Olaf Peters

Aunque la opinión que uno pueda tener de una persona es totalmente personal y subjetiva, no me queda más alternativa que utilizar estas impresiones para trabajar con las descripciones de los invitados a esta sección. Conocí a Olaf Peters en 1996, llegó a la Universidad Metropolitana como estudiante invitado. Venía de Düsseldorf, Alemania(donde actualmente reside y estudia) pero hablaba bastante bien el español(había vivido en Venezuela durante su infancia y adolescencia). Comenzó por ser una novedad pero pronto se integró completamente al grupo. Lo primero que me sorprendió fue la gran cantidad de intereses artísticos que posee: música, poesía y narrativa, entre otros; pero tal vez lo verdaderamente impresionante fue descubrir su capacidad para cultivar cada una de esos intereses. Olaf fue el primer crítico de mis cuentos, siempre entusiasmado ante un texto nuevo pero comedido a la hora de hacer correciones o emitir elogios. Pude darme cuenta de su extrema sensibilidad artística. Luego conocí al músico: cantante y compositor de melodías de ritmos eclécticos, productos de la mezcla entre su inclinación caribeña y su sangre germana. En un mismo album pasa de la balada al pop y al rock sin que quien lo escuche resienta el cambio. Aún conservo un cassette que oigo con frecuencia. Por último, en lo que podríamos llamar su fiesta de despedida, me presentó al poeta que apareció ante mí cargado de imágenes plenas de significados y otra gama de temas. Entonces, tenemos en mi amigo Olaf a lo más parecido a un artista renacentista, es una de las pocas personas que conozco que se permite incursionar en diferentes disciplinas artísticas y hacerlo con el mayor de los éxitos. Su banda es invitada permanente en distintos clubes de diversas ciudades de Alemania y Europa y si aún no ha publicado un libro es, decididamente, porque aún no se lo ha propuesto. En esta página incluyo dos cuentos y un poema. El primer relato se titula "El Tiempo", una compleja visión del presente, pasado y futuro luchando entre ellos por la supremacía. Las personas que han leido este texto han quedado gratamente impresionadas. Luego "Toma la ruta", un cuento que disfruto mucho porque trata un tema similar a las míos aunque se observa un desapego entre el narrador y la situación narrada que resulta muy interesante. Finalmente el poema que lleva por título: "Caracas". Así, a secas, bañado de nostalgia y melancolía Olaf nos ofrece una visión muy particular de una ciudad que quienes la tenemos por lugar de residencia nunca la terminamos de apreciar completamente. Espero que estos textos sean de su agrado y si les gustan, sólo imaginen la música. Probablemente pronto podamos incluir algún clip musical.

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El Tiempo

El Pasado le preguntó al Futuro: - ¿Dónde está el Presente?. - Habíamos quedado en vernos - respondió el Futuro, - pero no llegó a visitarme jamás. Yo creo que se quedó en tu esfera. - No es verdad. - contestó el Pasado - Los Recuerdos, con los cuales me topé ayer, me revelaron que el Presente ya había salido a verte. - ¡Ah!, ten cuidado, a los Recuerdos tan sólo se les puede creer la mitad de lo que dicen. Los Recuerdos se dejan influir demasiado por los Sentimientos, en los que, como sabes, no siempre se puede confiar. Además, hablé con los Deseos esta mañana, y me contaron que el Presente tuvo problemas con los Recuerdos, los cuales también viven en tu esfera, y por tanto, según los Deseos, el Presente se quedó allí para solucionarlos. Estoy seguro de que los Sentimientos tuvieron que ver algo en aquel altercado. - ¡No puede ser!. Ayer todos mis súbditos: los Recuerdos, los Sentimientos y el Olvido, tuvimos una reunión. Estamos haciendo investigaciones acerca de nuestra ceguedad cuando miramos a tu esfera.

Resulta que el Pasado tenía razón. El día anterior a la conversación con el Futuro todos los espíritus del pasado se reunieron para debatir sobre la oscuridad que yacía eternamente delante de ellos. Al mirar hacia adelante, en dirección a la esfera del Futuro, quedaban ciegos, lo cual, les impedía reconocer lo que les venía al encuentro. Este hecho, le preparaba grandes y a veces no muy gratas sorpresas al Pasado.

En cambio, al darse la vuelta, les era posible observar tranquilamente la historia universal. Pero el Futuro no comprendía nada de lo que el Pasado le estaba contando.

- ¿De qué oscuridad estás hablando?. Ojalá nosotros tuvieramos problemas tan simples. - dijo el Futuro - A nosotros nos toca afrontar un desorden eterno e inmenso contra el que somos impotentes. - Eso si es verdad. - interrumpió agitado el Pasado - Nosotros tenemos que sufrir a diario el caos que ustedes nos dejan atrás. Nos es imposible pronosticar lo que nos viene encima, lo cual, nos impide trabajar más ordenadamente. Ya es hora de que logren controlar aquel desorden. - ¡Ay Dios!, - se quedó lamentando el Futuro - lo que ustedes llaman desorden es una parte infinitesimal de a lo que estamos acostumbrados nosotros. A ustedes apenas les queda una gota de un mar de posibilidades, tragedias y simples hechos. El orden es una utopía y lo que nosotros les dejamos de trabajar, ¡ay por favor!, es juegos de niños. Ustedes pobres,los que se han quedado atrás.

De los dominios del Futuro se acercó el Presentimiento, el más sabio de todos los espíritus, que ya no lograba contener su opinión: - Querido Pasado, si lograran esclarecer la oscuridad delante de ustedes, nosotros ya no sufriríamos tal caos. Sospecho que todo el desorden nace en la frontera inextricable del Pasado. - ¿De qué frontera hablas - preguntó el Pasado en tono de desprecio - y frontera hacia dónde?.

Los espíritus del Pasado se habían acostumbrado a no tomar en serio al Presentimiento, el cual, siempe hablaba de cosas que nadie comprendía, que no conseguía precisar y mucho menos les lograba explicar a los demás espiritus, por lo que estos lo trataban como a un ignorante. Los Sentimientos, parodiando a los moderadores de programas de opinión en la televisión repitieron gangueando: - Sospecho, que todo el desorden nace en la frontera inextricable del Pasado. - dicho esto, todos los demás espíritus explotaron en una gran carcajada que fue interrumpida sólo unos instantes más tarde por una voz extraña de origen desconocido: - ¡LA FRONTERA HACIA LA NADA!. El Presente no existe, tal como ustedes dos, Pasado y Futuro, es pura imaginación.

Todos quedaron asustados, especialmente los Sentimientos, que fueron a buscar protección detrás del Olvido hasta que después de un largo silencio el Futuro se atrevió a preguntar: - ¿Eso significa que jamás he existido?. - No. - contestó la voz - Eres un fenómeno de la imaginación. Eres una imagen del pensamiento del Pasado. - ¿Y qué soy yo?. - preguntó el Pasado.

Pero el Pasado no recibió ninguna respuesta, tampoco después de insistir varias veces. Las palabras del Pasado no parecían alcanzar al ser de aquella voz o no entendían su respuesta. Los Sentimientos volvieron a emerger de detrás del Olvido y gritaron: - Nos habló, así lo presiento - y al decir esto el Presentimiento le dirigió una mirada de incertidumbre a los Sentimientos - el Presente. Así lo percibió mi corazón. - No puede ser, - dijo el Futuro - las palabras del desconocido me recordaron a una escena que percibí en el caos hace unos días. Además, la voz no se parece a la del Presente. - ¿Cómo te puedes acordar de la voz del Presente si hace poco nos contastes que el Presente no te ha visitado aún?. - preguntó el Presentimiento. - ¡Ah bueeeno!... Una vez hace mucho tiempo hablé con el Presente. - y nadie confió en las palabras del Futuro salvo el Pasado, el cual intervino: - Así es, y créanme, si de cosas ocurridas se trata, yo tengo que saberlo. - revelando que el también era corruptible. - Pero explícame, Presentimiento, - preguntó el Futuro recobrándose de unos instantes de incertidumbre - ¿por qué el Presente anda escondiéndose de nosotros?. - Si lo que dijo la voz es verdad, y todos nosotros somos irreales, no hay necesidad de esconderse de nosotros - fueron a defender los Sentimientos al Presentimiento.

Nadie supo que decir hasta que los Recuerdos se acordaron de las palabras de la voz: - Pero la voz dijo que el Presente tampoco existe. Si el Presente no existe, ¿cómo hizo para hablar con nosotros?. Inmediatamente todos los espíritus se burlaron ruidosamente, ahora de los Sentimientos, que se quedaron mirando abatidamente al Presentimiento, el único espíritu que se esforzaba en mantener la calma, hasta que en medio del tumulto escuchó gritar al Pasado y al Futuro: - ¿Qué sería el Presente sin nosotros?. Fué entonces cuando la paciencia del Presentimiento no aguantó más las ostentaciones del Pasado y del Futuro, espíritus tan presuntuosos. Hace tiempo les tenía planeado un desafío al Pasado y al Futuro, que no por cautela o precaución había mantenido en secreto, sino por temor a las consecencias que poría tener. El Presentimiento no lograba imaginarse lo que iba a provocar y eso le asustaba. Pero ahora la rabia desplazaba al miedo: - Permítanme hacerles una prueba. - esperó a que todos callaran y se dirigió al Futuro - Futuro, trata de recordar el día en que el Presente te visitó. Y tú, Pasado y allegados espíritus, traten de imaginarse el día en que la oscuridad no les quite la visión del futuro.

Lo que sucedió fue cruel. El Pasado, los Recuerdos y el Olvido, tratando de imaginarse el futuro fueron penetrando en la oscuridad, desapareciendo en ella. Mientras tanto, el Futuro, revolviéndose en un mar de desorden, fue lentamente ahogándose en el caos. A continuación, estalló una explosión universal, peor de lo que el Presentimiento hubiera podido imaginarse, a la cual no sobrevivió ninguno de los espíritus, tampoco los Sentimientos ni el Presentimiento. Toda forma de vida desapareció del universo.

Y de la nada reverberaba sutilmente el eco de agradecimiento del Tiempo que por fín había sido liberado de su prisión.

Toma La Ruta

Sólo faltaba que alguien diera el primer paso. "Lo Dulce Del Adios" Jesús Daniel Nieves Montero

A veces el adios está a cuatro pisos de distancia. A través del intercomunicador abres la puerta de abajo y esperas a que llegue a tocar a tu puerta.

Ayer era de noche cuando sonó el timbre. Como siempre ella llegaba un poco más tarde de lo que había avisado, pero la impuntualidad se había vuelto un hábito y ya no cabía denominarla un retraso. Al fin y al cabo siempre había cumplido sus compromisos. Mientras subía las escaleras yo la esperaba apoyado sobre el pasamanos y fue entonces cuando se me ocurrió la idea de aquella frase.

La noche del viernes pasado ella había salido por segunda vez en dos semanas con otro hombre. Claro está, una relación no significa una restricción que te priva de ver a otras personas. Tan sólo me extrañó que no mencionara que iba a salir con otra persona, y no es que me tenga que pedir permiso, pero en una de las dos ocasiones habíamos quedado en hacer algo nosotros.

No, sin duda alguna, las cosas ya no iban bien. Ya no llamaba en la tarde para - como ella decía - simplemente oir mi voz. Ya no me visitaba sin previo aviso y las conversaciones, ahora, tenían siempre un motivo. Peor aún, a menudo me daba cuenta de que ella, cuando conversábamos, hacía referencia a cosas que jamás me había platicado y si le preguntaba al respecto se quejaba de que me olvidara de todo lo que me contaba.

Pero yo también he cambiado. Con cierta razón ella ahora replicaría: "A veces las bienvenidas estaban a cuatro pisos de distancia." Aquellos tiempos cuando bajaba a la calle a esperarla, sentado en la acera, ansioso por recibirla. No se como explicarlo y realmente no se que es lo que trataría de explicar. Tal vez la mejor manera de describir el estado que han abordado nuestras vidas es admitiendo que, cuando estamos juntos, las horas ya no pasan volando.

Había llegado la hora que raramente se reconoce a su debido tiempo, son momentos que se tratan de evadir, pero a través del retrovisor se revelan de interés vital. Era hora de hablar y, mientras la esperaba al final de la escalera, pensé que más tarde simplemente le diría: - Desde hace tres semanas ya no nos hemos peleado. Sería un punto de transición, una manera de introducirla sutílmente en la discusión. La cantidad de discusiones y querellas que hemos tenido desde el comienzo de nuestra relación para mí han sido un enriquecimiento. Ella me enseñó que eran importantes y muy pronto me di cuenta de que, en la mayoría de los casos, nuestras discordias eran otra manera de decir te quiero.

Desde hacía tres semanas ya no hacíamos frente a los problemas. Ninguno de los dos se atrevió a afrontar la realidad. Ella también había de haberse dado cuenta y una parte de mí esperaba, la otra temía, aclarar las cosas. Sin embargo, ella llegó alegre, feliz de la vida y dijo que se había tomado libre el día, y preguntó si lo podríamos pasar juntos. Sin esperar alguna respuesta entró a la cocina a sacar una botella de vino y empezó a hablarme de muchas cosas al mismo tiempo. Mientras tanto, yo no lograba ponerme a tono con la situación, pero ella ni se daba cuenta. Mejor no arruinar la noche pensé, y decidí posponer lo planeado, sin poder olvidar mi intención anterior. Te amo dijo más tarde, sorprendiéndome totalmente desprevenido; y si antes yo había estado preparado para proceder con cautela, entonces, actué con torpeza y sin algún sentido del tacto. Le contesté: "Dudo que todavía me ames."

De inmediato se dió la vuelta, empezó a llorar y no tardé en darme cuenta que la situación se me había ido de las manos. No paró de llorar. Tan sólo interrumpía su llanto para acusarme de que la menospreciaba y de que ella también se había dado cuenta de que las cosas habían cambiado. Uno no se pasa la vida enamorándose, aunque una y otra vez te quedas dudando de si el mejor de los tiempos ya ha pasado y de si la euforia se va apaciguándo. O tal vez al cabo de un tiempo la vida cotidiana vuelve a alcanzarnos, tomándonos presos. ¿Cómo evitarlo ?

Después, y sin dar oportunidad de disculparme, recogió sus cosas y se fué sin despedirse. No se a donde habrá ido ni donde habrá pasado la noche. Tan sólo se que no fué el adios que habría sido necesario. Ninguno de los dos había sido lo suficientemente sincero, tal vez por miedo, tal vez a causa de una esperanza que se guardaba a escondidas.

Hace algunos instantes sonó el timbre. Toda la noche había deseado oirlo, sabiendo muy bien que no iba a suceder. Me he quedado parado delante de la pared del intercomunicador, sin apretar el botón. Como es de mañana habrá podido ser el cartero que a veces toca para avisar de que ha llegado correo. No ha vuelto a sonar y no se cuanto tiempo habrá pasado, pero ahora he apretado el botón para abrir la puerta de abajo. Lentamente voy a abrir la puerta del apartamento, desconfiando de que ella vaya a subir por aquellas escaleras, donde tantas veces la he esperado. Pero voy a recibirla, y si no es a ella, a su adios.

Caracas

Siembras en tu soledad
semillas que transforman
la realidad del sentido;
atrapado.

Tus sueños son los ríos
que alimentan el cielo
mar de ilusiones;
asustado

Sales del valle y saltas del muelle
entonces te recuerdas de sentimientos de
siempre...
...de Caracas

Voy a volver, voy a volver
el cielo me va a enseñar
voy a regresar
a la ciudad de los techos rojos;
tal vez