En la cultura azteca la muerte tenía un significado especial pues se consideraba que el muerto viajaba a un lugar místico, Mictlan, la tierra de los muertos. Ahí la vida se desarrollaba bajo otras condiciones, las cuales dependían del comportamiento de la persona durante su vida terrenal. Mientras esta transición se llevaba a cabo, familiares y amigos del finado rezaban a Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, los dioses marido y mujer creados por Quetzalcoatl y Huitzilopochtli encargados de hacer transitar al muerto a través de los diferentes pasajes de Mictlan. Mictlantecuhtli aparece representado como una calavera o esqueleto, con manchas amarillas, que significan la descomosición. Su templo era el séptimo del centro ceremonial de Tenochtitlan, llamado Tlaxico. "ombligo de la tierra" y se mataba ahí, en su honor, un cautivo del mes de títitl.

Las creencias aztecas, al igual que muchas otras de Mesoamérica serían duramente atacadas por las tradiciones judeocristianas traídas a América por los españoles. Sin embargo, a pesar de 5 siglos de olvido, la muerte en Latinoamérica sigue rodeada de una visión muy peculiar, especialmente en las comunidades indígenas donde este hecho no implica el dejar de vivir sino el trascender a otra dimensión y comenzar una nueva vida. Una nueva vida que no le llega a los parias de nuestra sociedad individualista, de estas metrópolis tóxicas sin respeto al medio ambiente, donde los valores humanos pasan a segundo plano. En este tipo de sociedades, en las que las supermodelos ganan más que un profesor universitario, donde un deportista gana en un mes más que un campesino en toda su vida, hacen falta cambios urgentes. La educación está destinada sólo para unos cuantos, para la clase económicamente alta con el fin de preservar sus privilegios y mantener sumidas en la ignorancia y la enajenación a millones de personas que sólo son mano de obra y potenciales consumidores. Así, el desarrollo del Tercer Mundo es una broma que se posterga inexorablemente y que renace en boca de los políticos.

¿Porqué conformarnos con esto tan injusto y desigual? ¿Porqué seguir sosteniendo con nuestro silencio este mundo de oro y mierda? Perdemos cada día la capacidad de asombro ante las cotidianas imágenes de niños hambrientos, epidemias, guerras, de panoramas desoladores cuy dolor mitigamos abriendo nuestro refrigerador o cambiando de canal en la TV. Cada vez que comemos pensemos que hay miles y miles de personas disputándose el alimento con animales, entre la basura, con la tristeza de saber que son los "selectos" miembros excluidos de un sistema que los reduce a la estadística, sin pasado ni futuro. Números para los organismos internacionales, simbólicos e ineficaces, carentes de autocrítica pero llenos de promesas incumplidas.¡Qué fácil dar una moneda a los mendigos en lugar de renunciar al materialismo que los crea! Las desigualdades sociales no se solucionan con teletones, vulgares ejemplos de parafernalia televisiva y aspirinas mercadotécnicas que evaden la realidad de atacar los problemas a fondo, de manera radical.

Por ello, esta página adquiere el nombre de "La Revolución de Mictlantecuhtli". Porque no es lo mismo el sacerdote aliado del poder que el sacerdote asesinado por defender los Derechos Humanos. Porque no es lo mismo el obrero forjador del gobierno popular que el obrero que vota a favor de la "estabilidad" oligarca. Es un homenaje a esas culturas, personas y grupos arrasados por el totalitarismo. Es un homenaje a los hombres y mujeres que son y han sido dignos ejemplos de libertad y de justicia.

Su semilla y su lucha están en nosotros