ACERCA
DE UNA MESA DE LOS SUEÑOS
Por
Alfredo Armando Aguirre
Sucedió
en una calurosa noche del verano rosarino del 2002 de la era cristiana. Un par
de voluntades amigas me convocaron a una “mesa de los sueños” que alli se iniciaría.
La idea de mesa ya me sugería algo compartido; y ya allí, no podía soslayar, aquella noción que forma parte de mi equipaje conceptual, cual es: “que solo en el dilatado marco de la convivencia puede producirse la personalidad libre”.
La
idea de sueños, ya hace a un termino, al menos para mí, multívoco. Más, en mi
irrepetible código personal, sueños tiene que ver con anhelos, con utopías, con
quijotadas. Y habida cuenta, que he aprendido de Adler, que no hay diferencia
entre sueño y vigilia; entonces se sueña dormido o despierto.
Hoy,
ya adueñados del concepto de lo virtual, todo acontecer real, de ultima toda
comunicación, puede escalar de lo real o molecular o lo virtual.
Ocho
fuimos las voluntades que nos acercamos a la primera etapa de la mesa material.
Misteriosamente cuatro mujeres y cuatro hombres. La mayoría de nosotros nos
veíamos por primera vez.
Y
alli empezó el intercambio de historias, donde cada uno volcaba, en ese momento
de eternidad, eso que mas reflejaba sus anhelos y lo recogido a lo largo del
camino.
Por
suerte, uno ya ha aprendido de José
Hernández que: “Hasta el pelo más delgado /Hace su sombra en el suelo”, y que:
“Todo el mundo es escuela”.
Yo
me volví un poco más sabio, porque aprendí de los anhelos y las utopías de los
otros.
Y me
volví a la “ciudad de la yegua tordilla”, como Marechal califico a esta
misteriosa Buenos Ayres, mascullando cuales eran mis “sueños”.
Vaya...
y, no se por cual empezar. Y me quedo pensando si tengo derecho a tomarme el
tiempo para hacerlo, cuando el hambre nos esta pisando los talones.
Y
mis sueños tienen que ver con puentes..con pontífices, que son en realidad”los
hacedores de puentes”.Otros le dicen pontoneros, y me encuentro que eso es un
viejo sueño mío, que alguna vez hace mas de dos décadas plasme en el titulo de
un articulo, que vio la luz en “La Reforma", de la ciudad pampeana de
General Pico, que gritaba: “Urgente: Se necesita una generación de pontífices”.
Los años que siguieron y las dolorosas enseñanzas acumuladas, me permitieron
precisar ese sueño, que tiene bases real en hombres y mujeres de carne y hueso,
la mayoría de las cuales desconozco, pero sé que estan a o largo y a lo ancho de la Patria. Esa
entrañable Patria que hasta a pie he recorrido.
Hace
tiempo, que forma parte de mis creencias, sobre el disvalor de las burocracias
públicas y privadas. Desconfió de toda relación humana que no sea cara a cara
y/o de persona a persona(sobre todo ahora que existe la posibilidad concreta de
la relación humana telematizada, concretamente el chat o la videoconferencia).
Por
eso creo en las relaciones humanas esas que se dan en los pequeños pueblos, en
las comarcas rurales y en los barrios de las grandes metrópolis. Toda esa
madeja de relaciones que se canalizan enmarcadas por los clubes, las mutuales,
las cooperativas, las cooperadoras, las sociedades de fomento, las parroquias y
los boy scouts.
Puede
parecer hasta pueril pero mi sueño es una Argentina, galvanizada a través de
los principios del “juego limpio", “de la cooperación libre”, de los
“socorros mutuos” y del “siempre listo".
Y
como la política ha de cumplir su rol organizador de la convivencia hago mía la
utopía de Saúl Taborda, del “federalismo comunalista”, así como la de Alejandro
Korn Villafañe, de la “República Representativa Municipal”.
Hoy
por hoy, con ese rico tejido comunitario, sumado el “estado del arte"
alcanzado por las tecnologías de la información y la comunicación,
emblematizadas por Internet y que tan hondo vienen calando en la juventud y la
niñez argentina, creo que con la misteriosa creatividad, que tanto nos
atribuyen a los argentinos, vamos a sacar las fuerzas anímicas necesarias para
hacer lo mejor desde lo peor.
Buenos
Aires, 08 de abril de 2002