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Piedra de sol (fragmentos)
un sauce de cristal, un
chopo de agua,
un alto surtidor que el
viento arquea,
un árbol bien plantado
mas danzante,
un caminar de río
que se curva,
avanza, retrocede, da
un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera
sin premura,
agua que con los párpados
cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia
en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo
todo,
verde soberanía
sin ocaso
como el deslumbramiento
de las alas
cuando se abren en mitad
del cielo, (...)
voy por tu cuerpo como
por el mundo,
tu vientre es una plaza
soleada,
tus pechos dos iglesias
donde oficia
la sangre sus misterios
paralelos,
mis miradas te cubren
como yedra,
eres una ciudad que el
mar asedia,
una muralla que la luz
divide
en dos mitades de color
durazno,
un paraje de sal, rocas
y pájaros
bajo la ley del mediodía
absorto,
vestida del color de mis
deseos
como mi pensamiento vas
desnuda,
voy por tus ojos como
por el agua,
los tigres beben sueño
en esos ojos,
el colibrí se quema
en esas llamas,
voy por tu frente como
por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como
por tus sueños,
tu falda de maíz
ondula y canta,
tu falda de cristal, tu
falda de agua,
tus labios, tus cabellos,
tus miradas,
toda la noche llueves,
todo el día
abres mi pecho con tus
dedos de agua,
cierras mis ojos con tu
boca de agua,
sobre mis huesos llueves,
en mi pecho
hunde raíces de
agua un árbol líquido,
voy por tu talle como por
un río,
voy por tu cuerpo como
por un bosque,
como por un sendero en
la montaña
que en un abismo brusco
se termina,
voy por tus pensamientos
afilados
y a la salida de tu blanca
frente
mi sombra despeñada
se destroza,
recojo mis fragmentos
uno a uno
y prosigo sin cuerpo,
busco a tientas, (...)
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son
invulnerables,
nada las toca, vuelven
al principio,
no hay tú ni yo,
mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo
un cuerpo y alma,
oh ser total... (...)
amar es combatir, si dos
se besan
el mundo cambia, encarnan
los deseos,
el pensamiento encarna,
brotan alas
en las espaldas del esclavo,
el mundo
es real y tangible, el
vino es vino,
el pan vuelve a saber,
el agua es agua,
amar es combatir, es abrir
puertas,
dejar de ser fantasma
con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen
(...)
sigo mi desvarío,
cuartos, calles,
camino a tientas por los
corredores
del tiempo y subo y bajo
sus peldaños
y sus paredes palpo y
no me muevo,
vuelvo adonde empecé,
busco tu rostro,
camino por las calles
de mí mismo
bajo un sol sin edad,
y tú a mi lado
caminas como un árbol,
como un río
caminas y me hablas como
un río,
creces como una espiga
entre mis manos,
lates como una ardilla
entre mis manos,
vuelas como mil pájaros,
tu risa
me ha cubierto de espumas,
tu cabeza
es un astro pequeño
entre mis manos,
el mundo reverdece si
sonríes
comiendo una naranja,
el mundo cambia
si dos, vertiginosos y
enlazados,
caen sobre la yerba: el
cielo baja,
los árboles ascienden,
el espacio
sólo es luz y silencio,
sólo espacio
abierto para el águila
del ojo,
pasa la blanca tribu de
las nubes,
rompe amarras el cuerpo,
zarpa el alma,
perdemos nuestros nombres
y flotamos
a la deriva entre el azul
y el verde,
tiempo total donde no
pasa nada
sino su propio transcurrir
dichoso (...)
—¿la vida, cuándo
fue de veras nuestra?,
¿cuándo
somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos,
nunca somos
a solas sino vértigo
y vacío,
muecas en el espejo, horror
y vómito,
nunca la vida es nuestra,
es de los otros,
la vida no es de nadie,
todos somos
la vida —pan de sol para
los otros,
los otros todos que nosotros
somos—,
soy otro cuando soy, los
actos míos
son más míos
si son también de todos,
para que pueda ser he
de ser otro,
salir de mí, buscarme
entre los otros,
los otros que no son si
yo no existo,
los otros que me dan plena
existencia,
no soy, no hay yo, siempre
somos nosotros,
la vida es otra, siempre
allá, más lejos,
fuera de ti, de mí,
siempre horizonte,
vida que nos desvive y
enajena,
que nos inventa un rostro
y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte,
pan de todos
Entre irse y quedarse
Entre irse y quedarse duda
el día,
enamorado de su transparencia.
La tarde circular es ya
bahía:
en su quieto vaivén
se mece el mundo.
Todo es visible y todo
es elusivo,
todo está cerca
y todo es intocable.
Los papeles, el libro,
el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de
sus nombres.
Latir del tiempo que en
mi sien repite
la misma terca sílaba
de sangre.
La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de
reflejos.
En el centro de un ojo
me descubro;
no me mira, me miro en
su mirada.
Se disipa el instante.
Sin moverme,
yo me quedo y me voy:
soy una pausa.
Hermandad
Homenaje a Claudio Ptolomeo
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
Selección
tomada de Pàginas de Poesía Mexicana:
http://www.columbia.edu/~gmo9/poetry/index.html
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