HISTORIA

Nuestro viaje comienza en la República de Irlanda, un pequeño país europeo situado al oeste de las Islas Británicas, pobre y olvidado por el resto del mundo, a no ser por los tremendos atentados terroristas y poetas famosos.

En el terreno de la música contemporánea, sin embargo, Irlanda se ha podido defender bastante bien, produciendo una serie de extraños artistas que se distinguen por su originalidad, por no seguir ninguna norma preescrita en la industria de la música, por poseer una personalidad enigmática e incluso rasgos fisonómicos un tanto peculiares, o por ser muy buenos, o por tener todo esto junto.

Se puede citar a Van Morrison, surgido desde fines de los sesentas; Elvis Costello con sus típicas gafas de contador público sus melodías descuadradas; Mike Oldfield, el virtuoso guitarrista especializado en crear atmósferas fantasmales; Bob Geldof, el héroe de los conciertos benéficos y sus Boomtown Rats.

El New Age corre a cargo de Enya, quizá la mejor tecladista femenina del momento, mientras que la controversial Sinéad O'Connor lucha por reconquistar el lugar que tenía antes de que la gente se hartara de sus berrinches; más recientemente surgieron los Cranberries, a quienes muchos consideran grupo 'Pop' (pero muy buen pop).

Incluso tienen un cantautor: Chris de Burgh, el romántico trovador de la hermosa voz que junto a raíz de haber aceptado el comercialismo lentamente va descuidando la calidad que poseían sus primeras grabaciones. Pero ninguna de estas figuras son tan extrañas, originales, peculiares y enigmáticas como la banda dublinesa U2, ni han significado una explosión de innovación en el terreno del rock a nivel mundial, capaz de ser comparada con los Beatles (ahora sí en calidad, no sólo en ventas).

Y a mediados de 1978, cuando los alumnos del Mount Temple Comprehensive High School escuchaban la primera presentación en vivo de cuatro de sus compañeros de escuela, no se pudieron imaginar que se empezaba a escribir una página esencial en la historia del rock, ni que esos torpes y desafinados jovencitos serían nombrados años después por los expertos como "la mejor banda de la década de los ochenta".

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