Carlos Montemayor

La Conai y la perspectiva militar

unque se expresó oficialmente, desde la aparición del EZLN privó en el Ejército una enorme desconfianza frente a la Iglesia. El análisis de la composición del EZLN en los primeros días de 1994, que en algunas entrevistas con medios informativos externó el Comandante de la Séptima Zona Militar de Chiapas, el general Miguel Angel Godínez, fue muy ilustrativa:

Pienso que es un grupo de individuos preparados en cuestiones de guerra, bien entrenados y bien armados. Sin embargo, creo que el grupo con estas características es pequeño. Hay después otro grupo, al cual estas personas han tratado de arbitrear y llevado a lugares cercanos a las poblaciones o dentro de la selva para darle instrucción militar; este grupo es más numeroso que el primero y cuenta con armas, creo yo, de bajo calibre. Y hay otros grupos que realmente son los simpatizantes, los vecinos de las localidades alrededor de donde se encuentran estas personas y que en su mayoría no cuentan con armas directamente, aunque tienen simpatía por estos individuos.

EZLNEl esquema del general Miguel Angel Godinez sigue un ordenamiento estrictamente militar. Se sustenta en la descripción de un núcleo armado principal y de otro subordinado. Entre ambos grupos y las comunidades simpatizantes no hay vínculo aparente de causalidad social. El núcleo con preparación militar y mejores armas constituye la explicación básica del alzamiento y se convierte, por tanto, en última instancia, en el enemigo a contener y vencer. Este núcleo principal, que puede ser incluso extraño a la región, domina a un segundo grupo, al que recluta, instruye y disciplina. Este segundo grupo con insuficiente instrucción militar y mal armado constituye el primer cordón de resguardo del núcleo principal. El segundo cordón de resguardo lo constituyen las comunidades que simpatizan con ellos. Esta simpatía de las comunidades no aparece explicada por circunstancias de polarización social de la región. Es una simpatía que podría explicarse de otras maneras: con la intervención, por ejemplo, de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas y la teología de la liberación. Así se desplaza la naturaleza social del vínculo de las comunidades de la región con la guerrilla a una estrategia catequística. Podemos deducir esto por múltiples señales. Recordemos sólo una.

A finales de 1976 el obispo Samuel Ruiz viajó a la comarca lagunera para apoyar como mediador a la diócesis de Torreón. El gobernador de Coahuila había ordenado arrestar a algunas decenas de campesinos que en demanda de tierra habían bloqueado los accesos a San Pedro de las Colonias. Entre los detenidos se hallaba el sacerdote José Batarse, que pertenecía a un nutrido grupo de sacerdotes que participaban en ciertas brigadas de acción política de una organización llamada Línea Proletaria, derivada a su vez de otra más amplia, denominada Política Popular, que desde los inicios del movimiento estudiantil de 1968 había ido formando primero sus postulados de acción ideológica y luego brigadas activas en varias zonas del país. Durante ese viaje de 1976, Samuel Ruiz tuvo contacto con los cuadros de la Línea Proletaria y, a invitación suya, después de septiembre de 1977, los brigadistas comenzaron a trabajar en Chiapas, en la región de las Cañadas.

En sus orígenes, Política Popular aglutinó a estudiantes de varias instituciones de enseñanza superior, particularmente de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional. Un grupo determinante en el futuro de la organización provino de la Escuela Nacional de Economía y de la Facultad de Ingeniería. Adolfo Orive, hijo de Adolfo Orive Alva, secretario de Recursos Hidráulicos durante el gobierno de Miguel Alemán, fue la cabeza ideológica y financiera; cursó un posgrado en la Escuela Normal Superior de París y su ideología maoísta se estructuró a partir de la orientación de su asesor, Charles Bettelheim, y de sus investigaciones sobre la Revolución Popular Cultural China.

El sábado 17 de septiembre de 1977, Adolfo Orive se reunió en la vicaría de la diócesis de San Cristóbal con los sacerdotes que trabajaban con Samuel Ruiz; una semana después llegaron los primeros once brigadistas de Línea Proletaria a Chiapas. En el transcurso del primer año, empero, la polarización entre los cuadros de Línea Proletaria y el obispado fue en aumento hasta la ruptura violenta. Samuel Ruiz expulsó prácticamente a las brigadas de Línea Proletaria. Empleo la palabra expulsión porque es la que más se aviene con el recuerdo que varios brigadistas tienen de esa ruptura y de su salida de Chiapas. No todos lo vieron como una discrepancia entre la línea pastoral y la organización política, pues a menudo los cuadros preparados por la línea pastoral eran los mismos que encabezaban las organizaciones agrarias en la demanda de tierras y en la regularización de su tenencia.

FUNAAZVolvamos a recordar que se preparó, por la línea pastoral, a 8,000 catequistas y a 400 diáconos que actuaban en más de 2,500 comunidades indígenas de la diócesis. Los diáconos o tuhumeles podían administrar ciertos sacramentos, particularmente el matrimonio, y a menudo eran los líderes de las organizaciones campesinas. Los mismos cuadros de catequistas se convertían naturalmente en las bases de acción de Línea Proletaria, por lo que pronto la discrepancia empezó a mostrar su principal factor: el deslinde de autoridad en esos grandes e importantes cuadros de masas. La acción pastoral de la diócesis y la acción política de los brigadistas invitados convergieron durante algunos años en el fortalecimiento de organizaciones campesinas, de cuadros activos en comunidades y de ciertos métodos de acción rápida que el EZLN utilizaría después, como el de la construcción previa de estructuras de viviendas y su desplazamiento sigiloso para "edificar" súbitamente, de la noche a la mañana, un poblado o un campamento en terrenos disputados por las comunidades o las organizaciones agrarias.

La expulsión marcaría, en la memoria de quienes ya en ese momento eran amigos cercanos de Carlos Salinas de Gortari, el deslinde de poder como elemento básico de esa ruptura y el predominio indiscutible del obispo Samuel Ruiz. Una premisa natural para los exbrigadistas de Orive en Chiapas sería la de que el ingreso de los cuadros que se convirtieron en el EZLN estaría determinado sólo por la decisión del obispo. Este sigue siendo el razonamiento de Adolfo Orive como Coordinador de Asesores del actual secretario de Gobernación.

Una interpretación así se avenía perfectamente con el esquema planteado desde los primeros meses de 1994 por el general Miguel Angel Godínez y revelaba, a otro nivel, un nuevo cordón de resguardo del núcleo armado principal que vendría a convertirse, dentro del esquema militar, en el vínculo real, no social, sino político, de ese grupo armado.

El planteamiento militar desconoce la causalidad social y toma como única explicación del alzamiento al núcleo armado principal. Este núcleo recluta a nuevos milicianos y se granjea la simpatía de las comunidades. Pero un núcleo armado que incursiona de esa manera en una región debe responder a intereses suprarregionales y contar con un apoyo político de esos dos cordones visibles de resguardo. El razonamiento militar prosigue planteándose, entonces, la pregunta de quién o de dónde se sostiene ese grupo. Como no hay vinculación social, la respuesta debe conducir a otro grupo invisible. Ese posible grupo oculto sólo puede provenir de tres sitios: los grupos de poder en pugna dentro del gobierno mismo, la Iglesia o el narcotráfico. Ahora, después de cuatro años del alzamiento del EZLN, sabemos que la respuesta elegida en el análisis militar fue la Iglesia.

Así pues, para adentrarse hasta los linderos del núcleo armado principal, debía desarticularse primero el apoyo de ese grupo invisible. La desaparición de la Conai y la presión y neutralización de muchos cuadros de la Diócesis de San Cristóbal era un paso necesario en la lucha contra el alzamiento. Ese paso se ha dado. El otro paso debía asegurar la desarticulación de los grupos o comunidades simpatizantes. Este paso se está dando también, de manera compleja y desgarradora, con grupos paramilitares que son protegidos y empleados para crear la imagen de conflictos intercomunitarios. Pero con este paso, además de intensificar en el conflicto actual los enfrentamientos armados, se están sentando las bases, insisto, para alzamientos futuros. Lo comentaremos en la siguiente entrega.

Proceso No. 1141

13 de Septiembre de 1998

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