ESTADO Y SOCIEDAD ANDINA (*)

 

Andrés Huguet Polo

 

Resulta bastante común en estos tiempos de predominio ideológico neoliberal y de crisis de las formaciones burocráticas del "socialismo real" considerar que el Estado deviene en un instituto por demás vulnerable y sospechoso de impedir el desarrollo. Por ello la propuesta burguesa propone que debe dejar su lugar al mercado.

Sin necesariamente partícipar de la ideología liberal hay que decir que efectivamente existen razones, sobre todo a partir de la constatación de las crisis políticas contemporáneas, para insistir no solo en la reorganización sino en la reestructuración -e incluso reducción- del Estado, más aun si se tiene en cuenta, en sociedades como la peruana, el contexto de clientelaje (institucionalizado desde los inicios de la república) de burocratismo (colonia) y de corrupción (particularmente agudizada en el Perú contemporáneo) en el que se han desarrollado las formas políticas en el Perú.

Por otro lado, no hay motivo alguno para considerar al propio Estado como entidad natural y autónoma cada vez más ajena a la propia sociedad civil y a sus integrantes. Incluso desde una perspectiva socialista se ha dejado de identificar al proyecto de sociedad alternativo como sinónimo de estatismo . Más aún si el burocratismo estatal se convierte en opresor de las potencialidades personales y en obstáculo para la realización de los hombres en tanto individuos en sociedad, "individuos recíprocamente situados" (Marx) .

Sin embargo, es importante constatar la interesada amnesia del liberalismo que olvida que han sido esas mismas formaciones estatales ( el llamado mercantilismo) las que han apoyado el crecimiento capitalista y la emergencia de sus clases dominantes.

Pero, aparte de ello, lo interesante es advertir que en la mayoría de los casos las críticas al burocratismo y estatismo provenientes del ángulo de los promotores del capitalismo salvaje pretenden arrasar ya no solamente con los vicios de hipercentralización y control del Estado sino con toda manifestación institucional de lo colectivo, con toda idea de planificación y de interés social, promoviendo más bien una concepción atomística de la sociedad y de la historia basada exclusivamente en el individuo y en sus relaciones de competencia, fundamentalmente egoistas. Se trata de imponer la ilusión del mercado como ordenador por excelencia de la vida nacional, y el principio de la ganancia privada como valor fundamental.

Es propio de esta concepción desmerecer el pasado nacional, las enseñanzas de la historia, mas aún si esta coincide con la de los pueblos subyugados. Para ellos la idea de entrar en la modernidad aparece fundándose en una concepción que cree que el pasado o el presente del capitalismo central (Europa o USA) debe ser el futuro de América Latina y de los paises semicolonializados. Se pretende convertir así a la tecnología occcidental, al mercado capitalista y sus patrones de consumo y a la democracia liberal (parlamentarista) en los paradigmas de la historia, en el modelo a seguir si queremos desarrollarnos.

No importa que en el curso de implementar estos parámetros nuestros países, al compás de la entronización del mercado, desorganicen su economía, profundicen su dependencia financiera y tecnológica, alienen su cultura, desintegren las posibilidades de una formación nacional y dejen de lado cualquier tipo de articulación institucional que se superponga a la empresa privada y al puro impulso de la ganancia capitalista.

Con justa razón se ha hablado en este contexto de la imposición y existencia de una "razón colonial" (Lumbreras) como lógica de funcionamiento característica de nuestras sociedades, particularmente del Perú. Así la sociedad oligárquica primero, como despues los desarrollismos, reformismo y populismos propios de la época de la sustitución de importaciones se han fundado en esta razón colonial. La apertura liberal, con su proyecto de convertir al país en mercado de la manufactura exterior y de desmontar cualquier forma productiva nacional en aras de la competencia externa profundiza también la razón colonial. Es por ello que el proyecto neoliberal es necesariamente opuesto a cualquier forma "autocentrada" de desarrollo nacional.

Sin embargo, la realidad del país, secular como contemporánea, impone importantes cuestionamientos a la negación del papel de lo colectivo en la vida nacional, y resalta la importancia -en un proyecto de desarrollo de matriz no colonial- de la coordinación, centralización y planificación. Y sobre todo de la precariedad de cualquier proyecto que se limite exclusivamente a liberalizar mercados.

Simplemente anotemos una manifestación, a partir de la experiencia histórica y etnológica.

La variabilidad ecológica es la característica esencial de la zona andina. Esta implica no solo diferenciaciones climáticas, de altitud, relieve, recursos hidrológicos, vegetación y fauna sino sobre todo productividades y posibilidades de cultivo, pastoreo y ganadería diferenciadas y, por consiguiente, de factibilidades tecnológicas y correspondientes organizaciones sociales para la producción.

La organización inka y preinka muestra cómo es posible lograr en la zona andina una alta productividad agropecuaria basada en cultivos originales y capaz de suministrar recursos alimentarios para grandes concentraciones humanas. Lo que contrasta con la crisis y depresión agraria del Perú contemporáneo. Ello mediante la combinación de mecanismos técnicos como el uso vertical de un máximo de pisos ecológicos (Murra), el manejo hidráulico, la habilitación ampliada de tierras y la experimentación diversificada de cultivos y ganado, todos ellos basados en el uso (tanto a nivel local como nacional) de la organización social comunal como fuerza productiva. Salida original e indígena, a las condiciones ecológicas y ambientales del medio andino. John Earls ha estudiado el esfuerzo planificador y los mecanismos ciberneticos de manejo de andenerías y de experimentación agricola inka (Moray). Los altos niveles productivos estuvieron en relación con el rol planificador no solo del Estado a nivel central, sino de la comunidad a nivel regional y particularmente de la unidad colectiva de base. Dicho en pocas palabras, un análisis en torno a las posibilidades productivas y alimentarias de la zona andina que tome en consideración el aporte de la historia debería resaltar el peso de la planificación como acción integradora de la diversidad y variabilidad y el rol de la organización comunal, más aún cuando las productividades alcanzadas son inmensamente superiores a las de hoy día. Ello tiene más valor que una absolutización del mercado.

Lo anterior se hace mas relevante por la existencia de las comunidades campesinas, principal contingente organizativo colectivo en el pais, y que en el contexto rural son actoras de mecanismos productivos propios de una racionalidad económica sui generis, en donde rasgos de solidaridad y competencia, de reciprocidad, redistribución y mercado coexisten configurando un sedimento social lo suficientemente importante como para haberse recreado y prolongado, bajo nuevas formas y a través de las sucesivas oleadas migratorias, en los contextos urbanos (sector popular urbano de la economía con su diversidad de comportamientos economicos de sobrevivencia). Población que también requiere del apoyo de la centralización y planificación estatal que complemente y potencie su acción autogestionaria, fortaleciendo intercambios y eslabonamientos locales, regionales o nacionales. Más aún si puede existir la posibilidad de que se conviertan en actores también de la búqueda de una nueva organización social de la producción, del trabajo y de la participación política.

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(*) Artículo presentado a la Gaceta Sanmarquina. 14 de Enero de 1993.

NOTAS:

1. El error consistió en que, a partir de la idea de resolver colectivamente las necesidades sociales basicas, se identificó y confundió la centralización estatal con toda forma de organización de la esfera colectiva, dejando de lado la importancia de las comunidades de base, de las propias unidades integrantes de la sociedad civil. Paralelamente a ello se desarrolló el error de identificar el poder y soberanía del pueblo (que en lo fundamental se sustenta en su propia organización) con la centralización estatal del poder y del gobierno, y en el peor de los casos con la suplantación por el partido.

2. "La sociedad no consiste en individuos sino que expresa la suma de relaciones y condiciones en las que esos individuos se encuentran recíprocamente situados" (Grundisse, T. I)

"Toda producción es una objetivación del individuo" (T. I).

"Los individuos se reproducen como individuos pero como individuos sociales" (T. II).

3. EARLS, John: Planificación Agrícola Andina. Bases para un manejo cibernético de sistemas de andenes. COFIDE, 1989.

 


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