Charles Baudelaire



Baudelaire ha encontrado el medio de edificar, en el extremo de una lengua de tierra tenida como inhabitable y más allá de los confines del romanticismo al uso, un extraño quiosco, demasiado adornado, demasiado atormentado, más coqueto y misterioso, donde se lee a Edgar Poe, donde se recitan exquisitos sonetos, donde uno se embriaga con haschisch para razonar a continuación, donde se consumen opio y mil drogas abominables en tazas de acabada porcelana. A este singular quiosco, fabricado en marquetería, de una originalidad concertada y compuesta, que, desde hace tiempo atrae las miradas hacia la punta extrema del Kamtchatka romántico, yo le llamo la locura de Baudelaire.
Sainte-Beuve





Sin Censura Última actualización: 2000/03/10.
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Anarquía Sin Censura