La vida de Ignacio de Loyola puede dividirse en dos épocas: la primera va desde su nacimiento en Loyola en 1491 hasta que cae gravemente herido cuando defendía la fortaleza del Virrey de Navarra contra la invasión francesa en 1521; la segunda comienza con su convalecencia en 1521 y va hasta su muerte en Roma el 31 julio de 1556.
Hasta los treinta años de edad, Iñigo López de Loyola (nombre de pila) se dedicó a vivir sin ocuparse mayormente de cultivar su vida espiritual. Su vida de juventud fue desordenada. Él mismo cuenta que "fue hombre dado a las vanidades del mundo, y principalmente se deleitaba en ejercicio de armas, con un grande y vano deseo de ganar honra" (Autobiografía, 1). Sin embargo, también se formó en los valores caballerescos de la época: el honor, la palabra empeñada, la lealtad a su señor, la nobleza de corazón, la valentía y el coraje.
En el año 1521, cuando tenía 30 años de edad, su lealtad al Virrey de Navarra lo había llevado a estar liderando la defensa de la ciudad. Probablemente hubiera triunfado en las cosas del mundo, y se hubiera llenado de fama y poder, de no haber sido por la bala de cañón que en la toma de Pamplona le rompió una pierna, quebrando su resistencia y haciendo que sus compañeros de lucha se rindiesen.
Durante su convalecencia pasaba largas horas de lectura y reflexión. Le prestaron unos libros de la vida de Cristo y de los santos que lo llevaron a repensar su vida: ¿vale la pena buscar poder, riquezas y fama durante esta vida temporal? Descubre así que la vida y la felicidad no consisten en tener ni en buscar el mayor provecho personal, sino en dar y en servir a Dios y a los demás. Y en vez de dedicarse a trabajar por un señor temporal, decide ser caballero del único Señor Jesucristo, a quien estará dispuesto a servir hasta dar la vida por él.
Ignacio decide dejarlo todo y dedicarse íntegramente al servicio de Dios. Todavía, necesitará unos meses más de soledad y oración para confirmar su decisión y asentar el proceso de su conversión. Lo vivido durante este tiempo lo va a poner por escrito, y con el tiempo esta experiencia dará lugar a sus "Ejercicios Espirituales".
Seguro de su decisión, decide ir a Jerusalén, tierra de Jesús para servir como un apóstol de Él, sin embargo la guerra con los turcos le obliga a regresar. En España, su deseo de 'ayudar a los demás' se ve obstaculizado porque no tenía los estudios adecuados. Entonces decide ir a estudiar a París. Durante este tiempo, se va a costear sus estudios pidiendo limosna y recibiendo ayudas de amigos y benefactores.
En París conocerá un grupo de jóvenes a quienes entusiasma con su proyecto de trabajar y ayudar como apóstol de Jesucristo. Este grupo se consolida y decide, al término de los estudios, ir a tierra santa a gastar la vida por la salvación de los hombres. Pero, nuevamente, la guerra con los turcos impide este proyecto; y, según lo acordado, el grupo viaja a Roma a presentarse al Papa y ponerse a su disposición para que los envíe a donde crea conveniente.
Como el Papa empieza a disponer de ellos, el grupo ve la necesidad de constituirse en orden religiosa y que la gente los reconozca como "compañeros de Jesús". Es así como este grupo de amigos decide prolongar su amistad fundando la "Compañía de Jesús".
En Roma. más allá de gobernar la naciente Compañía -de lo cual son testigos las más de 8,000 cartas que se conservan, y el texto de las "Constituciones" que rige el modo de proceder de la Compañía- Ignacio se dedicó a una serie de apostolados: Ejercicios Espirituales, atención a huérfanos y prostitutas, fundación de colegios, dirección espiritual, etc.
El 31 de julio de 1556, Ignacio de Loyola muere en Roma, a los 65 años de edad. Su amor al Señor, su bondad, su entereza, su desprendimiento y su celo por la gloria de Dios y 1a salvación de los hombres han quedado grabados en las dos herencias que ha dejado a la Iglesia universal: los "Ejercicios Espirituales" y la "Compañía de Jesús".