El talento de Ockeghem, lo que le hace especial, lo que le hace ser uno de los más grandes compositores de la historia de la mvsica, es su habilidad para usar los más enrevesados recursos técnicos en sus composiciones sin que estos nublen la increíble belleza de sus composiciones. Ockeghem compone en un estilo muy de su tiempo; las voces se mueven con muchísima independencia y siempre en un sentido horizontal, pero sin un predominio del cantus (la parte más aguda). La presencia de un cantus firmus (por ejemplo la melodía de una determinada chanson) aparece generalmente en el tenor, y no condiciona el desarrollo de las otras voces, sino que sólo sirve de excusa para marcar un determinado ambiente tonal. La mvsica sacra de Ockeghem ilustra fielmente las concepciones teológicas del momento que le tocó vivir y refleja con un gran apasionamiento los dogmas de fe que representa el texto en cada momento.
Ockeghem es un genio de la
matemática, incluso más genial que Bach
a la hora de conseguir rizar el rizo. Su dominio de los cánones
en diferentes intervalos y su uso de las prolaciones y del cantus firmus
ha eclipsado durante décadas lo hermoso de su mvsica. Por ejemplo,
en su Missa Prolationum sólo aparecen escritas dos voces, con instrucciones
para que se canten cánones en diferentes intervalos y tiempos (prolaciones)
para conseguir la obra a cuatro voces que es en sí esta misa.
Ockeghem suele aparecer simplemente como un compositor muy habilidoso,
pero no debemos dejar que nuestra obsesión por descubrir tal canon
o por intuir aquel cantus firmus nos impidan disfrutar de la mvsica. Edward
Wickham dijo recientemente que el conocimiento de la habilidad técnica
de Ockeghem no hace que descubramos la belleza de su mvsica, sino sólo
que la admiremos más.
A raíz del aniversario celebrado
el pasado año, los amantes de la mvsica antigua hemos sido bendecidos
por un aluvión de grabaciones
de mvsica de Ockeghem. Este es un compositor que permanece “virgen”
para una gran parte del público, por eso no debemos perder esta
caravana de buenas grabaciones y probar. Cualquier obra es buena para empezar;
no rechacemos la Missa Prolationum por parecernos demasiado compleja ni
sus chansons por parecernos un tema muy “trillado” y/o facilón.
Ockeghem es algo nuevo, distinto y que nunca se olvida. Es único.
Engancha.