FLASHAZOS SOBRE LA PARAMILITARIZACION

Crónica de Los Chorros, Mpio. de Chenalhó, Chiapas (septiembre-octubre de 1997) Testimonio de Andrés Aubry

No apunté la fecha de la primera trifulca de Los Chorros (a 70 km. de San Cristóbal), pero recuerdo que estalló apenas regresados los 1.111 de la marcha a México. Por lo tanto, se debe entender como una respuesta paramilitar al éxito político de los zapatistas; pero el pretexto fue una disputa por el control ejidal de un banco de grava, cuyo producto necesitaban los matones para financiar su armamento.

Supe entonces que "la comunidad" había nombrado a 56 PRIistas como guardias para oponerse a los zapatistas de Polhó. Muchos estuvieron en desacuerdo con esta decisión divisionista del pueblo, pero 60 de ellos supieron argumentar mejor su negativa; los nuevos guardias quemaron 14 casas de los más notables inconformes para espantar a los demás. Al día siguiente, asomaron tres camiones de Seguridad Pública. Los 56 les dieron la bienvenida, les ofrecieron refrescos al gusto, trajeron hasta guajolotes; los policías hicieron un festín. Una vez despachados y con ganas, se despidieron muy agradecidos. Los PRIistas trataron de detenerlos, ofreciéndoles el sitio apartado de antemano para su campamento, pero el oficial les dijo que las órdenes eran otras, porque al gobierno no le gusta que la policía esté dentro de los pueblos. "Regresaremos a saludarlos, a patrullar y a protegerlos cuando gusten, pero de pasada no más", les dijo el oficial. Destanteados, los 56 se reunieron y concluyeron: "Está bien, ahora sabemos que no tenemos gobierno. Nosotros seremos gobierno". Es cuando resolvieron armarse.

En otra junta, el acuerdo fue que se pagara 700 pesos quincenales a cada uno de ellos (el pueblo tiene 400 ejidatarios y 700 otros jefes de familia sin derecho agrario, que emprestan tierra o viven de milagro), sin que nadie tuviera derecho de salir a su parcela mientras el pago no estuviera completo (es decir, un impuesto comunitario de guerra, repetitivo, de aproximadamente 39.200 pesos). En cuanto se reunió la primera suma, los 56 fueron al paraje Puebla, en la otra vertiente del valle, por el entronque de Yaxjemel, para conseguir sus armas en el campamento de la Seguridad Pública del Estado. Los desplazados dicen que son UZIs, R15s y cuernos de chivo. Desde agosto, cada noche se oye tronar los disparos del entrenamiento paramilitar que se da en Puebla, multiplicados por el eco de los paredones en la montaña.

Su primera tarea de guardias armados fue la quema de otras casas y la segunda la organización de retenes. Después, salieron a tomar posesión de los cafetales de los dueños de las chozas incendiadas (la tapista ya empezó). Desde entonces, están resguardadas por un campamento de la Seguridad Pública en la entrada de la brecha, en Majomut. La semana siguiente, estos policías escortaron a los 56 matones hasta Yibeljoj; el carro siguió solo hasta la salida del paraje en donde esperó mientras echaban gasolina a las casas y le prendieron fuego, y enfiló después hasta Acteal, el tercer paraje del ejido pero del otro lado del banco de grava, rumbo a Pantelhó, con el mismo proceder y el mismo saldo de casas quemadas (todas son de madera). Regresaron hasta el entronque con la misma cobertura policiaca.

Agustín no sabe castilla; fue jefe de zona de los catequistas y es médico descalzo. Ambos cartos lo ponen en la mira de los 56 guardias del PRI, de tal forma que confió sus proyectos de autoexilio a Patricio (su compadre y el mío), quien vive enfrente, del otro lado de lo que, en su pueblo, llaman calle.

Pasó sus cosas, su medicina y jeringas a la casa de mi compadre. Al día siguiente, según convenio comunitario de la guerra del PRI, pidió permiso para ir a su milpa y cosechar. De madrugada ensilló su caballo, llecó a toda su familia, caminó hasta su parcela que colinda con las tierras comunales de Cruztón, Mpio. de Cancuc. En el mojón, con todo el dolor del alma, desensilló su caballo, casi le echó la bendición y lo soltó. Desde allí, siguió a buen paso hasta Nixteel, bajó por El Pozo, con mirada de nostalgia observó a su pueblo en la lejanía del horizonte, subió a Yoshib en donde entronca la brecha de Tenejapa, y después de un día y una noche de caminata, él y su familia llegaron a Jobel, pálidos, hambrientos y a punto de desmayarse.

Su caballo regresó a su casa. Por tanto, los 56 guardias entendieron que Agustín no regresaría. Agarraron al caballo para venderlo y con el dinero compraron armas en Puebla; luego quemaron la casa. Apresaron a Patricio para amarrarlo a un árbol puesto que había cometido el delito de rescatar las pertenencias de Agustín, el fujitivo. Afortunadamente, la gente se alborotó, porque mi compadre es un pasado y un anciano; se logró conmutar el castigo por una multa.

Con esta actitud y su gesto solidario, había declarado su bando. Ya todo mundo sabía de antemano que era "de la sociedad civil". Otro día, los guardias lo vieron trabajar en el patio de su casa con su hijo menos, mi ahijado, de 14 años. "¿Cómo es que don Patricio está secando su café?", dijeron. Entonces le recordaron que sus opciones no le daban derecho a cosechar, motivo por el cual le venían a confiscarle su café. Mi compadre sabe hablar y tiene la autoridad de todo su pasado; mientras negociaba, atrayéndolos dentro de su casa, mi ahijado logró empacar el café pero, para salvar a su papá, lo entregó a los guardias. Desde este momento, Patricio trata de convencer a la comadre de que su permanencia en el pueblo peligra, y que se aproxima el día en que, como Agustín, deberán tomar la decisión de irse, si no quieren seguir financiando a matones o tomar el riesgo que al ahijado le toquen los casos de conciencia que no logra resolver el hijo de Anselmo.

Anselmo, primo de Agustín, pero más joven, también es catequista desde hace poco, y domina la castilla. Lo conocí hace años, cuando era ayudante de carpintero del viejo y difunto Manuel, el suegro de mi compadre. Con él construyó la mayoría de las casas de madera del pueblo ("porque, decían, hay que apreciar el bosque; si ven que los árboles no sirven, los van a quemar para abrir milpas, nos quedaremos sin agua porque los árboles invitan a la lluvia, mejor valorarlos con la madera que nos regala el monte"); la mayoría de ellas fueron incendiadas por los guardias, porque la gente peligrosa es la que piensa. Antes de ser desplazado, entre milpa y cafetal Anselmo trabajaba en la traducción de la Biblia al tzotzil.

Le tocó ser comisionado a San Cristóbal antes de la matazón. La noche anterior a su regreso a Los Chorros, soñó. Al despertar, tomó la decisión de quedarse en Jobel. A los pocos días, las noticias de su pueblo le dieron a entender que no podía regresar: allá, en su pueblo, hbía pasado lo que justamente había soñado. Junto al banco de grava, mataron a su cuñado; al publicarse la noticia, el Ayuntamiento dijo que era del PRI, para acusar a los zapatistas, pero no era cierto: ni era del PRI, ni zapatista, ni sociedad civil, porque nunca quiso definirse para no meterse en problemas. No le resultó.

Después del homicidio, en una primera asamblea, siendo ya notorio que dos catequistas se habían salido, hubo largas deliberaciones para saber cómo castigarlos, a ellos y a los demás inconformes. La decisión fue una multa de 5.000 pesos (él dice 5 millones porque cuenta todavía en viejos pesos), pero el doble -o sea 10.000- para los catequistas porque "son los cabecillas"; otro castigo era que perdían cas, pertenencias, parcelas y cosecha de café, convertidas en botín de guerra para comprar más armas y parque. En una segunda asamlea, deliberaron sin llegar a consenso. Las preguntas eran: qué hacer con sus familias, reexaminar las decisiones de la primera junta, ¿multarlos como acordado en la primera junta o "matarlos de una vez"? y, si fuera el caso, determinar si se daría a sus familias el derecho a sepultarlos en el pueblo o si se los abandonarían a los zopilotes.

Sin saber estos detalles, Anselmo arriesgó un viaje de San Cristóbal a Yabteclum para asisitir a una junta (unos 55 kms.). De regreso, al cambiar de combi en la cabecera de Chenalhó, los PRIistas de Los Chorros, quienes lo habían detectado en Yabteclum, lo acechaban. Se echaron a correr en la calle gritando "!vamos a comer sangre!". De pura chiripa, quedaba un último lugar en la combi de San Cristóbal que estaba calentando su motor para salir; arrancó en seguida, frustrando su captura.

En Yabteclum, supo que zapatistas y sociedad civil tenían un plan para evacuar a las familias de los desplazados. Anselmo esperaba la suya con ansia. Supo más tarde que había fracasado o que circunstancias imprevistas lo hicieron abortar porque, hasta la fecha, ninguna de las familias ha aparecido. Pero, por el mercado de Jobel, los deplazados detectaron dos operativos de la cabecera para ubicarlos en San Cristóbal. La última vez (esta semana), eran unos jóvenes vestidos de pantalones verde oliva y botas militares, el resto de su vestimenta siendo civil, en una combi fletada por el Ayuntamiento.

Hoy, (23-X-97) visité a Anselmo, apenas unos instantes después de que el último de sus hijos había llegado. Todavía estaba llorando por los sustos del camino. Su mamá lo había enviado para dar las últimas noticias. El chamaco, de 10 años, había caminado solito un poco más de una legua, evitando la brecha para engañar al retén de los guardias del PRI. De pura suerte encontró de camino a un tio suyo, que lo metió en un carro que salía a San cristóbal; subió solo, nadie le dijo nada en el retén, por ser niño. Llegando, como no conocía la ciudad, le costó mucho dar con el escondite de su papá. Llegó poco antes de mi, cayendo ya la noche.

La noticia principal que traía el chamaquito era que, a su hermano mayor -15 años-, le obligaban a ir al entrenamiento, puesto que ya es hombre, para que supiera manejar armas y matar.

24-X-97 Por medidas de seguridad, se alteraron todos los nombres de personas.


DEDICADO A LA MEMORIA DE TODOS LOS MEXICAS QUE CAYERÓN VÍCTIMAS DEL HOMICIDIO INDISCRIMINADO ARIO. Y GRACIAS POR DEFENDER A NUESTRO PUEBLO Y HACERNOS SENTIR ORGULLOSOS DE SU LUCHA, SU CULTURA Y SOBRE TODO DE SU RAZA DE BRONCE.


FUERZA NACIONALISTA AZTECA (FUNAAZ)