Gato gris muerto 
 

Brujos enseñaron que los gatos
pueden alojar almas humanas. 

Figura empapada del asfalto o vuelto hacia las nubes, 
eres el muerto más perfecto que yo he visto. 
Pero cómo descubrir que la vigilia que te llega, 
ya indiferente a cualquier invocación, 
tu realidad verdadera de hijo del demonio, 
de locatario esbelto de almas, 
que estableció para tu antepasado africano 
la voluntad miedosa de los clanes familiares 
y confirmó la impar justicia de la magia. 

Pronto vendrán hasta tu cuerpo abandonado 
ladrones de velas, 
y robarán las tibias, su recatada médula. 
Porque es sabido que cuando tales huesos despierten 
despertarán las almas en ellas internadas, 
y en un pueblo lejano y caníbal, 
hombres que trabajan y tienen amores, instantáneamente se convierten en estatuas.

Brujos enseñaron que los gatos 
pueden alojar almas humanas, 
y arañar, si quieren, el corazón del huésped. 
 

(de "Coronación de la espera", 1947) 
 
 


 

La sombra 
 

De algún modo soy tu cuerpo, 
Me designo en él, me quema
En la mentira útil como un remo, 
En la desgracia y la amorosa lucha 
Abriendo Los huecos de su máscara. 
Pero no me lo permitas,
No me dejes ser sólo tu cuerpo. 

De algún modo soy tu cuerpo, 
Cuando la rica, inexplicable sangre, 
Transcurre en medio de representaciones. 
Y lo seré hasta que cenizas 
Acaricien tu prestada, última parcela. 
Pero no me lo permitas, 
No me dejes ser sólo tu cuerpo. 

De algún modo soy tu cuerpo, 
La opresión que difunde me sostiene, 
Y no en otro descienden las palabras, 
Urde la disculpa el vejado sermón 
Por nuestras pasadas facciones. 
Pero no me lo permitas, 
No me dejes ser sólo tu cuerpo. 

De algún modo soy tu cuerpo
Y si en atención a su dañina mengua
Me cuido bien de mirarlo como esencia,
¿Con qué prodigio, incisivo milagro, 
Percibiré tu pasión cuando lo excluya? 
Pero no me lo permitas, 
No me dejes ser sólo tu cuerpo. 
 
 
 
 
 
 
 

Elegía de la costa 
 

Dos veces al año 
florecen tus rosas, 
y dos veces 
la ceniza en el cacto, 
las fases de la lluvia.
 

¿Te importará 
que deseche tal imagen, 
modelo, verso heredado, 
para que nuestros ojos bendigan 
el equilibrio, 
y urda en cambio, al tocarte, 
un desafío a lo perdido, el fantasma 
de tu opulencia, la sombra 
helénica que viene del mar, trae el fuego, 
la profecía, el templo, la sórdida apoteosis 
del comercio y del arte?
 

¿Te modifica, rompe 
el quieto, eternizado paisaje 
de arbustos, 
el aliento 
del que sin dejarse detener 
por la dorada promesa del verano 
atisba en tus facciones, 
despojos
cuya gloria 
duerme al sol, obstinada, 
inmune al incendio?
 

Dos veces al año 
mi hogar entre rosas, oh presencia
de un hogar que tus dioses borraron. 
Dos veces 
la nostalgia 
ensombreciendo, aplastando rosas. 
¿Te disminuye, tibia Paestum, 
que este sea mi pago? ¿Tomarás el pooma 
como algo menos efímero 
que el momeneo de dejarte? 
 
 
 
 
 

El poema como idea de la poesía 
 

    Que la finalidad 
sea provocar el sentimiento 
de las palabras, 
         y alcanzar 
el desafío de la expresión, 
perseguir objetos 
que se ajustan al sentimiento, 
hundirse en objetos 
hasta la emoción adecuada,
         está probado, 
y tanto, probado y probado, 
como no lo está 
el que en esos tránsitos 
la tendencia madre sea 
por dónde va la inspiración,
         «si en frío o en caliente», 

y no lo está 
que haya que seguir a Homero 
entre las Musas, su rogar que lo asistan,
         y a Platón
saludando hermosos versos 
más en mediocres pero iluminados 
que en sagaces y hábiles exclusivamente 
al amparo de sus propias fuerzas,
         y a Dante, el reclamar
la intervención de dioses 
acaso sin creer en ellos:
         O buono Apollo, all'ultimo lavoro
fammi del tuo valor... 

Pero tampoco ninguna 
terminante prueba hacia lo opuesto,
         que el poema
se conduzca en la mente como un 
experimento en una ciencia natural, 
         y que la aptitud
combinatoria de la mente sea 
la solo inspiración reconocible. 
 

(de "El motivo es el poema", Sudamericana 1976)