Vuelos de victoria (fragmento)
Ernesto Cardenal.


Muchachos que salían a diario fotografiados en el periódico
acostados
con los ojos entrecerrados, los labios entreabiertos
como si se estuvieran riendo, como si estuvieran gozando.
Los jóvenes de la horrenda lista.
O bien salían serios en sus fotitos de carnet, de pasaporte,
tal vez profundamente serios.
Muchachos que aumentaban a diario la lista del horror.
Uno fue a dar una vuelta por el barrio
y lo hallaron tirado en un predio montoso.
O salió para el trabajo, de su casa del barrio San Judas,
y no volvió más.
El que salió a comprar una Coca Cola a la esquina.
El que salió a ver a su novia y no volvió.
O sacado de su casa
y llevado en un jeep militar que se hundió en la noche.
Y después encontrado en la morgue,
o a un lado de la carretera en la Cuesta del Plomo,
o en un basurero.
Con los brazos quebrados,
los ojos sacados, la lengua cortada, los genitales arrancados.
O simplemente nunca aparecieron.
Los llevados por la patrulla del "Macho Negro" o de "Cara’e León".
Los amontonados en la costa del lago detrás del Teatro Darío.
Lo único que quedó a las mamás de sus físicos,
la mirada brillante, la sonrisa, planas, en un papel.
Cartulinas que las mamás mostraban como un tesoro en el periódico.
(La imagen grabada en las entrañas: en esa cartulina chiquita.)
El del pelambre despeinado.
El de los ojos de venado asustado.
Este risueño, picaresco.
La muchacha de mirada melancólica.
Uno de perfil. O con la cabeza ladeada.
Pensativo uno. Otro con la camisa abierta.
Otro con bucles. O con el pelo en la cara. Con boina.
Otro borroso sonriendo debajo de sus bigotes.
Con la corbata de graduación.
La chavala sonriendo con el ceño fruncido.
La chavala en la foto que andaría su novio.
El muchacho en pose en la foto que le daría a su novia.
De 20, de 22, de 18,de l7,de 15 años.
Los jóvenes matados por ser jóvenes. Porque
tener entre los 15 y 25 años en Nicaragua era ilegal.
Y pareció que Nicaragua iba a quedar sin jóvenes.
Y después del triunfo hasta me sorprendí a veces, de pronto,
ante un joven que en una concentración me saludaba
(yo preguntándole en mi interior: "¿Y vos cómo escapaste?")
Se les temió por jóvenes.
Ustedes los agarrados por la guardia. Los "amados de los dioses".
Los griegos dijeron que los amados de los dioses mueren jóvenes.
Será, pienso yo, porque siempre quedaron jóvenes.
Los otros podrán envejecer mucho pero para ellos
aquellos estarán siempre jóvenes y frescos,
la frente tersa, el pelo negro.
La romana de pelo rubio que murió quedó siempre rubia en el recuerdo.
Pero ustedes, digo yo, no son los que no envejecieron
porque quedaron jóvenes (efímeramente) en el recuerdo
de los que también morirán.
Ustedes estarán jóvenes porque siempre habrá jóvenes en Nicaragua
y los jóvenes de Nicaragua serán ya todos revolucionarios, por
las muertes de ustedes que fueron tantos, los matados a diario
. Ellos serán ustedes otra vez, en vidas siempre renovadas,
nuevos, como nuevo es cada amanecer.

En septiembre por San Ubaldo se vieron más coyotes.
Más cuajipales, a poco del triunfo,
en los ríos, allá por San Ubaido.
En la carretera más conejos, culumucos...
La población de pájaros se ha triplicado, nos dicen,
en especial la de los piches.
Los bulliciosos piches bajan a nadar adonde ven el agua brillar.
Los somocistas también destruían los lagos, ríos, y montañas.
Desviaban el curso de los ríos para sus fincas.
El Ochomogo se había secado el verano pasado.
El Sinecapa secado por el despale de los latifundistas.
El Río Grande de Matagalpa, secado, durante la guerra,
allá por los llanos de Sébaco.
Dos represas pusieron al Ochomogo,
y los desechos químicos capitalistas
caían en el Ochomogo y los pescados andaban como borrachos.
El río de Boaco con aguas negras.
La laguna de Moyuá se había secado. Un coronel somocista
robó las tierras de los campesinos, y construyó una represa.
La laguna de Moyuá que por siglos estuvo bella en ese sitio.
(Pero ya volverán los pescaditos.)
Despalaron y represaron.
Pocos garrobos al sol, pocos cusucos.
La tortuga verde dei Caribe la vendía Somoza.
En camiones exportaban los huevos de paslama y las iguanas.
Acabándose la tortuga caguama.
El pez-sierra del Gran Lago acabándolo José Somoza.
En peligro de extinción el tigrillo de la selva,
su suave piel color de selva,
y el puma, el danto en las montañas
(como los campesinos en las montañas).
¡Y pobre el Río Chiquito! Su desgracia,
la de todo el país. Reflejado en sus aguas el somocismo.
El Río Chiquito de León, alimentado de manantiales
de cloacas, desechos de fábricas de jabón y curtiembres,
agua blanca de fábricas de jabón, roja la de las curtiembres;
plásticos en el lecho, bacinillas, hierros sarrosos. Eso
nos dejó el somocismo.
(Hay que verlo otra vez bonito y claro cantando hacia el mar.)
Y al lago de Managua todas las aguas negras de Managua
y los desechos químicos.
Y allá por Solentiname, en la isla La Zanata
un gran cerro blanco y hediondo de esqueletos de pez-sierra.
Pero ya respiraron los pez-sierra y el tiburón de agua dulce.
Tisma está llena otra vez de garzas reales
reflejadas en sus espejos.
Tiene muchos zanatillos, piches, güises, zarcetas.
La flora también se ha beneficiado.
Los cusucos andan muy contentos con este gobierno.
Recuperaremos los bosques, ríos, lagunas.
Vamos a descontaminar el lago de Managua.
La liberación no sólo la ansiaban los humanos.
Toda la ecología gemía. La revolución
es también de lagos, ríos, árboles, animales.

Y también llegaron al gran acto de masas las del Cuá.
La mujer de Jacinto Hernández caído en Kuskawás.
La mujer de Bernardino.
La Amanda Aguilar.
Una delegación del Cuá.
También vinieron con niños.
Recordaron los dolores, los "Sucesos del Cuá".
Del Cuá que no decía dónde estaban los guerrilleros.
Amanda Aguilar conocía un poema sobre el Cuá.
(Amanda Aguilar era seudónimo, su nombre es Petrona Hernández.)
Eran llevadas junto con los niños al comando del Cuá.
"Algunas estábamos embarazadas"
Quedaron sin sus casas.
Angelina Díaz dijo:
-Íbamos por la montaña de un lugar a otro.
Y la viuda de Bernardino:
"Golpeado y sucio, vendado, se lo llevaron."
Una historia que no se olvida, dijo Juana Tinoco.
Contó de las torturas a los niñitos.
Los niñitos gritando en aquel comando.
"Era para que dijeran quiénes dábamos de comer."
Y la viuda de Bernardino:
"Él tenía un hijo enfermo, y lo consolaba en el tabanco.
Llegó la guardia. Y le gritaron que se bajara.
Él dijo: ¡Estoy contumeriando ami hijo!
El teniente me dijo:
Despedite de tu maridito que no lo volverás a ver.
Yo me fui caminando detrás de él."
Bernardino Díaz Ochoa, el que dijo:
"No somos aves para vivir del aire,
no somos peces para vivir del mar,
somos hombres para vivir de la tierra."
Cuando se llevaron a Bernardino era el tiempo de los elotes.
Y también contó la mujer de Bernardino:
‘te sacaron la lengua con un tortol.
Le metieron clavos en los oídos.
Le preguntaban: ¿Cuántos guerrilleros pasan? ¿Conocés a
Tomás Borge?

 

Cuando lo mataron, los guardias estaban bebiendo cususa.
Día y noche allí siempre fue de noche.
Hasta que triunfó la revolución de los muchachos.
Entonces fue como que les quitaran una capucha.
La Amanda Aguilar les llevaba comida a los guerrilleros.
Estas cosas contaron las del Cuá.
Llegaron vestidas humildemente
con un cartel que decía: ¡Las Mujeres del Cuá, Presente!
Esta fue la noticia periodística
de la llegada de la delegación de las campesinas del Cuá.

Comandante, cuando estábamos con la Asociación de Niños
Sandinistas
y vos dijiste una frase de tu discurso,
una frase sencilla
"ahora somos libres"
(concatenada a otras frases)
yo vi en el momento preciso de esa frase
el movimiento de unos niños en las graderías,
unos subiendo y otro, chiquito, trabajosamente bajando,
uno comiéndose un helado,
había mucho movimiento y aun desorden en la alegre aglomeración
de niños y jovencitos
bajo la voz magnificada por los micrófonos y su gran eco,
y sentí que todos esos niños eran libres, y lo sabían,
el de 7 años chupando su helado, libre para siempre,
crecerán libres,
como el compa que me dijo cuando íbamos en la carretera
que creyó que nunca podría andar en carro en una carretera
como veía desde el monte pasar a la guardia,
a los de la EEBI,
que siempre andaría clandestino o en el monte;
o como el campesino de El Jocote, adelante de Palagüina,
que dijo que ya iba a las fiestas de noche sin temor,
sin temor a aquel helicóptero que se llevaba a los campesinos
y ya no volvían,
que antes se sentía como un pájaro enjaulado:
todo esto vi rápido en una visión cuando dijiste esa frase,
y ya seguías diciendo otras frases, Comandante.
Recuerdo Ernesto cuando volviste de tu entrenamiento
y hablabas de armas lindísimas que habías aprendido a manejar,
"es linda, mamá" le decías a tu mamá,
como quien habla de la belleza de una muchacha.
Después una bala de francotirador te dio en la cara
cuando saltabas a la calle en León
gritando, para animar a los de tu escuadra que te seguían:
¡PATRIA LIBRE O MORIR!
Poeta caído a los 20 años.
Estoy pensando en esto Ernesto
ahora que los niños son besados por los soldados
y hay un taller de poesía en la Policía
y el Ejército de Alfabetización con su uniforme azul y gris
está regado por todo el país, y hay Reforma Agraria
y los niños vendepenódicos y limpiabotas son llevados a jugar
y... bueno, de verdad que fueron lindísimas esas armas
(y recuerdo el brillo de tus ojos cuando lo decías).

Estuve en Niquinohomo y allí me contaron el cuento de un chavalo
que un día de agosto salió a cazar garrobos;
cogió de la estación para allasito, siguiendo la línea del tren;
allí se encontró con un amigo;
era mediodía y hacía mucho sol,
y habían unos garrobos gordos tomando sol en los palos.
El chavalo con su pistola se apió el primer garrobo.
Y de pronto vino pitando el tren de los Pueblos.
y se espantaron los otros garrobos.
El tren venía cargado de gente, todos de kaki,
parecía que eran soldados nicaragüenses,
pero cuando pasaron el chavalo vio que eran marinos yankis
que iban para Jinotepe,
y el chavalo se puso furioso
y dijo que deseaba colgarlos a todos de los palos.
Lo interesante de este cuento es que este chavalo
después pudo realizar lo que deseaba.
Ahora en Niquinohomo me contaron esta historia
cuando estábamos haciendo museo la casa en que vivió ese chavalo.

Citados para una reunión de gabinete,
de antemano sabiendo que por una razón muy importante
pero no cuál.
Todos los ministros y directores de entes autónomos
en la gran mesa.
Y era una cuestión grave:
La integración de un Comité de Emergencia Nacional
por el peligro de plaga del mosquito Aedes Aegypti.
Se cría especialmente en recipientes artificiales.
Puede reconocerse por sus líneas plateadas en el tórax.
Es la hembra la que pica al ser humano.
Necesita la sangre para sus huevos
que deposita en cualquier recipiente con agua.
Hay que hacer la campaña preventiva en
floreros, envases, llantas viejas, barriles, canales del techo,
la eliminación de objetos inservibles
limpieza en los patios,
fumigación terrestre y aérea.
Oscuro y pequeño
la enfermedad que transmite
de alta mortalidad en la niñez,
peligrosa en los ancianos.
Muy posible que ocurra un brote en Nicaragua.
Recursos materiales. Financieros.
Una intensiva campaña de propaganda.
El aporte de todos los organismos: Salud,
Transpone, Educación, Fuerza Aérea...
La participación de los trabajadores, estudiantes...
Y miro las caras serias en tomo de la gran mesa
donde hay cartapacios, ceniceros,
y pienso: qué curioso,
qué curioso. Es el amor:
El gabinete reunido por el amor al prójimo.

Combatiente del Frente Sandinista
que estás en esta foto con tu pistola
apuntando al enemigo
con el pañuelo roji-negro en el rostro
cubriéndote hasta. un poco más abajo de los ojos
parapetado detrás de un muro
con la mirada fija y el arma firmemente apretada
en dirección al enemigo:
Muchas cosas pasaron en ese combate,
no sabemos cuál combate,
muchas más siguieron pasando. Ya ganamos.
Ya fue el 19 de Julio.
Muchas cosas grandes ha habido desde entonces,
y seguirán habiendo cosas grandes.
Vendrán nuevas generaciones.
Pero vos estarás siempre así, de 18 años,
detrás de un murito, valiente, tenso, inmóvil
eterno
apuntando al enemigo.
Sol y banderas,
primero los himnos,
sol y consignas,
aplausos y consignas,
pancartas y parlantes,
sol y sonrisas,
ojos de todos los colores,
todo tono de piel,
toda clase de pelo,
cada boca sonriente distinta, cada nariz diferente
(los ojos: luz de innumerables colores enmarcados en blanco),
pelo largo, corto, liso, ensortijado, afro,
jóvenes, el gordo, mujer con un niñito, ancianita arrugada, chavalitos,
pantalón amarillo, blusa roja, camiseta blanca, rojo, azul,
blanco, verde-olivo, negro, anaranjado, rosado, amarillo.
Y vi de pronto desde la tribuna un solo rostro
con millares de sonrisas y millares de pares de ojos,
un Rostro de rostros, un Cuerpo de cuerpos,
como esas fotos de los periódicos de puntitos y puntitos.
Rostro borroso todavía, pero tenía como una aureola...
(¿O un sombrero aludo, o una boina con estrella?).
Vi que esa carne unida era el triunfo sobre la muerte.
Los fotógrafos lanzando sus flashes. La gente apretujándose,
y se veía la unidad de todos,
la unidad garantía de la Victoria.
"Cántico Cósmico"
Ernesto Cardenal
ITESO, 1991; Cantiga 7, pp.185-213
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Más reciente revisión: Abril 6, 2002.