Los
embriones humanos obtenidos in vitro son seres humanos
y sujetos de derecho: su dignidad y su derecho a la vida
deben ser respetados desde el primer momento de su existencia.
Es inmoral producir embriones humanos destinados a ser
explotados como "material biológico"
disponible.
En la práctica habitual de la fecundación
in vitro no se transfieren todos los embriones al cuerpo
de la mujer; algunos son destruidos.
La Iglesia, del mismo modo que condena el aborto provocado,
prohibe también atentar contra la vida de estos
seres humanos. Resulta obligado denunciar la particular
gravedad de la destrucción voluntaria de los embriones
humanos obtenidos "in vitro" con el solo objeto
de investigar, ya se obtengan mediante la fecundación
artificial o mediante la "fisión gemelar"
Comportándose de tal modo, el investigador usurpa
el lugar de Dios y, aunque no sea consciente de ello,
se hace señor del destino ajeno, ya que determina
abiertamente a quién permitirá vivir y a
quién mandará a la muerte, eliminando seres
humanos indefensos.
Los métodos de observación o de experimentación,
que causan daños o imponen riesgos graves y desproporcionados
a los embriones obtenidos in vitro, son moralmente ilícitos
por la misma razón. Todo ser humano ha de ser respetado
por sí mismo, y no puede quedar reducido a un puro
y simple instrumental en beneficio de otros. Por ello
no es conforme a la moral exponer deliberadamente a la
muerte embriones humanos obtenidos "in vitro".
Por haber sido producidos in vitro, estos embriones, no
transferidos al cuerpo de la madre y denominados "embriones
sobrantes", quedan expuestos a una suerte absurda,
sin que sea posible ofrecerles vías de supervivencia
seguras y lícitamente perseguibles.
|