Interludio

No todo en la vida lleva un mismo ritmo...




Espejo de un pasado

Si al contemplar un espejo, ¿qué observo? sólo el cuerpo con un corazón cambiante que hace un instante fue un amante y ahora es sólo un perdedor.

Espejo, que mucho me enseñas. Cosas que ocurren a mis espaldas y tú, como si fueses espadas hieres mi cuerpo sin ningún temor.

Sólo me recuerdas aquel pasado bello al cual yo tanto amé. Que en ese fuego intenso me quemé y ahora sólo en mi alma hay ardor.

Cuanto daría por olvidarla y nunca de ella haberme enamorado. Pero caí a sus pies como un esclavo y pensé que ella coincidía con mi amor.

Quise darme cuenta, traté y no pude y que difícil fue, hasta imaginarlo tratar de salir de sus redes, sólo intentarlo y poder olvidar por siempre ese error.

¡Cuanto daría por olvidarte! ¡Cuanto daría por ni si quiera tu nombre mentar! En especial el día que me traicionaste y liberar al pensamiento con todo su odio y rencor.

Luego traté de jugar tu mismo juego. Busqué mil maneras de no tratarte. Pero siempre me desprendía de mi coraje y comprendí que fui un mal jugador.

Tanto que yo te quise y tú conmigo al igual que un títere jugaste. Busco la manera de no recordarte; olvidarte a lo mejor rompiendo este espejo en tu carne.

En tu carne para que brote sangre y te hieras. Para que sufras al igual que yo por tu maldito amor. Pero te recuerdo aunque sea con esta frase que mi sangre, brotó del corazón.


Intruso

Ramera de poca imaginación que tropiezas entre malos amores; esquivando aquellos dolores que van mutilando tu virgen seducción.

Niña traviesa enredada en cuerpo de mujer. Sonrisas ingenuas que disimulan la desesperación. Buscando hallar esa razón de porqué el silencioso destino se lo arrebató.

Y siento una punzada en mi pecho cuando suspiras entre los brazos de otros, y lloro como el hombre ingenuo que esta adentro; liberando tus angustias por mi comportamiento loco.

Pero ahora que en tu ser se hospeda un intruso, que dará riendas sueltas a una nueva vida. Purificándote lentamente en su estadía, haciéndote reír cuando estás en agonía, haciéndote llorar cuando lo recuerdas en la soledad.

Entre la impureza firme que penetró tu aún blanca imagen y los nuevos latidos de amor en tu corazón, tratas de evadir esos deseos que te causan dolor, sin embargo, no me preocupo, soy inmune a ese ardor.

Siempre podrás cargarme entre tus brazos. Apasionadamente me acercarás a tus pechos. Entre miradas llenas de sueños nos complementaremos para alcanzar esa estrella que está a lo lejos.

Aunque a lo lejos sea demasiado cerca o tan distante como el universo, siempre a un instante de suspiro de tu ser; estaré yo porque soy parte de tu cuerpo.

Si lágrimas recorrieran tu perdida mirada, no te preocupes, yo daré la fortaleza que necesitas. Por que si tu belleza en un futuro desapareciera tú, siempre estarás presente en mi mirada, porque soy el reflejo de tu alegría.

Wilson Valentín Hernández