dónde, pero volverá. Como siempre."

    Halcón comprendió que la decisión ya había sido tomada. No quedaba nada por hacer.

    Ambos quedaron mirando en silencio a la cordillera de Los Andes.


    A lo lejos, una escuadrilla de aviones J 10 se hacían invisibles y tomaban cursos divergentes en el cielo andino, llevando el infierno termonuclear a las principales ciudades de las tres superpotencias.


    Luz y Fuego

    El primer hongo hizo que brillara el día a media noche en el Puerto de Palos. Estalló a cien metros sobre el suelo, y el mar hirvió, mientras todos los seres vivientes se convertían en partículas de metales pesados. El gigante transformó muelles, montañas, edificios y personas en polvo radiactivo. Luego se irguió en el aire y el trueno se escucho a cientos de kilómetros. Nadie vivió para contarlo, pero quienes presenciaron la detonación a lo lejos, creyeron ver que la explosión tomaba la forma de uno de esos monolitos mayas o tiahuanacotas antes de desintegrarse en la nube sólida que causaría el invierno postnuclear.

    En los siguientes diez segundos fueron Londres, Roma, Tokio, Nueva York, y Amsterdam. En los próximos 20 segundos otras 42 ciudades más.

    La muerte instantánea de millones y millones.

    Los bosques que se reducían a cenizas. Las ciudades que se convertían en polvo. Los seres sobrevivientes que se convertían en fantasmas y muertos en vida. Las partículas mortales envenenando a cada organismo aún en funcionamiento.

    Entonces entraron en acción las máquinas. Las computadoras que calculaban planes de ataque. Las otras que calculaban el contraataque. Luego las primeras calculaban instantáneamente el contraataque contra el contraataque de las segundas. Y la defensa contra la defensa de las otras máquinas. Y las bajas y los muertos eran solo cifras que pasaban en milésimas de segundo por los circuitos de fibras ópticas para almacenarse en los discos rígidos semiorgánicos.

    Los humanos morían sin saber por qué. Simplemente se convertían en nada.

    Se lanzaban los arsenales de represalia contra las principales ciudades de Latinoamérica. Los misiles antimisiles esperaban y actuaban. Destrucción total. Caos. Desastre. Y tan repentinamente como había comenzado, la guerra terminó 32 minutos y 21 segundos después de la primera detonación.

    Fue la conflagración mundial más catastrófica y más corta de la historia humana.

    Siguieron meses de silencio, frío, muerte, y oscuridad.


    Paz

    Daniel pensó en las ruinas de Pompeya. Recordó las fotos de la ciudad de Colonia después de la Segunda Guerra Mundial. Aquel mar interminable de escombros era todo lo que quedaba del barrio deslumbrante de Achumani. Pensó en un cliché hueco que había oído antes de la guerra: "En una guerra todos pierden". Ya no le pareció tan hueco.

    En alguna parte, bajo los escombros estaría su padre. Se sintió deprimido. Pero el cielo estaba limpio y el humo había desaparecido.

    Habían pasado cinco meses de enfermedad, muerte, noche interminable, frio y confusión desde el holocausto, y las comunicaciones al fin se reestablecían lentamente. Escuchó en sus auriculares que se había firmado la paz definitiva meses atrás. El mismo día del holocausto. Las condiciones eran favorables para su bando.

    La destrucción había sido catastrófica, pero Latinoamérica había quedado un poco mejor que los otros bandos. Eso significaba que sería reconstruida más rápido, y dentro de 20 ó 30 años, sería líder entre los pueblos del mundo. Las otras potencias estaban siendo reconstruidas siguiendo directrices de planificación poblacional y protección ambiental sugeridas por los científicos de la AV. Además, se sabía que las mejores mentes del planeta habían sido llevadas para diseñar los sistemas de gobierno, y los programas de industria y defensa del bloque latinoamericano.


    Daniel tenía la cara sucia y la ropa destrozada. El caos reinaba entre las ruinas de las grandes ciudades. Sabía que en algunas capitales todavía habían grados letales de radiactividad. Miró la desolación y el desastre.

    Un niño se acercó a mendigar un poco de comida. Daniel lo reconoció. Era un chico de su colegio, un Pablo o Pedro, o un nombre parecido, del séptimo "c". Una cara de antes de la guerra. Le recordaba en algo a Alex. Era por la forma en que tenía cortado el cabello. Tal vez por eso le dejó acercarse. No sabía dónde podían estar Alex, Marco o Vivi. No sabía siquiera si vivían aún.

    Miró al niño con lástima. Sólo quedaban trozos de sus zapatos de carrera con colchón de aire. Vestía una casaca térmica destrozada y un pantalón corto negro. Estaba pálido, desnutrido y transformado por la guerra. Daniel hubiera podido contar sus costillas que aparecían entre su ropa destrozada, y las cicatrices en su pecho por haber peleado con perros por restos de comida. Sí, ahora estaba seguro. Era un Pablo, del séptimo "c" del colegio Europeo Germánico. Alguna bomba incendiaria había terminado con su otra vida. El niño aún tenía las típicas cicatrices de las microbombas centelleantes en el cuello. Tenía que haber estado cerca de una bomba incendiaria en algún ataque aéreo. Y tal vez aquella bomba lo había dejado solo. (Era absurdo. Habían habido bombardeos convencionales semanas después de que todo estuviera decidido. La desinformación había sido completa. Todos los medios de comunicación oficiales y públicos habían sido automáticamente destruidos el primer día. Millones de muertes innecesarias. Y ese chico herido en un bombardeo desesperado que no tenía ya razón de ser.)

    -¿Y tus padres? -preguntó Daniel mientras le pasaba la mitad de un pan duro.

    El niño se encogió de hombros, apartó el cabello largo de su cara, y devoró el pedazo de pan. Daniel pensó que no parecía en absoluto alguien que acababa de ganar una guerra.

    -¿Dónde estás viviendo?

    El chico se encogió de hombros otra vez.

    -Voy a construir un cuarto para pasar el invierno. ¿Quieres ayudarme?

    El chico movió la cabeza afirmativamente. Daniel respiró el aire puro y pensó en el futuro.

    Empezaron a reconstruir.


    Alex despertó sobresaltado.

    -Es sólo una pesadilla. -Era la voz de Viviana que estaba junto a él, y lo miraba con sus ojos grandes y claros. Oyó el ruido de la selva junto a la cabaña rústica que habían construido a orillas del Piraí. La selva que los rodeaba cicatrizaba lentamente.

    Ellos habían huido del hambre y el caos de las ciudades, donde la gente estaba matando por un poco de comida.

    -¿Qué soñabas?

    -La guerra.

    -Ha terminado, Alex.

    -Sí. Pero creo que estoy enfermo por la guerra. A veces sueño que estoy en combate, y tengo miedo. Es difícil controlarme... Creo que le llaman "síndrome postÐalgo".

    -Post traumático. Es por la guerra, Alex. Ya estarás mejor, pero eso nunca se cura completamente. Tenemos que pensar en el futuro.

    -A veces pienso en Marco. ¿Qué sería de él?

    -No sé, Alex.

    -Me salvó la vida. Se entregó a la mina por salvarme. ¿Por qué haría eso?

    A ella se le había ocurrido la misma pregunta y sólo había encontrado una explicación coherente, pero calló. En retrospectiva, le parecía obvio. Pero no había motivo para hablar con Alex de aquello. Así lo hubiera preferido Marco.

    -Oye, Vivi: ¿Recuerdas lo que me dijiste esa noche en el campamento 22? ¿Que si triunfábamos, tendríamos un hijo?

    Ella sonrió y lo abrazó.

    La selva exuberante se tiñó de rojo con las luces del amanecer.


    Hay un ciclo inexorable entre los pueblos del mundo: Todos tienen un auge y una caída. Los imperios de ayer son las colonias de hoy. El mundo gira siempre.

    El futuro será de los que no creen en sus limitaciones, de los que no temen a los poderosos, de los que no renuncian a su derecho de ser mejores.

    El futuro será de los fuertes, inteligentes y prácticos. Ellos imponen sus puntos de vista, determinan lo que se considera "bueno o malo", "moral o inmoral", "justo o injusto", "heroísmo o traición", "ley o delito". Ellos determinan las reglas del juego a su manera, sin importar si están o no en lo correcto. Tener razón de nada sirve, si no se tiene también poder para hacerla valer.

    En la civilización y la naturaleza sólo los fuertes sobreviven...

    Palabras de Cóndor, comandante de los Ejércitos del Mundo, durante la reunión de México DF, el 12 de Marzo del 2.026 (al tomar el control del planeta).

    FIN DE LATINOAMERICA 2025

    ESTA OBRA SE PUBLICO POR PRIMERA VEZ EN BOLIVIA EN 1994

    EN FORMATO DE LIBRO DE BOLSILLO.

    TODOS LOS DERECHOS ESTAN RESERVADOS POR EL AUTOR.


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