LA BATALLA DE PLEVNA

PLEVNA ES UN PEQUEÑO PUEBLO UBICADO EN BULGARIA, EN EUROPA ORIENTAL, QUE HOY PASARÍA DESAPERCIBIDO DE NO HABER SIDO ESCENARIO DE UNA IMPORTANTE BATALLA ENTRE EL IMPERIO OTOMANO Y EL IMPERIO RUSO EN EL SIGLO XIX. DICHO EPISODIO CONSTITUYE UN HOMENAJE NO SÓLO A LA VALENTÍA DE LOS SOLDADOS TURCOS QUE DEFENDIERON ESA POSICIÓN Y A LA EXCELENTE ESTRATEGIA DE SU COMANDANTE, SINO A LA IMPORTANCIA DEL USO DEL ARMAMENTO APROPIADO EN EL MOMENTO PRECISO.


DESARROLLO DE LA ACCION

1877

En 1877 rusos y turcos, eternos enemigos, se enfrentaban en su doceavo conflicto militar. El ejército ruso, aliado con Rumanía (nación conformada en 1868 por la unión de las provincias autonomas otomanas de Valaquia y Moldavia), había invadido Bulgaria, entonces otro reino vasallo del vasto imperio turco. El 13 de julio de ese año, el general otomano Osmán Pasha, al frente de una columna de 12,000 hombres consistente en 19 batallones de infantería,seis escuadrones de caballería y 54 modernos cañones Krupp (similares a los utilizados por Chile contra el Perú en la Guerra del Pacífico), se dirigió a reforzar a las tropas turcas acantonadas en Nikopolis. Sin embargo, al ser informado que la guarnición de Nikopolis se había rendido a los rusos, Osmán Pasha movió rápidamente a sus tropas al pueblo de Plevna, localizado 160 kilómetros al noreste de Sofía, donde se encontraba una guarnición turca de tres batallones y cuatro cañones al mando de Atouf Pasha. La columna de Osmán Pasha había sido reforzada en el camino por tres batallones provenientes de los bancos del Danubio, con lo cual, las fuerzas totales a su mando se incrementaron a 25 batallones, aproximadamente 21,000 hombres.

La mediocre inteligencia militar rusa no fue capaz de descubrir a tiempo estos desplazamientos y por tanto no tenía la menor idea que los turcos se habían concentrado en tan abultados números en Plevna, donde cavaron trincheras y levantaron reductos, fortificaciones y emplazamientos para sus cañones. El 18 de julio de ese año, una fuerza de caballería rusa estimada en 1,500 hombres efectuó una misión de reconocimiento en Plevna, descubriendo la presencia turca en el lugar, ocasión en la cual se enfrentaron a un pequeño destacamento enemigo. Pensando que el pueblo estaba pobremente defendido, los rusos reportaron el incidente al teniente general Schilder-Schuldner comandante en jefe de la quinta división del IX cuerpo del ejército que acababa de capturar Nikopolis.

Al día siguiente Schilder-Schuldner decidió despachar a toda la fuerza de infantería bajo su mando, un total de 7,500 hombres, a ocupar el pueblo. El 20 de julio, luego de un intenso cañoneo que se prolongó durante varias horas, los rusos avanzaron hacia las primeras posiciones turcas, las cuales superaron con relativa facilidad. Pensaron por lo tanto que la resistencia había colapsado, más aún cuando los soldados turcos ubicados en los primeros atrincheramientos se replegaron. Acto seguido la mitad de la infantería rusa se adentró en el pueblo con total impunidad, actuando como si fueran turistas e ignorando que el hábil Osmán Pasha les había tendido una trampa. En efecto, el general turco cuidadosamente había escondido a sus hombres dentro de las edificaciones, establos y otras zonas protegidas del pueblo, permitiendo que los rusos se aglomeraran en el pueblo antes de ejecutar su estratagema. Llegado el momento esperado y a una señal, los turcos salieron de sus escondites y descargaron todo su poder de fuego sobre los aterrados rusos, quienes sucumbieron por cientos, atrapados entre calles y plazas. En apenas 20 minutos, 2,771 soldados y 74 oficiales rusos yacían muertos, incluyendo el mayor general Knorring, quien había dirigido el ataque así como el comandante de uno de los principales regimientos, coronel Rosenbaum.

Los turcos sólo tuvieron 12 muertos y 30 heridos. Pocos rusos escaparon con vida de aquel infierno y en su huida dejaron en poder de sus adversarios nada menos que 17 cañones cargados de municiones. Osmán Pasha debió el increíble éxito de su estratagema a un arma que pocas potencias europeas se habrían aventurado a utilizar en combate, es decir, carabinas de repetición Winchester, que consideraban un arma marginal utilizada por el ejército estadounidense en sus campañas contra las tribus indias de las praderas. Los turcos conocieron de la existencia de las Winchester, cuando su diseñador, Oliver F. Winchester, envió de obsequio a un selecto grupo de militares y políticos de ese país una carabina calibre 44, modelo 1866. Como resultado, en 1869, el ejército otomano ordenó un pequeño lote de dichas armas. Las pruebas demostraron que el soldado turco se compenetraba fácilmente con esta carabina ligera y que podía cargar y disparar con gran rapidez. Al fue la aceptación de esta arma que en 1870 y 1871 el gobierno turco ordenó 5,000 nuevas unidades y 60 millones de balas en los Estados Unidos. En la batalla de Plevna Osmán Pasha empleó por lo menos 12 mil carabinas Winchester modelo 1866. El resto de sus tropas utilizaron el arma estándar de la infantería turca, es decir el rifle también de diseño norteamericano Martini-Peabody calibre 45. que era un arma de tiro rápido, capaz de disparar 17 balas por minuto y muy precisa hasta una distancia de 700 metros. Los rusos por su parte utilizaban un rifle pesado, lento y obsoleto, cual era el Krenk calibre 69.

Conocedor de la derrota sufrida por Schilder-Schudlner, el Gran Duque Nicolás, comandante en jefe de las fuerzas armadas rusas con sede en Tirnova, se reunió con su Estado Mayor y concluyó que su ejército no podría evadir Plevna y continuar la campaña en territorio búlgaro sin destruir antes dicha posición turca pues una fuerza enemiga tan grande equipada con cañones de largo alcance podría afectar las comunicaciones y la línea de abastecimientos del ejército zarista. En consecuencia, el Gran Duque ordenó al teniente general barón Krudner, comandante del ala derecha de los ejércitos rusos, tomar el IX Cuerpo más una brigada de XI Cuerpo y una división del IV Cuerpo y marchar hacia Plevna para eliminar la molesta posición otomana que bloqueaba la victoriosa marcha zarista en territorio búlgaro. Los rusos solicitaron asimismo el apoyo de las fuerzas aliadas rumanas, los que respondieron movilizando 30,000 soldados de infantería, 4,500 de caballería y 126 cañones.

Por su parte el Estado Mayor turco con sede en Sofía se mostró entusiasmado con el inesperado éxito de Osmán Pasha y le envío nuevos refuerzos de modo tal que para el 22 de julio las fuerzas de Plevna se incrementaron a 45,000 efectivos más una nueva provisión de carabinas Winchester

El Gran Duque ruso deseaba acción una inmediata y envió a Krudner –quien luego se convertiría en el rey Carol de Rumania- la orden de "Atacar con la mayor brevedad posible”. Krudner, más cauto, respondió por telégrafo que sólo disponía de 26,000 hombres y 176 piezas de artillería, mientras que los turcos al parecer tendrían 50,000 soldados y un número indeterminado de cañones. El Gran Duque replicó que información recabada de sus propias fuentes de inteligencia indicaban que sólo había 27,000 turcos en Plevna y le ordenó “Atacar de una vez". El general Michael Skobeleff, del XI Cuerpo fue asignado a reconocer el poderío de los turcos en Lovatz e intentar desalojarlos de esa posición ubicada a 32 kilómetros al sur de Plevna, en el río Osmar. Skobeleff observó miles de turcos pero evitó enfrentarlos y no fue capaz de reconocer que las posiciones enemigas en Plevna superaban en número a las tropas rusas que iban a ser enviadas a enfrentarlos.

El 30 de julio Krudner recibió más municiones y provisiones y quedó listo para ejecutar la acción que demandaba el Gran Duque. Se decidió ejecutar un ataque prolongado por el norte y el este de las posiciones turcas. El asalto se ejecutaría con dos columnas subdivididas en por cuatro sectores. El primero estaría a cargo del mayor general Skobeleff con una brigada de Cosacos y una batería de 16 cañones. El segundo lo lideraría el príncipe Schachowskoi con dos brigadas de infantería más dos escuadrones de lanceros y 48 piezas de artillería. El tercero estaría comandado por el mayor general Loscharef con un regimiento de infantería y seis cañones. El cuarto lo dirigiría el teniente general Veliaminof con dos divisiones de infantería y 80 cañones. El general Krudner asumió el comando personal de las reservas, ubicadas entre los flancos, que consistían en una brigada de infantería y cuatro escuadrones de lanceros y dragones así como una batería compuesta por 30 cañones.

Además de ser superados en número, los rusos cometieron varios errores en la concepción de su plan de ataque. Las columnas se encontraban muy separadas la uno de la otra como para brindarse asistencia mutua en el momento que lo requiriesen. Por su parte Osmán Pasha había dispuesto cuidadosamente sus líneas de trincheras en un terreno ondulante y escarpado, con lo que las fuerzas enemigas no serían capaces de ver la segunda y tercera línea de trincheras hasta que hubieran alcanzado la cresta de las diversas colinas, momento en el cual quedarían expuestos abiertamente al fuego de los rifles y cañones mientras que los turcos permanecían bien resguardados y protegidos.

Luego de un ablandamiento de artillería, a las 15:00 horas de ese día la infantería rusa entró en acción con las columnas muy dispersas entre sí. Los turcos recurrieron una vez más a las mortales y rápidas carabinas Winchester y las columnas que atacaron desde el norte y el nordeste fueron rechazadas sufriendo numerosas bajas. Shakowskoi sin embargo logró ocupar dos reductos, pero un feroz contraataque a cargo de las reservas turcas lo hizo retroceder con una terrible pérdida de vidas humanas. Los rusos no tuvieron más remedio que abortar el ataque y retirarse hacia Tristenik y Poradim. En el asalto sufrieron nada menos que 7,300 bajas contra 2,000 turcos muertos y heridos. Si la guarnición turca en Lovatz hubiera entrado en acción el resultado, que duda cabe, hubiera sido aún más desastroso para los rusos. Fue una victoria decisiva, pero Osmán Pasha cometió el error de no perseguir a los dispersos y ocupar uno de los puentes que ocupaban en el Danubio. Sin embargo sus tropas quedaron encandiladas por este segundo triunfo consecutivo mientras que la moral de los soldados rusos quedó severamente afectada. Acto seguido Osmán Pasha se dedicó a reforzar las defensas de su posición a la cual Constantinopla le había otorgado un valor prioritario.

Los humillados rusos decidieron entonces concentrar todas sus fuerzas disponibles contra Plevna y solicitaron la ayuda de sus aliados rumanos. De este modo, para fines de agosto de 1877, lograron ensamblar una impresionante fuerza consistente en 74,000 soldados de infantería, 10,000 de caballería y nada menos que 440 cañones de los cuales 24 eran de sitio, de grueso calibre. En total, 100,000 hombres. Por su parte ahora la guarnición de Plevna disponía de 35 batallones, ocho escuadrones de caballería, 57 cañones y 400 irregulares bashi-bazouks. Las defensas habían sido organizadas en dos alas y una reserva. El general Adil Pasha comandaba el ala izquierda, consistente en 12 batallones, 3 baterías y dos escuadrones, responsable de defender el sector comprendido entre el puente Vid y Grivitza, mientras que el general Hassan Sabri Pasha comandaba el ala derecha, de similar poderío, que iba desde Grivitza hacia el sur. La reserva se ubicó en las crestas y faldas de las montañas ubicadas al sur del pueblo, mientras que un batallón se concentró en el centro de Plevna. Debe indicarse que el frente oriental no sería fortificado sino hasta octubre. Las trincheras tenían una profundidad de 120 centímetros y los reductos y parapetos un grosor de 3 a 6 metros.

El 30 de agosto Osmán Pasha ejecutó una interesante acción preventiva y se movió de Plevna con toda su caballería, tres baterías y 19 batallones de infantería. Al día siguiente, en Pelishat, atacó a los rusos, causándoles mil bajas. Esa misma noche retornó a Plevna. Los rusos entonces decidieron ocupar Lovats para cortar la línea de comunicaciones de Osmán Pasha antes de ejecutar un nuevo asalto a Plevna. El 3 de setiembre, luego de tres días de intenso combate y utilizando una fuerza de 20,000 efectivos, los rusos, bajo el comando del general Skobelev lograron reducir a la guarnición de Lovatz. Osmán Pasha decidió avanzar socorrer Lovatz con una poderosa columna de relevo pero al descubrir que era muy tarde retornó a Plevna el día seis. Los sobrevivientes de la guarnición turca que lograron escapar del asedio ruso fueron reagrupados en tres batallones. Con estos refuerzos las fuerzas turcas de Plevna ahora contaban con 72 cañones, 46 batallones de infantería y 19 escuadrones de caballería. Osmán Pasha reorganizó sus unidades de combate en cuatro comandos de igual poderío, en el norte, sudeste y sur más la reserva general. En la noche del seis y siete de setiembre los rusos se movieron a sus posiciones preliminares. Su plan consistía en que los rumanos, el Cuerpo IX y el IV y la columna de Imeretinski atacaran simultáneamente las posiciones del noreste el sudeste y el sur.

El bombardeo de artillería se inició a las 06:00 horas de siete de setiembre y se prolongó hasta las 15:00 horas del día once, cuando se inició el avance de la infantería. Tras un fiero combate los rumanos lograron ocupar el reducto de Grivitza mientras que el general Skobelev ocupó dos reductos en el sector sur. Sin embargo, el ataque al centro fracasó ante una lluvia de 20 mil balas disparadas por minuto por los Winchester turcos. El día doce los otomanos recuperaron los reductos del sur y los rumanos permanecieron en sus posiciones del reducto de Grivitza, pero las pérdidas rusas ahora alcanzaban a 18,000 muertos y heridos, víctimas de los Winchester, por lo que, una vez más, debieron replegarse y atrincherarse en la línea Verbitza-Radishevo, con su caballería protegiendo sus flancos. Los turcos perdieron 5,000 hombres, de los cuales apenas poco más de 200 perecieron por efecto del ataque de artillería efectuado los días anteriores. Los turcos tampoco estuvieron en capacidad de perseguir a sus adversarios pues estaban totalmente agotados y los aquellos los superaban ampliamente en número.

Aquel sería el último ataque abierto contra las líneas turcas de Osmán Pasha. El general Todleben, el veterano defensor de Sebastopol, fue designado nuevo comandante de las fuerzas sitiadoras y estaba decidido a cumplir el propósito de ocupar las posiciones enemigas. La resistencia se prolongaría hasta el mes de diciembre. El 24 de octubre, un agotado Osmán Pasha solicitó a Constantinopla autorización para evacuar las posiciones y salvar a sus tropas de un asedio que, pese a la gran resistencia desplegada, no podía tener un final feliz. La autorización le fue denegada.

El gran general turco mantuvo sus posiciones durante seis semanas más, hasta que en la noche del 9 de diciembre 1877, ya sin provisiones, con 10,000 hombres muertos por hambre y enfermedades y cortadas todas las líneas de comunicaciones, decidió evacuar a sus tropas de Plevna. Sin embargo, al dejar sus trincheras y reductos los otomanos fueron interceptados y rodeados por los rusos. Osmán Pasha sin embargo decidió luchar y los dos ejércitos se vieron enfrascados en un intenso combate que causó numerosas bajas en ambos bandos, pero que a la larga demostraría que los turcos, ahora en posición desventajosa, llevaban la peor parte. A las 13:00 horas del día 10 se iniciaron las negociaciones para un cese del fuego y finalmente los turcos no tuvieron más remedio que capitular. Osmán Pasha fue llevado prisionero ante el Gran Duque Nicolás, quien con entusiasmo le exclamó: “Lo felicito por su defensa de Plevna. Es una de las más espléndidas hazañas en la historia”. Al día siguiente, en señal de respeto, el Gran Duque devolvió su espada al general otomano como un tributo a su heroica acción.

Turquía perdería la guerra al año siguiente frente a su poderoso y casi eterno adversario. El Tratado de Paz de Berlin, confirmó asimismo la independencia de Rumanía de sus antiguos patrones turcos. Plevna, que mantuvo en vilo a Europa durante varios meses, fue un símbolo de heroísmo, pero al mismo tiempo se convirtió en un claro ejemplo desde el punto de vista militar de lo inútil que resulta una defensa pasiva, condenada siempre a fracasar no importa cuan encarnizada o heroica sea la resistencia. Osmán Pasha, con menos tropas pero con un arma muy efectiva y cientos de miles de municiones, repelió tres ataques rusos y prácticamente paralizó a todo el ejército zarista. Sin embargo, no estuvo en capacidad de ejecutar acciones ofensivas y sacar provecho de la exitosa defensa, por lo que quedó demostrado –como en el caso peruano de Tarapacá dos años después- que las victorias que no se consolidan son inútiles. La posición de Plevna, amenazando el puente ocupado por los rusos y sus comunicaciones fue estratégicamente importante, pero la historia ha demostrado que no había necesidad por parte del comando ruso de atacar dicha posición con tanta vehemencia y a un costo tan alto de vidas. Los rusos perdieron más de 40,000 hombres en los asaltos. Los turcos tuvieron 30,000 bajas, pero la tercera parte de ellas se debieron a enfermedades y hambruna. De otro lado, en una época donde aun primaba el uso de la bayoneta, la lanza y la espada y la concepción militar de cargar a campo abierto, los rusos fueron incapaces de comprender la capacidad de resistencia de improvisadas fortificaciones y bien ubicadas trincheras así como el poder destructor de un rifle pequeño, de apariencia modesta pero mortal como el Winchester.



Juan del Campo

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Perú