CEDIDO POR GENTILEZA DEL DIRECTOR DEL CLUB DE AVENTURAS A.D. (C.A.A.D.) DE SU PÁGINA WEB... http://www.arrakis.es/~caad/ Por Cristóbal González - Mago Soft Tras la fuerte tormenta que sufrimos mi copiloto y yo, nuestro avión se precipitó hacia las montañas de Nanuk. Lamentablemente el copiloto murió debido al fuerte golpe que sufrió en la cabeza. Pero no me dejé llevar por la situación y rápidamente me dispuse a salir de allí. Me di cuenta de que el avión se había quedado situado al borde de un precipicio por lo que decidí que debía calcular mis movimientos si no quería que el avión perdiera su inestable posición. En la parte de atrás de la cabina, tenía algunas cajas con diversos cargamentos. Tras examinarlas, descubrí diversos objetos. Como no podía llevármelos todos, tuve que elegir cual debía llevarme. Opté por la linterna, que me podría proporcionar luz; la cuerda, por si había que acceder a un sitio dificultoso; y la lata de cerveza, la cual podría tener alguna utilidad en el futuro. Una vez que tuve estos tres objetos, salí rápidamente del avión, el cual parecía que estaba a punto de caerse. Al salir del avión, me encontraba en lo alto de una montaña, lugar desde donde pude obtener una buena panorámica. Me llamó la atención una cabaña que había tras un río, eso me animó mucho al pensar que a lo mejor no estaba solo. Descendí de la montaña y empecé a explorar la zona. No tardaron en surgir los problemas. Me encontré con un oso que estaba frente a una cueva, la cual podía contener algo en su interior. Me di cuenta también que el río solo se podía cruzar por un lado, y que ese lugar estaba bloqueado por una cabra. Pero lo peor de todo es que aquel lugar parecía no tener salida. Yo me encontraba en medio de una cordillera y un río, y no podía salir por ningún sitio. Parecía que la única forma de salir de allí era o bien investigar el interior de la cueva, o bien echar a la maldita cabra. Decidí empezar por la cabra, ya que parecía más fácil de hacer. Al principio intenté echarla por la fuerza, pero me di cuenta de que ese no era el método más adecuado, así que utilicé otra cosa, el cerebro. Al observarla detenidamente, me pareció que estaba demasiado flaca y que tenía hambre. Así que busqué alguna hierba para dársela. Y resultó, la cabra se fue del lugar permitiéndome el paso hacia el otro lugar del río. Parecía que iba a poder explorar la casa que divisé en lo alto de la montaña. Al llegar a las puertas de la casa, estas me extrañaron mucho, ya que consistían en unas curiosas cortinas rojas a lunares blancos. Decidí entrar en la casa y me encontré un viejo. Por su aspecto, me dí cuenta de que llevaba mucho tiempo viviendo allí. Al hablar con él, me dijo que le costaba andar, ya que estaba bastante débil. Le comenté algo sobre la cueva, contestándome que era necesaria luz. Al final averigüé que él me dejaría unas viejas pilas que tenía (las cuales le servirían a mi linterna), pero a cambio debía encontrar un viejo anillo. Me comentó que se lo robó una urraca hace tiempo y que quería recuperarlo, pues le tenía mucho aprecio. En la exploración previa que hice al lugar, descubrí un lugar donde los pájaros solían ir a beber, así que decidí esperar allí a la urraca. Nada más apareció la ladrona, la seguí hasta su escondite. Allí estaba el anillo del viejo ermitaño. Así que me dirigí hacia su casa con el fin de cobrar mi "recompensa". Debido a la fatiga de ir de un lado para otro, me eché un ratito para descansar. Cual fue mi sorpresa al descubrir que mientras dormía alguien me robó el anillo. Al despertar vi una silueta alejarse, como si fuera la de una persona. La silueta se deslizaba por las ramas, por lo que decidí examinar todos los árboles. Al descubrir el árbol en el que se refugiaba el ladrón, subí rápidamente a él dispuesto a conseguir el anillo. Una vez arriba encontré a un pequeño mono, autor del robo. Aproveché que estaba dormido para quitarle el anillo. Con el anillo otra vez en mi poder, me dirigí a casa del ermitaño. Por fin tenía en mi poder las pilas. Pero todavía había un problema, el oso. Decidí seguir explorando la zona, y encontré en un matorral un panal. Perfecto, era la forma ideal de echar a aquel enorme animal. Al intentar coger el panal, me llevé una enorme sorpresa. El matorral poseía espinas, las cuales no me dejaban acercarme. En ese momento recordé que había visto unos guantes en el río. Así que me dirigí allí. Una vez llegué al lugar, me di cuenta que sería imposible cogerlos ya que en esa parte del río había muchas pirañas. Poniendo en marcha otra vez mi ingenio, decidí construirme una caña. Busqué un palo que hiciera de soporte, al que uní un sedal que me encontré. Gracias a mi habilidad logré pescar los guantes. Ahora solo faltaba un recipiente en el que depositar la miel. Se me ocurrió que podría meterla en la lata de cerveza, pero había que vaciarla primero. Así que me la bebí. Con los guantes y la lata, fue trabajo fácil el conseguir la miel. Así que me dirigí hacia la cueva, donde le di la miel al oso. El oso, se fue a otro lugar a tomarse su miel, por lo que tuve acceso a la cueva. En el interior de la cueva, observé que carecía de salida. Examinándola detenidamente observé que un grupo de rocas obstruían un camino por lo que decidí apartarlas. Penetré en la cueva hasta llegar a una cámara más profunda donde maravillado contemplé un lago. Me pareció que la única forma de seguir era atravesando el lago, por lo que me puse a pensar en cómo cruzarlo. Salí de la cueva y me dí una vuelta por la zona. Descubrí una trampa que había bajo un árbol, por lo que decidí bajar para examinar su contenido. Gracias a la cuerda, me deslicé hasta el interior de la trampa. Una vez abajo descubrí un tronco, el cual me podría servir para cruzar el lago. Como no podía subir con el tronco a cuestas, até la cuerda al tronco y subí. Una vez arriba, tiré de la cuerda hasta subir el tronco. Con el tronco en mi poder decidí cruzar el lago. Así que me lancé al agua y lo crucé... Al llegar a la otra orilla, me adentré en lo que parecía ser unas catacumbas. Estas comunicaban con un poblado caníbal, así que empecé a pensar en cómo salir de allí. Al examinar las catacumbas descubrí una ratonera, la cual me dio una idea. Al subir a una tienda, descubrí un enorme queso. Así que con mucho cuidado lo cogí y bajé de nuevo. Luego subí a otra tienda, la del hechicero de la tribu. Allí encontré un tarrito de cloroformo, así que con el queso y el cloroformo conseguí atrapar un ratón. Subí al poblado, y una vez fuera descubrí que estaban en una ceremonia para comerse a un misionero. Con el ratón en mi poder, lo solté y todos los caníbales se fueron asustados, curioso. Al examinar de cerca al misionero me dí cuenta que estaba atado, por lo que busqué la forma de liberarlo. Afortunadamente, a un caníbal se le calló una lanza del susto, por lo que la cogí y desaté al misionero. El misionero estaba muy agradecido. Le pregunté cómo se podía llegar a la civilización, y este me llevó hasta un poblado. En el poblado, parecía que los nativos no me comprendían. Explorando el pueblo, encontré un puerto lugar en el que había un barco. Hablé con un viejo hombre que parecía ser el dueño del barco. Me dijo que me haría falta dinero. Sin tener ni idea de cómo conseguirlo, me dirigí hacia el misionero, a ver si sabía donde podía encontrar algo de dinero. El misionero me indicó que cerca de allí existía una mina. Fui a la mina lugar donde encontré a un minero loco que no estaba dispuesto a darme nada de "su fortuna". Luché duro, hasta conseguir bloquear a mi rival. Explorando la mina detenidamente, encontré una enorme pepita de oro. Sería más que suficiente. Se la llevé al dueño del barco. Este me dio el barco encantado. Me subí rápidamente a bordo del barco y comencé mi travesía. Tras algunos días de navegación, conseguí llegar a lo que parecía ser... ¡La civilización!